Categoría: "Aleisterdeleden"

Disociación. De aleisterdeleden

“El que es hábil en la batalla emplaza al otro,
no es emplazado por él”

Sun Tzu

Había machacado en el mortero la mezcla de hierbas. Tras un día de ayuno el olor le resultaba menos nauseabundo, aún así Al no pudo reprimir una arcada. Vertió el contenido en el Copón, un orinal esmaltado que utilizaban como cáliz, más que nada para provocar. Acto seguido puso, con mimo, el agua hirviendo y lo dejó reposando en la vieja cripta del monasterio abandonado. Así, en tinieblas, debía permanecer toda la noche. En cuanto salió el sol realizó el Ritual Menor de Destierro del Pentagrama y solicitó protección a los elementos. Después se desprendió de su túnica y se bañó con el líquido del Copón que pasó por su piel al torrente sanguíneo y Al notó cómo se iluminaban todos sus chacras, el Pilar de en medio surgió con fuerza y su consciencia salió por ese mismo canal fuera del cuerpo. Se vio flotando, su organismo parecía profundamente dormido mientras su cuerpo astral comenzaba a volar. Se lanzó rápidamente hacia una espiral que se abría ante él, apareciendo en un yermo paisaje viscoso, el Bajo Astral. Debía actuar rápidamente para realizar el desdoblamiento pactado con Alter. Con aire devoto extrajo a Malleus de su vaina y entonó el mantra de disociación: Sol, do, sol, mi, sol, do… con las sílabas secretas de los nombres de ambos. Debía actuar con rapidez pues las larvas del lugar ya habían detectado su energía y no podía permitir que le sorbieran ni un ápice. Alzó la espada, su cuerpo comenzó a vibrar violentamente creando una doble imagen. Permitió que Alter pasara a la forma especular, trazó con Malleus un círculo en el aire que se materializó al instante y, sin dejar de repetir su cántico, clavó la espada en el centro mismo del escudo multicolor que se había formado. La explosión hizo que ambos cuerpos astrales salieran impulsados hacia arriba, mientras observaban como aquellos seres informes se desintegraban por la fuerza de la misma.
Regresaban hacia su cuerpo, uno para ambos, pero temporalmente, como habían pactado, Al lo observaría desde fuera mientras Alter lo ocupaba en exclusiva… hasta su muerte.

Aleisterdeleden 19/04/06

La Inopia, día indeterminado, momento inadecuado. De Aleisterdeleden

Apreciados calabaceros:

Acabo de asomarme maravillado a este mirador virtual que tenemos en la Calabaza y me percato, no sin vergüenza, que he olvidado en el secreter de mi alcoba los apuntes que llevaba para poder redactar la carta, por lo que tendré que improvisar, cosa bastante habitual en mí (el despiste, no la improvisación). Está claro: nunca dejaré de ser un alma de cántaro.
Desde La Primera Palabra, repleta de profundidad y sentimiento he podido ver que los textos estarán Unidos Para Siempre aunque sean amorosamente tiernos y tristes. Al fin y al cabo así es la vida, como un cándido Cupido disparando su ballesta sin mirar dónde va a dar.
Podríamos estar hablando, mucho y bien, del Sexo de los Ángeles, con todo su sentimiento y gracia, como así lo hizo de manera épica La Duquesa de la Muerte, planteando la verdad que vivimos los guerreros (así es la guerra), sin premios que justifiquen los esfuerzos. Conocedores, como Enoch, de dónde está El Tesoro de la Ciudad Prohibida, repleto de vislumbres de una realidad prohibida que aparece de nuevo, con toda su poesía y color a través de las Metamorfosis que experimentamos (como vívida y real experiencia) buscando una Supervivencia imposible desde este Destino de Clon al que nos vemos indefectiblemente abocados todos cuantos…
¿De qué os estaba hablando?
Ya os lo decía yo, todos escribiendo unas cartas maravillosas… ¡Y yo en La Inopia!
Abrazos.

AleisterdelEdén 07/04/06

El sendero de la mano izquierda. De Aleisterdeleden

Lo extraordinario y lo ortodoxo se rodean y se dan mutuamente nacimiento.
Puesto que un círculo no tiene principio. ¿Quién es capaz de agotarlo?

