Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 13"

La historia de Andrés, el ciempiés. De Hechizada

Andrés, un ciempiés, vivía en un bosque. Solía vestir un chaleco gris, pantalón a juego con tirantes a modo de cargador para evitar que se le bajaran cada vez que moviera sus cien patitas, y un sombrero negro. Vivía en un hueco profundo con varias celdas que lo separaban en diferentes ambientes, quedaba al lado de un fuerte abeto que le protegía del viento y la lluvia.

Al salir los primeros rayos del sol ensayaba con su flauta. Todas las mañanas, entonaba su canción. Él quería mucho a su flauta plateada, se la regaló un viejo topo que vivió en el bosque. Llevaba años practicando, iterando la misma melodía, pues realmente le era muy difícil lograr armonizar todos sus pies, y a veces le fallaba la memoria. Al principio, sus amigos soportaban estoicamente sus ensayos con paciencia. Le animaban a perseverar cada vez que lo veían frustrado, desesperado; le decían que necesitaba un buen descanso porque era agotador lo que hacía, pero que algún día vería los frutos de la constancia. Cabizbajo se retiraba a su casa pensando que lo intentaría de nuevo al día siguiente.

Un día se reunieron sus amigos: el gran búho Hugo, la gallina Tina, el saltamontes Cifontes, la coqueta mariposa Rosa, la ardilla Lidia, la liebre Nieves, el colibrí José Luís, la rana Ana y la culebra Petra. Estaban preocupados por Andrés, le veían deprimido y temían que dejara su flauta. Decidieron que cada uno le animaría a ensayar porque le veían talento. Había que hacerlo con celeridad porque pronto habría un concurso de animales de bosques músicos, y sería una gran oportunidad para Andrés. Hugo le regaló un nuevo sombrero. Petra le hizo un nuevo pantalón cuando cambió su piel. Lidia le preparaba su postre favorito: Minué de Nuez. Le aplaudían, le aupaban, le mimaban.

Andrés lo hacía cada vez mejor, sus notas parecían estar vivas. Llegó el día del concurso, sus amigos se pusieron sus mejores ropas. Otros animales eran un poco envidiosos y desconfiados, no creían que fuera tan buen músico. Pero cambiaron de opinión al oírle tocar. Su melodía era tan hermosa que todo el mundo escuchaba con atención. Ganó el concurso y todos le aplaudían entusiasmados. Andrés hizo una gran fiesta en el bosque con todos sus amigos porque sin ellos no lo hubiese logrado. Se hizo famoso pero siguió ensayando nuevas melodías y enseñando a tocar la flauta.

Hechizada 11/08/06

A galope tendido. De Monelle

Subido al caballito, Migue, dejaba que éste le cargara dónde quisiera.
Habían recorrido juntos casi todo el mundo conocido. Conocido por él, naturalmente.
La tele, era su mejor guía. De los documentales sacaba las ideas y las retenía en su abierta memoria.
A pocos días de su quinto cumpleaños destacaba, en él, su despierta imaginación.

Mamá, háblame de la China... Mamá, cuéntame sobre Australia... Mamá, dime lo que sepas de Francia... Mamá, guíame por Sierra Morena...

Y mamá atendía aquellos iterantes requerimientos con mucho gusto. Ocurría por las noches y ella no tenía reparos en narrarle con un grado de fantasía —muchas veces se veía desbordada por las preguntas sobre territorios demasiado remotos para ella—, los detalles que a él le pudieran interesar.
Y todo aquello, terminaba alojado en la pequeña cabecita de Migue que acumulaba, cual cargador, aventuras con las que, el día siguiente, retomaría la galopante carrera de sus sueños después del descanso nocturno.
La celeridad de sus movimientos —su corcel era el más rápido del mundo— ayudaba en sus escapadas.
Siempre estaba preparado para realizar hazañas de heroica conquista, descubrir nuevos territorios, o romper fronteras.
A lomos de su caballito: resbalaba por la barandilla; saltaba la verja; bordeaba el seto, demasiado alto para él; y esquivaba los charcos. Si no estaba huyendo de temibles ogros o cruzando fosos, galopaba sobre las nubes para no perderse la danza de las princesas a orillas del Rhin al compás de un minué, o las tracas con las que se festeja el año nuevo chino en el gran desfile de los dragones mandarines. Se le podía escuchar animando a su cabalgadura, mientras escalaba la cresta de las olas, siguiendo la ruta de Simbad por los siete mares.
Y cuando el sol se ponía, corría hasta los brazos de su madre simulando no estar cansado pero exhausto; y ella, mientras Migue le contaba sus aventuras, lo cogía en brazos, le daba un gran beso, y le entregaba la merienda cena antes de llevarlo a dormir.

