Categoría: "Mon"

DE COLOR AZABACHE . De Mon

Especialmente un hombre también puede sentirse apollardado y desesperado cuando se le aplican unas normas que se dan por dictadas, cosa que un hombre por defecto no puede hacer. Y me refiero a esto para atacar dura y continuamente al FEMINISMO ya que personalmente, siendo anti-machista, no puedo comprender cómo se puede mostrar a la sociedad el feminismo como un arte victorioso sobre el machismo. Y es que, señoras y señores, estamos en el s. XXI, el siglo de la igualdad de oportunidades para todo el mundo, el solsticio cultural del respeto y del entendimiento entre seres humanos.
Tengo la sensación de que el hombre de hoy está siendo injustamente vapuleado tanto por leyes como por la opinión pública mayoritariamente femenina y la radicalmente feminista. Todo esto comienza a cansar ya a muchos hombres (entre los que me incluyo) que, sin saber ni practicar las injustas indecencias machistas, estamos siendo continuamente evaluados, enjuiciados y en muchas ocasiones vejados ante la NO justa repartición de los roles de este tiempo.
Si queremos una sociedad justa, debemos creer en las igualdades y apostar fuerte por ello, pero de nada sirve cambiar de dictador, machismo por feminismo, lo que hay que hacer es terminar con el dictador y pensar en una nueva floresta de oportunidades.
Sabéis que se acaba de aprobar una ley en la cual a un marido maltratador (que puede ser presunto) se le retirará la pensión de por vida y ¿por qué no a una mujer maltratadora? Vamos es que ni se menciona. Y a todo esto hay que añadir que a un amigo el cual está pasando por el apollardamiento más cruel, fue amenazado de denuncia por malos tratos sin estos haber ocurrido y es más durante el proceso de "puesta en la calle", la señorita amablemente le invitaba a que le pegara, ¡muy original, ella! ¿Quién es aquí el maltratado?
¿No nos estaremos equivocando señoras feministas? ¿No estaremos usando la ley para algo más?
Creo en la MUJER como persona y por ser hombre la considero una maravilla de la creación, tengo la sensación de que algo o algunos la siguen utilizando para no sé qué fin y a eso no hay derecho, menos aun si encima otros resulta perjudicados por esta manipulación.
Naturalidad y educación, amigos y amigas.

Mon 01/06/2007

LA TORRE DEL UNICORNIO de Mon

El suave siseo sobre el sutil pergamino, como cada noche, presagiaba una buena aventura, la tinta negra de confección casera comenzaba a impregnar el ambiente tímidamente caldeado por la llama de una única vela.
El viejo Frogot vivía solo de sus recuerdos, en aquella solitaria torre de anchos muros fecundada en la alta edad media.
Su espesa barba se tornaba luminiscente cuando el espejo jugueteaba con las sombras chinescas que el cirio proyectaba, dicen que recortadas por una pandilla de duendes imaginarios.
Hoy es el día de Cántor, el bosque del unicornio, y quiero narraros una historia que personalmente viví de pequeño.
Frogot se echó un pequeño manto sobre la espalda para evitar la fría humedad que predominaba en la torre, las largas noches de invierno eran muy duras y había que racionar bien la leña. Y comenzó a escribir:
“Erase una vez un niño que fue abandonado por sus padres a la edad de 5 años, -(tose Frogot), aun recuerdo cómo la gente de la aldea estuvieron buscándole durante semanas, nunca olvidaré el odio que sentimos todos por aquellos padres tan malvados.
Dicen que por las noches en el bosque de Cántor se escuchaban cánticos de un niño acompañados por el brioso relinchar de un caballo, cuentan que cada 12 de mayo las hojas de los árboles quedan inmóviles, justo el día en que desapareció Nímet.
Yo Frogot de Noseville pude ver esa silueta una noche de tormenta, rasgada por un rayo. Era el niño sobre un unicornio blanco, ¡Dios, tengo que avisar a todos los del pueblo! No imaginaba que aquel gesto iba a suponer una odisea para mí.
Pocos me creyeron y una mayoría enfervorizada decidió relegarme para siempre en esta torre, llamada desde entonces la torre del unicornio.
Ahora cada 12 de mayo las hojas del bosque se agitan con inusitada violencia, crispadas y amenazantes, pero no me importa, es el único día de todo el año que tengo visita.”
Frogot quedó dormido sobre el lienzo, quien sabe si esperando a que el bosque volviera a clamar.

Mon 12/05/2007

No fue bar de mujeres II. De Mon

Conchita avec les marin-Brassaï, seudónimo de Gyula Halász (1899 - 1984)

Isabel miraba al mar con las últimas diapositivas que la vida proyectaba en sus apagadas pupilas. El taconear se cambió por un paso acelerado y pactado con el miedo, su asesino pensaba que había hecho justicia, su cariz era desolador, con la mirada perdida y el rostro desencajado, nunca podría olvidar el extinguir de un corazón encendido por la pasión.
Errante, pecaminoso, podrido por dentro quiso limpiar su espíritu con un par de tragos en la cantina, ese lugar donde el eco de la gramola se confunde con las risas y la mugre que el salitre y el humo del tabaco han dejando en las paredes con el paso del tiempo.
Entra despacio, vigilando cada gesto, en la mente del ladrón de vidas hay un pensamiento, una sensación de miedo, cree que todo el mundo lo sabe, que todos le reconocen, pero no es así. Los pescadores ahogados en su penúltima copa discuten sobre la autoría de una foto vieja que sin marco pende de un fino hilo ennegrecido. Nadie y todos parecen tener razón, es su historia, su bar y su ron y ellos creen estar solos, la vuelta a casa hará brillar la realidad de un hogar, una familia que siempre está esperando y sufriendo, el sabor de una vida quemada por la espera.
El asesino tantea la barra, todavía faltan unos minutos para cerrar y podrá tomar ese sorbo amargado por la hiel que le aprieta la garganta. Nada más despegar el vaso de la madera alguien toca su hombro,
¡Eh, forastero! −balbucea un gordo barbudo. −¿Conoces a la chica de la foto? ¿Es hermosa, eh?
El destino le ha jugado una mala pasada, es Isabel quien posa con alguien que seguramente fue cliente suyo.
No −contesta con voz temblorosa −no se quien es.
Los pescadores advierten un comportamiento extraño, pero sus mentes inhóspitas son incapaces de ir más allá, sus neuronas saborean la miel del licor y no están dispuestos a abrir su círculo a ese desconocido. Al asesino.
Suena a lo lejos la sirena de algún buque mercante, se apagan las luces de la taberna, la noche parece apoderarse de todas sus almas.

Mon 16/04/2007

No fue bar de mujeres. De Mon

Brassaï, seudónimo de Gyula Halász (1899 - 1984)

Las olas golpeaban fuerte, engullían los pilares del muelle de madera, agitadamente, con la espuma enrabietada, queriendo abrazar para llevarse consigo, aquellos gigantes untados en brea. Entre las voces del océano se escuchaba una melodía que escapaba entre las cortinas de la taberna, allí, cansado y derrotado terminaba el empedrado de la calle mayor.
No fue bar de mujeres, solo los pescadores recalaban sus estómagos sedientos tras una larga y agotadora jornada de navegación. En las paredes colgaban algunos retratos enmohecidos de las mejores hazañas, casi convertidas en mitos, que los curtidos marineros enmarcaban en su tiempo libre, todas en color sepia, paralelismos de la vida.
Afuera se oía el taconear de Isabel, como cada media noche, se dirigía a hacer caja clavando sus largos tacones entre las grietas de los adoquines, hacia la bahía.
Allí acabaría su historia, la historia de una mujer entregada al volátil deseo de una necesidad efímera, de una obligación injusta. Con la noche llegó la traición, decididamente imparable, fundido entre los ardores de la sangre descansa en su cuerpo, vil metal, olvidado y miserable. ¡Cuan injusta es la vida y qué frágil su existencia!
Han cerrado pronto la cantina, calle abajo solo queda un quejido.

