Categoría: "CONTEMOS CUENTOS 27"

Los elementales. Capítulo cuarenta y cinco: Entre nubes. De Monelle

Cerré los ojos para sentir aquel momento con mayor intensidad. No puedo precisar cuando cambió el aspecto de todo, cuando dejó de ser un cúmulo de agradables sensaciones, para convertirse en algo imprevisible y bastante aterrador; tampoco puedo hacerlo sobre el tiempo qué duró, pero dejó de sonar la melodía, para convertirse en un gran resoplido, que nos dejó aturdidos y desorientados. Los contornos se desdibujaron, tal era el movimiento de aquellos seres aéreos, que giraban a gran velocidad alrededor nuestro. Intenté abrazar a Anna, pero nos habíamos separado, rompiendo nuestra unidad. Íbamos a la deriva en aquel tembloroso espacio circundante. Al parar, comprobé la solidez del suelo. Estábamos desconcertados. Julien, no decía nada. Poco a poco, pudimos distinguir los contornos. Me recordó a un kinetoscopio, uno de esos viejos aparatos giratorios de imágenes en movimiento. En condiciones normales debíamos habernos mareado. Al despejarse, comprendí la grandeza de lo sucedido. Era un espacio inmenso, no se distinguía su fin; los silfos, que nos trajeron, susurraban palabras que nos costó comprender. Debíamos adecuarnos al medio que nos rodeaba. Tan etéreo como vaporoso, en aquel mundo todo sucedía de forma tan liviana como una caricia, sensación agradable difícil de asimilar. Recordé los relatos de Julien, y tuve verdadera conciencia de ellos; un par de horas atrás, me debatía, con sorna, entre el estigma del escepticismo y del temor, y ahora deseaba más; quería pruebas de que no era una alucinación provocada por nuestro entusiasmo.
Sé lo que están pensando –dijo Julien mientras avanzaba hacia los silfos.
¡Diablos! Es maravilloso...
Sigámosles, estamos seguros.
Bajo nuestros pies apenas una fina capa de nubes nos separaba del espacio vacío. Avanzamos hasta llegar a un cúmulo desde el que pudimos ver un vaporoso edificio formado por nubes violetas, azules y verdes; la frialdad de sus tonos, contrastaba con la calidez de los que lucían los silfos, que parecían guardar la entrada.
-Pasen –tendiéndole una mano a Anna, ella fue la primera en entrar, su cara de felicidad lo decía todo.
Nos dejaron en una sala cubierta por la misma bruma que envolvió nuestra casa en el momento del conjuro, desprendiendo haces de luces de colores intermitentes. Al instante, la nebulosa barrera comenzó a desvanecerse.

Monelle/CRSignes 25/02/2007

Todo cambió. De Crayola

Ayer paseaba por ahí y la luna lloraba desconsolada. Me dijo que ya no hay parejas de enamorados que la quieran contemplar. Ya nadie le cuenta secretos. Su blanca luz se opaca con el psicodélico esplendor de las nuevas y artificiales luces. Las bancas de los parques están solas, tristes. La hierba está seca, no hay jóvenes ansiosos de amarse en el mullido verde. Y los pájaros escondidos en sus nidos, sus mañanas son menos alegres. El amanecer es igualmente hermoso que antaño, pero con tantos edificios no se puede apreciar. Y las azules nubes se tornan grises, se contaminan. Y el viento ya no soporta la indiferencia ante su cantar; el ruido se apoderó de la ciudad y el campo. Y el mismo tiempo se va presuroso, no se detiene a mirar un beso, no se detiene para eternizar una caricia. Hasta el mismo diablo, en intermitentes sollozos, se quejaba de la total soledad que sentía. Nadie le teme más, nadie le aprecia más. No hay dioses ni demonios para estas generaciones de hombres-máquinas. El estigma del pasado se está borrando lentamente. Solo importa el futuro. La velocidad. Llegar primero. Ser el mejor. Ya el corazón es solo un músculo más del organismo y es sustituido sin pena alguna por un pequeño pero eficaz motor de circuitos y cables. Ya la sangre no se entibia con un fuerte abrazo, ahora son tan distantes. La gente no se toca. Las personas no se miran. La unidad se quebró. Todo es apresurado, nada tiene sentido. Ya no hay amantes en los balcones, ni celestinas sonriendo con sorna detrás de las paredes mientras escuchan las promesas de los enamorados. El amor parece haber migrado, o tal vez se durmió en un sueño profundo para no despertar jamás. Desde que todo cambió, las sonrisas se me escaparon por los bolsillos rotos, las monedas que me quedaban, y los anillos aquellos que llenaban de fantasía mis tardes. Todo cambió y me quede ahí parada viendo como se vaciaban mis manos hasta quedar en nada.