SUN TZU

Desde el mirador natural que configuraba el recodo del camino apenas si tuvieron tiempo de entrever el pueblo abandonado antes de que la noche cayera sobre ellos. La dureza del camino fue incrementada por la suspensión de ballestas del viejo "JEEP", la falta de luz y referencias claras hicieron que Al, al poco de emprender la huída, reconociera en la primera encrucijada que se habían perdido. Hubiera resultado cándido por su parte el no hacerlo, pues ya en la ida, en pleno día, les había ocurrido. En ese mismo instante un búho se colocó en medio de uno de los dos senderos e instintivamente decidieron que ese era el camino a seguir. El animal continuó haciendo su labor de guía, volando frente el vehículo y deteniéndose en todos y cada uno de los posibles desvíos marcando un camino que nadie dudó, ni por un instante, que fuera el correcto. Hasta que Al, contemplando los restos de un caserío abandonado, afirmó:
- Ya sé dónde estamos. Si seguimos a la izquierda llegaremos pronto a la carretera.
Fue entonces cuando el animal voló sobre ellos describiendo un círculo, como despidiéndose, se unió a su pareja y desapareció en la noche.
No tardaron en abandonar la senda forestal para llegar a una carretera asfaltada y señalizada. Ya más tranquilos, ignorando que las consecuencias de aquella senda iban a ser fatales para uno de ellos, se dispusieron a escuchar la grabación causante de su precipitada marcha. En ella se había registrado una única parafonía que, al sonar, hizo estremecerse a los cuatro.
- ¡Fuera!- gritaba una voz metálica, profunda y asexuada, proviniete de Dios sabe dónde.
Ya en su casa, mientras guardaba la cinta en su secreter, Al se dispuso a tener una charla con Alter; al fin y al cabo compartían un mismo cuerpo y una porción de su alma.

Aleisterdeleden 05/04/06

Neobautismo. De Aleisterdeleden

“El cielo es el yin y el yang, lo frío y lo caliente,
El orden en el que se suceden las estaciones.
El ir a su favor o en su contra, de ello depende
La victoria militar.”
(SUN TZU)

Al lo veía como si aconteciera en ese mismo instante, él sostenía por el pezón un higo mientras la muchacha, jadeante por los escarceos amatorios, intentaba morderlo. Abrió la puerta de la tienda y ocurrió: Algo sin estructura aparente, de forma esférica y brillo fosfórico se coló allí, deteniéndose sobre las otras dos ocupantes. Buscó la cámara fotográfica mientras le ordenaba que cerrara la tienda, intentando atrapar aquel ser que, alargándose, salió sin que nada ni nadie pudieran impedirlo. No tuvieron tiempo para el desánimo, pues inmediatamente comenzaron a ver unas imágenes que de no haber comentado en vivo no hubieran creído. Al supo de su pronta muerte y ella de su responsabilidad en la misma, pese a todo se hundieron en un sueño polivalente no exento de visiones repletas de sensualidad, debían descansar ya que temprano saldrían buscando agua y no en el pilón de la fuente.
Amanecieron caminando por un seco cauce que no gustaría a una japuta, por un camino de horas. Él buscaba una estrategia, no le apetecía morir. Ya sin ideas, la naturaleza le brindó la salida, allí estaba, en medio de aquel desierto, un vergel de aguas diamantinas. Pese al cansancio, los cuatro corrieron hacia el lugar, el agua brotaba de la nada formando unas pozas, de singular hermosura, en las que su compañera de sueños fue a caer…
Solución: se mojaba, rescataba a la dama y salía con ella y rebautizado como Alter: su yo más instintivo, poderoso e incontrolado. No iba a durar mucho, esta parte moriría y su desaparición le iba a dejar sin fuerzas mágicas, pero sobreviviría su yo intelectivo.
La repentina liberación de Alter provocó de todo: lluvia, truenos, granizo, viento, una tormenta que les ayudó a conocer mejor el pueblo. A la luz de relámpagos vieron las extrañas formas y figuras pintadas sobre las paredes en un tono casi sangrante. Avivó fenómenos inauditos en el interior de una casa tapiada, en la que comenzaron a escucharse golpes sobre el embaldosado mientras leían un pentáculo imposible dibujado en la pared. Y acabó provocando su marcha precipitada ante las fantasmales voces que les invitaban a salir de allí… hacia la noche.

