Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 19"

Los elementales. Capítulo catorce: Casi un cuento de hadas. De Monelle

En un rincón del bosque una puerta aguardaba su apertura, precisamente a la hora en el que los seres de luz dejan de ser visibles. Una cosa curiosa ocurre cuando quiero pronunciarme sobre los silfos, soy incapaz de narrar lo ocurrido pese a que mi recuerdo se presenta con total nitidez. Vislumbré el acecho hostil de mis pasos. En un pequeño claro desplegué el ajado escrito, situé las ofrendas en cada uno de los puntos cardinales y comencé a leer:

“Rey invisible y terrible
que habéis tomado la tierra por apoyo y
socavado los abismos
para llenarlos con vuestra omnipotencia
vos, cuyo nombre hace temblar las bóvedas del mundo;
vos, que hace correr los siete metales
en las venas de la tierra,...”

La belleza se me presentó en forma de Silfos, ¿no era lógico pensar que la fealdad debía permanecer oculta en las entrañas de la tierra? Temí despertar algún tipo de hecatombe con el conjuro.

“...Vos que ocultáis bajo la tierra,
en el reino de la pedrería,
la maravillosa simiente de las estrellas,
venid, reinad y sed el eterno dispensador de las riquezas
de que nos habréis hecho guardianes!!!
Amén”

Una espesa e iridiscente neblina eclipsó al sol. Alguien tiró sutilmente de mi túnica, era un anciano que me dijo:

“Bienvenido. Permítame que me presente. Entre el abismo del universo etéreo y el mundo de las sombras en dónde conviven larvas y espíritus apátridas, le saludo. Soy Wamba rey de gnomos, duendes, hadas y demás seres de luz. Hemos aguardado con paciencia su visita. Ahora déjese llevar.”

Disculpad, no es una calumnia pero tan solo recuerdo fragmentos inconclusos sobre el interior del reino de la tierra.
Tarde comprobé que Edgar, uno de mis aprendices, quizás el más rebelde y problemático de todos se encontraba allí junto a mi. Debió seguirme al bosque cuando flanqueé hasta aquel lugar gracias al conjuro, pero no quiso viajar conmigo en el regreso. Apenas si vislumbré un alegre gesto de despedida con el que me invitaba a marcharme sin él. Nunca más le vi, ni tan siquiera pudo dar cuenta de su paradero, aunque hubiese querido me habría resultado imposible. Es la única imagen clara que tengo del intra mundo: jugando en acelerada carrera, Edgar, perseguía pequeñas criaturas aladas mientras canturreaba canciones infantiles de su tierra. ¿Quién sabe? Tal vez aún comparta con ellos su suerte. Aún siga allí.

CRSignes/Monelle 02/11/06

De reyes y dragones. De Suprunaman

Había una vez un reino cerca de las montañas del Monte Perdido. Cierto día llegó a estas tierras un peregrino, tenía la tez muy blanca, sujetaba un cayado con la derecha, su vestimenta era lúgubre y sombría.
El peregrino iba adentrándose al reino en dirección a la plaza central, su paso era lento. Los ciudadanos lo seguían con la mirada. Al fin llegó a la fuente y elevó los brazos al firmamento:
¡Escuchad ciudadanos del reino!
Pronto a su alrededor se formó una multitud.
Sólo soy un mensajero, dijo.
Una gran nube oscura apareció entonces en el cielo cubriendo el iridiscente sol.
Una hecatombe está a punto de caer sobre vuestro pueblo. Pronto un ejército de hostiles guerreros invadirán vuestro reino, los que sobreviváis seréis sus esclavos.
¿Qué sabes tu de eso brujo? —dijo el rey que estaba entremezclado con sus súbditos.
Lo he visto en las estrellas Majestad —dijo éste.—La única manera de evitar este desenlace trágico es que desposéis a vuestra hija conmigo, yo haré un hechizo que hará infranqueables vuestras murallas.
Ah, ya te he descubierto, maldito calumniador. Apresadlo —ordenó el rey.
Pero el brujo hizo un sutil movimiento con su cayado y desapareció tras una nube de polvo.
Pasaron tres días, las trompetas dieron la señal de alarma, un ejército muy numeroso avanzaba con paso rápido hacia el castillo. El rey palideció. Desde su ventana pudo divisar al astuto mago seguido por un ejército de demonios. No pasó mucho tiempo desde la paz del reino a la lluvia de flechas que ahora lo sacudía.
La batalla llegaba a su fin, el ajado estandarte de reino estaba prácticamente rendido.
¡Oh! Dios, rogó el rey, no permitáis que caigamos en manos de estos despiadados demonios. En ese instante se oyó un grito desgarrador y desde el infinito apareció un ejército de ángeles montados en bellos dragones. Inmensas ráfagas de fuego impactaban en los agresores que ardían hasta desintegrarse. Una vez apaciguado el lugar, el capitán de los ángeles visitó al rey que les agradeció su ayuda. El brujo fue apresado por los ángeles y metido una caja hermética que se enterró bajo un monumento que el rey hizo construir en honor a los ángeles de la orden del dragón.

