Retazo de un trovador. De Belfas
Por monelle elFeb 17, 2010 | EnBelfas, CONTEMOS CUENTOS 16
A veces las cosas suceden cuando menos se esperan. Decidí acercarme al mar, desde el acantilado escrutaba en mi interior nuevas sensaciones que impulsaran mi imaginación, en busca de nuevas rimas con las que expresar mis emociones.
Era mi tercer día, mi mente poco lúcida, no conseguía hilvanar un poema con el que me sintiese complacido.
Aquella tarde contemplaba el océano en el devenir de sus olas, golpeando con ímpetu, y salpicando sus espumas sazonadas a varios metros de altura sobre el arrecife. Yo, aguardaba la visita de mi musa, la que tantas tardes, amaneceres y noches me visitó sonriente permitiéndome crear pequeños tesoros poéticos.
El lugar era ideal para la inspiración y quiso la fortuna que deparase en una joven morena atrayente y abatida, que permanecía sentada sobre una roca rodeada de musgo.
Me aproximé con sigilo, cuando ya me encontraba a pocos metros, me senté a observarla. Ella parecía ausente, su barbilla la apoyaba sobre su mano derecha temblorosa, y miraba hacia el infinito de ese mar alborotado buscando un imposible, sus ojos tristes y vidriosos, se dejaban ver entre sus negras lentes indicando que algo había logrado ofuscarla.
Tenía que hacer algo que lograse extrapolar sus congojas a un lugar lejano y arrinconar la nostalgia de aquella chica, casi extenuada. Atisbé en la profundidad del océano buscando el hechizo que me iluminase para deleitar aquella mujer, y escudriñando en el baúl de las imágenes inquietas repletas de poesía, y con la magia del verbo que describe vivencias incompletas, conseguí que mi pensamiento enrevesado plasmase en mi libreta un pequeño poema que le obsequié con entusiasmo.
Escucha niña que el hechizo atiende,
Un mar de dudas por tu campo vuelan.
Son las razones, las que no te entienden
y el dolor interno quien a ti atormenta.
Si vestida vienes, de melancolía,
y en tu dulce alma, la canción no suena,
no busques consuelo en tu fantasía,
que un aire rancio, truncó su quimera,
la dejó desnuda, solitaria y muerta.
Mírame a los ojos que una llama prende
de un trovador, soñador sincero,
que intenta con su pluma y con su verso,
incendiar de entusiasmo tu desdicha,
y quemar la madera de tu pena.
La recompensa a este poema fue, una dulce sonrisa y un, “me lo dedicas”.
Belfas 14/09/06
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