Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 30"

Cuento urbano. De Espantapájaros

Amanecía y el puerto de Valparaíso lentamente volvía a la vida, el cielo era surcado por enjambres de gaviotas que felices le daban la bienvenida al sol, en el muelle se comenzaban a escuchar las primeras sirenas de los barcos pesqueros que anunciaban su llegada y los pescadores quitándose la modorra se preparaban para iniciar las faenas.
Mientras arriba, entre los cerros y callejones la tranquilidad de la mañana fue abruptamente interrumpida por una jauría de perros que corrían de un lado hacia otro por las empedradas calles, ladrando y gimiendo tratando de darle alcance a una volátil y huidiza lebrela en celos.
Faltaba poco para las diez cuando a la manada de quiltros se les sumaron un puñado de mocosos que entre gritos y risas maliciosas corrían tras los animales, apostando a cual de ellos sería el afortunado que terminaría montándola.
¡Apuesto gamba por el colorao! −Grito el Lucho, jadeante de tanto correr
Vale… yo voy por el negro −convino el Pello que iba igual de cansado
Sin respeto por nada o por nadie, la excitada perrería se cruza con Doña Carlota que entre improperios y patadas trata de alejarlos. Desde un balcón una sensual y pintarrajeada muchacha reía a carcajadas al ver la escena, mientras un greñudo viejo, derrotado por el alcohol y el olvido alzaba sus brazos, sosteniendo una botella en alto mascullando ininteligibles palabrotas.
La manada de perros y niños se había concentrado en la esquina, justo en el boliche de Don Pepe, un viejo andaluz llegado años atrás en el Winnipeg, escapando de la guerra. Allí, en ese lugar se concentraron los gritos, las fieras peleas y quejidos, al parecer la perra había tomado su decisión. Las apuestas seguían subiendo de tono mientras los expectantes mozuelos animaban a sus preferidos.
Ya…¡parece que eligió al negro!
No... ¡el colorao va a ganar!
En el preciso momento, cuando el despelote que se había formado era descomunal y cuando por fin se sabría el ganador, sale corriendo del negocio Don Pepe, que entre gritos iracundos de rabia lanza a traición una olla llena de agua caliente,
¡Fuera de aquí perros de mierda!
Los perros corrían de lado a lado aullando de dolor mientras que niños salían disparados a esconderse entre los recovecos.
Abajo en el puerto ya era medio día y las faenas se detenían momentáneamente para ir a almorzar.

Espantapájaros 07/04/2007

Los elementales. Capítulo cincuenta y tres: Con prisas. De Monelle

Comencemos cuanto antes –afirmó Julien.
La gravedad en su voz, daba cuentas de sus preocupaciones, aumentadas desde la traición de Joan.
Sacó el pergamino.
Pero ¿qué hace? –Pregunté.
Estoy derrotado.
Nervioso y olvidadizo –dijo Anna, mientras recogía del empedrado algunas cajas vacías.
Seren, se hallaba sobre el hombro de Julien, por eso se dio cuenta.
Amigos, el viejo parece enfermo.
¿Qué tiene Julien? –Anna se acercó.
Nada sigamos –negó evitando el contacto.
¡Está ardiendo! –insistió la ondina.
Vale, es cierto, pero no pasa nada –con un suave movimiento hizo bajar a aquella chismosa, que no paraba de sonreír.
Venga amigo, así no haremos nada. Deje que le tome la temperatura –Anna intentó que la acompañara, estaba preocupada.
¡No! –su negativa, como un quejido, nos incomodó. ─Amigos, disculpen, pero esto no va impedir que continuemos, el tiempo corre en nuestra contra.
Tanta premura me molestó, pero a la vez lo sentía tan débil, que no podía mostrarme severo con él. Anna había salido, regresando al segundo con una caja de paracetamol y el termómetro.
Siéntese aquí y deje esto tranquilo por un momento –le arrancó el manuscrito de la mano, mientras le ponía el termómetro bajo el brazo. ─Es peor que mis hijos. Viejo testarudo ─le hubiera gustado seguir refunfuñando, pero no pudo. Anna siempre despertaba ternura en él.
Voy a preguntarle una cosa, espero que sea sincero y no se moleste –hacía días que pensaba en ello, y este era el momento. ─Igual hasta le parece una osadía, pero creo que se encuentra lo suficientemente débil, como para no arriesgarse con el conjuro. No me malinterprete, no deseo usurparlo, pero he pensado, que debe hacer falta mucha fortaleza para hacer la invocación. ¿Algún inconveniente, en que sea yo el oficiante? Está usted demasiado débil.
Todos me miraron; Anna la que más, incrédula parecía hacerse cruces. Seren con su volátil y chispeante interés; tan sólo el viejo, parecía haber comprendido la verdadera dimensión de mi propuesta.
Me dijo que ante cualquier contrariedad contaba conmigo, que deseaba que velara por todos... Pues creo, que en este momento, la mejor será que lo oficie yo, poniéndome por delante de ustedes, aunque abrigado por su experiencia y sabiduría.
Le agradezco el detalle, se necesita mucha fortaleza y determinación, y usted Ricard, la posee. Su ofrecimiento, lo acepto gustoso.