Suprunaman 01/11/06

Bienvenido a la republica particular de mi casa. De Mon

Y a Mikea.

Erase una vez unos niños que tuvieron que ver a sus padres en sillas de ruedas, sin brazos ni piernas ni perrito que les ladrase, a Rusty se lo llevó una bomba traicionera ubicada justo debajo de los mismos huevos del padre, huevos que resultaron ajados tras haber sido capado a ras de pubis. El pobre perrito, tan bondadoso él, ¿qué culpa tuvo de pertenecer a una familia de inocentes que unos hijos de puta asesinaron? Iridiscentemente podríamos decir que se trataba de sutiles independentistas que no querían pertenecer a un determinado país, pero noooo niños, dijo un hombre que se reía diabólicamente, “solo son hombres que matan sin ser castigados” “solo son hombres que por matar a tus padres, abuelos, hermanos y amigos vienen a mi casa para negociar si van a ser 2 o 3 años de cárcel, no más”. Y por eso no quiero que penséis que estoy loco ni que profiero calumnias hacia los que no piensan como yo, sencillamente os aconsejo que veáis y leáis fijamente todos los medios de comunicación que yo mismo he comprado y os enviéis mensajes de móvil entre vosotros como yo lo hago, ah, y si os queda tiempo podéis seguir el Open de Golf—os que hace tantos años se disputa en los incontables campos del Noroeste de la república particular de mi casa, donde todo sobra y se ríen de los pobres.
Este es un cuento donde no hay reyes, príncipes ni princesas, solo hay fantasmas, es un cuento, que bien podría ser de miedo o parecer una hecatombe, que cada vez da más risa y al que prefiero que nunca pertenezcáis…—dijo la sombra.
Entonces, preguntó un niño, señora sombra, si el cuento ya ha terminado ¿podemos ir a YamIkea a comprar pancartas hostiles?Claro niños, dijo la sombra, id, id a llenar los bolsillos de esos hombres y mujeres gordos que talan bosques del Norte de Europa y Sudamérica, id que así vuestras familias que tradicionalmente han trabajado los muebles con sus manos tendrán que ir a montar matasuegras a China por 3 euros al día.
Y se fueron, el hombre de la sonrisa diabólica, Don Hipoteca y un hombre pequeño con bigote y gafas, al que llamaban el Nazareno por su afición a las coronas de espinas, a una casa de putas donde cantaba la mujer de un famoso político, todo a gastos pagados.
Los niños se quedaron inmovilizados ante el panorama, formaron un corro y entre risas pedorretas y cortes de mangas cantaron:
“Viva la gente, la hay donde quiera que vas
viva la gente, cada vez nos gusta más,
los tontos, las tontas y una Mirinda y al parque a mear,
vamos todos juntos que esta historia es muy real”

Mon 01/11/06

Cuentos para el siglo XXI. De aquarella

Se abre bruscamente la puerta del despacho y observa atónito como entran en comitiva algunos de sus trabajadores. Se quita las gafas, las deja encima de la mesa y dirige una inquisidora mirada a sus interlocutores
¿Conocéis la sutil diferencia entre la buena y la mala educación? Es algo muy simple, consiste en... ¡¡¡Llamar antes de entrar!!!
Perdone jefe, pero tenemos un problema. Se acerca la hecatombe... los últimos estudios de mercado sobre literatura infantil son alarmantes.
A ver Sr. Martínez ¿Qué es eso tan grave que se nos avecina?
Martínez se acerca a la mesa con gesto compungido, flanqueado por el editor, la secretaria, el contable y los correctores.

