Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 22"

El Junco Enamorado. De Edurne

Montaje2010. Fuente imágenes Internet

El arroyuelo se ensanchaba al llegar al valle, el agua cristalina regaba cada recodo del remanso y los rayos del sol se reflejaban en la superficie; un viejo monasterio se erigía tembloroso ante tal belleza. Era un bucólico paisaje digno de ser pintado en un cuaderno con los colores del arco iris.

En la ribera izquierda del río se alzaba orgulloso un espléndido junco, esbelto como el minutero de un reloj y con su tronco bien repartido entre nudo y nudo. Era el vigilante de aquella orilla, su cuerpo le facilitaba el trabajo y su talante dicharachero le hacía cómplice de los demás habitantes del ecosistema.
En la ribera derecha del mismo río dormitaba aún una joven azucena de corola chiquita y levemente azulada, pues la primavera estaba empezando y ella aún no había llegado a la madurez. Los días pasaban y la azucena se abría cada vez más, apuntando su pistilo al cielo y ensanchando el cuerpo para mostrar su hermosura a los insectos que la libaban.

Un reflejo azulado hizo girar la vista del junco hacia la otra ribera y se quedó prendado al ver la hermosura de la azucena. Le hizo llegar sus palabras de amor con la complicidad del viento que zarandeaba sus hojas y susurraba bellas melodías hasta trasportarlas a los pies de su amada. Pero el ruido de las alborotadas abejas que la succionaban lograba acallar esa brisa, y ella seguía ignorante de la pasión que había despertado en el desesperado junco.
Día tras día él se esforzaba por llamar su codiciada atención desde la atalaya de su extremo pero nada de lo que hacía daba resultado, la hermosa azucena no atinaba a mirarle y no sabía de su amor.

Amanecía un día festivo y la desesperación del junco iba en aumento, la pasión por esa linda azucena se mezclaba con su savia y el néctar del desconsuelo le subía a borbotones por su fino tallo. Sonaron las lúgubres campanas del monasterio y su agrietado sonido dejó paso al Ángelus. Fue entonces cuando la azucena alzó la vista hacia el monasterio y pudo ver al junco que, con su incansable zarandeo, pretendía llamar su atención. El corazón del junco se aceleró de golpe, por fin le había visto. Los dos se miraron y sus almas siguieron para siempre juntas, danzando al compás de esa melodía que había conseguido unirles en la distancia.

Edurne 08/12/06

Periplo de un pensamiento. De Belfas

Bill Brandt (3 de mayo de 1904 - 20 de diciembre de 1983)

Hoy me he encontrado con un pensamiento, ¿sabéis cómo son los pensamientos inacabados? Encontrarlos cuesta tanto… Éste estaba perdido, había sido arrancado del cuaderno de los pensamientos soñadores, la incomprensión y el infortunio le arrojaron sin escrúpulos y le encontré sumido en la más absoluta soledad.
Le he colocado junto al edén de la esperanza y enseguida he notado como se animaba, como volvía a emerger el anhelo en la estancia de su alma bohemia. Pronto hemos conectado, conozco muy bien el proceso, “darle confianza” y nos hemos hecho cómplices; esa química que transforma la amargura en dulzura y la apatía en alegría, ha brotado como flor en primavera y se ha transformado en vitalidad.
Me he sentado a su lado en la chimenea donde arden los malos augurios, mientras las llamas azules y rojas paseaban formando remolinos sobre un viejo tronco repleto de sufrimiento. De pronto ha empezado a describir su calvario, el ruido chisporroteante de la lumbre quemando el dolor, coreaba con agrado el suave murmullo del cálido pensamiento, mientras compartía su periplo absorto y feliz.
Me ha confesado que esperaba a una chica en el recodo de un pasaje repleto de ilusiones inacabadas, con el fin de anunciarle un destino plagado de nuevos encuentros y allí, mientras aguardaba repasando cada frase, cada sílaba, y augurando un futuro de armonía y delicadeza, ha visto llegar a la codicia acompañada por la desdicha, con la llegada del ángelus ha detenido su empeño.
He conseguido recogerlo antes de sucumbir y he podido insuflarle ese plus de energía que necesitaba para concluir su misión.
Me pregunta porqué lo he hecho. Yo le he confesado que soy el recolector de sueños perdidos, amo mi trabajo y siento cada pensamiento como propio, mi tarea es conseguir que todos los buenos pensamientos obtengan un final feliz.
De nuevo vuelvo a casa satisfecho de haber llevado a buen puerto un pensamiento inacabado.