Mamá, ¿está muy lejos el lejano Oeste?

Aquel día, víspera de su cumpleaños, no podía dormirse. Mientras la puerta del cuarto se cerraba, Migue comenzó a tramar su próxima aventura.
Un atracador se había escapado a galope tendido de su celda, y él, a lomos de su brioso corcel, debía ayudar al sheriff en su captura.

Monelle/CRSignes 10/08/06

En el fondo del mar. De Edurne

Érase que se era un maravilloso país en el fondo del mar donde todo era paz y armonía, las diferentes especies marinas compartían territorio y se respetaban entre ellos por la memoria de sus antepasados. Desde el salmonete hasta el atún, pasando por la caballa y el rape, disfrutaban su vida longeva sin peligro ni preocupación.
En algún amanecer azulado, sonaba un conocido minué que salía de la concha de la caracola, avisando a todos los ciudadanos para recogerse en retirada. Era el toque de queda a la vista de peligro. Cesaban los paseos y las danzas y todos se recogían con pronta celeridad hacia sus refugios o celdas. De la superficie caían a plomo las ingenuas redes iterando sus movimientos de captura ignorantes de que nuestros protagonistas eran más listos que el hambre.
Un fatídico día, la tortuga de mar llegó azarosa con una mala noticia: un enorme pez se había instalado cerca del cargador de perlas y desconocía su especie. Asustada, explicó al cónsul el enorme peligro que se cernía sobre su pacífico país, habían sido capaces de eludir las redes de estrechas mallas, pero tan monstruoso enemigo acababa con las expectativas de todos.
Reunido el consejo, habló la prudente estrella de mar y propuso organizar una incursión por la zona para estudiar al enemigo. La escurridiza anguila escondida entre la arena, la rápida y chiquitina pescadilla zigzagueando entre las algas y el telescopio puesto del cangrejo fueron los encargados de investigar.
A su vuelta, después de espiar sin descanso durante unos días, los tres sicarios llegaron a la misma conclusión, no le habían visto la boca, y si no había boca, tal vez se alimentaba de algas y no de peces.
Los ánimos se fueron tranquilizando pero había que cerciorarse, el riesgo era demasiado elevado para confiar a la primera de cambio.
Cuando el enorme espécimen cubrió con la negrura de su sombra el fondo de las aguas, la mayoría retrocedió hacia sus refugios, pero los más atrevidos, osaron acercarse con discreción; el lenguado y el rodaballo aprovecharon su cuerpo plano para pegarse a él y... no pasó nada. Luego siguieron la lubina y la caballa, y nada, el intruso seguía su marcha sin inmutarse. Ante la valentía de los primeros, poco a poco se iban acercando todos hasta que comprobaron que no había peligro. Y es que, señores, el submarino debía seguir su rumbo.