No se lo tome a broma, es algo muy serio, los cuentos infantiles están en crisis; por si no lo recuerda, nos dedicamos precisamente a eso. Como no consigamos un bombazo con la próxima publicación nos quedamos sin la extra y sin vacaciones.
No seamos tan alarmistas, se acercan las navidades, los reyes... haremos una recopilación de cuentos clásicos. En estas fechas eso es un éxito de ventas seguro —la diferencia entre sus puntos de vista es tan obvia como la hostilidad que hay entre ambos.
Los clásicos ya no venden, a los niños de ahora no les interesan las aventuras de una bruja ajada y una princesa cursi... además, los personajes de siempre han perdido credibilidad...
¿Credibilidad? ¿A qué te refieres?
¡Por Dios, todo el mundo lo sabe! La bella durmiente se atiborra de somníferos porque su querido príncipe, más que metrosexual ha resultado ser un poquito afeminado. Blancanieves está haciendo una terapia para superar su adicción al sexo y los tres cerditos han denunciado al lobo por moobing.
¡Eso son sólo calumnias! —sus mejillas iridiscentes van del rojo al azul, pasando por el verde, como si fuese a darle un ataque. —¡Pero cómo puedes decir algo así de nuestros personajes! Llevan con nosotros desde siempre.
Precisamente por eso, los hemos visto crecer y en qué se han convertido sus vidas... no podemos seguir fingiendo
¡Qué desastre! Organizaremos un concurso escolar para ver que les interesa a los niños de hoy, esos adultos precoces... y convoca una reunión urgente con nuestros escritores, envíales un e-mail, que en el asunto ponga “Cuentos para el siglo XXI”
Ya sólo en el despacho murmura, Hada madrina, no me abandones.

Aquarella 31/10/06

El bueno, el malo y la princesa De Suprunaman

Hubo un tiempo en el que existieron princesas, caballeros y magos; esta historia viene a narrar uno de aquellos años.
Dícese que se, que detrás de una gran montaña, existía un reino iridiscente e inflanqueable por sus enemigos. Su monarca había llenado las arcas mediante la revalorización de terrenos y provocando una burbuja inmobiliaria; ello lo había convertido en uno de los reinos más prósperos del lugar en materia turística, aparta—hoteles, campos de golf, American Cup
Los jóvenes del reino se sentían ajados, pues su trabajo era recompensado con un aumento de los tributos y sin ni siquiera mejora de carreteras. Pronto no tendrían ni donde dormir porque la vivienda estaba cada vez más cara, una hecatombe se vislumbraba en el horizonte.
Hartos de tanto abuso, se reunieron los sindicatos y con gran hostilidad, con cantos y alzando enormes pancartas, se dirigieron a palacio calumniando al rey.
Al oir los cánticos, el rey se asomó al balcón y les dijo a los súbditos de forma sutil:
Queridos conciudadanos y conciudadanas, se que estáis irritados por el difícil momento económico que estamos pasando. Pero os prometo, por la gloria de Vic Shampras, que el año que viene el Madrid-Barça se podrá disfrutar en abierto, para todos, porque la verdad es que os quiero.
Los habitantes del pueblo empezaron a aplaudir de forma emotiva, algunos lloraban y se abrazaban, esa noche fueron todos a la plaza del pueblo para celebrarlo y organizaron un macrobotellón.
Aquel macrobotellón fue el inicio de una gran amistad entre el bueno, el malo y la princesa, que resultó ser comunista.

