Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 21"

Los elementales. Capítulo veintidós: El favor de Dios. De Monelle

Pensé que se desvanecería. Que como sus hermanas su silueta se inflaría hasta alcanzar la redondez de un espacio circular nacarado. La calidez de su tacto sobre mi rostro, el saludo exento de humedad, me sorprendió. Intenté agarrar su mano como acto de pleitesía para postrarme a sus pies, pero atravesé su cuerpo sin que por ello perdiera la forma. Me costó contemplarla. Era diferente, distaba mucho de los relatos que había oído. Poseía una hermosura liviana. Las trasparencias y los brillos reflejados de las luces le conferían la magia añadida de las estrellas.
Su sonrisa precedió a una cascada de sonidos que no tuve dificultad en descifrar. Comprendí entonces la grandeza de lo que hasta ese momento me había pasado. En mi atolondrado recuerdo había obviado detalles de vital importancia. A este viejo zorro, también se le escapan cosas. ¿Cómo era posible el entendimiento con aquellas razas si desconocía sus lenguas? ¿Acaso habían aprendido la mía para facilitar el posible trato? Entre sofismas mentales estaba, cuando ella misma me sacó del badén de la ignorancia.

Bienvenido seáis. Soy Marmara. Temerosa por las prisas debería centrarme en mi ofrecimiento, pero me ha tentado poner respuesta a vuestras preguntas. Concederle esta licencia puede mejorar nuestro trato.

Intentaba ver más allá de mi encierro. ¡Imposible! Fue tal el desbarajuste que mi presencia había causado que tan sólo podía ver los rostros pegados al habitáculo de centenares de ondinas curiosas, moviéndose inquietas, yendo y viniendo y difuminando así el paisaje.

Marmara, vuestro reino es el último que me quedaba por visitar. Agradezco el detalle —mis palabras sonaban distintas pero no me eran ajenas.—¿Se me antoja saber cuál es el milagro que permite entendernos?
No existe ningún milagro. Al principio de los tiempos los libros sagrados hacen mención del hecho, todas las criaturas de la creación teníamos una misma lengua. Ésta era lo suficientemente sabia y hermosa como para contener la complejidad y la sencillez que la vida de entonces requería. Pero la ambición del hombre rompió el equilibrio y Dios nos castigó a la confusión. Hoy este mismo idioma aletargado nos sirve para comunicarnos.

Quedé pensativo, siempre había huido del creador y ahora éste se me manifestaba así. ¿Qué quería de mí? ¿Qué pretendía de alguien que siempre le había cuestionado?

Monelle/CRSignes 02/12/06

La batalla. De Aquarella

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La situación se ha hecho insostenible. El inmenso silencio que lo invade todo hace temblar mi mundo, hasta el tiempo parece moverse demasiado lentamente. Puedo oler ese miedo que espesa los pensamientos, puedo sentirlo. Ante la pregunta ¿qué sentido tiene esta guerra? La tentación de huir se convierte en la respuesta más apetecible, pero está prohibido, mi linaje no me lo permite. El desbarajuste de este lugar se me antoja un campo de batalla en el que la silueta de la derrota se pasea como una zorra hambrienta entre los pocos que aún quedamos en pie.

Veo caer a mis súbditos, mis colaboradores, mis amigos, y el dolor sangra con más fuerza que la humillación que se avecina. Mi mente acepta ese absurdo sofisma que me condena a morir para salvar a un rey que no lo merece, me han educado para ello, pero mi corazón no lo admite tan fácilmente, se rebela ante las reglas establecidas… cierro los ojos con el deseo de que, como por arte de magia, aparezca en el terreno un badén lo suficientemente grande para tragarse a ese enorme caballo que viene a atacarme. Cuando abro los ojos el animal está ya casi encima. Todo está perdido, mi sacrificio no evitará el grito de victoria del enemigo

¡JAQUE MATE!