Edurne 09/08/06

El bosque de los sueños. De Mon

¡Niños, comienza el baile de los peluches! — Vocifera el hada del bosque — Vamos a aprovechar ahora que estamos todos dormidos para ir en busca de la fiesta, del lugar secreto donde vuestros mullidos juguetes danzan a ritmo de minué hasta antes de amanecer.
Los niños duermen mientras trazos de su memoria, que han aprendido ese día, se unen con el sueño para imaginar un mundo fantástico lleno de color y sensaciones.
¡Ya estamos dentro! —Grita Ana — ¡Ya puedo ver el sendero de los árboles negros! —Al mismo tiempo se agacha y toca el musgo fresco y verde que crece a los lados del camino. — Dame la mano hada que tengo mucho miedo.
Tranquila Ana, que hoy vamos a la aldea de los peluches.
Todos formando una larga fila y asidos de las manos se disponen a recorrer el sueño que les llevará hasta el baile, deben darse prisa y caminar sin descanso con la máxima celeridad antes de despertar. El bosque aguarda.
Juan Carlos, pequeñín, debes iterar el camino de vuelta, tú guiarás a todos en el caso que alguien despierte de repente. Recuerda que no debéis mirar atrás o los juguetes nunca más volverán.
— Sí, querida hada, así lo haré.
Por fin se acercan al pequeño desarbolado en forma de círculo, una fuerte luz ilumina cual mil lunas llenas solo el centro del campo.
¡Mirad, ya llega el ruiseñor que anuncia la fiesta!
A continuación y como por arte de magia comienzan a aparecer entre las plantas todos los peluches de los niños, cada cual mirando a su propietario.
¡Están todos! Es muy emocionante.
Solo cuando los niños duermen los juguetes se libran de la celda del armario y vienen aquí para deciros en sueños que os quieren aunque saben que de mayores, algunos nunca más volveréis a verlos bailar, quizás avergonzados, quizá desagradecidos.
“Nunca abandonéis aquellos que noche tras noche bailaron para vosotros, ellos os dieron la vida, os guardaron en los sueños con mucho amor, sin pedir nada a cambio.”

Mon 08/08/06

Minué en los reinos. De Suprunaman

Libertad era un país con un gran poder económico, su ayuda había sido útil en momentos delicados de la humanidad.
El rey Jorge había subido al poder de este país gracias a unas elecciones generales, tenía un carácter fuerte, carismático y sus decisiones beneficiaban al conjunto del mundo.
Cierto día, el rey Jorge, después de iterar sus quehaceres matutinos, reunió a sus consejeros y les dijo:
-Queridos consejeros/as; en nuestro país, Libertad, podríamos considerar que somos el cargador del mundo, allí donde hay hambre acudimos para saciarla, donde hay guerra vamos a restablecer la paz, donde hay catástrofes llegamos con celeridad para socorrer a los damnificados.
Anoche, mientras disfrutaba de mi descanso, vino a mi memoria la idea de crear un mundo nuevo. Libertad es referencia en el mundo, así que enviaremos cónsules a todos los reinos a los que todos obedecerán porque en realidad el mundo quiere ser como Libertad; les daremos nuestra propia lengua, de esta forma todos nos podremos comunicar sin dificultad, les daremos nuestras ideas políticas para que mejoren su calidad de vida, disfrutarán de nuestras costumbres. Haremos del mundo un lugar más habitable y mejor.

Los primeros cónsules llegaron a sus destinos y cual fue su sorpresa al ver las negativas de los reinos a la visión del rey Jorge.
El monarca de Libertad se enfureció, ¿cómo es posible que se nieguen a formar parte del reino más grande y con más potencial del mundo? ¡Haced llamar a mis consejeros/as!
En unos minutos se encontraban de nuevo reunidos y el rey Jorge dijo esta vez: Todos los reinos del mundo formarán parte de mi imperio, si no es por las buenas será por las malas, yo les puedo ofrecer calidad de vida y la tienen que aceptar, mandaremos tanques, aviones y soldados, construiremos celdas y encerraremos a aquellos que estén en nuestra contra y de esta forma podremos hacer realidad nuestro sueño, libertad para toda la humanidad.

