Categoría: "Belfas"

Una peculiar vendedora. De Belfas

Hoy recorro errante por los recovecos de un recuerdo cercano, y medito sobre un episodio memorable vivido hace tan sólo unos días. Algo tan simple como visitar una tienda de muebles me dejó un retrato impreso en la retina y un dulce sabor en el cofre de los instantes célebres, a la vez que me permitió retroceder y rebuscar en el baúl de mi niñez.
Era de noche, un frío casi polar atravesaba aquella inhóspita carretera, la búsqueda de los muebles de mi nueva casa me había llevado hasta allí. Entré con la esperanza de encontrar algo de calor, pero fue en vano; una enorme nave repleta de muebles de todo tipo cobijaba un aire gélido que, refugiado y sigiloso, esperaba caer sobre el primer intruso que osase introducirse en ella.
El timbre estaba conectado a la puerta de entrada y advertía de nuevos clientes. En tan sólo unos segundos, de una pequeña sala provista de un calefactor, surgió quien era dama y señora de aquel frío paraíso pero que, impregnado con la dulce miel de su sonrisa y la candidez de su mirada, dotaba de un cariz sugerente aquella estancia; su sola presencia anulaba la perfecta colocación de tan diversos muebles que aguardaban expectantes a que ávidos compradores les trasladasen a un cobijo más cálido donde poder lucir su magnificencia. De no haber ido acompañado estoy seguro que se hubiese cruzado algún pensamiento pecaminoso entre aquellas bonitas alcobas que, con mimo y entusiasmo mostraba Marisa.
Cada sílaba surgida de su boca sonaba a música celestial, era como si un ángel enviado desde el olimpo de los dioses hubiese recalado en aquella mujer y dotado de magia y esplendor aquel cuerpo que, sin ser nada especial, una vez en movimiento se convertía en tren de deseo y fantasía. Momento que aprovechó mi mente para abstraerse con una bonita remembranza de mi niñez, donde Inés, una vecina para la cual yo era la mayor de sus distracciones, me gritaba desde su puerta. Mi madre me liberaba de sus brazos y yo recorría el tramo que nos separaba todo lo rápido que mis todavía débiles piernas me permitían, ella me esperaba agachada y sonriente con los brazos abiertos y yo, como si de un pequeño potro desbocado se tratase, me lanzaba entusiasmado contra su pecho. Inés me sujetaba por las axilas y me lanzaba al aire donde un subidón de alegría invadía mi pequeño y frágil cuerpo.

Belfas 11/04/2007

Un Amor De Doble Dirección. De Belfas

Hacia ya tres meses que Firulín había partido de su jaula. Si bien durante su periplo por un mundo desconocido disfrutó de diferentes aventuras, un aire nostálgico anidó entre sus amarillas plumas con la llegada de la primavera, añorando la sociedad de su amiga Mariví.
Una tarde, después de que un gavilán estuviese a punto de dar buena cuenta de él, cargó su mochila bohemia y emprendió el rumbo hacia sus orígenes.
Tardó tres largas jornadas hasta llegar a la proximidad de su antiguo hogar. Cuanto más se acercaba, más se aceleraba su corazón y una sensación extraña de resentimiento le hacía estremecer.
La duda le asaltaba pensando que Mariví ya le habría remplazado por otro canario, y que este gozaba de los mimos y halagos de su amada. Ese pensamiento le puso pálido como el mármol y comenzó a reinar la decepción en los aledaños de su ánimo.
Decidió que era mejor verla por la mañana, esa noche durmió en el viejo roble que se encontraba frente a la casa de Mariví.
Posado en el árbol rebobinaba todos los momentos vividos en aquel cobijo junto a Mariví, los susurros matinales, sus caricias con el dedo índice mientras se desperezaba, la delicadeza y el derroche de cariño provocaban que entonase su canto con ímpetu y agrado.
Mariví se asomó a la ventana saludando al nuevo día, su ligero camisón de seda ondeaba al aire y su despechugado cuerpo se endurecía con la brisa del alba, en sus ojos denotaban un aire de profunda tristeza. Ella ojeaba el cielo buscando con su mirada a su amado canario.
Firulín elevó su vuelo por encima del viejo roble y se lanzó en picado buscando el hombro de Mariví donde se posó, una enorme sonrisa brotó del rostro de su antigua compañera y alzando su mano sobre la cabeza de Firulín, acarició con ternura sus plumas dando muestra de su alegría. Él tomó aire, insufló su pecho y comenzó un trino cálido y prolongado que descubrió las delicias de su amiga. Un halo de prosperidad inundó los corazones de ambos.
El hechizo que vino con la Navidad de poder entenderse todavía perduraba y así pasaron horas y horas charlando animadamente. De la tertulia surgió el nacimiento de un trato mutuo, la jaula de Firulín permanecería siempre abierta para poder campar a sus anchas, y él cantaría todas las mañanas para saludar el nuevo día junto a Mariví.