FIN

Suprunaman 31/10/06

Los elementales. Capítulo doce: Al acecho. De Monelle

Creí ver en Anna un sutil gesto de inquietud. Me acerqué hasta Julien, se le veía bastante ajado.
Julien, ¿qué desea?
Desearía...— (No haberme ido nunca), pensó para sí. —... no encuentro el beneficio a lo que hice. Espero que ahora el resultado ofrezca alguna luz.
No le creí. ¿Qué pretendía con aquella calumnia? ¿Cómo podía creernos tan ingenuos?
Un momento — reclamé silencio pues me pareció ver un reflejo iridiscente en el patio. —Anna cierra bien cuando salga.
¿Pasa algo Ricard?
Debí obrar más sigilosamente pues no encontré a nadie. No obstante hallé unas colillas.
¿Llamamos a la policía? –Anna aguardaba nerviosa.
Pidan ayuda. Temo por los pequeños...— añadió Julien.
No es necesario. Sé quién vino. Mañana arreglaré este asunto —no iba a permitir que flanqueasen nuestra seguridad.
Antes de recluirnos nuevamente y de dejar a Anna en su cuarto, comprobamos que los niños se encontraran bien. Le di un beso a mi esposa y ella respondió a la reverencia de Julien con una suave caricia en su rostro.
Ya vigilaré yo –dije.
Minutos después el teléfono sonó un par de veces antes de parar. Nos sobresaltamos.
—Por favor Julien no le diga nada a mi esposa. Enseguida regreso.
—¿Desea que le acompañe? Siento responsabilidad por lo ocurrido.

Pensamientos cargados de hostilidad hacían que la rabia me impidiese valorar correctamente las acciones de aquel payaso empapado de cine negro que, sentado en un banco del parque, aguardaba mi llegada.
¡Ricard! ¡Qué sorpresa!
¿A qué viene este numerito Joan? No tiene ningún sentido que asustes así a mi familia.
Es curioso que te acuerdes de ellos ahora y no cuando metes a un extraño en tu casa.
¿A qué te refieres? —debía averiguar si tenía algo en nuestra contra.— Irrumpes como un ladrón espiando tras la ventana y ¿pretendes ahora darme lecciones de moral?
No intentes despistarme, algo oculta ese anciano que vive con vosotros. Algo malicioso que podría provocar una hecatombe.
Te refieres al tío abuelo de Anna. ¡Valiente estúpido! No sabes nada
—Si que sé y ahora mismo me tendrás que dar...

¡Mira hijo de puta... –le agarré del cuello— …cómo vuelvas a amenazarnos, cómo te vuelva a ver merodeando mi casa, te juro que no tendré piedad de ti!
Sea por mi actitud o el tono de mi voz, Joan parecía amedrentado. Posiblemente no nos había librado de él, pero ya se andaría con ojo. Yo nunca bromeo.

CRSignes/Monelle 27/10/06

El ocaso de un sentimiento. De Belfas


Ignoro el motivo de haber nacido y si tengo en esta vida alguna misión concreta que realizar. No sé por tanto si lo que hago en cada momento está bien o mal, ni conozco el rumbo hacia el cual dirigir mi barco, hoy carente de timón. Hace mucho tiempo que un ajar de inquietud se apoderó de mi espíritu, dejándolo a merced de un destino tardío en definición.
Mientras tanto, espero una luz iridiscente en el horizonte que me indique. En los templados días del otoño que ahora nos invade, es cuando por mi cabeza bullen sueños utópicos y por mi corazón navegan deseos incontrolados.
Noto como el cielo cada día es menos brillante, veo como el azul del mar reverdece con el paso de las lunas. Percibo una brisa perezosa y tibia pululando a mí alrededor, cargada con el perfume de la añoranza y vestida con el rocío de la desidia. No siento por mi cuerpo recorrer en armonía ese dulce y sutil fluido llamado sangre, aunque intuyo que la hecatombe se va alejando en busca de un nuevo prosaico a quien arruinar.
Flanqueo la otra orilla de la vida esperando un mañana donde la hostilidad y la calumnia deserten de la estancia de esta órbita, y cedan su territorio al amor sincero y sin remilgos.
Y va pasando mi vida; hoy como ayer, posiblemente un mañana semejante a hoy. Solamente en ocasiones concretas, mi casi inalterable serenidad se turba ligeramente como el agua de un lago en el cual arrojan una piedra formando esos círculos concéntricos que se van difuminando en la superficie, eclipsados por el viento y las corrientes.