Mon 03/04/2007

El Doctor Flúor y su mascota Caries. De Mon

©CRSignes 2006

Eran las tres de la mañana, la tormenta nuclear había cesado, hoy día de San Ignacio del año 2107 se conmemoraba el centenario del descubrimiento del inhibidor de partículas gamma. El Doctor Rampa, como siempre desvelado y cabizbajo, aprovechaba las últimas y más débiles reminiscencias de radiación para desarrollar un nuevo dentífrico.
El egoísmo de la sociedad no dejaba ver más allá de sus propias narices, era muy alto el coste de vidas humanas que se tuvo que pagar para desarrollar semejante pasta de dientes. Pero todo valía en una sociedad en la que lo más importante era una sonrisa clara, limpia y blanca, a ser posible de brillo cegador.
Rampa siempre había estado interesado por los derivados del Uranio para uso blanqueante, no obstante desenlazar los átomos para conseguir una fórmula estable no era tarea fácil. La solución la encontró en una prueba nuclear que hicieron unos Boy-Scouts en las orillas del Río Mare, allí, después del invierno nuclear, quedaron intactos los pañuelos verdes que portaban en el cuello, todo lo demás resultó arrasado. Pues bien, el material del que estaba confeccionada la tela resultó ser una seda de un gusano ibérico que habitaba en Corea del Norte. El doctor consiguió en pocas semanas aislar la molécula que inhibía las emisiones alfa, beta y gamma, con lo cual pudo desarrollar la confección de unos delantales que protegían a los seres humanos.
Todo esto por una sonrisa, una Tierra sembrada de explosiones nucleares con el único fin de extraer más y más radiación para alimentar los gusanos y así producir cantidades ingentes de fibra protectora a la par que se daban los últimos toques al detergente bucal.
El resultado llegó, resultaba casi imposible otear el horizonte, era tan grande el brillo de los dientes que se confundía con las detonaciones.
Hoy día de San Ignacio la humanidad ha vencido, podemos sonreír…somos mejores.

Mon 27/02/2007

El lenguaje universal (Serie “Mini cuentos para no dormir”). De Mon

Bill Brandt (3 May 1904 – 20 December 1983)

Allí estaba la poetisa, culo en pompa con las rodillas sobre la alfombra del estudio, abrazada a su Olivetti Lettera46. Parecía cansada, pero su mirada perdida intuía signos de tristeza, reflejaba todas las vicisitudes por las que había pasado estos últimos años.
Me acerque despacio, con sigilo, la habitación estaba helada, María solo vestía un fino camisón que dejaba entrever su curvada espina dorsal. Debía caldear la estancia, unos pocos troncos calentarían el ambiente en pocos minutos.
Su actitud era de ausencia total, como si quisiera hibernar, apenas pestañeó ante mi insistencia. En otra época nuestro fuego pasional hubiese comenzado por desnudar aquella piel, hoy, después de treinta años me preocupaba más su estado que no precisamente su lenguaje corporal, que, por otro lado, aun resultaba ciertamente apetecible.
Mientras el fuego avivaba entre chasquidos producidos por la resina al quemarse, aproveché para buscar una manta, ella permanecía impertérrita, inmóvil, absurdamente tranquila y callada, como si algo o alguien la estuviese arropando.
De pronto oí su voz,
-Hola Andrés, no he sentido tu presencia, creo que me he quedado dormida en esta absurda posición, se me terminó la cinta de doble color de la máquina de escribir y estaba esperando tu regreso para pedirte un favor. ¿Puedes ir a la tienda y traerme una?
-Claro mi amor, no me esperes despierta.

Mon 29/01/2007

El Despellejador de naranjas. De Mon

Fuente de imagen Internet

Los lejanos ululares de las fábricas anunciaban la retirada de decenas de trabajadores a sus casas, ellas, adornadas con sus delantales de encaje preparaban la cena a golpe de boniato y chirimoya. La vida era muy dura, el barrio era oscuro, siniestro, con un negro adoquinado que hacía temblar las sombras de la noche. La esperanza de sus gentes quedaba en sueños de futuro, el trajín del día a día solo permitía añadir agua al puchero.
Alguien gritaba…, el eco, al doblar las esquinas, arrastraba los ladridos de un perro hambriento, ambos se mezclaban en comunión, pidiendo quien coño sabe qué.
Al trasluz de una ventana, dominando los claros y tenues amarillos se podían perfilar las siluetas de las abuelas, meciendo los ovillos de lana, con la ilusión de una maternidad lejana en el tiempo.
No podía permanecer más tiempo parado, se acabó respaldar a las gatas en celo, ellos con los pelos erizados y el maullar caliente de su fuego interior, permanecían al acecho, esperando que yo marchase para saltar sobre sus lomos e hincar sus dientes en el pescuezo.
Bajé de la acera, tremendo salto en el tiempo, en caída libre desde el bordillo que acariciaba a voces mis talones inquietos, un solo paso me separaba del puesto de venta ambulante de palomitas de maíz azucaradas, un solo paso me separaba del despellejador de naranjas. Solo me dejó un papel manuscrito por ambas caras, en el la receta mágica que daba la felicidad a quien lo leyese. Una fría ráfaga se llevó el papel multiplicándolo por mil y pegándolo como un post it en cada ventana del barrio.
El despellejador me cogió de la mano y salimos volando, para ver desde lo alto como se iluminaba el barrio, desaparecían las sombras y callaban las sirenas…
…Es mi cuento de Navidad.

Mon 28/12/2006

Un hombre, un genio. De Mon

Fuente imagen Internet

A deshoras llegaba siempre a casa, cansado, manchado y hambriento. Luis era profesor de plástica en la facultad de Bellas Artes San Carlos de Valencia, estaba soltero y era un hombre un tanto ensimismado. No era extraño verle anotar correcciones en un pequeño cuaderno con tapas de pasta de cartoncillo verdes, con muelle negro, de los de siempre, solo, sentado en cualquier banco.
A finales de los 80’ comenzó a desarrollar una técnica basada en las pinturas pigmentadas que se emplearon a principios del siglo XV, lo que años después le convertiría en un reconocido investigador, cómplice de los maestros renacentistas.
A pesar de su holgada cuenta bancaria, era un hombre sin codicia, devoto de obra y muy dado a las remuneraciones a favor de las organizaciones no gubernamentales.
Como cada miércoles, visitaba a primera hora la capilla del Ángelus, allí podía encontrar la paz que necesitaba, sin ruido ni las bulliciosas voces de sus alumnos. Eran cinco minutos que daban mucho de sí.
Siempre pensó que la vida era un simple recodo que había que torcer, aunque muchos se empeñaban en enderezar. Él solo había vivido para dejar una huella al óleo que permaneciese inmutable lustro tras lustro, lejos de cualquier signo de rebeldía o inconformismo. Sabía que la existencia era solo un capricho de la naturaleza y esta como tal, era mucho más sabia que la prepotencia humana.
Un martes cualquiera llegó pronto a casa, nunca más volvería a la universidad, se borrarían las manchas y desaparecería ese guirigay que había dado sentido a su existencia.
Dicen que nunca abrió la puerta a nadie, que en las tardes de invierno se le oía llorar y se cuenta que con las lágrimas fabricaba el vehículo que daba consistencia a sus pinturas. Su obra permanecerá hasta el final de los tiempos.

Mon 05/12/2006

Bienvenido a la republica particular de mi casa. De Mon

Y a Mikea.

Erase una vez unos niños que tuvieron que ver a sus padres en sillas de ruedas, sin brazos ni piernas ni perrito que les ladrase, a Rusty se lo llevó una bomba traicionera ubicada justo debajo de los mismos huevos del padre, huevos que resultaron ajados tras haber sido capado a ras de pubis. El pobre perrito, tan bondadoso él, ¿qué culpa tuvo de pertenecer a una familia de inocentes que unos hijos de puta asesinaron? Iridiscentemente podríamos decir que se trataba de sutiles independentistas que no querían pertenecer a un determinado país, pero noooo niños, dijo un hombre que se reía diabólicamente, “solo son hombres que matan sin ser castigados” “solo son hombres que por matar a tus padres, abuelos, hermanos y amigos vienen a mi casa para negociar si van a ser 2 o 3 años de cárcel, no más”. Y por eso no quiero que penséis que estoy loco ni que profiero calumnias hacia los que no piensan como yo, sencillamente os aconsejo que veáis y leáis fijamente todos los medios de comunicación que yo mismo he comprado y os enviéis mensajes de móvil entre vosotros como yo lo hago, ah, y si os queda tiempo podéis seguir el Open de Golf—os que hace tantos años se disputa en los incontables campos del Noroeste de la república particular de mi casa, donde todo sobra y se ríen de los pobres.
Este es un cuento donde no hay reyes, príncipes ni princesas, solo hay fantasmas, es un cuento, que bien podría ser de miedo o parecer una hecatombe, que cada vez da más risa y al que prefiero que nunca pertenezcáis…—dijo la sombra.
Entonces, preguntó un niño, señora sombra, si el cuento ya ha terminado ¿podemos ir a YamIkea a comprar pancartas hostiles?Claro niños, dijo la sombra, id, id a llenar los bolsillos de esos hombres y mujeres gordos que talan bosques del Norte de Europa y Sudamérica, id que así vuestras familias que tradicionalmente han trabajado los muebles con sus manos tendrán que ir a montar matasuegras a China por 3 euros al día.
Y se fueron, el hombre de la sonrisa diabólica, Don Hipoteca y un hombre pequeño con bigote y gafas, al que llamaban el Nazareno por su afición a las coronas de espinas, a una casa de putas donde cantaba la mujer de un famoso político, todo a gastos pagados.
Los niños se quedaron inmovilizados ante el panorama, formaron un corro y entre risas pedorretas y cortes de mangas cantaron:
“Viva la gente, la hay donde quiera que vas
viva la gente, cada vez nos gusta más,
los tontos, las tontas y una Mirinda y al parque a mear,
vamos todos juntos que esta historia es muy real”