Monelle/CRSignes 06/04/2007

No fue bar de mujeres. De Mon

Brassaï, seudónimo de Gyula Halász (1899 - 1984)

Las olas golpeaban fuerte, engullían los pilares del muelle de madera, agitadamente, con la espuma enrabietada, queriendo abrazar para llevarse consigo, aquellos gigantes untados en brea. Entre las voces del océano se escuchaba una melodía que escapaba entre las cortinas de la taberna, allí, cansado y derrotado terminaba el empedrado de la calle mayor.
No fue bar de mujeres, solo los pescadores recalaban sus estómagos sedientos tras una larga y agotadora jornada de navegación. En las paredes colgaban algunos retratos enmohecidos de las mejores hazañas, casi convertidas en mitos, que los curtidos marineros enmarcaban en su tiempo libre, todas en color sepia, paralelismos de la vida.
Afuera se oía el taconear de Isabel, como cada media noche, se dirigía a hacer caja clavando sus largos tacones entre las grietas de los adoquines, hacia la bahía.
Allí acabaría su historia, la historia de una mujer entregada al volátil deseo de una necesidad efímera, de una obligación injusta. Con la noche llegó la traición, decididamente imparable, fundido entre los ardores de la sangre descansa en su cuerpo, vil metal, olvidado y miserable. ¡Cuan injusta es la vida y qué frágil su existencia!
Han cerrado pronto la cantina, calle abajo solo queda un quejido.

Mon 03/04/2007

Morrison. De Crayola

Foto: ©Estefanía Pasamonte Sánchez 2007

Lo recuerdo aún lloriqueando en la ventana de la cocina. El pequeño felino arremetía con maullidos ensordecedores durante la noche para que le dejáramos entrar a la casa. Se callaba cuando recibía tremendo cubetazo de agua en plena cara. Pero después de varios minutos de silencio, empezaba el concierto de nuevo. Así pasaron tres días. Por las mañanas, David salía al patio a servirle un poco de leche en un platito, y el gatito respondía a su desayuno con un par de fieros zarpazos. La aversión era mutua. A David nunca le gustaron los peludos gatos y al cachorro no le gustaba ese hombre bigotón que le había estado bañando por las últimas noches. Pero dicen que del odio al amor hay un solo paso, así que esos dos terminaron siendo los mejores amigos. Morrison fue el nombre escogido para el minino y desde que sellaron su unión se hicieron casi inseparables. Morrison fue encontrado en un terreno empedrado entre matorrales. Al pobre lo habían tirado y olvidado. Pero sus quejidos llegaron hasta la ventana de nuestra habitación una tarde de lluvia y fue así como fuimos en su búsqueda. Al principio se negó a venir con nosotros, pero esa misma noche apareció con su maulladera y de ahí que insistió tanto que se quedó. Morrison fue un amigo especial para David. Después de tanta bañadera con la cubeta, Morrison le tomó gusto al agua, así que no se perdía de bañarse a diario en la regadera con David. A medio día esperaba atento el silbido de David al llegar del trabajo para correr presuroso y encontrarle en la puerta. Le saludaba con un suave ronroneo y le seguía por toda la casa. Por las tardes se tendía a los pies de David a ver televisión. Aunque ninguno de los dos veía nada porque se quedaban dormidos. Y ni pretender siquiera apagar el televisor, el uno despertaba alegando por el atrevimiento y el otro maullando. Eran un par de frescos. Era la primera vez que David había sido derrotado por esa especie animal y estaba prácticamente enamorado de Morrison. Pero el destino fabricó una traición. Después de un viaje en que Morrison no podía viajar con David, ocurrió la tragedia. Morrison fue atropellado y murió. Su presencia fue tan volátil para David, no pudo disfrutar más de su compañía. No hay día que pase que no le recuerde.