Aleister del eden 24/03/06

El principio. De Aleisterdeleden

¡Las Brigadas Paranormales! Al, no pudo reprimir una sonrisa ante los recuerdos que evocaba ese nombre, mientras se encaminaba al despejado solar que antiguamente ocupaban las eras del pueblo abandonado. En ese mismo instante recordó algo que le pareció importante: el énfasis que puso su antagonista al hablarle indicaba claramente su ascendencia satánica, más bien luciferina. Había venido a La Estrella con una idea diametralmente opuesta a la que ahora tenía. Nadie, excepto el extraño personaje que le atacó, sabía de su presencia en el lugar.
Las Brigadas habían nacido allí, todos sus miembros fueron iniciados en este lugar. Cierto es que el programa de radio había ayudado, pero fue la magia del terreno la que los había seleccionado, todos pasaron alguna prueba, definieron allí sus cualidades y forjaron su temperamento. Y él quería que murieran –mágicamente hablando- en el mismo lugar, por ello iba a enterrar sus artes en el bosque, pero no le habían dejado. Tal vez lo lamenten, pensó.
Tomó de nuevo el paquete rasgado precipitadamente al extraer de él la espada, lo acabó de abrir, sacó el resto del “uniforme” y volvió a sonreír. Sintió, nuevamente, la sangre fluyendo con ritmo de rock… ¡Volvía a la lucha! Se puso el poncho negro, decorado según la tradición revelada en los grimorios —las túnicas resultaban incómodas y de movilidad reducida—; se ciñó el cinto, al que volvió a colgar la espada; se puso la boina guerrillera con el tetragrámaton en la parte frontal, a lo Che, y finalmente tomó de la parte posterior del coche los únicos objetos que había conservado: la vara (un bastón de avellano con una calavera en la empuñadura), el cáliz y su secreto más íntimo, su elixir. Nunca nadie de la tropa había osado a preguntarle por la composición de aquel extraño mejunje que siempre llevaba en un matraz aforado. Los más allegados sabían, eso sí, que lo tomaba antes de decisiones importantes que, como comandante del grupo, se esperaban de él. La tradición venía de antiguo y era especialmente efectivo en ayunas. Tomó un trago y apreció, como tantas veces, la sabiduría que encerraban sus dos componentes: aguardiente y vino moscatel. La “barretja” siempre había tenido ese propósito para los de su raza. Ahora podía pasar a la acción.

Aleisterdeleden 02/03/2006

El principio del fin. De Aleisterdeleden

El sol entraba tímidamente por el ventanuco, la noche había concluido. El verano finalizaba y el paisaje mostraba los estragos que el astro rey, inmisericorde, había realizado sobre la vegetación del valle. Apartó las retortas en las que trabajó toda la noche en su labor alquímica, disociando los componentes de aquella extraña materia: debía separar los elementos adheridos durante la lucha a esa sustancia sobrenatural. Se trataba de un extraño metal el de aquella punta de daga, realmente lo había demostrado durante la lucha: tan pronto era más fuerte que el acero, como parecía tomar la elasticidad propia del caucho y todo ello a voluntad de quien la manejaba. Le atacó por sorpresa cuando se disponía a enterrar sus artes y su personalidad mágicas, entre ellas su "Malleus", su vieja espada con la que tuvo que repeler el ataque.
Tras tomar fotografías del fragmento realizó un croquis del tamaño y forma del objeto sobre papel verjurado, anotando, de paso, las observaciones sobre el vaciado en escayola de la impronta que quedó en el suelo del bosque cuando, perdida momentáneamente de la mano de su propietario, el arma se partió bajo el golpe, cansado ya, de Malleus. En ese instante desapareció todo, incluido su portador, excepto ese pequeño fragmento. Parecía oro, pero comprobó que su peso molecular no correspondía, resultando mucho mayor que éste. Con la piedra de toque pudo determinar una pureza superior a la del preciado metal y algo más le inquietaba: el extraño brillo añil que producía cuando se aproximaba a cualquier tipo de objeto religioso, gracias a ello había detectado a tiempo a su atacante. Se puso a estudiar los símbolos que quedaron grabados en la tierra, de los que había extraído muestras tratando de determinar la idiosincrasia de los que le habían atacado, pues, estaba seguro que había un grupo organizado detrás de todo aquello. Sabía también que lo de la simbología era más cosa de Diego: Había llegado el momento de reunir de nuevo a las Brigadas Paranormales.

Aleisterdeleden 26/02/2006