Categoría: "Marola"

La Insensibilidad. De Marola

Bill Brandt (3 de mayo de 1904 - 20 de diciembre de 1983)

Se empezaba a caldear el ambiente, eran las seis de la tarde y algunos de los presentes no aguantaban el sentir de una buena conversación, eran personas superficiales a las que solo les gustaba hablar de si mismos, de temas banales y que solo ellos creían que sabían conversar. Cuando la conversación hacía referencia a algo que ellos no entendían, empezaba a desnudarse el verdadero carácter y la pompa de su sentido, de su personalidad. Empezaban a hibernar como los osos hacen en invierno, pero estos no lo hacían por su supervivencia, lo hacían simplemente porque no quería entrar en aquel mundo de poetisas, de personas que durante unas horas cambiaban las vicisitudes que soportaban durante toda la semana por compartir esas palabras, por desnudar su corazón, por compartir las emociones, para muchos estupideces sin ningún sentido, que sentían al escribir, al relatar las experiencias de la vida, los sueños, las ilusiones. Por que sin aquellas pequeñas reuniones no había nada, el mundo era como un desierto inmenso en el que no ves el final, no sientes el horizonte, pierdes la fe en la vida, porque sabes que si no encuentras agua vas a morir.
Pero ellos, eran o se creían especiales, únicos, los más inteligentes, era tan grande la insensibilidad que sentían que llegaban a flotar en el ambiente unos estímulos de vanagloria y fanfarronería que al final, los delataba a todos como las personas más infelices de la tierra.

Marola 30/01/2007

Salir. De Marola

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Tras pasar por debajo del aro se detuvo y quiso sentir esa sensación que hacía años añoraba y que por fin había conseguido, no sabía como detener el tiempo, quería parar el reloj y quedarse en ese momento.
Aquella persona había conseguido llenarla de estupidez, había conseguido inutilizarla para siempre con la excusa de que no era nadie, había cometido muchas travesuras pero no creía que eso pudiera afectar de tal manera a nadie. Había sido su decisión, su vida, y no tenía porque dar explicaciones a nadie y menos a alguien que la había arrastrado hasta la más mísera destrucción de su propio ser.
Se había atrevido a hacer algo que estaba fuera de control de nadie, pero lo había conseguido, se enaltecía de su inmensa fuerza, de su entereza, pocas personas logran salir de ese túnel largo, oscuro y sin final, pero ella salió, tras fintar varias recaídas, propuestas, y personas que no ven el problema, sino simplemente una moda.
¿Es posible salir? Le preguntaban muchas personas que no se atrevían a pasar por el aro, y ella siempre decía: “La destrucción, la fabricamos nosotros mismos, ella viene a nosotros por medio de nuestras intenciones, deseos, alegrías, penas, fiestas, esperanzas, sufrimientos, celebraciones, familia, travesuras, pero si no la dejamos pasar, si le cerramos la puerta, ella se queda quieta y paciente en espera de otra oportunidad, ella sabe a donde puede llegar y los resultados de su inquietud. Puede llegar al clímax del desastre, pero nosotros solo debemos hacer una cosa, no dejarla entrar en nuestra vida, cueste lo que cueste. En el momento en el que esté dentro de nuestras vidas será difícil echarla, ella se queda como invitada principal y absorbe todos los derechos, nos va consumiendo poco a poco, hasta que no nos queda nada, hasta que solo nos queda una poca dignidad que se aferra a nuestro ser para salir del terror.

Marola 16/11/06

El abrazo. De Marola

Fuente imagen Internet

Le parecía una gran estupidez lo que iba a atreverse a hacer aquella mañana de invierno, pero hacía muchos años que deseaba con todas sus fuerzas hacerlo, el pensamiento de la estupidez le había frenado siempre, pero ahora pensaba que haciendo una finta a la vida podía hacer lo que más deseaba. Quizá sería su perdición pero se lo tomaba todo con mucha filosofía después de los terribles momentos que había pasado desde hacía unos meses.
Todos pensaban que había sido una travesura pero a él le daba igual, solo había habido una persona que gracias a su positividad, su entereza lo había hecho enaltecer de aquella situación, animándolo siempre.
Quería pasar por debajo del arco de Triunfo de Barcelona, lo quería hacer con una pancarta en el cuello pidiendo que la gente le abrazara, le dijera en ese preciso instante que es lo que sentía teniendo a alguien entre sus brazos. Quería sentir en su piel que es lo que se siente queriendo a alguien, porque él, por extraño que parezca, jamás había sentido un abrazo. Huérfano desde los seis meses estuvo viajando de orfanato en orfanato sin amor, cariño o estima por parte de ninguno de sus tutores. Así fue como Raimundo sintió el abrazo. Lo hizo, y en aquellas dos horas que estuvo abrazándose con la gente sintió el mayor gozo jamás sentido, se fue orgulloso y contento a descansar de aquella proeza que siempre pensó que no podría conseguir. ¡Qué fácil ha sido! Exclamó mientras recorría el camino a casa, y que sencillo poder abrazar a la gente, lo que no comprendo es como cuesta tanto demostrar una cosa tan sencilla y tan barata.