Belfas 06/01/07

Una cita de cine. De Belfas

Fuente imagen Internet

Fue en un partido de rugby de la universidad cuando recalé por primera vez en Luís. En un lance del partido uno de sus adversarios se aferró con tal fuerza a su camiseta, que ésta se abrió dejando su pecho al descubierto, mis ojos se prendaron de aquel torso semi-desnudo, y una aguda punzada invadió mi estómago. Mi interior se revolucionó y una nueva ilusión brotó cálida como un ardiente geiser en mi pecho.
Desde ese momento le busqué por todas partes intentando que se fijase en mí, tuve que sacar las mejores prendas de mi armario para llamar su atención. Irremediablemente en menos de una semana conseguí el objetivo.
Una tarde mientras trajinaba con unas amigas los apuntes de la clase en el césped que rodea el recinto universitario, se presentó frente a mí, pidiéndome acompañarle al cine el próximo sábado. Un si tartamudeado fue mi respuesta y, una sonrisa con aires pícaros escapó por la comisura de su boca, posiblemente por el brillo de mis ojos que delataban la alegría de esa cita.
Llegó el sábado, con él la esperanza de una tarde de ensueño, cinco minutos antes de lo pactado ya merodeaba por los aledaños de mi casa como un león enjaulado, aunque estaba lista, preferí hacerle esperar cinco minutos.
Por primera vez salía de mi casa respaldada por un hombre que no fuese mi padre.
Entramos al cine, compró dos refrescos y un enorme cucurucho de palomitas de maíz para compartir. Buscó un lugar recóndito donde pudiésemos pasar desapercibidos. Las luces de la sala se apagaron de golpe y, con la misma fuerza que desapareció la luz surgió mi nerviosismo, dando paso a una penumbra que invadió aquel espacio y parte de mi alma. Su mano se deslizó por detrás de mi cabeza, sentí el calor de sus dedos en mi hombro, me quedé inmóvil sin reacción y permanecimos así unos segundos. De pronto, me giré y encontré sus ojos clavados en los míos, se aproximó y posó sus labios en mi boca ansiosa mientras cientos de sensaciones bullían por mi cuerpo acelerado. Simultáneamente, la otra mano de Luís se posaba en mi rodilla y comenzaba un impetuoso ascenso.
Mis manos azoradas corrieron ávidas y sujetaron con frenesí aquella mano que intentaba explorar mi cuerpo.
Luís cejó en su empeño y entrelazó sus dedos con los míos permaneciendo así hasta el final de la película.

Belfas 21/12/06

Periplo de un pensamiento. De Belfas

Bill Brandt (3 de mayo de 1904 - 20 de diciembre de 1983)

Hoy me he encontrado con un pensamiento, ¿sabéis cómo son los pensamientos inacabados? Encontrarlos cuesta tanto… Éste estaba perdido, había sido arrancado del cuaderno de los pensamientos soñadores, la incomprensión y el infortunio le arrojaron sin escrúpulos y le encontré sumido en la más absoluta soledad.
Le he colocado junto al edén de la esperanza y enseguida he notado como se animaba, como volvía a emerger el anhelo en la estancia de su alma bohemia. Pronto hemos conectado, conozco muy bien el proceso, “darle confianza” y nos hemos hecho cómplices; esa química que transforma la amargura en dulzura y la apatía en alegría, ha brotado como flor en primavera y se ha transformado en vitalidad.
Me he sentado a su lado en la chimenea donde arden los malos augurios, mientras las llamas azules y rojas paseaban formando remolinos sobre un viejo tronco repleto de sufrimiento. De pronto ha empezado a describir su calvario, el ruido chisporroteante de la lumbre quemando el dolor, coreaba con agrado el suave murmullo del cálido pensamiento, mientras compartía su periplo absorto y feliz.
Me ha confesado que esperaba a una chica en el recodo de un pasaje repleto de ilusiones inacabadas, con el fin de anunciarle un destino plagado de nuevos encuentros y allí, mientras aguardaba repasando cada frase, cada sílaba, y augurando un futuro de armonía y delicadeza, ha visto llegar a la codicia acompañada por la desdicha, con la llegada del ángelus ha detenido su empeño.
He conseguido recogerlo antes de sucumbir y he podido insuflarle ese plus de energía que necesitaba para concluir su misión.
Me pregunta porqué lo he hecho. Yo le he confesado que soy el recolector de sueños perdidos, amo mi trabajo y siento cada pensamiento como propio, mi tarea es conseguir que todos los buenos pensamientos obtengan un final feliz.
De nuevo vuelvo a casa satisfecho de haber llevado a buen puerto un pensamiento inacabado.

Belfas 06/12/06

Reflexión de una rosa. De Belfas

©CRSignes2010

Hacía más de cinco minutos que el sol se había puesto y sin embargo yo permanecía a la sombra de un árbol. Mi vejez me permitía poder reflexionar sin prisa, era una de las pocas cosas que todavía podía hacer sin molestar. No puedo determinar en que pensaba en ese momento, mi espíritu estaba abstraído y mustio, pero quise fintar a la vida y centrarme en el paisaje, refrenando mi pensamiento en un elemento del entorno.
Un rosal, el cual tenía la figura de dos arcos casi perfectos, ensamblados y enaltecidos por espinosas ramas a la vez que engalanados por verdes hojas. Sobre las ramas decenas de rosas rojas. Me fijé en dos de ellas que, una frente a otra y con el suave movimiento de la brisa de la tarde, parecía tuviesen una armoniosa charla.
Mira tú por donde escuché como una decía:
—¿Recuerdas la mañana en que nos abrimos al mundo y vimos por primera vez la luz del sol? Qué bonito fue oír cantar por primera vez el canto del jilguero. Cómo disfrutábamos asomándonos entre las hojas para ver correr el agua del riachuelo. Añoro las noches maravillosas de luna llena, cuando el silencio solamente era interrumpido por el croar de la rana y el canto del grillo. Cómo nos divertíamos desplegando nuestro aroma, para que quien pasase cercano se aproximase a cotillear. Me viene a la memoria la infinidad de mariposas y abejas que se han posado sobre nuestros pétalos y nos han narrado aventuras increíbles. Nosotras jóvenes y esbeltas, siempre pensando en realizar alguna travesura, como cuando se acercó aquella cabra con no muy buenas intenciones y agitamos la rama para que se le clavase una espina en el hocico, obligándola a partir como alma que se lleva el diablo. Cuánta estupidez hemos visto a lo largo de nuestros días, sin poder evitar que nada cambie. Hoy amiga mía, me invade la perdición de la vejez, aquella de quien todos huyen y se alejan, buscando rosas más jóvenes, más bellas, más aromáticas. Observa, nos encontramos olvidadas en un grandioso rosal, para el que comenzamos a ser una dura carga. Lo sé, hemos tenido nuestra época de gloria. Esperamos orgullosas a que llegue el vendaval y, nos arrastre por la llanura hasta convertirnos en ceniza. Sólo pido que aquellos que se cruzaron en nuestro camino, guarden en su corazón el recuerdo de nuestro aroma.