Suprunaman 07/08/06

El mayor escapista del mundo. De Monelle

Momo era experto en escapismo. Nadie podía retenerlo. Aunque pocas veces hacía uso de su don, era dócil y gustaba de la compañía de todos, incluida la de los niños.
Desde la ventana observaba a los gatos callejeros, no era amigo de mezclarse con ellos. Posiblemente se creía de otra clase. Disfrutaba las mieles del descanso.
Después de que Momo satisficiera su apetito mañanero, acostumbro a salir a la calle y ofrecerle a los mininos un extra que agradecen con manifestaciones coreadas delante de mi puerta.
Si habéis tenido algún gato, sabréis que no hay dos iguales. Los hay: escapistas como él, la celeridad era la clave de su éxito; equilibristas, capaces de andar por las cornisas más estrechas y saltar ramas sin titubear; también encontraréis al gato malabarista que convierte cualquier objeto inanimado en el más divertido juguete; el típico mirón, ladronzuelo, siempre a la que salta y sin perder la memoria de los lugares en dónde le dan algo que llevarse al buche; gatas capaces de saltar a los ojos del perro más fiero para defender sus crías; y espabiladas que hacen de nodriza; conocí una que incluso robaba los gatitos de sus compañeras de callejón. Digna de ver es la coreográfica danza tipo minué, que el gato más desgarbado de la calle itera a su partenaire hasta conseguir que ella le entregue el sustento. Momo nunca perdió detalle de todo aquello.
En esta jungla callejera, tan entrañable, Momo se sentía el rey. Si bien no era amigo del contacto físico, cuando alguien osaba entrar en casa la defendía con uñas y dientes. Por que Momo era, ante todo, un gato casero. Su situación, siempre encerrado en casa, como en una celda, lo hubiera considerado cualquier otro congénere como un castigo. Si él se hubiera sentido atrapado, seguro que habría hecho uso de su habilidad.
Momo era como un cargador para mi estado de ánimo. Sabía cuando tenía que acercarse, cuando no, si necesitaba algo o si era yo la que quería algo de él.
Puede que Momo no fuera el mejor gato del mundo, pero siempre me sorprendía.
El pasado viernes realizó el mayor número de escapismo de su vida. Fue la última vez que me sorprendió. Y siempre lo echaré de menos.

Monelle/CRSignes 06/08/06

El último baile. De Pez Burbuja

Había llegado el momento. Después de treinta años de bailarín, ésta iba a ser su última actuación. La noche anterior había tenido una agria discusión con el director, con lo que su forzado retiro se había adelantado. Los años habían pasado con celeridad y aunque joven, era demasiado viejo para seguir bailando. Su cuerpo era una celda de la que no podía salir.

Salió al escenario vestido de época. Su peluca blanca refulgía bajo los focos. Un minué comenzó a sonar cadenciosamente. Bailaba sin descanso, iterando sus pasos con cada bailarina en una danza exquisita. Ponía el alma en cada movimiento y el público contemplaba reverente el espectáculo. Al acabar, un aplauso unánime llenó la sala mientras daba las gracias en la reverencia final.

El camerino aguardaba silencioso. Entró despacio y se sentó frente al espejo. Mientras se desmaquillaba, contempló su mirada cansada, las bolsas bajo los ojos, el mapa de arrugas en su rostro que hablaba de tantos momentos vividos, tantas imágenes guardadas en la memoria y que no volverían a repetirse…

Abrió el cajón y sacó la pistola. Comprobó que el cargador estaba lleno. Acercó despacio el cañón hasta colocarlo suavemente sobre sus labios, en un beso mortal. Luego, lo fue introduciendo en su boca. No sentía nada, ni miedo, ni remordimientos, nada. Nadie le estaría esperando, nadie lloraría por él.

Unos golpes en la puerta le sacaron de su estado. Rápidamente guardó la pistola en el cajón y se dirigió a la puerta. Una mujer le sonreía. Cogida de su mano, una niña le miraba con los ojos incandescentes.

- Perdone, no quisiera molestarle. Mi hija quiere ser bailarina, y ha insistido tanto en venir a conocerle que he tenido que acceder. Espero no haberle interrumpido.

- No se preocupe, no estaba haciendo nada importante.

La niña soltó a su madre y agarró su mano con fuerza.

Pez Burbuja 06/08/06

El héroe. De Locomotoro

Dedicado a todos aquellos hombres/mujeres, tan sencill@s, anónim@s... e insustituibles.

