El héroe. De Locomotoro
Por monelle elNov 10, 2009 | EnLocomotoro, CONTEMOS CUENTOS 13
Dedicado a todos aquellos hombres/mujeres, tan sencill@s, anónim@s... e insustituibles.
Al despertar, descubrí horrorizado que no podía moverme y que mis ojos no veían nada. Mi corazón y pulmones, se movían con celeridad al ritmo del pitido de alguna máquina. Entonces una mano tocó mi frente.
— Tranquilo, ya pasó todo, con unos días de descanso se recuperará de todas las lesiones.
Comencé a recordar lo que había pasado.
— Iba de camino al trabajo cuando encontré en la carretera aquel Mercedes estampado contra el quitamiedos, y entonces...
Otra voz, esta vez era una niña, tomó mi mano y besándome me dijo en minué al oído: “gracias señor...” No sé de qué iba todo, no supe qué responder así que no dije nada.
En ese momento escuché otra voz masculina que decía “vamos hija, deja que descanse”.
Un aroma a jazmín y romero inundaba toda la habitación y, aparte de las enfermeras que se encargaban de que no me faltara nada, estaba solo. Si eso era un hospital, yo no podía permitírmelo. Si era una celda, lo era de lujo.
Una vez más volví a iterar en mi memoria.
— No había nadie, así que frené la furgoneta y salí para ver si había alguien dentro del coche...
¿Qué pasó después?...
Al cabo de un rato apareció otra enfermera.
— Señorita—, pronuncié — ¿sabe alguien que estoy aquí? Quisiera hablar con mi mujer.
— No se preocupe — contestó —, en este momento está hablando con el psiquiatra, nada importante.
— ¿Y mi móvil?— Volví a preguntar.
— Su móvil y el cargador están en el primer cajón— contestó mientras se marchaba.
A lo lejos, volví a escuchar aquella voz masculina, en tono un poco serio.
— Que no le falte nada, cueste lo que cueste.
Decidí volver a mis recuerdos...
— Me asomé por la ventana y vi una mujer y una niña de unos nueve años, tratando de despertar a su madre... con los nervios, arranqué la puerta, cargué a la niña al hombro y la encerré en mi furgoneta.
Ya recuerdo, sí...
— Después el fuego en la parte trasera del coche y el volante que aprisionaba a la mujer. Rompí el respaldo del asiento y casi sin moverla de posición la saqué en brazos. Luego la explosión, el destello, la piel arrancada... y ahora aquí.
— No lo entiende, ¿verdad?— la voz del hombre volvió a sonar atronadora. — Gracias a ese hombre, mi familia está viva.
Locomotoro 04/08/06
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