Mon 01/11/06

El hígado iridiscente. De Mon

Acababa de sonar un fuerte pitido, Javier ya lo había oído hacía más de 50 años, durante la última gran alarma que, al final, resultó ser un error de trascripción. Pero era el mismo pitido, sin lugar a dudas, hecho indicativo de una posible hecatombe.
Vivía en un pueblo habitado por unos 50 habitantes al norte de Extremadura, Bélices era una pedanía que había quedado en el olvido tras la incomprensible decisión de apartar el trazado de la carretera 10 kilómetros al Este flanqueando la sierra. Este hecho sutil, políticamente hablando, dejó en la más absoluta ruina a la mayoría de familias que poblaban el lugar. Pero Javier nunca quiso marchar, le placía la soledad, le encantaba oír el canto de los pájaros sin el molesto murmullo de la actividad en la polis. Odiaba las calumnias que la gente que marchó profería sobre su persona, acusándole de apropiarse de terrenos que no eran suyos, él en cambio veló por la integridad de un conglomerado, de casas y tierras abandonadas, que no producían el más mínimo índice de riqueza.
Javier era un hombre con muchas ilusiones pero se encontraba cansado, ajado, marchito, solo quedaba su hígado iridiscente para tragar con el dolor de la incomprensión y la impotencia de ver, que aquella alarma esta vez si fue real y nunca recibiría la comprensión de quienes, víctimas de su propio orgullo, perecieron bajo las garras siniestras y hostiles de una prueba nuclear descontrolada.
Hoy quizá él no exista ni canten los pájaros en Bélices.

Mon 24/10/06

Un encargo desde la tumba. De Mon

¿Qué nueva, cruel y ruin me traéis indigno caballero? ¿Cuál es el alma malvada que os obliga a cometer semejantes atropellos? Sed portentoso y valiente, habladme, no permanezcáis en la penumbra, se quien os envía y debéis responder por él.
— Desolado me hallo espada que me hablas, si por inspiración divina he de confesar, séllense mis labios para siempre que a mi señor no voy a traicionar.
Sois malvado y rufián, ¿quien se atreve a levantar la voz ante mí? Responded a mi pregunta o vuestro logro habrá quedado en quimera.
Soy un pariente de vuestro señor, por quien estáis dispuestos a batiros.
No se os ocurra hablar de mi noble señor o válgame Dios que no pronunciaréis otra palabra en vuestra vida, ¿Quién sois, bellaco? —Grita acaloradamente
— Soy el Capitán de la Guardia Real, Román de Gandía, dadme vuestro plácet y me mostraré ante vos.
Agarraos subid aquí. ¡Capitán, pensaba que habíais muerto!
Es lo que todo el mundo debió creer por el bien de la seguridad de nuestro señor. Dadme la mano y escalo el muro para veros más de cerca.
Ahora no me cabe ninguna duda, quien hasta mi viene ha de ser por una causa más que justa, pensé que nadie conocía esta entrada, pero claro…vos habéis servido en palacio muchos años. Decidme, ¿de qué se trata mi capitán?
Se trata de vuestra muerte, todo el mundo sabe lo vuestro con Lady Amparo, tengo ordenes precisas sobre vuestro porvenir y creedme que es bien efímero.
¡Venís a darme muerte?
Así ha de ser, la muerte por un muerto es agravio sutil e inexistente, nadie me buscará…pero vos…

¡Guardias! Vocea el capitán Roman, venid, aquí hay un hombre muerto. Al terminar su dolorido encargo se marcha, enfundando su sanguinolento metal, con la sombra que le acompañó, para descansar en paz en el lugar desde donde nadie regresa.

Mon 27/09/2006

La mujer de la casa de madera. De Mon

El profundo olor que se filtraba por la tierra no dejaba lugar a dudas, hoy después de desayunar dos buenas tazas de café me encontraba como nuevo, lúcido y atento, ni el humo de la pipa que se apoyaba en mi poblada barba ofuscaba mis sentidos.
Alguien tomaba notas mientras un océano de periodistas disparaba sus flashes, esas mismas luces que contrastaban el musgo que estaba dispuesto a remover para descubrir qué había allí.
Alguien gritaba desde una ventana, “No, no es ahí, yo lo vi todo”, al instante enderecé mis rodillas y me dispuse a caminar en dirección a aquella casucha destartalada y algo maltratada por el paso del tiempo. Dejé atrás a todo el equipo que me acompañaba, pensando que ellos trabajarían hasta la extenuación cavando en aquel montículo de tierra humeante.
Mientras reavivaba de nuevo el tabaco prensado de mi pipa, podía intuir una cierta sensación de desasosiego, como adelantándome a un acontecimiento horrible que estaba a punto de suceder, aun así debía extrapolar mis sensaciones por la frialdad que siempre me había caracterizado.
Ella estaba allí, sentada en una gran mecedora, invitándome a entrar. En la casa apenas se colaba algo de luz exterior y algunos rayos de tungsteno provocados por los fotógrafos, ciertamente comenzaba a preocuparme la situación.
Abrí la carcomida puerta de madera y me dispuse a entrar, la madera del falso suelo crujía como si en años nadie hubiese pasado por allí. ¿Cuál sería mi devenir?
De repente sentí un fuerte golpe en la nuca, una risa y unos aterradores gritos que venían desde el exterior, los cuerpos mutilados de varias personas estaban apareciendo por todo el jardín, quién me hubiera dicho a mi que iba a ser uno de esos cuerpos amputados , tullido para siempre. Mientras oía cómo la risa se iba haciendo cada vez más débil, resonando por las paredes de un viejo sótano y mezclándose con el sonido de la sangre que brotaba de mis extremidades, pude comprender que iba a ser yo el único testigo vivo que podría desvelar la identidad del asesino, la mujer de la casa, que desapareció para siempre dejándome privado para horror y escarnio de toda la gente que me conocía. Fui el último en caer en la trampa, pero sigo vivo y algún día acabaré con su vida.

Mon 22/09/06

Clara. De Mon

A Carliu

Cayó la margarita sobre el océano azul de sus ojos, exhausta y marchita, victima de un aciago devenir, de un molesto desenlace. En su mundo encerrado dentro de su pequeña isla de cristal podía adivinar el paso de los días, el tic-tac del tiempo. Jamás se atrevió, ya cansada, a saltar más allá de su orilla, más allá de sus paredes de color rosa. Sus padres la habían educado desde lo idílico, lúcida fantasía que teñía su adolescencia, sin pensar que estaban convirtiendo a su hija en un extenuado colibrí que luchaba por alcanzar un mundo extrapolado e irreal.
Clara podía oler el musgo de la juventud las risas y correrías que se colaban por los anchos ventanales de Mascaró, pero la gente que vivía fuera de la isla la ofuscaba, vivían de otro modo, hacían otras cosas, parecían decidir… Ella no estaba preparada para salir, no sabía volar.
Un día apagó la luz de la habitación, salió de la casa y quedó sentada de espaldas a su sueño de cristal, el mundo era ahora su destino.
Murió mecida por el viento de una jauría hambrienta de envidias, ira y poder, aplastada por un mar de desengaños. Clara nunca perdió la sonrisa.

Mon 12/09/06

Li dedique este conte a una personeta que está a punt de naixer, per a que puga viure dins de un mon de comprenssiò, oportunitats i amor. (Le dedico este cuento a una personita que está a punto de nacer, para que pueda vivir dentro de un mundo de comprensión, oportunidades y amor)

Los niños del sur. De Mon

Estaba allí parado, aséptico, viendo el mudar de gentes en un ir i venir sobre raíles, el golpear de hierro sobre acero, las suaves bandadas de aire, torbellino de un suspiro que deja paso al silencio, a una nueva estación.

Debía permanecer en silencio, pasar desapercibido, ser uno más. El último tren se hacía de rogar, solo quedaba el revisor, visiblemente cansado, sosteniendo un manojo de folios que debía firmar antes de cerrar la estación. Allí estaba el diminuto punto amarillo que entre los reflejos de las vías iba acercándose iluminando tenuemente las vías perfectamente alineadas, haciéndose cada vez más grande. Al fin pude asir la manivela y de un pequeño salto subí al vagón nº 505. Acto seguido y como acto reflejo observé por la ventanilla un bólido que se apresuraba hacia la tierra, solo me faltaba eso, agobiado por el nervio acumulado en la espera, cansado y con el miedo en el cuerpo.