¡¡Miaauu!!

Crayola 04/04/2007

Foto: ©Estefanía Pasamonte Sánchez 2007

Ella… De Espantapájaros

Sentada frente a su computador con los dedos quietos sobre el teclado y la vista fija en la pantalla su mirada se pierde en el infinito de la imagen que tiene frente a ella. Un paisaje de verdes praderas, árboles que se elevan hasta tocar el cielo con sus ramas. Un sendero que llega al río para cruzarlo en un puente de arco y barandas de madera torneada, para seguir su camino hasta el horizonte. Un horizonte de blancas montañas que contrastan con el azul imponente del cielo. Ella contempla esa pantalla pero ve mas allá, en cada imagen que se le delata frente a sus ojos un mundo se abre a su imaginación. El prado se transforma en un océano de verdes tapices en donde se sumerge en busca de viejos galeones y tesoros escondidos en roídos cofres. Tesoros como los sueños, como la magia, para sacarlos a la superficie y llenar de ellos el corazón de la humanidad y así no se sientan tristes, derrotados. Por otro lado los árboles son gigantes bondadosos que elevan sus manos tratando de robarle al cielo las estrellas y penderlas al pecho de los hombres para que no caigan en el olvido y la desesperanza… para que sean felices. Las montañas son bellas jardineras de volátiles cabellos al viento, que vestidas de blanco cortan rosas y jazmines del firmamento para regalarlas en la feria del pueblo y sembrar de colores y aromar el gris empedrado de sus calles. Y el río es una delgada línea turquesa que en antaño unos malvados gnomos y a traición separaron a la tierra en dos. En dos horizontes distantes, como un norte y un sur, como el calor y el frío...como la luna y el sol; que por mucho los mantuvieron separados, hasta que una tarde de abril una mágica hada azul construyó un sólido puente de arco, sólido como el amor, y los unió para siempre.
Son muchas las imágenes que pasan frente a ella, muchas las historias y cuentos que se dibujan en la pantalla, pero ahí está con los dedos inmóviles sobre el teclado, con la vista fija en la pantalla; y como si fuera un débil quejido del silencio se pregunta como poder bajar al blanquecino papel de su computador todas esos retratos que a pintado en su imaginación. Mientras yo me pregunto lo mismo, ¿cómo ella, mi neurona, no puede escribir nada?

Espantapájaros 04/04/2007

Su venganza. De Crayola

imagen extraída de artículos sobre violencia de género, fuente de imagen Internet