Aquarella 30/11/06

Partida. De Suprunaman

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Los dos ajedrecistas estaban sentados el uno frente al otro. Tenían una postura semejante, los pies cruzados, el cuerpo torcido y la mano sujetando fuertemente la barbilla. Esperaban impacientemente a que su rival cometiera el error fatal.
Las piezas estaban esparcidas por el tablero. El desbarajuste era tal que Mihail tuvo la tentación de mover la dama, sin caer en la cuenta de que la torre de Korchnoi aguardaba como una zorra para hacerle el jaque. Pero advirtió cierto brillo en los ojos de Korchnoi y desistió de realizar la jugada.
Habían pasado varias horas de partida, Mihail tuvo antojo de un yogur; después de tomar una cucharada hizo una jugada que rompía los esquemas del aspirante. Korchnoi se quejó, presentando un sofisma. Argumentó que Mihail había recibido información codificada en el envase del yogur. El juez desestimó el comentario.
La partida tomó entonces otro cariz, empezó una guerra de guerrilla. Mihail, propinó una fuerte patada a Korchnoi por debajo de la mesa, éste perdió momentáneamente la concentración.
Por favor, —dijo esta vez —ahora toca patadas.
La partida se vio interrumpida de nuevo, los jueces decidieron colocar un badén que impidiera el contacto de ambos jugadores.
Hizo su aparición entonces un grupo de parapsicólogos, empezaron a hacer movimientos con las manos, a rezar en voz baja. Korchnoi no lo pudo evitar, se vino abajo. Agarró el rey, lo tumbó sobre el tablero, se levantó y se marchó sin felicitar si quiera a Mihail por su victoria. Su silueta se difuminaba a medida que se apartaba de las luces.
Mihail quedó allí, delante de las cámaras, con un gesto sonriente.
En la entrevista dijo, en una guerra, no sólo cuenta lo que está en el campo de batalla, también influyen los servicios secretos.

Suprunaman 29/11/06

El mejor. De Locomotoro

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Cuarenta pasos de peón y ganaría el Open de Moscú. No tenía costumbre de perder, sin duda era el mejor, un reto viviente. Había perdido su mujer, sus amigos, su vida social a cambio del éxito que disfrutaba ahora.
Sentado ante su adversario, ante las miradas de curiosos expectantes de un espectacular final, esperaba distraído el toque de reloj que le permitiría dar un paso más hacia una inevitable victoria.

El antojo del destino, había querido enfrentarlo con su mayor adversario. No se trataba de un gran jugador… sino del hombre por el que le había abandonado su mujer. Tenía la oportunidad y la tentación de destrozarlo, pero se tomaría su tiempo.
Un taconeo de peón marcó su tiempo de juego. No tenía ninguna prisa. Dirigió una mirada hacia el público que lo miraba con ojos deseosos. Estudió cuidadosamente cada pensamiento, cada mirada… y finalmente sus ojos se posaron sobre ella. Tenía una sonrisa cansada, con esperanza estéril. Tenían que ganar, necesitaban ese dinero para salir de una ruina inminente. Si ganaba, saldrían del atolladero. Si perdía… seguiría viviendo de alguna manera.
Giró la cabeza y olió el sudor frío del miedo de su adversario, arrinconado como un perro en un badén. El desbarajuste de peones desordenados sobre el tablero le hizo gracia, pero reservó su sonrisa. No sentía compasión, sino envidia. La mezcla se convirtió en rabia y dirigió sus dedos con ira hacia la torre que marcaría el jaque. Ella se llevó las manos a la cara para que nadie la viera llorar y entonces se detuvo el tiempo. Los focos, los fotógrafos, el juez y los dos hombres encerrados en los escaques de la vida, uno blanco, otro en negro.
El gesto estúpido que dibujó su rostro trató de buscar un sofisma para explicar todo aquello. El rey cayó sobre el tablero y ambos jugadores, uno de ellos con los ojos absortos se dieron la mano. Los focos lo iluminaron como una estrella y los micrófonos de la prensa se amontonaron tapando su cara.
Entre la multitud, salió con su gabardina como una zorra huyendo de un corral. Afuera, en la calle llovía suavemente, hacía frío y llamó a un taxi. En la soledad de la espera, una voz lo detuvo, se giró y la silueta de la mujer acarició su semblante con rubor.
No has cambiado nada… sigues siendo el mismo; el mejor.