Al despertar, descubrí horrorizado que no podía moverme y que mis ojos no veían nada. Mi corazón y pulmones, se movían con celeridad al ritmo del pitido de alguna máquina. Entonces una mano tocó mi frente.
— Tranquilo, ya pasó todo, con unos días de descanso se recuperará de todas las lesiones.
Comencé a recordar lo que había pasado.
Iba de camino al trabajo cuando encontré en la carretera aquel Mercedes estampado contra el quitamiedos, y entonces...
Otra voz, esta vez era una niña, tomó mi mano y besándome me dijo en minué al oído: “gracias señor...” No sé de qué iba todo, no supe qué responder así que no dije nada.
En ese momento escuché otra voz masculina que decía “vamos hija, deja que descanse”.
Un aroma a jazmín y romero inundaba toda la habitación y, aparte de las enfermeras que se encargaban de que no me faltara nada, estaba solo. Si eso era un hospital, yo no podía permitírmelo. Si era una celda, lo era de lujo.
Una vez más volví a iterar en mi memoria.
No había nadie, así que frené la furgoneta y salí para ver si había alguien dentro del coche...
¿Qué pasó después?...
Al cabo de un rato apareció otra enfermera.
Señorita—, pronuncié — ¿sabe alguien que estoy aquí? Quisiera hablar con mi mujer.
No se preocupe — contestó —, en este momento está hablando con el psiquiatra, nada importante.
¿Y mi móvil?— Volví a preguntar.
Su móvil y el cargador están en el primer cajón— contestó mientras se marchaba.
A lo lejos, volví a escuchar aquella voz masculina, en tono un poco serio.
Que no le falte nada, cueste lo que cueste.
Decidí volver a mis recuerdos...
Me asomé por la ventana y vi una mujer y una niña de unos nueve años, tratando de despertar a su madre... con los nervios, arranqué la puerta, cargué a la niña al hombro y la encerré en mi furgoneta.
Ya recuerdo, sí...
Después el fuego en la parte trasera del coche y el volante que aprisionaba a la mujer. Rompí el respaldo del asiento y casi sin moverla de posición la saqué en brazos. Luego la explosión, el destello, la piel arrancada... y ahora aquí.
No lo entiende, ¿verdad?— la voz del hombre volvió a sonar atronadora. — Gracias a ese hombre, mi familia está viva.

Locomotoro 04/08/06

Tres hojitas ambiciosas. De Edurne

En la rama más alta de un majestuoso rosal, descansaban tres hojitas hermanas, jugando a salpicarse el rocío de la madrugada, felices por enamoradas, iterando a cada movimiento el amor que profesaban a sus respectivos amantes.

La mayor, enamorada del sol, no hacía más que alabarle. Durante el día le admiraba, dejaba acariciarse por la intensidad de sus rayos y se estremecían sus espinas, ante la calidez de tan desmesurado amor. Durante la noche le guardaba en su memoria cual piedra preciosa y brillante, esperando que su amante asomara desde oriente y premiara su angustiosa espera con suaves reflejos en su cuerpo, que le daban ese color verde luminoso y era la envidia de las demás hojas.

La mediana, enamorada del mar, a quien veía desde lo alto en su ir y venir sobre la arena. Ella decía que su amante a cada instante intentaba conseguirla, sus vaivenes lo demostraban, sus olas llegaban con celeridad hasta la orilla, una y otra vez, pero ella estaba tan alta que, para el mar, llegar a ella era imposible. Cobijaba su amor en una celda plateada que guardaba en sus sueños junto con el recuerdo de la espuma que su amante, enloquecido de deseo, expulsaba en su impotencia.

La menor, enamorada del viento, no descansaba un momento balanceada por su amor, al compás de un romántico minué que danzaban los dos juntos. Él la zarandeaba en su embestida… ella se dejaba mecer, adormeciéndose relajada y pensando en él a cada brisa que soplaba, como un regalo de amor dedicado a su enamorada.

Un arbusto las miraba desde su alta atalaya, quisiera ser el cargador de las ilusiones de las hojitas, pero las veía tan ambiciosas que pensaba que él no podría complacerlas desde su sencillez y sus esperanzas menguaban.

Un buen día las hojitas decidieron ir en busca de sus amantes. Se soltaron de sus firmes pecíolos y decidieron salir a su encuentro. No escucharon los consejos del arbusto quien les explicó que sus enamorados eran demasiado poderosos para ellas, que su ambición las cegaba y que morirían en el empeño.
La mayor, se tendió al sol para saborear sus caricias, pero se secó y se tornó amarillenta. La mediana se hundió en las profundidades del mar y desapareció engullida por las aguas. La pequeña fue arrastrada por el viento y se desmenuzó en mil añicos. El arbusto lloró desconsolado su pérdida.