Marola 07/11/06

Sucumbir a un amor. De Marola


Me dio una alegría tremenda aquella mañana del 22 de marzo de 1982, estaba esperando con una gran ansiedad que apareciera por la puerta de aquel restaurante. Hacía un año que trabajábamos juntos y desde el primer día me había enamorado como una boba, cada mañana intentaba llegar un poco antes al trabajo simplemente para oír el ruido de su moto aparcar enfrente de la puerta de cristal.
No quería sucumbir a sus encantos, que la verdad no eran muchos, pero había algo en su forma de ser, de andar, de hablar, que emanaba por antonomasia, era algo sensual, especial, y a la vez bestial. Cada vez que lo veía entrar con su casco colgado del brazo con sus tejanos apretados, su camina de cuadros azules y sus botas camperas acabadas en punta, me ruborizaba de tal forma que me tenía que esconder detrás de una columna que separaba el bar del salón del restaurante.
Había noches en las que, tras acabar de trabajar, nos íbamos a un bar cercano a tomarnos la primera y última copa para relajarnos, allí me pedía un cubata y apoyada en el borde de la barra, me ponía a soñar, soñaba solo con verlo, con estar cerca de él, soñaba que era su pin-up, colgada en la pared de su habitación y él como un pirata que surca los grandes mares me rescataba del papel y me cogía por mi estrecha cintura apoyándome con toda suavidad encima de una alfombra de un precioso salón, en el cual nos poníamos a bailar durante toda la noche, hasta que el sol nos obligaba a abandonar aquel lugar, un lugar donde mis ancestros habían vivido su historia de amor. Cada uno vivió una diferente, pero muy intensa, que dejó una huella que jamás podrá olvidarse, porque esa huella es como una cicatriz que está dibujada y no se va de ti nunca.
Todo aquello que sentí con tanta fuerza fue la primera gran historia de amor, que no duró lo pretendido pero me dejó lo más importante de mi vida, que es una persona….la persona más querida e importante de mi vida…mi hijo.

Marola 17/07/06

Sueños de verano. De Marola

Estaba sentada en aquel viejo banco de madera en frente de la casa de mi madre, en aquel pequeño pueblo que me había hecho tener los mejores sueños de juventud. Cuando estas en esa edad insaciable de los catorce años, en la cual todo te parece una combinación de sueño, pasión, alegría, desenfreno, libertad, todo eso que en ese preciso momento sientes a esa edad. En la comisura de mis labios se dibujaba una pequeña sonrisa de anhelo, de añoranza de aquellas tardes en las que el corazón latía más deprisa, en las que te envolvía una especie de rubor, cuando veías venir a aquel príncipe azul. Al repuntar la tarde te vestías, te pintabas los labios y te arreglabas el pelo como si fueras a una gran fiesta, allí en el pueblo no había discotecas, solo teníamos unas viejas casas que nos dejaban para hacer nuestra “peña” de amigos, allí teníamos tocadiscos, bebidas, y pasábamos las tardes embobados, en una especie de combinación entre sueños de verano y fantasía de juventud. Pero fué la época más bonita de mi juventud, la época en la que crees desesperadamente en los sueños, y que hay veces que se hacen realidad. Cuando te haces mayor, queda ese recuerdo imborrable de todas esas maravillosas tardes de verano, que ya no volverán.