Belfas 27/10/06

Esperando el futuro. De Suprunaman

Tenía tres dimensiones gordo, gordo y gordo, lo llamaban señor Calumnia, aun no sé muy bien el por qué. Tenía una calva iridiscente donde era improbable hostilidad alguna.
Cierto día, el señor Calumnia fue a una de estas ferias medievales que hacen en los pueblos. Estaba plantado delante de una tienda que ponía: “Leo tu mano, leo tu futuro”. Le costó flanquear la cortina de la tienda, no se si he dicho lo de las tres dimensiones. Al fin, estaba enfrente de una gitana que hacía sutiles respiraciones como si de un trance se tratara.
Siéntese señor Calumnia, le estaba esperando.
El señor Calumnia estaba ya impresionado de los dotes clarividentes de la maga.
Mmmmmm… —canturreaba la gitana, —déme su mano. ¡Oh! Que veo —dijo poniéndose la mano en la frente como si estuviera deslumbrada—. Es posible que padezca usted una gran hecatombe señor Calumnia. Un consejo, no se aparte del numero siete. Eso es todo. Son diez mil.
El señor Calumnia salió de la tienda pensativo, qué sería aquella hecatombe que le podía suceder, como pudo, ya he dicho que era un tanto orondo, se sentó al suelo, ¿qué sería aquello del siete? Un papel ajado revoloteaba a su alrededor, lo cogió y leyó lo que había escrito en él; “¿tiene problemas de cabello?” Aquello parecía una señal, primero la hecatombe, luego lo del siete ¿Qué significaría lo del siete?, luego la señal. Empezó a rascarse la cabeza, a rascarse, a rascarse, a rascarse, hasta que llegó al cerebro y quedó allí tumbado y muerto. En su último aliento dijo ¿qué será lo del siete?

Suprunaman 27/10/06

El jazmín, la sensualidad y el recuerdo. De Monelle

Las máquinas arrancaron las matas profundamente arraigadas del arbusto que cubría casi la totalidad de un muro que se extendía tapando las ventanas del patio; es por ello que no tuvieron piedad de él. Mientras el fuego consumía sus ramas ajadas, aun floridas, un pensamiento me guió hasta el pasado. Recordé a mi abuelo podando con mimo aquel jazmín, mientras me contaba cómo y cuándo lo había plantado; al parecer la abuela, en el mismo instante en el que alumbraba a mamá, había notado el sutil aroma de los jazmines por lo que decidieron plantar uno para que la protegiera. Crecieron a un tiempo, se convirtió en parte de la familia. Como hecatombe hubiera calificado el abuelo la hostilidad de aquella acción; incluso cuando el destino quiso que mamá dejara de estar con nosotros, él siguió cuidando aquel arbusto. Decía que mientras su aroma se mantuviera en casa ella seguiría a nuestro lado.
Crecí flanqueando la infancia, las circunstancias así lo quisieron. La adolescencia me golpeó con fuerza, siempre estaba enamorada; la abuela lo achacaba al influjo del jazmín, para ella, su aroma contribuía a ese estado de ensoñación y calumnia que hace que nos perdamos en los ojos del amor voluptuoso y variable; me contó que su hija, mi madre, siempre fue libando de flor en flor como las abejas, y que fue por eso que yo nunca conocí a mi padre.
Pude corroborar la influencia de su perfume un día en el que, castigada por las malas notas, en un descuido del abuelo me colé en su habitación. Y allí, al abrigo de sus recuerdos enterrados bajo su cama, encontré pequeños objetos cargados de sensualidad y misterio: el brillo iridiscente de un cristal de roca que me sumergió en la mirada de mamá años atrás perdida; la suave brisa de unas prendas de gasa, gozosa caricia; un ramillete consumido en la pena del olvido con el aroma impregnado de aquellas pequeñas flores, ya estériles, con sus pétalos amarillentos y secos; y junto a ellos unas diminutas semillas que guardé.
La tarde se apagó al tiempo que la fogata. Recogí parte de aquellas cenizas y mezclándola con la tierra removida del costado de la casa cubrí las semillas que, al fin germinadas, renacen con la fuerza de antaño en espera del aroma penetrante de estas mágicas y entrañables flores.