Imaginaba lo que podía suceder cuando el tren se detuviese, estaba muy claro que era un complot de los “niños del sur” así llamaban a la mafia calabresa, muchos de ellos eran considerados mitos en pleno siglo XX, sabía lo que iba a trascender, si me liquidaban acababa la cadena de informadores de la CIA y conmigo en el hoyo las destilerías de alcohol funcionarían a pleno rendimiento.

Finalmente el tren nunca se detuvo ante mis ojos, no le di esa oportunidad, un nudo de corbata acabó con mi vida. A propósito Sr. Juez, cuando lea esta carta sabrá donde encontrar los manuscritos con toda la información para deshacer la trama y desmantelar a la cossa.

Fiu, POR LOS PELOS...

Mon 01/09/2006

García el pirata. De Mon

Fue García el pirata quien un día de aciago calor, tarde bochornosa e insoportable, me dijo: “no desees las vacaciones, malandrín, al menos las vacaciones donde todo el mundo coincide, verás que pronto entiendes lo que te digo si te paras un momento a reflexionar…”
Razón no le faltó al pirata, después de comprobar en mis propias carnes el sin sabor de las aglomeraciones, el amontonamiento del colectivo Benidormense*, la refrescante brisa de sudor y bronceador que suavemente se apelmazaban sobre todo mi cuerpo, la arena que cientos de niños se empeñaban en depositar en mis ojos, por no decir los madrugones que debía meterme para conseguir un metro de toalla a doscientos metros de la orilla. Menos mal que pronto estaría de vuelta y solo las colas quilométricas se encargarían de recordarme la sonrisa que perdí en la playa.
Así me suenan hoy las vacaciones, lo más parecido a un jirón de piel. No hay nada mejor que ir descompasado del resto, de forma que cuando tu estás trabajando puedas incluso insultar* a los que sufren en la playa. Pronto llega la hora de la venganza, de tomar esas vacaciones hechas solo para mí, en octubre, cuando no hay ni Dios. Solo sentado en el zaguán mecido por el levante a 20º y mirando hacia la calle, oliva va, cerveza viene, mientras insulto* a todos los demás que van como locos recuperándose y maldiciendo el término de unas vacaciones que no han servido para nada.
Razón de pirata o reflexión de borrego, pero así es la vida en un sistema que decide paralizarse porque tocan vacaciones.

Mon 22/08/06

*Benidormense = Usuario de las playas de Benidorm en el Levante español. Un día fue un paraje precioso y virgen, hoy es una colmena súper explotada, máquina perfecta de generar basura.
*Insular = Modo de solidarizarse con el pringado, de forma socarrona pero grácil.

El bosque de los sueños. De Mon

¡Niños, comienza el baile de los peluches! — Vocifera el hada del bosque — Vamos a aprovechar ahora que estamos todos dormidos para ir en busca de la fiesta, del lugar secreto donde vuestros mullidos juguetes danzan a ritmo de minué hasta antes de amanecer.
Los niños duermen mientras trazos de su memoria, que han aprendido ese día, se unen con el sueño para imaginar un mundo fantástico lleno de color y sensaciones.
¡Ya estamos dentro! —Grita Ana — ¡Ya puedo ver el sendero de los árboles negros! —Al mismo tiempo se agacha y toca el musgo fresco y verde que crece a los lados del camino. — Dame la mano hada que tengo mucho miedo.
Tranquila Ana, que hoy vamos a la aldea de los peluches.
Todos formando una larga fila y asidos de las manos se disponen a recorrer el sueño que les llevará hasta el baile, deben darse prisa y caminar sin descanso con la máxima celeridad antes de despertar. El bosque aguarda.
Juan Carlos, pequeñín, debes iterar el camino de vuelta, tú guiarás a todos en el caso que alguien despierte de repente. Recuerda que no debéis mirar atrás o los juguetes nunca más volverán.
— Sí, querida hada, así lo haré.
Por fin se acercan al pequeño desarbolado en forma de círculo, una fuerte luz ilumina cual mil lunas llenas solo el centro del campo.
¡Mirad, ya llega el ruiseñor que anuncia la fiesta!
A continuación y como por arte de magia comienzan a aparecer entre las plantas todos los peluches de los niños, cada cual mirando a su propietario.
¡Están todos! Es muy emocionante.
Solo cuando los niños duermen los juguetes se libran de la celda del armario y vienen aquí para deciros en sueños que os quieren aunque saben que de mayores, algunos nunca más volveréis a verlos bailar, quizás avergonzados, quizá desagradecidos.
“Nunca abandonéis aquellos que noche tras noche bailaron para vosotros, ellos os dieron la vida, os guardaron en los sueños con mucho amor, sin pedir nada a cambio.”

Mon 08/08/06

La ventana al mar. De Mon

Una vez más se dirigía hacia el muelle, su padre le había regalado un pantalón de corte pirata en su quince aniversario. Hacia años que ella sentía sensaciones extrañas en su cuerpo, aquellas largas noches de verano convidaban a mantener las ventanas de par en par al igual que sus finas piernas que intuían largos orgasmos con la inocencia de pensar que estaba sola, de pensar que nadie la observaba. En cambio al otro lado de la calle se encontraba el joven espabilado por antonomasia, con su herido pene, victima de cientos de masturbaciones la observaba, la veía sudar, contemplaba sus espasmos que procuraba sincronizar con sus eyaculaciones. Eran noches sin tregua, sin final, solo aplacadas por el cansancio y la satisfacción.
Él no cesaba de imaginar cómo sería un primer encuentro con aquella niña que vio crecer, tan tierna, tan bien proporcionada. Pensó en abordarla mientras se dirigía como todas las noches para ayudar a su padre que faenaba hasta muy tarde.
Debía ser hoy, todos habían estado bebiendo en su cumpleaños menos yo, quien con 15 años más, preferí perderme en una partida de cartas. Todo estaba decidido, ella lo deseaba, yo la deseaba. Al margen de la ventaja que me confería haber observado sus deseos, sus sueños, no podía dejar de pensar que para ella yo era un chico mayor del barrio, incluso alguien en quien nunca se había fijado. Debía emplear una estrategia ancestral para hacerla sucumbir de deseo.
Así fue, nuestros rostros se encontraron en la noche, ella asustada ante mi insistencia no pudo contener el fuego que dulcemente manaba entre sus braguitas, pronto comenzó a devorar con hambre insaciable mi pene endurecido a punto de estallar. Ella se dejó hacer y pronto estalló en un grito de placer cuando la penetré contra las redes que los pescadores amontonaban para su reparación, no podía creer que aquella joven se estuviera deshaciendo de placer, con esa piel tan suave, con esas ansias tan bestiales. Cuando ella quedó arqueada hacia atrás con los ojos entornados eyaculé con tanta fuerza que su larga cabellera quedo impregnada de mi esencia, jugo que ella guardaría como oro en paño el día de su primera alegría, el día de su quince aniversario.
Nunca más pude ver la ventana abierta.

Mon 24/07/06

Lola de Cartagena. De Mon

Llega la Lola con afán de éxito, acaba de aparecer despejando el vaho del salón ante la atónita mirada de los novatos que experimentan por primera vez.
Ellos la imaginaban como la chica Pin-Up de sus sueños, esa fantasía que les atrapaba entre sábanas y acababa manchando su ombligo. Hoy era día de permiso, justo veinticuatro horas antes de embarcar con destino un tanto incierto, los muchachos habían bebido más de la cuenta tal vez para olvidar. De pronto suena la música con esa melodía que acelera la sangre mientras ellos, ante el filtro de su propio humo, comienzan a adivinar la figura que comienza a hacerse cada vez más nítida, es ella, es la Lola, están a punto de sucumbir.
Jamás habían sentido tan cerca la piel de una mujer, al menos una mujer como Lola, morena, alta, espectacular…una Diosa ancestral.
Los jóvenes marineros estaban absortos al borde de un ataque de erotismo, entre la alegría y el deseo, entre la emoción y la excitación. No eran antiguos piratas, sabían comportarse, la educación recibida en la academia de algo tenía que servir.
Ya es tarde y abandonan el salón con sus antebrazos entrelazados formando una hilera con un mismo destino, quizá nunca vuelvan allí, quizá haya sido un sueño, el sueño por antonomasia de todo infante vestido de punto en blanco. Lola se convertirá en aquel mito que nunca pudieron tocar y que solo por una noche les hizo viajar más lejos que en cualquier misión.
Siempre quedará un reflejo en sus lágrimas emocionadas cuando de viejos se junten para recordar.