Belfas 12/11/06

El ocaso de un sentimiento. De Belfas


Ignoro el motivo de haber nacido y si tengo en esta vida alguna misión concreta que realizar. No sé por tanto si lo que hago en cada momento está bien o mal, ni conozco el rumbo hacia el cual dirigir mi barco, hoy carente de timón. Hace mucho tiempo que un ajar de inquietud se apoderó de mi espíritu, dejándolo a merced de un destino tardío en definición.
Mientras tanto, espero una luz iridiscente en el horizonte que me indique. En los templados días del otoño que ahora nos invade, es cuando por mi cabeza bullen sueños utópicos y por mi corazón navegan deseos incontrolados.
Noto como el cielo cada día es menos brillante, veo como el azul del mar reverdece con el paso de las lunas. Percibo una brisa perezosa y tibia pululando a mí alrededor, cargada con el perfume de la añoranza y vestida con el rocío de la desidia. No siento por mi cuerpo recorrer en armonía ese dulce y sutil fluido llamado sangre, aunque intuyo que la hecatombe se va alejando en busca de un nuevo prosaico a quien arruinar.
Flanqueo la otra orilla de la vida esperando un mañana donde la hostilidad y la calumnia deserten de la estancia de esta órbita, y cedan su territorio al amor sincero y sin remilgos.
Y va pasando mi vida; hoy como ayer, posiblemente un mañana semejante a hoy. Solamente en ocasiones concretas, mi casi inalterable serenidad se turba ligeramente como el agua de un lago en el cual arrojan una piedra formando esos círculos concéntricos que se van difuminando en la superficie, eclipsados por el viento y las corrientes.

Belfas 27/10/06

Pasó la mañana y llegó la tarde. De Belfas

El camino de la vida a veces es complicado y sinuoso, por eso es importante tener siempre alguien que te pueda retener, enseñar, o acompañar en su trayecto. Son los avatares del destino y la mente humana la creadora de elementos de discordia, “problemas en potencia” que permiten que entusiasmo y amor no fluyan como ríos, en pos de un mar de luces y armonía.
Hoy la vi desolada, se asomada al precipicio del desanimo a punto de saltar, esperando un halo de luz ausente que iluminara su alma de poeta, observé como indagaba en su mente creativa de niña inquieta, en busca de una respuesta en el océano del desdén. El plácet de amigo me permite aproximarme con cautela, sin dejar entrever ningún atisbo que indique compasión. Logro con tiento ganar su confianza y trazar sobre su pesar un manto de esperanza, que avive la llama ardiente que posee en su mirada. Después, una plaga de dudas escalan sobre mi pensamiento, turbando el ánimo y cambiando el rumbo de la brújula que indica bienestar.
Siento despertar su corazón de la penumbra y, con su sonrisa sincera, me indica que todo ha sido un sueño efímero diluido con el agua del afecto. Mi inspiración se contagia de esa bruma que deja la tristeza cuando emprende viaje a un destino todavía por descubrir. Hoy me siento unido por la cadena del sentir, como un pariente cercano que solamente aspira a sembrar de gozo el campo de amapolas de una buena amistad.

Belfas 28/09/06

Retazo de un trovador. De Belfas

A veces las cosas suceden cuando menos se esperan. Decidí acercarme al mar, desde el acantilado escrutaba en mi interior nuevas sensaciones que impulsaran mi imaginación, en busca de nuevas rimas con las que expresar mis emociones.
Era mi tercer día, mi mente poco lúcida, no conseguía hilvanar un poema con el que me sintiese complacido.
Aquella tarde contemplaba el océano en el devenir de sus olas, golpeando con ímpetu, y salpicando sus espumas sazonadas a varios metros de altura sobre el arrecife. Yo, aguardaba la visita de mi musa, la que tantas tardes, amaneceres y noches me visitó sonriente permitiéndome crear pequeños tesoros poéticos.
El lugar era ideal para la inspiración y quiso la fortuna que deparase en una joven morena atrayente y abatida, que permanecía sentada sobre una roca rodeada de musgo.
Me aproximé con sigilo, cuando ya me encontraba a pocos metros, me senté a observarla. Ella parecía ausente, su barbilla la apoyaba sobre su mano derecha temblorosa, y miraba hacia el infinito de ese mar alborotado buscando un imposible, sus ojos tristes y vidriosos, se dejaban ver entre sus negras lentes indicando que algo había logrado ofuscarla.
Tenía que hacer algo que lograse extrapolar sus congojas a un lugar lejano y arrinconar la nostalgia de aquella chica, casi extenuada. Atisbé en la profundidad del océano buscando el hechizo que me iluminase para deleitar aquella mujer, y escudriñando en el baúl de las imágenes inquietas repletas de poesía, y con la magia del verbo que describe vivencias incompletas, conseguí que mi pensamiento enrevesado plasmase en mi libreta un pequeño poema que le obsequié con entusiasmo.