CRSignes/Monelle 25/10/06

¡Cómo ha cambiado el cuento! De Aquarella

¿Alguien dijo que la línea entre el bien y el mal era delgada? Pues se equivoca, es una línea muy gorda. En realidad se trata de 120 kilos de buitre carroñero en forma de voluminosa mujer con malas pulgas, como la bruja malísima del cuento: Fea, ajada, gruñona, vengativa y rencorosa. Su lema: “Calumnia, que algo queda”. Que se lo digan a los pobres trabajadores que sufren su hostilidad a diario... la oración que rezan de lunes a viernes y a primera hora de la mañana viene a ser
Virgencita, virgencita, que no me mire hoy la bruja —y puedo asegurarte que se reza con auténtica fe, los creyentes y los que no los son, porque el miedo está por encima de cualquier religión.

La presencia de la bruja suele ir flanqueada por un par de esbirros –lo que llamamos estómagos agradecidos–, que vienen a hacer las funciones de escoltas. Cada día, exhibe su poder durante el paseo matutino en el que elige una víctima al azar, es entonces cuando llega la hecatombe. Todo comienza con una pregunta aparentemente normal pero, sea cual sea la respuesta, se convertirá en una trampa mortal para la presa.

Los hados del destino han querido que hoy le tocara a la nueva. La misma escena de siempre, pero en esta ocasión con una sutil diferencia, en lugar de optar por el silencio le ha salido la vena guerrera, así que en pleno discursito del tipo ”di-lo-que-quieras-porque-te-pienso-joder-igual” se ha atrevido a interrumpir
—Perdona —después de mostrar la más angelical de las sonrisas ha continuado con una frase que ha dejado pálida a la bruja – ¿Algún gesto en mi cara te ha hecho pensar que me interesa lo que estás contando?

Silencio absoluto... diez segundos de tensión, seguidos de una carcajada general, han conseguido que su mirada se volviese iridiscente, pasando por todos los colores del arco iris para quedarse finalmente en un negro escarabajo enfurecido. La huída, echando chispas y con los dos esbirros colgados de sus muslos, ha sido increíble...
Cariño ¿Se puede saber por qué le dices esas cosas al niño? ¿No podrías contarle un cuento normal como hacen el resto de los padres?
Pero si le encantan, mírale como se ríe... además, así va aprendiendo
¿Qué le gustan? ¡Si solo tiene seis meses! Anda, deja que se duerma y ven a cenar... menudo pedagogo estás hecho.

Aquarella 24/10/06

El hígado iridiscente. De Mon

Acababa de sonar un fuerte pitido, Javier ya lo había oído hacía más de 50 años, durante la última gran alarma que, al final, resultó ser un error de trascripción. Pero era el mismo pitido, sin lugar a dudas, hecho indicativo de una posible hecatombe.
Vivía en un pueblo habitado por unos 50 habitantes al norte de Extremadura, Bélices era una pedanía que había quedado en el olvido tras la incomprensible decisión de apartar el trazado de la carretera 10 kilómetros al Este flanqueando la sierra. Este hecho sutil, políticamente hablando, dejó en la más absoluta ruina a la mayoría de familias que poblaban el lugar. Pero Javier nunca quiso marchar, le placía la soledad, le encantaba oír el canto de los pájaros sin el molesto murmullo de la actividad en la polis. Odiaba las calumnias que la gente que marchó profería sobre su persona, acusándole de apropiarse de terrenos que no eran suyos, él en cambio veló por la integridad de un conglomerado, de casas y tierras abandonadas, que no producían el más mínimo índice de riqueza.
Javier era un hombre con muchas ilusiones pero se encontraba cansado, ajado, marchito, solo quedaba su hígado iridiscente para tragar con el dolor de la incomprensión y la impotencia de ver, que aquella alarma esta vez si fue real y nunca recibiría la comprensión de quienes, víctimas de su propio orgullo, perecieron bajo las garras siniestras y hostiles de una prueba nuclear descontrolada.
Hoy quizá él no exista ni canten los pájaros en Bélices.

