Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 25"

Los elementales. Capítulo treinta y siete: Algo se mueve. De Monelle

A Anna le asustó la actitud de Joan, parecía loco. Les expliqué lo que sabía.
Debemos obrar con precaución –dijo Julien.
Cualquier ruido sobresaltaba a Joan haciéndole gritar, temblaba como el pabilo de una vela, sentí pena por él. Anna había visto a los niños alterados con tanto alarido. Decidimos que lo mejor sería adelantarles el fin de semana en casa de los abuelos. No pasaría nada si perdían un día de clase, y nosotros estaríamos más tranquilos. El viejo había insistido en que no podíamos tomar a la ligera este tema.
Joan abrió aquella puerta, es el único que puede verlos, pero están ahí. Los presiento. Ahora debemos averiguar sus peculiaridades, quienes son, y qué buscan para descubrir el método que nos librará de ellos.
Un escalofrío erizó todo mi cuerpo.
Tened cuidado. Enseguida regreso –dijo Anna antes de salir de casa con los niños.
¡Joan! –El viejo se acercó hasta él –¡Míreme por favor!
Ahí están. ¡Quieren llevarnos con ellos!
No Joan. Tranquilícese. Nosotros somos los que vamos a devolverlos al lugar de dónde salieron.
Pero ¿cómo? ¿Es que no los han visto? Son demasiados... Están aguardando el momento... ¡Ya vienen! –Volvió a gritar.
Está muy afectado y me pone nervioso –dije. –No me atrevo a girarme.
No vaya a ponerse histérico. Le necesito con toda su entereza. Tengo una vaga idea de quienes pueden ser y de qué hacer para enviarlos al infierno de dónde salieron.
Al momento Julien regresaba con un cargamento de velas.
Ricard intente tranquilizarle, le necesitamos también. Quiero confirmar que no me equivoco.
Confiaba en Julien, no era ni tendencioso ni ningún ñiquiñaque, pero todo esto levantaba nuevamente las dudas sobre el verdadero riesgo y las consecuencias de tan osado atrevimiento. ¿Quienes éramos nosotros para pretender dominar las fuerzas naturales?
Joan, ¿cómo son?
¿Qué no les ves? Haz que se vayan. Son amorfos hasta que se transforman en seres tenebrosos, les precede una niebla oscura. ¡Me están mirando! ¡Ayúdame! –Se tapó la cara aterrorizado.
Son larvas. –Julien afirmó. –Ya Wamba, rey de los gnomos, y Metmitz las mencionaron.
¿Qué? –se despertó mi morbosidad.
Estas entidades sin alma buscan dónde alojarse e impiden que se pueda circular en el intermundo. Debemos echarlas antes de que nos dañen.

Monelle/CRSignes 25/01/07

Ensayo sobre el pábilo. De Chajaira

Miradas ©CRSignes2004

Seguro que conocéis a este tipo de hombrecillo impertinente, sí, el pábilo o pabilo, aquel que necesita ser el centro, el que necesita estar rodeado de su propio combustible para atraer a los demás e invitarles, por no decir, obligarles a encender su mecha.
Aunque no puedo decir que sea mala persona, si me ha resultado ser un total ñiquiñaque, ya que, reconozco, haber sido presa de sus artimañas, de esa peculiar forma de ser de niño bueno embaucándote en sus tendenciosas conductas que tratan de absorberte.
Este personaje no nos deja tranquilos en ningún momento: nos escribe cartas halagadoras, nos llama constantemente para saber de nuestra salud, nos comenta todos sus proyectos, está constantemente lamentándose de lo torpe que es… Pero, cuando ya te tiene como un amigo protector, es como si una espesa niebla lo borrara todo de repente y ¡zaz! cuando le necesitas te saca su ego de mecha inflamable (ya te has esmerado en inflar a ese ególatra intentando calmar su quejumbre constante), dándote con la puerta en las narices.
Y por más que conoces a este ser molestoso y chupóptero cual insecto parasitario, un extraño morbo nos atrapa, haciendo de uno y de otro, una especie de simbiosis –aunque está claro, quien se beneficia- de la que no podemos sucumbir.
Así, que si podéis, que ya sé que no pueden, intenten huir del pabilo (ya a estas alturas de confianza le podemos quitar el acento), porque una vez conocido, no podréis libraros de él.

Chajaira 19/01/2007

Los elementales. Capítulo treinta y cuatro: Traicionados. De Monelle

Era la tercera vez que Joan se acercaba a mi despacho.

-Al final nos llamarán la atención.
-No seas ñiquiñaque. Aquí tienes las fotocopias del texto ya descifrado.
-Mira Joan, ahora no podemos comentarlo. Ten cuidado, debemos impedir que esta historia llegue a otras manos. Al salir hablamos.

Mientras tanto, en casa, dedicaron la mañana para despejar el sótano. Según me contó Anna cuando la llamé, habían encontrado varias cosas útiles: un viejo tonel de roble que parecía que habían construido dentro por lo grande que era; las peculiares mesas de las antiguas matanza; e incluso la caldera de la primitiva calefacción podía servir.
Al terminar la jornada, Joan no quiso acompañarme. Se disculpó diciendo que aún le quedaba bastante por descifrar y que lo haría en su casa. Por lo que quedamos en vernos por la mañana en el despacho.
El día lo terminamos los tres realizando una lista de aquellas cosas que, a juicio del viejo, eran prioritarias, la buena disposición de los presentes entre ellas.
De regreso al trabajo, me sorprendió no recibir ninguna morbosa visita de Joan. Cuando salí a preguntar por él me dijeron que había llamado diciendo que se sentía indispuesto. En varias ocasiones le llamé sin obtener respuesta.
Por segundo día consecutivo, aquel tendencioso no acudió al trabajo, ya era para preocuparse ¿qué estaría tramando? Julien y Anna habían hecho acopio de lo que faltaba y si todo iba bien el fin semana podríamos realizar el primero de los conjuros.
Estábamos tan nerviosos que cuando sonó el teléfono pasada la media noche casi me caigo de la cama. Era Joan que reclamaba nuestra presencia.
Visiblemente asustado nos abrió la puerta.

-¿Qué sucede? ¿Qué te pasa?
-¿Y Anna?
-Está con los niños.

El estruendo de una puerta nos sorprendió. De un salto Joan se colocó de cuclillas en un rincón de la entrada y un ligero temblor se dejó sentir bajo nuestros pies.

-¿Qué es esto? ¿Qué has estado haciendo?

No era capaz de hablar. El viejo adelantó sus pasos, Joan intentó detenerle. Abrimos la puerta y una niebla espesa impedía ver. Esparcidos por la estancia algunos pabilos aún humeantes y en el centro de la habitación el suelo elevado por una grieta cerrada. Algo grande había ocurrido y Joan nos debía una explicación.

Monelle/CRSignes 17/01/07

Palabras para el "Contemos cuentos 25"

Las palabras de esa semana fueron:

MORBO

NIEBLA

ÑIQUIÑAQUE

PÁBILO

PECULIAR

TENDENCIOSO