Escucha niña que el hechizo atiende,
Un mar de dudas por tu campo vuelan.
Son las razones, las que no te entienden
y el dolor interno quien a ti atormenta.
Si vestida vienes, de melancolía,
y en tu dulce alma, la canción no suena,
no busques consuelo en tu fantasía,
que un aire rancio, truncó su quimera,
la dejó desnuda, solitaria y muerta.
Mírame a los ojos que una llama prende
de un trovador, soñador sincero,
que intenta con su pluma y con su verso,
incendiar de entusiasmo tu desdicha,
y quemar la madera de tu pena.

La recompensa a este poema fue, una dulce sonrisa y un, “me lo dedicas”.

Belfas 14/09/06

Un extraño cuadro. De Belfas


Hace unos días en mi devenir por las calles de un pequeño y entrañable pueblo, entré en una tienda de regalos, y mira tú por donde me prendé de un curioso cuadro, donde una bella dama permanecía sentada sobre una roca impregnada por un musgo verde y brillante, mientras el océano bañaba sus pies. La enigmática mirada de aquella dama apresaba a quien contemplaba la pieza. Me invadió la sensación de que el pintor lo realizó en un momento lúcido de inspiración.
Yo que buscaba quien me acompañase en mis largas horas de soledad, pensé que este cuadro rompería mi hastío y mis eternas noches de insomnio.
Pregunté el precio y la dueña me dijo que eran 90 euros, me repetí el precio un par de veces en voz baja y sin meterme en más dilaciones, opté por comprarlo.
Me lo embalaron correctamente y el deseo de verlo colgado en la pared de mi casa provocó un revoloteo de mariposas sobre mi estómago, mientras lo apresaba contra mí, síntoma que hay quienes achacan a estar enamorado.

Una vez colocado en el salón comencé a ofuscarme con él, no podía apartar mi mirada de aquella chica rubia ondeando su pelo, el agua refrescando sus pies y sus ojos fijos en mí.
Parecerá extraño y no me quiero extrapolar en el comentario, pero llegué a la conclusión que esa mujer tenía vida y que me seguía allá donde me encontraba. Yo, una persona habituada a estar solo, no terminaba de adaptarme a aquella situación tan seductora.
Pasó el día, llegó la noche, me metí en la cama y me acomodé lo mejor posible sobre mi mullido colchón, mi cuerpo estaba extenuado por el ajetreo y la agitación.
Dormí de un tirón. Por la mañana, un olor a carne asada me hizo despertar, me levanté, me dirigí a la cocina, y sobre la mesa encontré unos huevos fritos y un filete de panceta invitándome a ser devorados. Nadie a la vista, miré y remiré hasta comprobar que estaba solo. Al entrar en el salón y reparar en el cuadro, mis ojos advirtieron como la chica me ofrecía una tierna sonrisa.
Quizás todo haya sido fruto de la imaginación o una extraña visión óptica, pero de igual modo, a partir de ese instante, la soledad y el hastío desaparecieron de mi estancia y de mi corazón.

Belfas 13/09/06

Un pensamiento vacacional. De Belfas

CUENTO NÚMERO 200

Estoy en el zaguán de mis próximas vacaciones. Un estado de agitación se va apoderando de mí a medida que pasan las horas, y mi día a día se ve alterado por este nerviosismo. Me alejo de ese colectivo de conductores urbanos, que tras su jornada se refugian en quienes encuentran cercanos, en un intento de hacerse eco de sus avatares diarios, toda una aventura en la jungla de la ciudad, en la cual conviven con multitud de personas distintas, y con un objetivo común, “la prisa”. La urbe es un territorio donde cada vez resulta más complicada la armonía, por hallarse el egoísmo personificado tan enraizado.
Ha llegado mi hora, es el tiempo de alejarme de esa rutina diaria de once meses, viajar, visitar mi Vara y meterme en el mundo del sosiego y la tranquilidad, donde aparco la palabra madrugar y tomo la de complacencia.
Es ese período donde me gustaría convertirme en ese maquiavélico malandrín, y adentrarme en el mundo del desenfreno, para satisfacer una serie de placeres fantasmagóricos, pensados y añorados durante todo el año, y seguro quedaran pendientes para unas próximas vacaciones, por no tener el coraje suficiente para perpetrarlos.
Confío en no regresar con el cuerpo y el alma hechos jirones, lamentándome de haber perdido la oportunidad de disfrutar de algo tan simple como es la vida.
Pasaré horas y horas en mi posición favorita, “la horizontal”, con la mirada perdida, el pensamiento deambulando por mundos utópicos y haciendo gala de ese famoso epitafio que yace sobre la tumba de uno de los más grandes humoristas Groucho Marx: “Perdonen que no me levante”.