Mon 24/10/06

Mundologia. De Suprunaman

Un largo pasillo tétrico y oscuro era el camino a recorrer para llegar al baño. Había que flanquear la pequeña puerta de madera, arrugada y arqueada.
Aquel baño no era pequeño, pero lo parecía. Tenía unas baldosas amarillentas y la sutil luz proveniente del espejo acentuaba aquel amarillo que se volvía verdoso. El suelo estaba pavimentado con baldosas hidráulicas de color negro jaspeado. Al lado derecho del lavabo una cortina salmón escondía una bañera con un desagüe oxidado. Al otro lado había un retrete con una tapa de plástico. Justo al costado de éste, se hallaba una especie de balsa de dos metros cuadrados de donde brotaba un agua iridiscente. Se podía ver el sucio fondo de la balsa. Un pez rojo grande y gordo calumniaba a un vecino mientras nadaba acompañado de una bacaladilla fina pero también enorme, había una serpiente enrollada en un tronco lleno de musgo, a su alrededor se adivinaban unas monedas de plata que parecían antiguas.
Eric oyó un chapoteo y se acercó a la balsa con temor, intentaba tener una vista general de todo aquel lugar que se le antojaba hostil. Fue entonces que de las profundidades del agua surgió una mujer desnuda que lo atrapó de los hombros. Estaban frente a frente, la cabellera rubia, la piel blanca, los ojos azules y los dientes plateados de donde le resbalaba sangre. Eric trató de dar un paso hacia atrás, pero con una fuerza sobrehumana, ella lo arrastró hacia el agua. Nadó con el muchacho entre sus zarpas hasta el fondo de la balsa. Eric palideció, el camino estaba lleno de cadáveres humanos, una auténtica hecatombe. Al fin divisaron un castillo de coral luminiscente, bajaron a las mazmorras y la sirena encerró a Eric en una jaula bastante pequeña, el chico quedó allí comprimido a la espera de su muerte.

Suprunaman 23/10/06

Punto de mira. De Chajaira

A veces, sin saber bien el porqué, acechamos a alguien cotidiano de nuestro rededor y lo atacamos vilmente día tras día, sin tregua, sin compasión, con desgarro y toda la intencionalidad.
Yo trabajo en una compañía de seguros, soy Agente de Ventas concretamente, por la mañana antes de iniciar las visitas a mi cartera de clientes, cuando aún los rayos iridiscentes del amanecer caen sobre las calles húmedas de la madrugada, nos reunimos todos en la oficina. Somos doce compañeros en total y, es después del olor del primer café de máquina, cuando parece producirse una hecatombe, aunque en realidad sólo hay una única víctima y estoy seguro que ella así lo siente.
Luisa es una chica normal, administrativa, no dice nada, ni es guapa ni fea, pero no levanta la mirada lo suficiente, gesto que la condena a recibir todo tipo de hostilidades.
De manera sutil, intenta camuflarse entre sus compañeros, buscando alguna excusa para no sentirse ajada después de las constantes burlas; bien por su torpeza o por las calumnias transmitidas al Jefe de Personal para que recaigan sobre ella los errores de otros. Siempre intentando flanquear sus puntos débiles, pero sin éxito.
Lo peor de todos es que, sin mi pesar, somos realmente conscientes de que nuestra actitud es repulsiva e intolerante, no hacemos nada por mejorar lo que para Luisa es una tortura diaria. La utilizamos para vaciar en ella lo miserable que somos, pues realmente cuando salimos de allí, nuestras vulgares y monótonas vidas, no valen nada, mientras ella, sonríe ante la libertad de saber que fuera de allí, le espera un chico guapo de enormes y tiernos ojos con una niña aferrada a su mano para ir juntos hasta el hogar que comparten. Nos corroe el verla feliz. El lunes nos encargaremos de borrarle tan cruel gesto.

Chajaira 23/10/06

Palabras para el "contemos cuentos 19"

Para este juego se seleccionaron las siguientes palabras:

AJAR

CALUMNIA

FLANQUEAR

HECATOMBE

HOSTILIDAD

IRIDISCENTE

SUTIL

Para la segunda semana de juego, se propusieron los siguientes temas:

Acción
Amor/desamor
Erótico
Intriga/misterio
Infantil


Con cuatro votos ganó la opción INFANTIL.
En resumen se escribieron un total de 13 cuentos que podréis leer aquí.