Un portazo activa la alarma en el cerebro. Y en el corazón que empieza a latir desenfrenado hasta casi doler. Y en la piel que suda el miedo en cada pequeña gota cristalina. El espacio en la habitación parece reducirse en cuanto más se aproxima él a ella. Y estallan las palabras y los golpes. Marina llora y grita casi por costumbre. Después de ser golpeada y sometida sexualmente por Jacinto su marido, camina tambaleante hacia la cocina a preparar algo de cenar para su esposo que quedó hambriento y exhausto tendido en el dormitorio. La mañana siguiente Marina sigue aterrada aún. Han pasado más de veinte años de maltrato y el dolor es el mismo de entonces. Mira por la ventana y siente que allá afuera ya no hay una vida para ella. Tarde o temprano morirá de alguna de esas golpizas, o tal vez contagiada por alguna enfermedad, o tal vez…
Así se quedan los recuerdos de Marina, colgados en un pasado que apenas dobló en la esquina. Ahora mira a Jacinto derrotado en esa silla de ruedas después de sufrir una embolia. Marina sonríe al verle. Llora de felicidad. No teme sentirse feliz por primera vez en tanto tiempo. La desgracia de su verdugo la hace sentir dichosa. Y esa dicha se mezcla con amargura. Y esa amargura le estruja el corazón. Jacinto está en sus manos. Depende de ella para seguir viviendo y él lo sabe, se lo dice con esa mirada de temor, con esos ojos que buscan desesperados un perdón.
El dolor envejecido y las cicatrices del alma no son suficientes para condenar una vida al rencor y el odio. Marina se levanta una mañana y decide olvidar y comenzar a vivir. Recoge en una maleta lo que quedaba de ella misma y se va.
Mientras camina por el sendero empedrado, Marina siente la volátil brisa fresca de aquella mañana de sol. Sonríe al cielo, sonríe al viento. Está viva! Su piel puede sentirlo. Su amor traicionado sanará con el tiempo, porque el tiempo cura las peores heridas.
Jacinto sigue postrado en su silla, viendo por la ventana, buscando los restos de la sombra de su Marina que se fue. Las lágrimas se le atoran en la conciencia y le duele. Sus quejidos serán atendidos en un centro de rehabilitación donde Marina le ingresó antes de partir.

Crayola 03/04/2007

Noche y lluvia. De Espantapájaros

Passers-by-in-the-rain-1935-by-Brassai

Cae la noche tejiendo su manto de fría oscuridad, sembrando de tinieblas cada rincón de la ciudad, apagando los sentidos y apaciguando los latidos… del reloj. La noche es negra y colgando de la noche las nubes grises incitan al viento, y éste viento sopla y resopla arremetiendo con furia en barlovento contra las ventanas y el balcón, arrancando a traición y de cuajo las hojas verdes de los naranjos y arremolinando las que yacen en el suelo; secas, amarillas, inertes. De pronto el rostro frío de la noche se ilumina como si alguien le sacara una fotografía y tras el luminoso destello del flash, treinta segundos después viene la explosión, desclavándole un quejido al silencio, como si una furiosa manada de caballos hubiera sido liberada del firmamento, como el estruendoso golpe de las olas al encuentro de la playa, o como el cielo gris y tronador de mi tierra. Y cae la lluvia, primero una gota y luego otra y otra mas, hasta formar un torrente de cristales líquidos que nublan la vista, que escurren por la acera e inundan de charcos el suelo empedrado, haciendo olvidar a los pedruscos que son áridas rocas incrustadas en la calle y vuelven a sentir la alegría que se vive en del lecho sombrío y húmedo de un río. Cae la noche tejiendo su manto frío, oscuridad y tormenta.
…Derrotado, cabizbajo camina por el húmedo empedrado, las frías gotas de lluvia escurren por su mejilla y salpican sus pies. Nunca antes la lluvia mojó mas, nunca antes el viento fue más frío y volátil, nunca antes la noche fue más negra. Nunca antes había percibido el sentido de la palabra soledad.

Espantapájaros 30/04/2007

Mal tiempo. De Crayola

Almada Negreiros- A Sesta (1939)