Belfas 25/08/06

Una vuelta al pasado. De Belfas

Por fin, tras casi una hora de espera llegó el tren, ¡qué descanso! Como siempre con retraso, desde luego la celeridad no es su fuerte y mi paciencia se estaba agotando. Pedro, mi hijo, sube corriendo al vagón, es su primer viaje y tras la larga espera esta deseoso de recorrer las entrañas del tren. Los compartimentos son como celdas, puertas correderas entrelazadas a través de las cuales mi hijo empieza su aventura y me obliga a llamarle la atención. Miro al fondo y… ¡Dios, no puede ser! Es ella, esta sentada dos filas más abajo de donde tenemos nuestros asientos, sus ojos, esa mirada, como la recuerdo, no es posible que este aquí... sola.
Cuando se fue a estudiar al extranjero, siempre pensé que se habría enamorado de algún intelectual con el que compartir su vida.
Me quedé desolado y triste en ese pueblecito junto al mar; ni siquiera una carta para decirme que me echaba de menos. Todavía tengo presentes todas esas tardes juntos, paseando por aquella carretera poco transitada, revivo nuestros escarceos por la playa buscando un lugar donde sentirnos solos y seguros, ella tomándome por el cinturón y atrayéndome, yo, rodeándola con mis brazos evitando que escapase. Así brotó nuestro primer beso, el cual quedó retenido en mi memoria como un tesoro.
Repaso con agrado aquella discusión por haberle tocado un pecho, salió corriendo hasta su casa y por más que corrí tras ella no conseguí alcanzarla. Al día siguiente, tuve que iterarle no sé cuantas veces que no volvería hacerlo y la cara de bobo que se me quedó cuando, tomando con mimo mi mano, la llevo hacia su seno desprovisto de sujetador, para que pudiese sentir el fuego y el latir de su corazón a través de él, al mismo tiempo, clavaba sus ojos en los míos, intentando percibir mis sensaciones.
Ahora por mi cabeza, recorre un minué saltarín de vivencias que me acompañan, como lo que pudo ser y no fue. Seguro que ella necesitaba a alguien más que un simple cargador de muelle para una vida en familia.
En el último momento del trayecto nos miramos y le comuniqué con una sonrisa que no la había olvidado.

Belfas 04/08/06

Cirilo un carpintero de armas tomar. De Belfas

Soy caliente por antonomasia, mi entrepierna sufre con frecuencia espasmos, fruto de mi furor uterino. El mío, un útero fogoso, encuentra con facilidad la forma de incitar a mi cerebro a consumar fantasías célebres.
Una reforma en mi cocina y el encargo de una mesa resistente, pues la anterior se rompió en un escarceo con mi marido, hizo que conociese a Cirilo. Un hombre atlético, que me recordó al pin–up que me avasalló en la última despedida de soltera de una amiga.
El tercer día llegó vestido con un pantalón pirata y una camisa desabrochada, que permitía ver su torso bronceado. Una forma sensual de despertar mi libido y ese instinto ancestral que llevo dentro.
Fue esa combinación de madera recién cortada, la fragancia de la cola, el adobo del solomillo y el aroma del sudor de su piel, lo que me hizo sucumbir. Mientras Cirilo trabajaba con la mesa, yo trajinaba en el horno. Ese día opté por un vestido blanco, casi transparente, que insinuaba un minúsculo tanga negro. Yo, miraba de soslayo... él, de una forma atrevida... mi sexo humedecido desprendía un aroma que, mezclado con el resto de fragancias impregnaba el aire de la cocina con la esperanza que Cirilo captase su excitación.
Agachada, miraba a través del cristal del horno buscando la forma de provocarle. Su mirada entró furtiva entre mis nalgas y tras su mirada, vinieron sus manos. Mi cuerpo a su tacto se estremeció, me hizo levantar y antes de poder decir nada, me beso en la boca. Yo, correspondí gustosa, me tumbé sobre la mesa dejando mi culo sobre el borde, mis manos buscaron ávidas su miembro grueso y duro; tras encontrar el ángulo correcto aparté ligeramente el tanga y lo introduje en mi sexo jugoso y excitado. Él, mientras, amasaba con habilidad mis pechos, y mis pezones firmes invitaban a su boca hambrienta. Mi cuerpo se arqueaba, gemidos de placer intentaban atravesar las paredes para anunciar mi furor. Bastaron unos cuantos movimientos acompasados para llegar al éxtasis juntos.
Me quedé aturdida sobre la mesa, cuando recuperé el sentido, vi a Cirilo alejarse con su caja de herramientas, se giró y una alegre sonrisa perversa fue el obsequio por esos cuarenta segundos de placer. Ya tenía mi mesa lista para próximos avatares.

Belfas 27/07/06

Un chico pin-up. De Belfas

Soy un chico pin–up, mi cuerpo es la herramienta de trabajo. Bueno, mi cuerpo y una pieza de mi anatomía bien desarrollada, que además de proporcionarme las habichuelas me da multitud de alegrías y placeres. He descubierto en este mundillo que las mujeres en grupo, con unas copitas y buen ambiente se atreven con todo.
Curro en un local de striptease todas las noches y de vez en cuando me contratan para despedidas de solteras en casas particulares, me encanta ese juego, es maravilloso ser el centro de atención y ver como sucumben ante mis encantos.
Hace unas noches mi jefa, una mujer madura y sin escrúpulos, a quien tengo que complacer cuando me ordena, hizo que me exhibiese para dos guapas mujeres que buscaban macho para una ajetreada noche. Aun recuerdo como sus miradas iban dibujando y grabando mi silueta en su retina, cuando yo comencé a contonearme al compás de la música y me desprendí de la ropa que cubría mi cuerpo. Al despojarme el pantalón pirata de un golpe y arrojarlo sobre la pista, sus ojos se me clavaron como dagas sobre mi pequeño tanga que escasamente cubría mi miembro, unos movimientos circulares de cadera fueron suficientes para dejarlas petrificadas unos instantes y conseguir que me contratasen.
Llegué al piso, allí la fiesta llevaba ya un par de horas, un amiente cargado inundaba las habitaciones, el alcohol y algún que otro estimulante extra corrían por las venas de las jóvenes chicas. Mi entrada, triunfal por antonomasia y en un pis plas me vi rodeado por varias de ellas, expectantes y traviesas. Me indicaron el lugar del espectáculo, una vieja mesa improvisaba como escenario, poco espacio pero suficiente.
Sabía lo que querían y era único en esa lid. La música creó un ambiente ancestral, fui desprendiéndome de mi ropa entre vítores, aplausos y algún que otro toque sutil de las más próximas, jadeando y suplicando me desprendiese del tanga cuando este era la única prenda en mi cuerpo. La noche terminó como siempre dentro de la cama de una de las asistentes haciendo horas extras.