Marola 04/07/06

El Cóndor. De Marola

Aquella noche me invadió un bello sueño, que durante todo mi niñez me había acompañado varias noches a la semana. El sueño empezaba con una niña del barrio de Kunsai (Kunsai era el barrio más pobre y desolado de mi país), con unas insaciables ganas de vivir, en la comisura de sus labios se podía observar la esperanza, la vida… Anea que así se llamaba la bella princesa, que era como la llamaba Cóndor, tenía una vida solitaria y sin esperanza, vivía con la ilusión de que su pájaro volara cada noche a darle lo que no tenía "amor, cariño y sueños".Cada noche se trasladaba a un banco del parque, sentadita con sus pequeñas manitas cruzadas encima de sus delgadas rodillas, a esperar a su gran amigo el Cóndor, él era una especie de combinación entre pájaro y ángel, ellos permanecían de la mano, se miraban y a través del contacto de sus manos hacían realidad esa gran ansia que tenía de que alguien le diera un beso, la acariciara, la mimara. Porque Anea vivía en un lugar horrible, el lugar más pobre y desolador de la tierra, pero Anea se sentía libre, querida, amada y segura con Cóndor hasta que empezaba a repuntar el día; entonces se despedían hasta la próxima noche, cuando el Cóndor la volvería a llamar en medio de la noche, para darle su mano y acompañarla en ese trance de miedo y temor que ella tenía y no podía despojarse. Pero durante el encuentro Anea destruía todo eso que le rodeaba durante el día, no se acordaba de nada, solo vivía esas horas como las más bellas y esperadas de su existencia.

Marola 03/07/06

Ese pequeño diablillo. De Marola

Ese endiablado crió de tan solo tres años nos llevaba de cabeza, sus ráfagas de rabia, mala leche y su maléfico pensamiento nos hacia ir a todos de boli detrás de esa especie de calamar que se escurría, resbalaba y alcanzaba con sus pequeños tentáculos todo aquello que le ponía por delante. Todos los día Fredo su abuelo pedía toda clase de preces a su Dios particular para que realizara un milagro y sustrajera ese aire de desdén de esa personilla, aunque en el fondo su abuelo se reía a solas a carcajadas cuando se paraba un momento a pensar todas las barbaridades que había hecho su nieto, en el fondo lo halagaba, lo admiraba por la extraordinaria imaginación que desarrollaba con tan solo tres años, por la alegría que daba en aquella casa que desde hacía dos años y medio había quedado transformada en un lugar silencioso y triste a causa de la muerte de la madre de Chiqui que era ese diablillo que corría por todos los pasillos de aquella mansión. La única realidad era que gracias a esas travesuras a esas acciones endiabladas cada día la luz del día y del sol brillaba con más fuerza cada amanecer.

Marola 02/06/06

Saliendo del infierno. De Marola

Una gran ráfaga de aire rozó aquella noche mi piel, había salido de aquella habitación temblando, con los nervios de punta por ver aquel maléfico cuerpo tirado entre las sabanas, sin rostro, sin expresión, sin alma.
Aquella endiablada noche me había transformado después de dieciséis años en una asesina, una persona odiosa, peligrosa, pero en mi interior halagaba con todo mi alma la valentía de haber cometido aquella acción terrible sin desdén que llevaba viviendo dentro de mi durante tanto tiempo. Durante tantas noches, sufriendo, padeciendo, haciendo todo aquello que no deseaba, pero obligada por aquel pedazo de animal, que solo sabía vivir para él. Yo cada día sola en mi oscura habitación rezaba mis preces y pedía y rogaba que el Señor se lo llevara, pero no me escucho, no sintió mi misericordia, fue egoísta e inhumano y dejo que mi mente se volviera terriblemente impura y destructora, y durante dos semanas prepare lo que suplica, era ese hilo que pende tan sumamente frágil que en cualquier momento se suelta, era el fin de mi vida, pero antes me llevaría por delante a ese ser que era todavía peor que yo.
Cuando Salí de aquella habitación me fui al restaurante de la esquina, el dueño amigo desde hace quince años, me vio entrar con el rostro desencajado, algo se notaba pero no me dijo nada, simplemente me sirvió un bocadillo de calamares, que era lo que más me gustaba, y una cerveza. Lo dejó encima de la mesa y se sentó a mi lado, solo me dijo:

¿Lo has hecho, verdad?...
¿Qué es lo que he hecho?, no te entiendo…
Bueno, no quiero que te siente mal el bocadillo, cómetelo y hablamos después. – dijo Jaime, prácticamente sin mirarme
Vale, cuando acabe con esto, llama a la policía, no me preguntes, simplemente haz lo que te he dicho.

Aquella noche trato de librarse de aquella pesadilla que durante tantos años le había hecho una cicatriz tan grande que ya no se le notaba, aquella noche se libro de su peor enemigo, aunque perdiera la libertad, su libertad…

Marola 01/06/06