Edurne 04/08/06

Una vuelta al pasado. De Belfas

Por fin, tras casi una hora de espera llegó el tren, ¡qué descanso! Como siempre con retraso, desde luego la celeridad no es su fuerte y mi paciencia se estaba agotando. Pedro, mi hijo, sube corriendo al vagón, es su primer viaje y tras la larga espera esta deseoso de recorrer las entrañas del tren. Los compartimentos son como celdas, puertas correderas entrelazadas a través de las cuales mi hijo empieza su aventura y me obliga a llamarle la atención. Miro al fondo y… ¡Dios, no puede ser! Es ella, esta sentada dos filas más abajo de donde tenemos nuestros asientos, sus ojos, esa mirada, como la recuerdo, no es posible que este aquí... sola.
Cuando se fue a estudiar al extranjero, siempre pensé que se habría enamorado de algún intelectual con el que compartir su vida.
Me quedé desolado y triste en ese pueblecito junto al mar; ni siquiera una carta para decirme que me echaba de menos. Todavía tengo presentes todas esas tardes juntos, paseando por aquella carretera poco transitada, revivo nuestros escarceos por la playa buscando un lugar donde sentirnos solos y seguros, ella tomándome por el cinturón y atrayéndome, yo, rodeándola con mis brazos evitando que escapase. Así brotó nuestro primer beso, el cual quedó retenido en mi memoria como un tesoro.
Repaso con agrado aquella discusión por haberle tocado un pecho, salió corriendo hasta su casa y por más que corrí tras ella no conseguí alcanzarla. Al día siguiente, tuve que iterarle no sé cuantas veces que no volvería hacerlo y la cara de bobo que se me quedó cuando, tomando con mimo mi mano, la llevo hacia su seno desprovisto de sujetador, para que pudiese sentir el fuego y el latir de su corazón a través de él, al mismo tiempo, clavaba sus ojos en los míos, intentando percibir mis sensaciones.
Ahora por mi cabeza, recorre un minué saltarín de vivencias que me acompañan, como lo que pudo ser y no fue. Seguro que ella necesitaba a alguien más que un simple cargador de muelle para una vida en familia.
En el último momento del trayecto nos miramos y le comuniqué con una sonrisa que no la había olvidado.

Belfas 04/08/06

El baile de las sombras De Suprunaman

Caía la medianoche. Estaba de pie frente al muelle, en mi boca un pitillo que aspiraba como si quisiera arrancarme la vida. Miré hacia el Cadillac, Jessica estaba repantigada en el asiento de piel con sus jeans cortos ajustados, sus largas piernas culminaban en unos zapatos de tacón de aguja que apoyaba en el salpicadero del coche; su blusa amarilla resaltaba su tez rosada.
Maldita sea mi vida, cuanto me gustaría poder retroceder en el tiempo y cambiar lo que pasó aquella noche. No se puede apartar de la memoria. Por aquella acción tengo negado el descanso y lo asumo con tristeza.
Llevé a Jessica al lugar que ellos me habían pedido. Me habían pagado una suma de dinero que iba a ser mi cargador, mi sustento por unas semanas; aunque no me preocupé por el desenlace final.
Con gran celeridad, unas figuras aparecieron de la sombra y se abalanzaron encima de Jessica que quedó inmovilizada en aquel vehículo.
Lenny, socorro, gritaba. Aquellas sombras iteraban una y otra vez sus acciones. Finalmente Jessica sucumbió ante aquel minué de muerte.
Preso en mi celda me arrepiento de haber cambiado su vida por un simple puñado de dólares. Su sufrimiento, su angustia y su dolor ahora forman parte de una tortura que me persigue sin tregua. Maldita sea mi vida. Jessica, perdóname.

Suprunaman 02/08/06

Palabras para el "contemos cuentos 13"

Para este juego se unió un nuevo jugador que dejó muestras de su paso por el mismo y que ya leeréis.
Las historias las construimos alrededor de las siguientes palabras:

CARGADOR

CELDA

CELERIDAD

DESCANSO

ITERAR

MEMORIA

MINUÉ

Como venía siendo habitual, después de la primera semana en la que el tema es libre, para la segunda se hizo una encuesta que dio como resultado que el tema sobre el que debíamos construir los textos fuera INFANTIL, que ganó con cuatro votos de un total de nueve. Para los curiosos, y por dejar constancia de cuáles fueron las opciones, aquí las tenéis:

Infantil
Intriga/misterio
Amor
Ciencia Ficción
Erótico