Belfas 21/07/06

Soy agua en tu mar. De Belfas

Se me han caído unas cuantas lágrimas del mismo color del mar azul.
¿Seré bobo? Se me acaba de caer otra, y otra, y otra más. No logro aguantarlas en mis verdes ojos. Las lágrimas tiñen un surco de azul sobre mi rostro, por la comisura de mis labios acaba de pasar una, he sacado la lengua para saborearla y sentir cómo se impregna mi boca de su aroma salino.
Reposado en la arena, he acercado tu imagen insaciable hasta la orilla, me he fusionado contigo y… sí, amor, hemos gozado sobre la blanca arena, desnudos y solos.
Nunca pensé que en algún momento pudiera transformarme en agua, es una sensación extraña y agradable, porque mis fuentes manan en mi interior.
Sigo en esa rara situación, me siento seco a pesar de que soy de agua, y mis lágrimas azules forman un charco que se va licuando en tu ir y venir sobre ese mar dibujado.
Cuando te alejas me miras con las olas dulces de tus ojos azules de mar, y mi corazón se estremece al verte feliz.

Me dejo ondular suavemente por un día de calma, por esa luz tamizada de agua, combinación que me atrae hacia ella. Dentro del agua todo tiene otra dimensión, un misterio al que solamente el amor atiende. Bajo el agua, muevo ligeramente los pies para no salir aún a la superficie, quiero contemplar las maravillas de ese mar azul, donde un banco de peces nada a mi lado, sonrío mientras se alejan azorados. Suelto todo el aire y mi peso me deja hundirme en el fondo.
Desde allí imagino cielos que te envuelven y desde la profundidad del mar repunto y recupero mi punto de partida, mi mundo insípido y seco.
Ahora me voy a la zona de rocas, donde puedo sentarme en silencio y pensar.
Hoy todo está en calma y sin embargo, ¡te echo tanto de menos!
Sí, mi amor, es un sueño del que no consigo despertar.

Belfas 06/07/06

Mar embravecido. De Belfas

Hoy el tiempo y el lugar no han tenido misericordia y me han vuelto a acercar a un mar embravecido, incapaz de devolver la tranquilidad que mi espacio y mi vida necesita. Un banco donde descansar mis carcomidos huesos.
Me han dejado grietas y manchas en una pared blanca pintada no hace mucho tiempo, una combinación para poner límites a eso tan infinito que me atrae desde la profundidad de mi deseo, como es el peligro.
La luz se ha aliado con la parte más visceral e insaciable de mí ser, para que no pueda contemplar tanto azul. Sólo me ha dejado que sea feliz unos instantes viendo la regata de la felicidad reflejada en sus ojos, con la condición de nunca más mirar, un sueño al que no acierto a vislumbrar.
He visto pequeños puntos blancos compitiendo con un viento que no toco, una brisa que no acaricia mi cara deslumbrada, he guiñado los ojos y nadado mentalmente en ese mar aún salado y cálido donde tantos días navegué.
Por un momento me he confundido y, sin apenas darme cuenta de que estaba desolado, por entre la comisura de mis labios me ha salido una carcajada; por la ventana he observado como dos gorriones parlotean en su idioma, he envidiado a esas dulces aves y me pregunto porqué me encuentro triste, abatido y sin aliento envuelto en la más absurda soledad.
Pido a ese Mar azul no que me traicione y que no adopte ese gris-azul melancólico que a mí me sitia, que entonces ya no tendré más remedio que aliarme con las nubes para que descarguen sobre él esa paz y sosiego que sus aguas necesitan. No dejes que te observe y me introduzca a través de tu ventana con la idea de buscar un rayito de sol que me repunte y aliente en la mañana. Ciérrala a cal y canto y jamás dejes rendija por donde colar mi hechizo.

Quiero verte trepidar en un azul de entusiasmo y alegría. Mi mar de verano que te vistes de colores cuando menos me lo puedo permitir. Mar incierto, que te adueñas de mí y creas quimeras. Hoy cuando con tus plácidas aguas bañas otras playas me produces celos, no lo puedo evitar. Me gustaría bailar en tu mar con los peces que jugaron contigo en el frío transparente de tus bancos de arena.

Belfas 04/07/06

Reflejos de un alma enamorada. De Belfas

No pienses con desdén que en abril se quedara tu sangre sin latido, no esperes en primavera un atardecer pálido y sombrío. Las hojas de lo árboles saludarán a tu paso, cuando una ráfaga de la brisa del deseo las agite. Las horas viajarán para adelantar nuestro encuentro, y el verano tornará vestido de amarillo aquellos campos inmaculados, pisados en la verde primavera por tus sandalias blancas.

He plantado en mi avenida, rosas y lirios, por si paseas por mis aledaños y te sientas extasiada por mi olor. Si me pierdo entre tus sendas, no importa, me descubres, me halagas, me tomas de la mano y me retornas sigilosa, sonriente, plácida y mansa.
Quiero que dibujes con tus dedos peregrinos en mi lienzo de piel, y me pintes de rojo endiablado, de azul, de verde, de blanco, amarillo… De vivos colores.

Traza una risa de niño jugando en al arena, plasma en el cristal de mi alhambra con el tórrido aliento de tus labios, un corazón que palpita y suspira por ti. Proyecta una abierta sonrisa y dime que sólo soy tuyo, que quieres hacer un boceto en mi cuerpo desnudo, siendo el pincel tu húmeda boca.