Mon 20/07/06

El vendedor de mazorcas a perra la cuarta. De Mon

Oigan, esta es la historia de Mariano Mazón, vendedor de mazorcas a cuarta, media y kilo. Mariano heredó el puesto que su madre a su vez dispuso cuando falleció su madre, abuela de nuestro personaje. “¡Bragas de encaje oigan! gritaba su madre, con doble de ruso y talco pa’l chirli, guarde bien su comisura, ricuraaaa, jajajaja!” Claro eran otras épocas, ahora ya no se llevan estas cosas y cual joven emprendedor Mariano decidió cerrar la parada de venta de paños menores.
“¡Matilde, es usted insaciable! exclamó el mazorquero, lleva usted unos días que ya quisieran algunos: paragüé pa la lluvia, mistos* pa la chimenea y maní pa’l cuerpo, luego no se queje si su marido la regaña, es usted insaciable… Son cuatro perras, pague, pague.... “
Mariano montaba siempre junto al mismo banco una pequeña caseta donde guardaba el carbón, era a este lugar donde acudía llave en mano para arrebatar del fondo los últimos tacos del día. Sabía que al repuntar la tarde comenzaba a bullir gente por todas partes y las brasas debían estar en su punto, era pleno invierno.
Mira, Pedralbes (el vendedor de diarios) mira qué extraña pareja, menuda combinación, ella es organista en la parroquia y él es demonio de correfocs*, no se gastan ni un duro así los maten.
¿Sabes? —Pregunta el quiosquero— ¿Sabes que me piden los diarios atrasados de hace una semana para ponerse al día?
No, no… A mi no me han comprado nunca una maldita mazorca.
Se lo llevarán todo a la tumba, ¡vaya vida!
Po zi. Dicen que pegaban los sellos con chicles del suelo para no gastar saliva, jajajajaja. Bien, Pedralbes, por hoy es suficiente ya va siendo hora de retirarse a freír espárragos que tengo mucho sueño y no me quedan mazorcas.
Oigan, mañana maaásssss

Mon 12/07/06

*Mistos: Cerillas
*Correfocs: Corre fuegos

La calle del olvido. De Mon

Hoy, como todos los días, me he levantado con sueño, remolón, malcarado y triste. Al asomarme a la ventana del aseo que da justo a la calle he visto, como siempre, al viejo tapado con cartones que calienta su propiedad en la acera de enfrente, a su lado una botella vacía, enfrente la boca del metro. No tardará en incorporarse para dirigirse a su banco y prender la colilla que apenas se tiene entre la comisura de sus labios.
Nada le importa, sólo espera la noche, mientras cabizbajo observa los pasos de la gente que apresura sus vidas contra el asfalto, como si quisieran acabar su jornada en un suspiro, como si el mundo se fuese a parar, maldito estrés insaciable.
A Jesús poco le importa como repunte la bolsa, es más, estoy seguro de que no sabe distinguir entre una bolsa de supermercado y una sesión de bolsa; sólo en ocasiones sueña con bolsas llenas de dinero y vivir en Marbella. Él es un animal extraño entre la fauna que le acompaña, sólo está allí y no quiere ser molestado, poco le importa quien le restriegue las banderas por los morros.
Se acerca la hora de comer, en los bares los camareros comienzan a frotarse las manos, los dueños más. Él sólo tiene que esperar las sobras del resto de la manada, pero hoy especialmente se siente intranquilo, nervioso, intuye cual herbívoro que algo está a punto de suceder.
Han pasado apenas 10 minutos, 2 sobre las 13 horas, la calle de Jesús está abarrotada de ambulancias, el pánico se apodera del lugar, ya no hay solución. Se levanta con una energía que perdió hace décadas y acude, la policía lo ignora, los médicos le preguntan y él desconcertado sólo puede llorar, han fallecido personas como él, de su misma manada. Pronto vendrán los buitres a sacar tajada, extraña combinación, y Jesús permanecerá allí, en su parcela, olvidado y sin comprador mientras el dolor de cientos de personas clama al cielo.

Mon 04/07/06

Dejaría una coletilla pero mejor me callo porque si no, corre hasta el apuntador.

Los cuatro psicodélicos. De Mon

En memoria de Trainspotting y de unos amigos.
A veces la psychodelia los tenía confundidos.
Yo estoy aquí.

Renton, Angie, Begbie y Spud

Maldita sea Spud, apaga esa puta música (los machaca calabazas), tengo un frío del demonio y la furcia de tu hermana no para de follar con Renton, por si fuera poco el jodido frío no me deja ni pincharme, haz algo joder, mírala, no se ha quitado ni el sujetador y la chuta aun le cuelga del brazo. Mierda.

Bahh —Spud ni se mueve, está tan colocado que solo puede concentrarse en un vaivén de colores orgásmicos que le recuerdan su primera paja, también tiene frío pero prefiere no moverse para notarlo menos. Mira la aguja manchada de sangre y le recuerda a su madre cuando tejía con un alfiler los calcetines de su primo que se marchó a la guerra de Vietnam para volver colgado como una mula, sin piernas y cantando canciones de los Rolings...

Si, si, Dios..Begbie, es el mejor polvo de mi vida, aun así no es ni comparable con un buen viaje, aparta que pesas un huevo, siempre te duermes cuando no estas sobrio.

Spud, grita: “Angie…, vamos a casa de La Madre Superiora (le llaman así porque nunca dejó el hábito, jajaja) estamos tiesos, llega el fin de semana y puede que se marche a las navas de Glasgow a ver pasar el puto tren. Esta colgado”.

Un día de estos dejaran en la calle a los cuatro psicodélicos, la casa esta cada vez más sucia, las paredes llenas de pintadas contra el dueño de la casa. “Por esta bazofia de casa y lo que nos sangra, qué más quiere”, babea Renton, que acaba de despertar con las piernas aun pegajosas por la marcha atrás.

Puag, Renton, la próxima lo haces en mi boca, mira como te has puesto. Date aire antes que el dueño formule una diatriba, debemos estar de vuelta con la pasta. Jamás permitiré que vendas tu culo al gordo del videoclub, qué asco pensar que luego le saco 20 dólares por vaciarlo un poco más. Maldito Hijo de Puta.

Salen dando tumbos y entre risas desencajadas corren escalera abajo, es hora de hacer crujir la madera de los escalones, ir a casa, tomar algo caliente, una ducha y mañana al cole, hay examen de selectividad.

Spud no te olvides la corbata, tus padres se enojaran.

Mon 22/06/06

Por un puñado de silicona en el cerebro. De Mon

Dedicada a Merce, la niña más tonta del mundo. (Con cariño)

¡Menuda cuadrilla de anormales! ¡Habráse visto lolailos semejantes! Siempre me ocurre lo mismo, desde que me operé del pecho y me puse una cien tengo que aguantar todo tipo de chabacanerías de los malditos guripas de andamio. En una nueva vida seré hombre o me pondré una talla menos - maldijo Merce.
Merce era una niña tonta que vivía en Barcelona, sus padres regentaban un afamado local donde la restauración se convertía en un arte. Ella nunca había sido un cerebrito precisamente, pero la insistencia de sus padres y los exámenes a golpe de colegio de elite, convirtieron a la adolescente en una niña creída y prepotente, casi imposible de aguantar.
Un día de verano se dirigía hacia el restaurante a flamear flanes de flores (la especialidad) cuando percibió que algo vibraba cerca de su entrepierna. — “¡Por favor, que ajustados son estos jeans de diseño, no puedo sacar el móvil del bolsillo!” tan fuerte fue el tirón que dio que el teléfono, describiendo un arco perfecto de 180 grados, fue a parar al suelo de las ramblas en el preciso instante que un mensajero lo dejaba hecho un churro con la rueda trasera de su moto.

Quiero llorar, farfulló la tontuela, necesito una cabina telefónica.

Ya dentro de lo que ella denominaba zulo claustrofóbico descolgó el auricular y marcó con sus dedos de manicura el número del restaurante.

Papa, no puedo ir a trabajar, necesito comprarme un móvil y tengo la tarjeta agotada, paso por ahí y me das 200 euros, porfa.

El padre ya acostumbrado a estos lances y domado cual manso corderil, gira la cabeza, llama a Mari (su mujer) y dice: “La mona aunque se cambie las tetas, mona se queda”, él saca la cartera, cuelga el teléfono mientras Merce cierra la cabina y mira por encima del hombro una vez más, convencida quizá de ser la mejor persona del mundo.