Crayola 21/02/2007

Los amantes de Valardo. De Monelle

Nuestro clan había decidido no desplazarse agradeciendo a los dioses tanto lo bueno como lo malo. La caza había disminuido; ya casi no se encontraban animales, los grandes habían migrado en busca de mejores pastos. Por suerte, otros clanes habían seguido el instinto de las bestias desplazándose con sus conocimientos, que pronto adaptamos a nuestras necesidades; así aprendimos sobre la reproducción de algunas plantas, de sabor agradable, que servían para llenar nuestras despensas, reemplazando la falta de carne; y junto con ellos logramos sobrevivir. La intermitencia del tiempo nos era favorable; al largo periodo de frío seguía otro mucho más cálido, que aprovechábamos para realizar batidas de caza en las que cada vez recorríamos mayor territorio. Entonces ya no nos preocupaba la escasez, nuestra inquietud se centraba en defendernos de los ataques de otros hombres, que habían basado su vida en el pillaje. Aprendimos a golpe de sangre.
Se conocieron en una batida. La rescatamos del ataque de una fiera, y ya no hubo forma de separarlos; su corta edad no fue impedimento para el amor, lucharon por que los dioses y los hombres los aceptaran, y pronto lograron sus frutos. La bendición de la vida les había favorecido.
Sin sobresaltos, sin hambrunas ni batallas, la unidad del poblado creció; mirábamos a nuestro alrededor con sorna. Nada podía hacernos mella, hasta que nos alcanzó.
¿Qué circunstancias lograron acercar aquel diabólico estigma de los dioses? ¿Qué mal habíamos hecho?
Comenzaron a caer. Los viejos, las mujeres preñadas y los niños primero. La maldición se extendía, los enterramientos eran constantes; el ritual de la muerte nos bañó de tristeza. Y cuando ya no quedaron débiles a su alcance, fue a por los más fuertes, que sucumbieron mientras la palidez absorbía su resistencia.
Aquella niña, ya mujer, no podía permitir que le arrebataran, además de a su hijo, a su amado, e intentó insuflarle la vida que se le escapaba con cuidados de día y de noche, pero perdió. No hubo forma de separarla de su lado; quiso morir junto a él.
Fui el elegido para tan honroso acto. Colocamos aquellos cuerpos fuertemente abrazados en una fosa. Ella lloraba. Depositamos los elementos necesarios para el largo viaje y sus escasas posesiones, y al tiempo que le clavaba el cuchillo, arrebatándole la vida la besé, tomando con mis labios la última de sus lágrimas.

Monelle/CRSignes 20/02/2007

Detrás del telón. De Crayola

Rellenar con cuidado mis párpados marchitos de sombra azul. Una fina línea negra delinenado mis ojos al borde de las pestañas postizas; mejillas rosadas, labios rojos encendidos. El cabello suelto, alborotado sobre mis hombros. El mismo ritual cada noche. Baño de cuarenta minutos en la tina. Asientos de agüita de hierbas: romero, lavanda, manzanilla y pachulí, como me aconsejó mi madre, y a esta su madre y así no sé por cuantas generaciones antes, para evitar embarazos no deseados. Supongo que en algún momento esto falla, nací yo, nacieron ellas. Después una crema para untar en mi vagina; según las viejas, esto elimina cualquier contagio. Esos hombres parecen estar podridos por dentro; son un asco. Mi madre al morir me dejó una unidad en el vecinadrio, sus prendas, sus tacones finos de aguja, sus medias de red! Imponderables. Su cajón de maquillaje, su collar de perlas. Unos cuantos trapos y unos pesos como herencia. Pero no imaginaba que también lo puta se heredaba. No imaginaba que llevaría un estigma ecuménico el resto de mi vida, cuando a los doce años mi vieja me rentó con el tendero a muy buen precio, mi virginal cuerpo costó muchas monedas entonces. Todavía recuerdo que fue la última vez que sentí un abrazo de ella…Pero ¡que va! No tengo tiempo para idioteces y cursilerías, en un par de horas dará comienzo mi actuación: la gran Madame, la gran Puta diría yo. La gran inventora de intermitentes orgasmos. La que lame con grima esos miembros hediondos y viscosos. La que grita de placer fingido y con sorna, mientras ellos brincan como ridículos chapulines para terminar con un lastimoso gemido; embarrados, exhaustos y bañados en sudor. Este maldito clima tropical que lo empapa todo. ¡Pobres diablos! Pobres ilusos. Carcamanes, sádicos, libidinosos, puercos…hombres. Si supieran cuanto los desprecio…pero que bien pagan por un par de buenas corridas. Y que lástima me doy yo. Ahí está la actriz de sueños. Es hora de levantar el telón. Es hora de derretir el hielo y cubrir mi cuerpo con calenturas ajenas. Cuánta repugnancia me provoca mi imagen en el espejo. Esa soy yo, la que se vende por un puñado de dinero, la que solo aprendió en la vida a comerciar con besos y caricias….Que mas da…que alguien pague por ellas.