Sabes mejor que nadie como asaltar mi alcázar, guerreas sin tregua y batalla tras batalla consigues que mi ser capitule a tus artes. Un maleficio que me embauca y persigue por doquier.
Me encanta llamar a la insurrección y bloquear con alguna artimaña tus certeros ataques, pero mi corazón no sabe rivalizar contra ti, no dispongo de armas con las que combatir frente a tu ejército de miradas, sonrisas, besos, caricias, frases, matices que calan y derrumban con estruendo las murallas de mi acrópolis.

Haces que me sienta como un calamar anudado sin agua, que aguarda en un cesto una mano que sepa arrancarlo y llevarlo de nuevo a su mar.
Hoy pido en mil preces que nunca abandones la estancia de mi corazón. Sabes, he aprendido a soñar despierto, es mi nueva forma de vida, un pasatiempo que practico con jubilo y entusiasmo y en el que tú eres mi empeño, mantenerte despierta, serena, querida, feliz, divertida, viva...

Belfas 25/05/06

Carta a una amiga. De Belfas

Mi querida amiga.

Hoy voy a intentar con un sencillo idioma que es tan dulce como mezquino, tan interesante como prohibido, que a veces ni siquiera puede expresar lo que ven mis ojos. Puede la poesía descubrir que dos almas se amen y comprendan.
Recuerdas cuando estábamos en aquel mirador contemplando la hermosura del paisaje y te dije aun sabiendo que no le darías importancia que, cuando un poeta te embriague con sus versos, debes cerrarle la puerta a tu aturdido corazón, pero que cuando utilice un lenguaje coloquial, tembloroso, cándido, sugestivo, misterioso... creas.
Pues ya no sé si realmente es así, hoy mi espíritu no vislumbra el misterio que envuelve al poeta, te expresaré que le noto distinto y que tiene una forma asexuada de creer.
Ahora mismo desde la distancia que nos separa y el corazón afligido me pregunto. ¿Qué es el amor? No es el amor un sentimiento por el que todo se mueve, un eje misterioso que acciona todos los mecanismos humanos para se amen y entiendan. Si así fuere,¿ no es la poesía un elemento mas que nutre y acompaña a esa pasión tan noble? La poesía, flechas de suspiros y anhelos lanzados por ballestas al viento a la búsqueda del ser amado. La poesía, palabras conjugadas que parten de un recóndito lugar inexpugnable hacia la aventura y donde la sensibilidad tiene su estancia. Amor y poesía, un binomio perfecto para realzar la belleza de las pasiones ilustres.
Desde el aledaño de mi alma me confieso con la esperanza que guardes este escrito en tu secreter, para que lo releas en los momentos que te envuelva la nostalgia de mi ausencia de poeta.

Belfas 04/04/06

Metamorfosis de una amiga. De Belfas

Pasó la melancólica tarde otoñal, y dio paso a una noche estrella, donde cientos de estrellas y luceros competían por radiar su luz inagotable. Un viento frió del mar, intermitente y cortante como dagas afiladas, trazaba líneas invisibles sobre el rostro de la menuda y cándida Xaloc. Desde su mirador, de pie frente a la orilla del Mar, lo que consideraba su alcázar inexpugnable, impregnada con un olor a temor y ansiedad, contemplaba con entusiasmo, pequeños barcos de pescadores, buques de guerra provistos de pequeñas ballestas en busca de batallas inciertas, faroles intentando herir a la oscuridad de la noche, llenaban el insólito paisaje.
Pasaron horas y... de pronto se rompió el hechizo de la noche, el espíritu cambio de nombre y el alma de Xaloc pasó fugaz a transformarse en la sirena Crysstal hada del viento y sirena del mar, como si Cupido en un alarde de fantasía y destreza hubiese clavado en el corazón asexuado la flecha de la transformación.
El horizonte se tornó rojo, miles de rayos dorados hicieron su aparición, salidas del secreter del sol flechas doradas de fuego que venían a ganar la gran batalla al mundo, iluminándolo de colorido. Absorta Crysstal su frágil rostro iluminado, el mar agitaba sus alas blancas, levantó las manos para recibir al día, sus manos se tornaron blancas cuando un haz de esperanza se adueño de ellas, en ese momento se dio cuenta que su vida había cambiado. Amanecía...

Belfas 29/03/06

Un hogar dónde siempre encontré paz. De Belfas

Como cada mañana Carmelo se dispone a realizar su tarea, encender la lumbre para que cuando Isabel se levante encuentre la habitación cálida. Una casa con una estructura ancestral que cobija cientos de recuerdos (ocho hijos viviendo entre esas paredes dan para mucho).
El tiempo ha dejado que sus menesteres sean simples y sencillos, aun así, Carmelo se siente útil y realizado. Un hombre campechano y polivalente que a lo largo de su vida, siempre estuvo bien considerado por su intachable trayectoria.
Después se dirige presto al corral, se encuentra con sus gallinas y conejos, cuando advierten su presencia, se arrojan a sus pies para que les mime y les alimente. Les rellena el pilón de agua y tras coquetear con ellos, se marcha en busca de blanquita, una joven cabra traviesa que solamente a él obedece. Toma la vasija de barro y se dispone a ordeñarla, humedece sus pezones con suavidad y, con habilidad dirige el chorro de la leche al fondo del cuenco.
Isabel esta en plena faena, esta preparando el puchero, hoy comerán potaje. Patatas, judías, un chorizo y una morcilla caseros son los ingredientes.
Isabel sobre el suelo embaldosado coloca en riguroso orden todos los componentes esperando el momento apropiado.
Carmelo regresa con el recipiente de la leche, la hierve y prepara el desayuno. Coquetean, sonríen y charlan mientras desayunan.
El ruido de la puerta de la calle les anuncia que alguien viene, se levantan, conocen esa forma de llamar, sus viejos corazones se aceleran de felicidad. Abren la puerta y sonriente les aguarda su nieto favorito. La agitación les embarga, un cálido abrazo provoca en los azules ojos de la sensible Isabel lágrimas de emoción.
Pasan al interior de la casa y se encuentran que, blanquita se esta comiendo las patatas.
Carmelo le grita ¡valiente japuta! Y emprende una carrera tras ella sin conseguir alcanzarla, ríen los tres juntos, mas tarde se sientan alrededor de la lumbre y emprenden una agradable conversación que dura hasta la hora de comer. Carmelo Narra incansable historia tras historia mientras su nieto e Isabel permanecen atentos al desenlace. La paz se hace un hueco en tan humilde hogar.