Mon 15/06/2006

Una vida por doscientos dólares. De Mon

Dejó doscientos dólares sobre la mesilla de noche, apagó la última vela al tiempo que ajustaba la corbata de tela italiana sobre su cuello, dos vaivenes a izquierda y derecha y esa acción propia de un “pater” parecía perdonar la atrocidad que acababa de cometer.
Veruca era una puta más, pero no una puta cualquiera, solo se dejaba acompañar por los caballeros más selectos y solventes. Hoy ha sido una noche fatídica, ya la advirtió Juan el lolailo, “llegará el día en que la avaricia te ajustará las cuentas”. Eran jóvenes, formaban una cuadrilla multicolor de chicos de barrio, hasta que los altos vuelos los separaron, Veruca tomó su camino, su triste camino.

La policía la encontró con la espalda arqueada y la cabeza vuelta hacia atrás con sus largos cabellos acariciando la moqueta de la suite, ¡vaya mierda! exclamó el inspector.
Ni sus padres fueron a ver flamear el hermoso cuerpo de Veruca, ¡qué hermosa fue! Ya nadie llora por ella, donde estarán esos guripas que dejo atrás, pegados a un libro o vete tu a saber dónde…

Los mármoles del campo santo comenzaban a oscurecer como el manto de tierra que iba cubriendo el zulo donde reposará por siempre este cuerpo usado como mercancía, como moneda de placer.
Hoy por primera vez alguien ha cambiado un puñado de billetes por unas hermosísimas flores y un par de poemas que no tardarán en hacerse hueco entre la tierra suelta y volteada del cementerio.

Cae la noche y ya no queda nadie.

Mon 07/06/2006

El Casino de Suprunaman. De Mon

El Endiablado Calamar, así llamaban a José Luís “El Hampón” entre su grupo de amigos de la infancia.
De pequeño, El Hampón, coleccionaba películas de súper 8 que guardaba celosamente entre bolas de naftalina y latas de galletas Marías. En sus mágicos celuloides se escondían sus sueños, sus aventuras, quizá los deseos que en la adolescencia quiso hacer realidad. Seguramente alguien habría oído sus preces, pronto se convertiría en un asesino vil y despiadado.
Las calles de Chicago estaban infestadas de mafiosos que controlaban el arte del trapicheo, no eran más que unos gobernantes desautorizados que recaudaban dinero para imponer su ley y engordar sus casinos y a sus queridas con joyas. José Luís tenía montado un negocio de papeletas o boletos (como los de la ONCE), comenzó ganando 1000 dólares al día y llenando de ilusión a los pobres desgraciados que creían en la suerte de una rápida fortuna solo a cambio de unos pocos dólares. Esta actividad estaba prohibida, claro, había una mafia superior que sin desdén no quería dejar escapar ni un centavo del minus pudiente.
No tardaron en llegar nuevas bandas para controlar el negocio, ya valía todo y lo mejor era prohibir para ganar, a más prohibiciones más negocio (¡mira, como ahora!) Así que la ley se imponía con ráfagas de plomo, cuajos de sangre resbalando sobre los carteles de los casinos y cientos de titulares en forma de esquela. Los robos, las palizas, los secuestros y las viudas alegres eran canción de actualidad, nadie se fiaba de nadie.

- “Juanjo, engrasa la pipa que hoy habrá festival”, vamos a reventar el garito de los Pierre Luigi.

El segundo de “Calamar” u hombre de confianza se sintió halagado por ese voto de confianza, así son las familias. Esta vez no murió nadie, apareció el gobernador como enviado por un maleficio y se llevo la totalidad del botín.
Cuenta la leyenda que el Endiablado Calamar se cambió de sexo y hoy es la madre superiora del Convento de las Hermanas Teresitas Descalzas de Sinsinatti y reparte estampitas a Euro la unidad. Así son las cosas del dinero.

Nota: En Sinsinatti hay Euros, son cosas de la mafia, oigan.

Mon 29/05/06

Vuelo 103. De Mon

Vuelo 103 de la Pan American con destino a Nueva Cork.

Hoja de ruta: P103A con salida en el aeropuerto internacional de Frankfurt y escala en Heathrow, Londres.

Sobrevolaba Alemania con la sensación de haber pasado antes por allí, nunca antes había volado pero fui un gran escalador y conocía bien las cordilleras de mi país. Pronto adivinaría la gran isla, la Bretagne y podría aliviar mis temores sin necesidad de notificar mis preces al comandante.
Sofía parecía haberse dado cuenta de mi nerviosismo, yo mientras ojeaba el Daily News recorría con el rabillo del ojo su esbelta y coquetona figura que halagaba la condición femenina. Pronto requerí su presencia y aprovechando su acercamiento pude inhalar el suave, fresco y dulce aroma de almizcle juvenil que parecía esparcir como pétalos de rosas. Ella depositó minutos después un tranquilizante en el vasito de plástico dispuesto a tal efecto y volvió a la cabina de mantenimiento.
Los motores del Boeing 747 volvían a rugir por la pista inglesa empujando con ráfagas de viento endiablado aquella mole de aluminio que desafiaba todas las leyes físicas conocidas, ahora íbamos a cruzar el atlántico y eso era para mí toda una aventura.
Repasaba mentalmente la historia, las metas que nuestros antecesores se marcaron y los temores que les perseguían, victimas quizá de la ignorancia o el desconocimiento. Aquellos valientes que desaparecían mar adentro, más allá de Finisterrae intentando esquivar calamares gigantes que solo aparecían en sus sueños. Como hoy, como yo mismo, sin desdén.
¿Mi existencia dependería de las 16 personas que componían la tripulación o estaría en manos de alguno de los 242 pasajeros que me acompañaban?, o ¿tal vez todos seríamos presas de algún maleficio lanzado por cualquiera de los millones de habitantes que ahora estaban bajo nuestros pies?
El vuelo 103 nunca llegó a su destino, varias toneladas de materiales aleados se encontraron esparcidos sobre el campo de una granja en Tundergarth, Escocia en el mismo bosque de Robin Hood, Sherwood. El comandante solo pudo virar 140º en busca de tierra firme después de la explosión.
No hubo supervivientes.

Este cuento esta basado en un hecho real y pretende ser un homenaje a las victimas que nunca supieron que ocurrió en ese vuelo.

Mon 23/05/2006

Un largo trayecto, un corto final. De Mon

Desde las alturas podía adivinar que había dejado de existir, su alma pareció golpearle fuertemente en su dispuesta huida hacia arriba, un ligero hilillo de sangre evadía todo ápice de esperanza, la gente enmudeció, mohína y asustada.

Él, que la conoció cuando contaban apenas 5 años en la cama elástica con esa magia que solo Andrea imprimía al saltar, con sus trenzas acompasando como las alas de un pájaro al viento, no podía resignarse no quería abandonar el espacio de ese trapecio que poco a poco iba perdiendo movilidad entre el silencio del publico.
Miro su propia mano como impotente quedó tendida al vacío, a la nada, a la proyección de su futuro sin sentido. Había perdido a su amada.

Unos meses después el color y el calor del circo volvían a girar como una vieja noria a la que le cuesta arrancar, todos desfilaban pero nadie se atrevía a mirar hacia arriba, los payasos se ajustaban las guatas ocultando su falsa sonrisa pintarrajeada, la música sonaba menguando en cada nota hasta el infinito….aquel lugar ya nunca sería el mismo.

"¡Pasen y vean, la función va a comenzar! ¡En la pista central nuestro magnífico domador de caballos venido de Turquía!¡A la derecha el hombre prepucio!¡Y a la izquierda la mujer barbuda de Sumatra!....la función vaaaa a comenzaaaaarrrr…."

Un minuto, un foco de luz hacia lo alto y la historia se repite, es la actuación estrella, los malabaristas están preparados, el reloj espera homicida y el taco de entradas ya exhausto, inexistente. Suena la música…

Show most go on

(Con el permiso de Freddy Mercuri, q.e.p.d)

Mon 17/05/06

La isla del Indico. De Mon

El Capitán Prepucio era un hombre singular, no fumaba pipa y le gustaba rascarse la espalda con cáscaras de coco.
La ruta comercial del Este del Índico llevaba al fracaso a muchos mercantes, faltos de personal con experiencia y medios. El Capitán era un hombre experimentado que no menguaba fácilmente ante cualquier adversidad.
Corrían los años 70 cuando una buena mañana el mar se encontraba algo más grueso de lo habitual, Chester, el contramaestre, había preparado tacos de panza de caribú asado, el cocinero tenia la jornada libre y era el turno del segundo de abordo preparar alguna delicia para los oficiales. La comida transcurrió entre risas y brindis en el limitado espacio del comedor de popa, solo el viejo capitán se encontraba algo mohíno, preocupado. ¿Quizás su experiencia sincronizaba con su intuición o algo extraño iba a ocurrir?
De repente un golpe seco hizo tambalear el mercante que poco a poco iba perdiendo velocidad.