Sucede de pronto, como un torrentoso temporal que inesperadamente arremete contra todo, sin dar tregua, sin un minuto para buscar un refugio. Y al otro día, siempre sale el sol, y bajo su luz te das cuenta de las huellas imborrables que dejó aquel mal tiempo. Y aguantando los quejidos del corazón, hay que empezar de nuevo, buscar los pedazos y reconstruir, juntar cada piedra y volver a empedrar el camino. Así se asemeja tu silencio, tu voluntaria ausencia. Es tan extraño dormir a tu lado y no sentirte. Y cada beso que falta se va quedando en el olvido, y cada caricia se disuelve entre mis manos sin ti. Mis miradas derrotadas se esconden presurosas bajo mis pestañas para no sentir más la traición de tus ojos indolentes. Hasta tu olor es volátil, apenas perceptible. En sólo unos días nos convertimos en fantasmas, nos volvemos transparentes, lucimos descoloridos. Tiendes una barrera infranqueable que nos separa y, aun sabiendo que estas ahí, duele el no poder acercarse. Pero solo queda esperar. Sentarse a mirar por la ventana del tiempo, dejar que se calme el viento, dejar que la lluvia cese y que la noche caiga lentamente, sé que detrás de la azul luna te encontraré otra vez. Se que cuando abras los ojos la siguiente mañana, ahí estarás, con el mejor de tus besos en los labios. Porque al otro día, siempre sale el sol y el mal tiempo se va al cajón de los recuerdos.

Crayola 29/04/2007

Kragos. De Espantapájaros

Nunca en la historia de la humanidad hubo un guerrero tan valeroso, aguerrido y sediento de sangre. Nunca en la historia se blandió una espada sin que tras ella quedaran cuellos rebanados, brazos cercenados o agónicos quejidos de horror y muerte. Desde Creta a Macedonia, desde el mar Mediterráneo al Egeo no hubo aldea o polis que se librara del azote de este temible guerrero y sus sanguinarios ejércitos de la muerte. Pero hasta el más poderoso soldado cae rendido ante la grácil mirada de una mujer, más si ella es una diosa.
Desde ya varios años que la fama de Kragos, un joven y presumido capitán espartano se había extendido por toda la región. Sus victorias en las batallas de Laconia, Argos y Mesenia corrían de boca en boca como leyendas. Historias que llegarían hasta lo más alto y lo más profundo; hasta los oídos del Dios de la guerra, Ares.
Pero la suerte se le acaba alguna vez a todo el mundo. Y fue que en plena batalla contra los salvajes bárbaros de Arcadia, en el momento en que estaba a punto de ser derrotado, Kragos ebrio de furia y odio invoca al todopoderoso Dios de la guerra, ofreciéndole su lealtad eterna y ser su más fiel sirviente a cambio de derrotar a sus adversarios.
Desde ese día Ares protege a Kragos, quien vestido de dorada armadura, casco encrestado y montado en su cuadriga tirada por cuatro sementales inmortales, avanza junto a sus más fieles soldados por cuanta tierra estuviera a su alcance, arrasando ciudades y pueblos, ofreciendo cada triunfo a la gloria de su Dios.
Ares, satisfecho por los logros alcanzados decide invitar al guerrero a su templo en el Ágora de Atenas. Allí y en medio de la celebración, Kragos conoce a la secreta amante de su protector; Afrodita, cayendo de inmediato hechizado por su belleza. Luego de cruzar algunas miradas seductoras y siendo correspondido por ella, esperaron el momento oportuno para estar solos.
Pero en el templo de Ares no existe un sólo rincón que no sea vigilado y ese volátil encuentro llegó a sus oídos. El poderoso Dios enfurecido por la traición, lo envió de nuevo a la tierra y para que no olvidara nunca más su atrevimiento, lo condenó a la inmortalidad. Transformado en un ser deforme deambuló eternamente por las empedradas calles de la ciudad, siempre acechado por Deimos y Fobo.