Locomotoro 28/11/06

La tentación. De Suprunaman

Brian Ballard (Irlanda 1943)

Y de la siguiente forma empezó a narrar ésta sofisma:

Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistir firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
Pedro 5:8,9

Creedme hermanos que aquella mujer, inteligente como una zorra me hizo dudar de mis ojos y provocó en mi mente tal desbarajuste que acabé pensando que las nubes eran humo, que los rayos del sol flechas, que mi hermano mi enemigo y su mujer la mía.
Creedme hermanos, no juzguéis mi acto como tal, fue una locura pasajera, si pudiera redimir mi pecado estad seguros que lo haría, pero… como devolver la vida a Esculapio.
Creedme hermanos que aquella mujer era una Diosa maligna, guió mi espada a su antojo, y yo como un títere.
Era bella aquella mujer, pero la silueta que proyectaba se asemejaba a una serpiente de cascabel susurrante, hipnotizante: ”Tu hermano Esculapio tiene todo lo que quiere y tú eres cobarde y necio. Mátalo, tuyas serán sus pertenencias, sus esclavas, sus riquezas y su esposa. ¿Vas a permitir que un pequeño badén te prive de poseer todo lo que el tiene, todo lo que deseas?"
Por favor hermanos, creedme que así fue como sucedió, me hipnotizó, por favor, no me colguéis como un vil delincuente.

¡Cloc!, sonó a crujir de vértebras, sonó a muerte de asesino.

Suprunaman 24/11/06

Los Elementales. Capítulo veinte: En la superficie visible. De Monelle

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Anna regresó alterada. Había tenido un pequeño accidente mientras aparcaba en el hipermercado, un incidente sin consecuencias pero que le iba a suponer un aumento en la póliza de seguros. Aquél desbarajuste llevó al traste con parte de sus planes; le dolía no poder hacer el pastel. Depositó un par de pizzas aún calientes sobre la mesa mientras nos explicaba lo sucedido. Por suerte consiguió sosegarse.

Veo, estimados míos, que este mundo es complicado aunque reconozco sus ventajas. Me gustaría disponer del tiempo suficiente para su estudio, pero intuyo que no podrá ser.

Durante la comida Julien disertó sobre las ventajas e inconvenientes de nuestra época. Al terminar tuve la tentación de llevarme a Anna hasta nuestro cuarto, aún seguía nerviosa, pero desistí. Confiaba en que el relato fantástico sobre las Ondinas conseguiría calmarla.

—No deseo entrometerme, pero me ha dado la impresión de que desean estar solos. De ser así lo comprendería.
De ninguna manera —interrumpió Anna. —Continúe.

Le pasé el brazo a Anna sobre el hombro. Mientras nos acomodábamos en el sofá, Julien agachó la mirada.

Se me antojó esperarla, querida mía, pues deseo compartir mi experiencia con usted, ya lo sabe. No se pueden imaginar lo duro que resultaba para un anciano como yo tener que ocultar estos hechos, no poder hablar con nadie, argumentar sofismas con los que justificarme esperando no ser descubierto. La importancia de este último contacto, del empleo de la última oración, logró sacarme de mis casillas. Consideraba que los días pasados eran tiempos perdidos; estaba convencido de que no me lo podía permitir. Debía juntar agua de varios lugares, por ese motivo recorrí los cuatro puntos cardinales de la comarca de Béziers buscando el líquido necesario que fui introduciendo en un baden abierto lo suficientemente grande como para contener una buena cantidad de litros. El lugar que había previsto para el conjuro se hallaba en la ribera del Orb en un pequeño abrigo a unos kilómetros del pueblo. Al llegar volví a tener la sensación de no encontrarme solo. Me aseguré de que nadie había podido seguirme. Seguramente era fruto de mi nerviosismo.
“¡Rey terrible del mar!...”
Vociferé.
“...Vos que tenéis las llaves
de las cataratas del cielo
y que encerráis las aguas subterráneas
en la cavernas de la tierra...”
En la superficie visible de la cuba, cientos de pequeñas siluetas chapoteaban nerviosas intentando salir
.

Monelle/CRSignes 23/11/06

Palabras para el "contemos cuentos 21"

Estas fueron las palabras seleccionadas para la quincena número 21:

ANTOJO

BADEN

DESBARAJUSTE

SILUETA

SOFISMA

TENTACIÓN

ZORRA

Con un total de 3 votos sobre 5 ganó el tema DEPORTES, con el que desarrollamos las historias de la segunda semana.