Los elementales: Rescatado (Cap.1). De Monelle
Por monelle elFeb 15, 2010 | EnMonelle, CONTEMOS CUENTOS 16
Caminaba extenuado. Lo encontré perdido vagando por el bosque. En su mirada, se podía entrever el devenir de años de trabajo y sufrimiento. Lo llevé a casa, le di cobijo y por la expresión agradecida de su rostro, supe que se recuperaría pronto. En cierta forma, me aproveché de su debilidad para estudiarlo a fondo.
Era un extraño entre nosotros. Mi esposa me había recriminado y los niños, con su curiosidad, deseaban conocer más sobre aquel enigmático personaje vestido con una indumentaria anticuada.
Ninguna pista con la que poderlo identificar o tal vez extrapolar conclusiones. Lo único que rescaté, antes de deshacerme de sus ropas, demasiado deterioradas, fueron unas tiras de pergamino garabateadas, a las que, en un principio, no di la importancia que realmente tenían.
Las arrugas en su piel extremadamente blanca, casi traslúcida, quizá fruto de una corta exposición al sol, no me gustaron nada. ¿Quién me decía que no se trataba de un vulgar delincuente? Pero ese no era motivo para negarle la asistencia.
Ninguna cicatriz destacable, salvo una extraña punción en un costado. Clara señal de abandono eran el largo cabello y su barba descuidada. Debía encontrarse muy por encima de los setenta años.
¿Quién sería?
Ansiaba que la lucidez regresara a su conciencia. Apenas tres días pasaron antes de su primera reacción.
Abrió los ojos como nunca antes viera hacerlo a nadie. No perdía detalle de nada. Me miró y pareció reconocerme. Entonces habló.
Tan sólo unas cuantas palabras sueltas, recuerdo claramente: océano, salamandra, ondina, silfo, musgo, gnomo, cielo, entrañas y fuego.
Parecía francés pero tardé en reconocerlo. Preocupado por que no cayera de nuevo en el ofuscamiento, lo tomé de la mano y le di los papeles que rescaté de su bolsillo. Al saberlos en su poder quedó tan complacido que, cerrando nuevamente sus ojos, se durmió.
Y con aquellas palabras sueltas que intentaba encajar en mi lógica, salí del cuarto cerrando la puerta.
Mi mujer, me insistió en que debía notificar su presencia a la policía, pero me negué.
En mi cuarto apunté todas las palabras que pude traducir de su conversación, intentando encontrar alguna relación entre ellas.
Leí en voz alta aquel galimatías. ¿Sería un escritor extravagante? ¿Un cuenta cuentos? O simplemente ¿un loco?
Monelle/CRSignes 14/09/06
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