Belfas 06/12/06

Los elementales. Capítulo veintitrés: Custodiado por ondinas. De Monelle

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“Marmara portaba un objeto cilíndrico como una caña hueca con el que traspasó la burbuja. Por aquel improvisado agujero, entraron dos ondinas que se situaron a ambos lados de mi, como custodiándome. Me entretuve mirándolas pues el aspecto de éstas había variado con respecto al de su reina. —Préstenme nuevamente el cuaderno e intentaré mostrárselas —eran más humanas, habían perdido la transparencia y el tono de su piel y el de su pelo se asemejaba más al nuestro. Con sus gestos cómplices parecían aguardar algún tipo de orden. —El tiempo se nos acaba —Marmara parecía triste en su semblante. Una de sus compañeras le entregó un saco pequeño.
—No temáis de ellas pues servirán de salvaguarda para que el tránsito hacia vuestro mundo no revista ningún peligro. Ahora ¡tomad! —Sobre mi mano posó el contenido del saco que le acababan de entregar: cuatro fragmento de algo parecido al cristal pero sin brillo cada uno de un color distinto. —No los perdáis, son la llave que nos permitirá reunirnos. Cuando llegue el momento descubriréis su potencial oculto. Hasta ahora tan sólo yo tenía el privilegio de su amparo, mala consejera es la codicia, hora es de que esto cambie. Cuídese maese Julius, pronto nos veremos y ese día sabréis hasta que punto es importante vuestra contribución. En ese momento, la tersa superficie de la burbuja comenzó a desaparecer y el agua invadió el improvisado hogar. La intromisión del líquido elemento absorbió violentamente a la bella Marmara. Temí por ella. El fin de mi epopeya acuática fue el más dramático de todos. Tropezando en la profundidad circundante contra las rocas, de no ser por el fragmento del mascaron de un pecio posiblemente, y pese a la ayuda de las ondinas custodias, habría perecido. Aquella corriente me depositó en un recodo de su trayectoria. Estaba desorientado, el momento semejó interminable pero para mi sorpresa, comprobé que no había salido del balde, ahora seco, en el que me introduje al principio. Pude escuchar como una ruidosa tromba de agua desaparecía en el río. Hasta allí llegó desde campanario de la Catedral el canto del ángelus. Debía regresar a casa.”

Monelle/CRSignes 06/12/2006

La oscura tentación. De Danielcole

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Estaba rezando el ángelus cuando llegó Ricardo y la asió fuertemente. La llevó en volandas hasta el muro más cercano de la iglesia y la besó con firmeza y pasión. Intentó resistirse, pero él era muy fuerte. La tenía aprisionada entre sus brazos y los esfuerzos de ella por despegarse no dieron resultado. Cuando los labios del bribón cedieron para tomar aire, ella apartó su cara, levantó la rodilla derecha y le golpeó fuertemente en sus testículos. Ricardo se dobló, dio un alarido de dolor y se puso las manos en la zona golpeada. Ella aprovechó para zafarse y correr hacia la salida.
Pero allí estaba el cómplice del canalla: Rustenio, el gigantón bizco, que, con sus poderos brazos cruzados, caminaba lentamente al encuentro de la mujer, recibiéndola con una sonora carcajada. Cuando Carmen lo vio, frenó en seco, se giró y buscó la otra puerta de salida. Como la vio cerrada, decidió refugiarse en la sacristía. La iglesia estaba sola a esa hora, doce de la mañana, pero tal vez estuviera allí el sacristán.
Volvió a correr. Rustenio aceleró el paso, Ricardo empezó a reaccionar y se sumó a la persecución.
Carmen entró precipitadamente en la sacristía. Se detuvo y miró. No había nadie. Enfrente de ella, una puerta. Hacia allí se dirigió. Tiró de la llave, que estaba puesta en la cerradura, abrió, pasó a un oscuro pasillo, cerró, intentando no hacer ruido, y echó la llave. En ese momento los dos perseguidores habían alcanzado la sacristía. Carmen avanzó a tientas por el oscuro pasillo, llegó a un recodo del mismo, giró y se encontró con una nueva puerta. Intentó abrirla, pero se percató de que estaba cerrada. Mientras, Ricardo y Rustenio registraban la sacristía, pensando que la mujer podía haberse ocultado. Miraron debajo de la mesa del párroco y detrás del armario en donde se guardaban los atuendos eclesiásticos. En pocos segundos llegaron a la conclusión de que debía de haber escapado por la única puerta que había cerrada. La codicia de los dos maleantes no se iba a detener por una puerta de madera. Así que fueron hasta allí.
Intentaron abrir la puerta, la zarandearon, empujaron, golpearon, pero seguía sin ceder. Miraron por la cerradura y comprobaron que la llave estaba al otro lado.
¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí? – el párroco D. Severino apareció en la sacristía con un cuaderno en la mano.