¡Paren máquinas, todo atrás! —ordenó Prepucio

Un islote aparecido de la nada fue el motivo de tal incidente, nunca había estado allí. Era el momento de desembarcar y ver que era aquello y sobre todo quien pedía auxilio desde tierra firme.
Una dotación de cinco hombres se dispone a bajar a la isla, ellos no saben que jamás retornarán a su nave. Efectivamente, la isla ha sido engullida por el mar dejando vía libre al agua que siempre la cubrió, ésta homicida y traidora ha llamado a la muerte a quienes han osado profanarla.

Cuenta la leyenda que muchos hombres nunca regresaron a casa, sus compañeros nunca lo pudieron explicar. Hoy el Capitán del navío da la orden de “todo avante” seca con una guata su frente sudorosa y vuelve a rascarse como si nada hubiera ocurrido.
Pero la isla sigue allí, esperando otro envío.

Mon 12/05/06

Una transmisión veraz. De Mon

Encanados como locos, gesticulando como posesos, como si quisieran quitarse cientos de avispas de la cara, ¿contradictorio quizás? O ¿ese es el comportamiento de un grupo de misteriosa procedencia, llenos de locura, tal vez embriagados de fantasía?
El entorno resultaba excelente para clavar las tres patas del teodolito, alto, despejado y de aspecto firme. Solo era necesario orientar bien el instrumento y esperar la caída de la noche.

25 de Septiembre de 1967
Colina de Masada (Desierto de Judea, cerca del Mar Muerto) Jerusalén.

Algunos escritores citaban entre líneas este lugar de extraña composición morfológica, seguramente en los libros de batallas que narraban las épicas aventuras de los Sarracenos por estas tierras. Pero no es esto lo que nos trae aquí, hemos venido precisamente por lo contrario, hemos detectado en el centro de radares del Monte Palomar un extraño y débil rebote de onda corta que precisamente tiene uno de sus principales valles justo en el centro de este enorme y plano montículo de 440 metros de altura. Las señales han podido ser descifradas por agentes de la KGB y vaticinan un contacto del exterior de nuestro planeta, casi seguramente en son de paz.

Resulta dable la conjunción de coordenadas halladas por nuestros mejores científicos, es justo aquí el lugar preciso de máxima recepción, unos 120 milivoltios es incluso una cifra nada despreciable para venir del espacio.

Las lecturas son directamente perforadas en papel continuo, a simple vista logramos adivinar ciertos algoritmos matemáticos y series de números en combinaciones binarias.

El último mensaje ha sido aterrador. “Vais a morir en el verano de vuestro año 2006”

Entre risas y algarabía por parte de los científicos escépticos pero con cierta preocupación por parte de los fenomenólogos, acaba una dura jornada de recogida de datos en lo alto del gigante de piedra.

Ya en el hotel algunos comenzaron a contar los años que faltaban para la fecha señalada, 38 años.

-Jajaja, ¡cuanto tiempo, nunca llegaremos a verlo probablemente nuestros hijos sí…!

Hoy tengo miedo, soy el único de la expedición que queda en vida y estos datos se mantenían en riguroso secreto.

24 de Abril de 2006
En algún lugar de España

Solo puedo enviar este correo electrónico y avisaros que faltan 45 días y que el mensaje no se ha interrumpido, aportando nuevos datos, en todos estos años. Yo no estaré el día señalado ya no puedo sostenerme sobre el alerón.

Mon 250406

Santos sin aureola. De Mon

Paseando borrachos como cubas iban Crisosforo y Mentescaldo intercambiándose cachetes a lo largo de la gran avenida central.

No sabes distinguir entre un devoto y un patán, Mentescaldo… hace tres años que murió tu tía harta de comer pasteles de Estepona y aún sigues presentando cierto cariño hacia esos empalagosos dulces.
Si es que no hay nada como darle un buen tiento a la mistela y después rellenar los huecos de las encías con unos buenos azucarados…
“¡Cochino! espetó Mentescaldo, eso es lo que eres”

Ambos se conocían desde la infancia, una época dejada atrás entre tinieblas de represión y hambruna de la post guerra. Eran vecinos y buenos amigos, no les gustaba trabajar y les encantaba el tango, tierna melodía de arrabal.

Crisosforo, ¿te acuerdas de Neni, la hija del butifarrero?, ¡aquello si que eran pechos, eh! ¿Te acuerdas cuando se agachaba para recoger con mimo las hojas de eucalipto?
¡Claro que me acuerdo! Eran redondas como una botella de anís, grandes como una manzana reineta y seguramente duras como un canto de rodeno. Ay madre, ¿qué habrá sido de ella?
¡Menudo elemento estas hecho! Ya sabía yo que esa niña no se te iba a olvidar nunca.

Abrazados bajo una farola intentaban evitar el movimiento de la escena que parecía acercarles al final de la calle donde nada ni nadie les esperaba al término.

Mentescaldo, agáchate que alguien asoma al balcón
Cuidado Crisosforo

“Agua vaaaaa….” Se escuchó con voz firme. Ambos solo pudieron ver el resplandor del orinal esmaltado en blanco con ribete azul asido con buena decisión.

Ves, siempre acabamos igual, tu agachado y yo untado por fuera y por dentro, eso no volverá a ocurrir.
No, Crisosforo, hasta la semana que viene no, viene mi primo de Almería y trae un ron que dice destilar él mismo, será cuestión de acudir a la pastelera…y que prepare el mortero.
Tú siempre igual…jajajaja…

Esta es la historia de Crisosforo y Mentescaldo, dos amigos a los cuales no les importaba ni lo que había al final de la calle, entre otras cosas porque nunca llegaban.

Bien podría ser una moraleja

Mon 19/04/06

Caballo, un hombre perdido. De Mon

Debía estar viajando, cabizbajo, taciturno, abandonado en las tinieblas, solo él era inconsciente de la realidad que le rodeaba. En una mano la botella de vino, en la acera la jeringuilla evacuada.
Era un viejo barrio marginal de calles húmedas de farolas apagadas, elementos que hacían dormir la ciudad en un profundo olvido, así sus gentes enfundadas en viejos cueros pululaban ordenadamente y a determinadas horas para no dejar descansar el adoquinado.
La gran avenida estaba acompañada de bancos y árboles solo interrumpida por el curso del gran río con sus aguas ya remansas, apacibles. Era un placer recordar el sonido de sus mimosas aguas besando las orillas, acariciando los ecos de juventud perdida, recuerdos tal vez lejanos de una salud y un rumbo equivocado.
Durante la guerra los morteros atronaban las calles otrora ricas y abundantes, ese estruendo que parecía venir de la pobreza, del otro lado del río, ¡ya ves hoy lo que queda! una vieja casa llena de goteras y orinales que las apantanan. Paradojas de la vida y él, único devoto de esa injusta debacle, permanece envenenado y sin sombra en una noche que dará con sus huesos en la morgue.
Ahora es la hora de resumir mi vida pensó, me han abandonado los temblores he vencido las pesadillas y marcho a un lugar donde ya nadie me podrá molestar jamás.

Mon 12/04/06

Querida María Amparo. De Mon

Querida María Amparo:

No puedo esperar más, me hallo ante el portal de tu morada, cándida luz que me cobija. Agazapado sobre el poyo mantengo firme mi pluma que intenta apagar con tinta las trabas de la distancia. Hace un año que partiste cruzando mi alma con una amarga flecha de ballesta, todavía recuerdo tus lágrimas desde el mirador, lágrimas que guardé en mi liviano secreter. Pude contener la emoción que hoy me ahoga, reprimir mi cuerpo asexuado que reposa en el olvido, encerrar esa sonrisa que me hizo amarte.
Se que algún día volverás y aunque pasen 100 años te estaré esperando, paciente, fiel, enamorado, paseando cada tarde por tu calle, buscando aromas perdidos en el viento de tu perfume favorito.
Solo, ante la única mirada del frío espejo repaso cada noche tus últimos versos, tiemblo aun de emoción cuando leo tus poemas, aquellas palabras tan tiernas que conquistaron mi corazón. ¿Dónde estarás ahora? ¿Bajo que cielo cerraras tus ojos al anochecer? Y sin mi, y sin ti, sin nuestro árbol que guardaba nuestros encuentros, sin los pájaros que atestiguaban nuestro amor.
Sellaré esta carta con la ilusión de verte pronto a mi lado, que te hayas recuperado de tu enfermedad, mientras, permaneceré aquí sentado viendo pasar el tiempo en el portal de tu morada.

Rowan con amor.