Espantapájaros 28/04/2007

Atrapado en la Game Cube. De Suprunaman

¿Una partida? −preguntó la máquina.
Mejor no −respondió Maity.
¿Acaso tienes miedo? −dijo esta vez.
¿Yo? Venga comencemos.
Las ranuras de la Game Cube se volvieron fosforescentes, la luz era tan potente que Maity tuvo que cubrirse la cara con su camisa. Al abrir de nuevo sus ojos aún chispeantes, se vio pisando un empedrado campo de fútbol repleto de espectadores.
Situado en el centro del estadio con un melón en los pies.
¡Pásala!le gritaba una tortuga vestida con sus mismas ropas, ─¡rápido, ya vienennnn!
Al darse la vuelta, vio una gran manada de búfalos en dirección a ellos.
¡Corre!Maity empezó a correr con el melón entre sus manos. ─Buf, buf, buf... ─Ya no oía el quejido de la tortuga que había sido aplastada por la manada.
Un bigotudo trataba de quitarle el melón.
Lo necesitooo ─dijo con una voz de ultratumba, ─quiero salir del olvido.
Maity no entendió muy bien su significado, pero siguió su camino hacia ninguna parte con el melón que se le antojaba su seguro de vida.
El clamor del público seguía resonando en el volátil aire. El campo era interminable, a su paso ranas, princesas, culebras todos trataban de quitarle el melón usando sus argucias traicioneras.
Al final de la tercera curva observó su destino. Un cocodrilo con los dientes bien afilados lo esperaba. Ya delante de él, intentó hacerle un drivling. Pero la suerte de Maity lo había abandonado, tiró con toda la fuerza que le quedaba esperando un resultado satisfactorio. Los ojos del cocodrilo brillaron y el melón quedó entre sus manos rodando. Maity quedó en el empedrado abatido, derrotado. Se hizo la oscuridad.
Al abrir los ojos se vio de nuevo en el campo empedrado. A su izquierda una joven que tenía un melón entre los pies. Maity miró hacia atrás y vio una nube de humo que se aproximaba.
¿Cómo te llamas? −preguntó Maity
Joana −dijo
No es por asustarte pero coooorrrrreeeeee.

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¡AH DEL CASTILLO! De Aquarella

Lo de menos era la apuesta, lo importante era el desafío: Pasar toda la noche dentro de aquel castillo. El lúgubre aspecto del edificio no invitaba a visitas nocturnas, además contaban los lugareños que al ponerse el sol podían oírse unos terribles quejidos y el ruido de unas cadenas que se arrastraban por el empedrado ─¡El fantasma de D. Braulio, sin duda! – decía algo temblorosa la camarera que nos servía las cervezas.
Inmediatamente nos sentimos atraídos por la rocambolesca historia sobre un noble con mal de amores, una traición y el trágico final que había desembocado en un alma en pena paseando por las ruinas del que en otro época debió ser un fabuloso castillo. No pasaron más de diez minutos antes de que la apuesta estuviese sobre la mesa.
¿Quién se atreve a pasar la noche en el castillo?
¿Hacer noche en el castillo? – La camarera dejó escapar un grito ─¡Estáis locos!
Su cara de pánico nos convenció de que la experiencia sería una buena dosis de adrenalina. Solamente tuvimos una baja en el grupo, Jaime, al que llamábamos “el del corazón volátil” por su facilidad para enamorarse en cuestión de segundos, y que en ese preciso instante estaba más interesado en coquetear con la asustada chica que en la fantasmagórica excursión.
A la mañana siguiente volvimos derrotados a la casa rural que habíamos alquilado para el fin de semana. El balance era bastante negativo: frío, hambre, sueño y nada de fantasmas. Entramos al bar para tomar algo caliente cuando escuchamos parte de una conversación que nos aclaró el misterio
… lo sé, pero tenemos que mantener viva la historia de D. Braulio si no queremos que el pueblo vuelva a caer en el olvido. No sabes lo rentable que resulta tener un fantasma cerca…
Jaime soltó una sonora carcajada al vernos entrar. Había intimado con la chica, lo suficiente como para que le contase la verdad de la historia, y ahora tenemos que aguantar sus bromas… cada vez que nos ve saluda al grito de
¡Ah del castillo! ¿Quién va?

Aquarella 26/03/2007

Palabras para el “contemos cuentos 30”

Fueron propuestas y seleccionadas las siguientes palabras:

DERROTADO

EMPEDRADO

OLVIDO

QUEJIDO

TRAICIÓN

VOLATIL

Realizada una encuesta para ver qué tema tomar para la segunda semana de los propuestos que fueron:

Amor/desamor
Aventuras
Ciencia ficción
Acción
Terror

Con un total de 5 votos repartidos entre amor/desamor con 2 votos, Ciencia Ficción otros 2 y un voto para aventuras, se decide que cada uno seleccione lo que desee entre los dos más votados.