Danielcole 05/12/2006

Mejor estarías muerto. Suprunaman

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Había llegado a clase cinco minutos tarde. María se sentó en el pupitre y sacó su cuaderno, haciendo el menor ruido posible para que el Padre Mariano no se diera cuenta de su retraso. Pero el Padre tenía unas orejas de elefante capaces de oír una mosca a doscientos metros. Rápidamente se acercó a María, la cogió de la trenza y la hizo levantarse de la silla:
Ya verás como aprendes a no llegar tarde nunca más. Dijo el padre cogiendo una vara.
Todos los niños veíamos al Padre Mariano como un ser codicioso que pretendía medrar a cualquier precio, quería llegar a ser el director. Deleznables eran sus métodos, en los cuales se le advertía cierta satisfacción cuando nos pegaba. Su rostro manifestaba placer en cada golpe propinado con rabia.
María era una niña delicada y mimosa, lo cierto es que yo estaba enamorado de ella. Al ver a aquel cura anormal intentando golpear a mi chica no pude evitar levantarme y atizarle un golpe en la cara con una silla. El Padre quedó tumbado en el piso y sin sentido, tal vez muerto. Tomé la mano de María y huimos del lugar. El resto de muchachos callaron y se convirtieron en nuestros cómplices al esconder al Padre en un recodo del sótano, cerca de la caldera.
Era la hora del ángelus.

Suprunaman 05/12/2006

Un hombre, un genio. De Mon

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A deshoras llegaba siempre a casa, cansado, manchado y hambriento. Luis era profesor de plástica en la facultad de Bellas Artes San Carlos de Valencia, estaba soltero y era un hombre un tanto ensimismado. No era extraño verle anotar correcciones en un pequeño cuaderno con tapas de pasta de cartoncillo verdes, con muelle negro, de los de siempre, solo, sentado en cualquier banco.
A finales de los 80’ comenzó a desarrollar una técnica basada en las pinturas pigmentadas que se emplearon a principios del siglo XV, lo que años después le convertiría en un reconocido investigador, cómplice de los maestros renacentistas.
A pesar de su holgada cuenta bancaria, era un hombre sin codicia, devoto de obra y muy dado a las remuneraciones a favor de las organizaciones no gubernamentales.
Como cada miércoles, visitaba a primera hora la capilla del Ángelus, allí podía encontrar la paz que necesitaba, sin ruido ni las bulliciosas voces de sus alumnos. Eran cinco minutos que daban mucho de sí.
Siempre pensó que la vida era un simple recodo que había que torcer, aunque muchos se empeñaban en enderezar. Él solo había vivido para dejar una huella al óleo que permaneciese inmutable lustro tras lustro, lejos de cualquier signo de rebeldía o inconformismo. Sabía que la existencia era solo un capricho de la naturaleza y esta como tal, era mucho más sabia que la prepotencia humana.
Un martes cualquiera llegó pronto a casa, nunca más volvería a la universidad, se borrarían las manchas y desaparecería ese guirigay que había dado sentido a su existencia.
Dicen que nunca abrió la puerta a nadie, que en las tardes de invierno se le oía llorar y se cuenta que con las lágrimas fabricaba el vehículo que daba consistencia a sus pinturas. Su obra permanecerá hasta el final de los tiempos.

Mon 05/12/2006

Palabras para el “Contemos cuentos 22”

Estas fueron las palabras para este juego:

ÁNGELUS

CODICIA

CÓMPLICE

CUADERNO

RECODO

RUIDO

Se encuestó el tema y hubo un empate entre HUMOR y FANTÁSTICO, se dio libertad para que cada uno seleccionara alguno de los dos.