Mon 04/04/2006

La Duquesa de la Muerte. De Mon

En realidad no dejo de pensar en ella, los hierros aprietan mis carnes cansadas, las vetas de mis músculos exhuman ácido láctico, me siento asexuado, sin libido, machacado por la última batalla.
Éramos cuatro vigías de la guardia real, los hombres mejor preparados, doctos en el arte de la guerra y cultos caballeros de noble ascendencia. Mi padre fue comandante del primer regimiento de curaissiers de Avignon, un hombre muy respetado, hoy ya sin alma, esparcida ésta por los jardines de Montpellier.
Hoy retorno a mi oscura habitación alumbrada tan solo por la tenue luz de una vela. Las paredes conservan el tacto y el granate de la tela florentina, iluminada por primera vez desde que marché. Mi viejo secreter se muestra ante mi ansioso, desesperado. Cierro los ojos y me adelanto al aroma que percibiré cuando abra la consola, sus cajoncitos de marquetería, las plumas dormidas en el tiempo.
“Querida duquesa, han pasado 6 años desde que usted pronunció desde su mirador en el palacio de Blassem las claves que me otorgaron los máximos privilegios en la misión. Solo le escribo para agradecer el soporte que recibí desde Paris y ofrecerle la honra de mis honorables caballeros que lucharon hasta morir.
Sin otro menester, quedo a sus pies y reverencio su persona excelentísima”

En mi quedarán clavados como flechas disparadas por ballestas los recuerdos de una causa, el dolor de la ausencia, el suplicio de la muerte horrible y cándida en sus estertores. El horror y el bramar de una batalla que nunca debió existir…

Vuelven los soldados exhaustos, con las cabezas bajas, los mosquetones y las picas sobre el hombro, aun con la victoria final.

Mon 28/03/06

Una de brujas. De Mon

Estaba sentada sobre el embaldosado con su trasero desnudo y su alma compungida, la llevaban a quemar.
La historia se repite una y otra vez, la misma plaza, los mismos asistentes, las mismas voces. Gritos y chácharas se amontonan alrededor del pilón donde la bruja va a redimir su alma.
Ocurrió en una aldea al norte de Francia. Algunos cuentan que fue descubierta junto con sus compañeras lésbicas alrededor de un profundo y oscuro caldero, recitando conjuros entre risas histéricas y bailando con sus pezones apuntando al viento. Ritual prohibido y perseguido hasta la saciedad por esa sociedad polivalente, estructuralmente descompensada.
Llegó la hora, sus cabellos estaban enredados por el viento y amontonados por el pegajoso polvo que levantaba la muchedumbre al caminar a su alrededor. Querían observarla hasta el último instante antes de arder, insistían en revisar su mirada, beber de su miedo.
Entre el publico había muchas candidatas al auto de Fe y alguna que otra "japuta" que esputaba directamente a los labios de la endemoniada. Pronto su alma sería libre despojando sus harapos al son del fuego.
Al día siguiente un ascendente y liviano humo negruzco ascendía lentamente abriéndose paso entre los barrotes de la torre del homenaje, cuentan los más viejos del lugar que el humo se convirtió en el látigo más terrible que habían visto jamás. Todavía algunas noches de invierno se oye el estruendo del tétrico flagelar de aquellos que nunca descansarán en paz.

Mon 14/03/06

Radiaciones Mega. De Mon

Denver (Colorado) 11:44 h.

La cámara de seguridad del centro de estudios paranormales de la ciudad de Denver se había activado comenzando a emitir más pronto que de costumbre. El Mayor Davenport había pasado toda la noche en vela pensando en las últimas noticias que le habían llegado por teletipo la noche anterior.
Sus pasos se dirigían recelosos sobre el pulido embaldosado de mármol que le conducían a su pequeña y abarrotada oficina.
John, así se llamaba el Mayor, era una persona polivalente, consiguió la licenciatura en medicina a los 25 años y continuó sus estudios de física, química y astrología. Su principal afición era la pesca selectiva del Brama, brama (Japuta) los veranos que pasaba con su familia en un lugar no desvelado del Mediterráneo.
Tras voltear 3 veces la llave de seguridad que le permitía acceder al reconocimiento ocular, accedió a su lugar de trabajo e investigación. Su monitor estaba encendido y eso es algo que por protocolo resultaba imposible ya que al abandonar la oficina y por seguridad, quedaba desactivado el flujo eléctrico para evitar intrusiones a través de las redes informáticas.
John estaba nervioso, se percató de la existencia de un mensaje en la pantalla de su ordenador. Con las manos temblorosas cogió una manzana que olvidó el día anterior, la comenzó a devorar asida por el liviano pezón que la sostenía para mitigar en medida de lo posible su impaciente intriga.
El mensaje le conminaba a viajar a Egipto, más tarde lograría revelar la identidad del remitente, un antiguo alumno de la facultad de física que abandonó la carrera para dedicarse a las telecomunicaciones en la especialidad de encriptación de datos. No tenia ninguna duda, era Monty B. uno de sus aventajados discípulos en el master sobre radiaciones Mega, una forma de captar mensajes provenientes del pasado utilizando técnicas de resonancia aplicadas a las piedras, principalmente de las pirámides.

Aeropuerto de El Cairo 20:59 h.
“Querido profesor John, ¡cuanto tiempo desde la última conferencia!” pronunció Monty en voz baja. Tengo que acompañarle a la pirámide de Jizé, hemos encontrado un pilón en forma de concha cuya forma peculiar nos está revelando todas las piezas que no nos encajaban en la historia, concretamente todas las técnicas empleadas en la construcción de estas estructuras.
Sé quien, como y porqué construyó este lugar atiborrado de energía. La humanidad entera se estremecerá cuando lo revele.

Mon 13/03/06

CUADRANTE 1548. De Mon.

1:43 de la madrugada
Cuadrante 1548 / 352º Centro de la Tierra. 28 de febrero de 2167

Hoy ha amanecido con menos polvo en suspensión, a través de la gruesa capa de contaminación se pueden entrever los rojizos rayos de sol que el astro padre nos continua mandando, cada vez con menos temperamento.

Como cada fin de mes, tocaba cambio de turno, solo los afortunados pueden bajar a beber el elixir que mana en el interior de nuestro planeta y así continuar la cura de desionización, lejos de las radiaciones dañinas que dominan nuestro cielo abierto.
La pequeña barca de polipropileno se acerca poco a poco al transportador, gigantesco ingenio que traslada una pequeña cápsula para 2 personas a varios cientos de kilómetros tierra adentro. Los científicos dispusieron todo su potencial para aplicar con énfasis todos los conocimientos de ingeniería y robótica que había en la época. El lugar elegido fue la fosa de las Marianas cuya profundidad ronda los once mil metros en pleno océano.

El viaje al centro de la tierra duraba apenas unos minutos, pero las diferentes fases de descompresión obligaban a los afortunados a realizar varias etapas de aclimatación, que a modo de visita guiada aprovechaban para recorrer las inmensas cavernas de vacío que el magma solidificado había dejado millones de años atrás. Eran como bóvedas que podían contener toda una ciudad como Paris, y por suelo, un pedregoso solar.

El viaje ha terminado, en la sala de revisiones médicas y control de acceso hay una fuerte seguridad, es necesario acreditar la identidad puesto que las reservas de medicamento sintetizado son mínimas. Al fin, en la acorazada sala platino se encuentra el matraz aforado que contiene la única dosis permitida por viaje y mes, solo su ingesta devolverá a la superficie a los pocos afortunados que cuentan con tan excelso privilegio.

Mientras, arriba es un día más que se sigue confundiendo con la noche.

Comandante Mon desde la sala ZX-10 para todos los calabaceros.

Mon 28/02/2006

Repentina locura. De Mon

Dedicado con mucho cariño a Signatus en un día de San Valentín cualquiera

Anduvo cabizbajo golpeándose contra las paredes del viejo hospital, solo se guiaba por la línea añil que encauzaba a los visitantes hacia su lugar de destino.
Estaba confuso, aturdido, le costaba disociar la realidad de lo imaginario, creía estar en un espacio delimitado por su repentina locura.
El reloj diapasón que reposaba sobre la pequeña coqueta del vestíbulo sonaba cada vez más cercano, más notable e incluso palpable, señal inequívoca que estábamos llegando a la sala donde se reúnen los médicos antes de pasar consulta.
Allí nos esperaba la recepcionista quien sin apenas inmutarse deslizó la cuartilla de papel verjurado que el medico de cabecera adjuntó, como recomendación, al volante de ingreso. Ya solo restaba reposar en la habitación, teníamos los pies cansados.

Permaneció impertérrito aunque no ausente, yo le tenia asido de la mano para transmitirle calor, beneplácito, en esos momentos en que la fría soledad cabalga a tu lado, es esas horas donde cúmulos de ideas machacan tu idiosincrasia.

Soy yo que acabo de despertar, ha sido una pesadilla horrible, nunca jamás dejaré mis apuntes en blanco antes de acostarme, ya nadie los rellenará por mi.

Mon 14/02/2006