Belfas 21/03/06

Cazador cazado. De Belfas

Estaba sentado junto a la chimenea, un cigarro prendía de sus dedos y, el ambiente estaba impregnado de un fuerte olor a rancio.
Elevó su brazo con parsimonia y tras dar una calada al cigarrillo, lo arrojó al pilón que se encontraba en una esquina de la habitación. Se sentía seguro, como un cazador esperando a su presa.
La muchacha estaba nerviosa, había acudido allí en busca de trabajo. Era una chica polivalente que buscaba una oportunidad para ganar dinero y enviarlo a su familia donde la subsistencia era todo un reto.
Después de mirarla de arriba abajo comiéndosela con la mirada, le espetó sin contemplaciones.

¡Desnúdate a ver que escondes bajo ese vestido!

Ella quedó aturdida por tanta rotundidad. No sabia que hacer, un estado cataléptico la hizo presa, él se aproximó y de un tirón rasgó la estructura del vestido bajando el sujetador y dejando uno de los pezones al descubierto. La muchacha intentó taparse con la tela del vestido rasgado tomándola entre sus manos.
Volvió a arremeter contra la muchacha y en el intento ella cayó al suelo embaldosado de mármol ennegrecido por el paso de los años. Una vez allí se abalanzó sobre la chica, le arrancó con virulencia toda la ropa y comenzó la lucha. Ella resistió hasta agotar todas sus energías en una pelea desigual.
Al final cedió y él consiguió su objetivo. Las manos de la muchacha emprendieron una búsqueda que dio su fruto cuando entre las ropas del hombre hallaron una pistola.
La asió con fuerza y la dirigió a la cabeza de su violador, al sentir el frío cañón sobre su cabeza, quedó petrificado y comenzó a suplicarle perdón.
Se levantaron de aquel frío suelo sin dejar de apuntar con el arma a la frente del pervertido, cuando estaban de pie, él, intentó hacerse con el arma, una detonación, un agujero en la cabeza del abusador y una última frase antes de dar con sus huesos en el suelo.

¡Maldita japuta!

Belfas 17/03/06

Aventura en el Amazonas. De Belfas

El río a medida que avanzábamos se volvía mas rebelde, las rocas que se encontraban en medio del torrente entrañaban mucho peligro.
Gustavo con una naturalidad increíble, las iba esquivando con maestría, nunca había visto a nadie con semejante temperamento.
Atravesamos unos rápidos donde el corazón se revolucionaba al mismo compás que la barca, el bosque se volvía más denso y comenzaron a emerger del interior del bosque aves exóticas. Unas paredes de granito se alzaban frente a nosotros donde el cauce estrechaba su curso.
Tras cinco horas, Gustavo dirigió la nave hacia la orilla a un pequeño solar dentro del enmarañado bosque y nos comunicó, fin del trayecto.
Llamé a Gustavo y le ofrecí una compensación si nos adentraba por las puertas del infierno, terminó por claudicar, puso énfasis al repetir que no se hacia responsable de nada ni de nadie.
Los demás un poco reticentes aceptaron y tras un breve descanso continuamos el camino después de tomar de un recipiente de vidrio semejante a un matraz, un líquido repugnante.
El paisaje era espectacular, las paredes de granito, emergían del mismo río y se alzaban majestuosas en busca de las nubes, la niebla impregnaba el húmedo ambiente, la visión se tornaba cada vez mas confusa, y el miedo hizo acto de presencia. La corriente se hacia mas vertical y la velocidad de la barca se hizo incontrolable.
Miré a Gustavo, por primera vez vi en su rostro la preocupación, él intentaba ejercer control sobre aquella endeble chalupa en una desigual lucha contra las turbulentas aguas.
Un impacto súbito y la barca dio la vuelta, quedamos a merced de la corriente.
Me agarré con fuerza a la barca y logré ponerla en posición de navegación.
Subí a ella, nadie mas consiguió embarcar de nuevo, pasaron dos horas inciertas, vaivenes y golpeteos contra las rocas, después, un remanso. Estaba sólo, cuando todo lo creí perdido vi gente en la orilla, dirigí la barca hacia allí, cuando me encontraba próximo, un grupo de mujeres apuntaron sus arcos hacia mí, me puse de pie y con los brazos en cruz intente hacerles ver que iba desarmado. Un silbido, una flecha dirigida hacia mí, un golpe seco en mi pecho, un crujido de huesos, un calor abrasador y un flujo de mi sangre sobre mi camisa, fueron los indicadores que el elixir de la vida concluía.

Belfas 04/03/2006