Crayola 17/02/2007

Los elementales: Capítulo cuarenta y dos. El regreso de Julien. De Monelle

Miraba a Anna y no la reconocía. Estaba tan segura de sí mientras pronunciaba aquellas palabras. Le tomé la mano. Fue entonces cuando nuevamente surgió la luz cegadora, y una abertura luminosa apareció de la nada. Retrocedí espantado, creyendo que la arrastraba, pero su mano se desvaneció. Ella seguía allí, podía verla pero no me oía. Grité su nombre mientras me acercaba. Intenté sujetar su brazo, pero fue imposible. ¡Qué diablos estaba sucediendo! Su cuerpo, ahora traslúcido, parecía a medio camino entre dos mundos. Sentí rota la unidad de nuestro amor. Estaba aterrado. Ella parecía no darse cuenta de nada, conversaba con alguien, gesticulaba reclamando atención. Su rostro sonriente, serenó mi impotencia. ¿Por qué le había dejado? Debí seguirla en lugar de intentar huir. Aquellos minutos se me antojaron horas. Mi desesperación fue a más cuando el resplandor se tornó intermitente. En un intento desesperado simulé abrazarla, y para mi sorpresa funcionó. Su cuerpo tomó contacto con el mío, fue entonces cuando la empujé. Noté como si algo tirara de nosotros. Era Julien que se aferraba al brazo de Anna para no perder el contacto, y vi algo más. Por el rabillo del ojo observé un mundo envuelto en semipenumbra.

¡Cuánto me he angustiado! –Dije.
Pero si apenas ha durado un segundo Ricard. No comprendo el porqué tuviste que empujarme. Por poco Julien se pierde. ¿Se encuentra bien?
Sí, gracias querida. –Asintió el viejo. –Gracias por todo.

Les expliqué lo que había sucedido, la sorna con la que había transcurrido para mi la escena antes de abalanzarme desesperado al ver los cambios en la puerta de luz.

¡Cuánto lo siento! –Dijo Anna. –Para mi fue maravilloso. Tal y como lo vi en el sueño. Después de recitar el conjuro, llegué a ese mundo extraordinario. Miles de luces de colores lo poblaban, a cada cuál más hermosa. Se desplazaban a gran rapidez dejando, a su paso, estelas que dibujaban líneas rectas, curvas, zigzagueantes,... Me encontraba bien.
¿Pero dónde estabais? ¿Qué mundo era? –pregunté.
Creo que ahora le llaman el astral, por purgatorio lo conozco yo. –Afirmó Julien.
Pensamos que estaba con los elementales. –Julien bajó la cabeza antes de contestarme.
Sé que me enfrento al estigma de mentiroso, y que quizás pierda nuevamente su confianza, pero debo rogarles que no me pregunten más. Pronto lo sabrán todo.

Monelle/CRSignes 15/02/2007

Momentos intensos en una corta existencia. De Suprunaman

Os voy a contar amigos míos la verdadera historia de unos amantes que se abrazaron hasta la muerte.

El amor es un sentimiento intermitente, hoy te quiero, mañana me cansas, te deseo, no tengo ganas…Los que alguna vez habéis amado ya lo deberíais de saber.

Se amaron con locura la primera vez que hicieron el amor, se acoplaron formando el todo, la Unidad. Luego ya no.
El amor había sido intenso, pero fugaz. Tuvieron tantas ganas el uno del otro que su primer momento se convirtió en un estigma que los arrastraría a la muerte.

El quiso envenenarla, ella clavarle un cuchillo, la empujó por las escaleras, contrató a unos asesinos para que lo mataran, le preparó un baño con agua hirviendo, le echó mal de ojo, le metió serpientes en la cama… Al final, pelea cuerpo a cuerpo, él la agarraba por el cuello, ella le golpeó la nuez, hizo un gran esfuerzo por respirar, de aquí no te escapas, dijo él, y volvió a apretarle el cuello hasta que soltó su último aliento, por fin ella había muerto, pero cual fue su sorpresa cuando notó que su nuez se deslizaba por su garganta, sin aire que respirar él también expiró.

¿Y cómo se yo todo esto? Soy el diablo. Qué bonito es el amor, dijo con sorna

Suprunaman 14/02/2007

Los amantes de Valardo. De Aquarella

Me llamo Marla. Sólo soy un pequeño esqueleto olvidado, pero mi alma ha tenido mucho tiempo, más de seis mil años, para sentir la intermitencia del amor y el odio hacia la persona amada... sí, porque cuando él estaba vivo yo realmente le amaba.

Un aciago día nos llegó la desgracia, a él en forma de fatal accidente de caza, a mí con el estigma de viuda que marcó mi trágico destino, el de una muerte temprana. No sé si fue el diablo, la ignorancia, o ambos, quienes me condenaron al abrazo eterno, un sacrificio “en aras del amor” para que le acompañase en su viaje final.

Ahora nuestros huesos sepultados han salido a la luz y, después de siglos de letargo, escucho con sorna los comentarios sobre el amor más allá de la existencia... mi alma vuelve a revelarse ¡Por todos los dioses! ¿No se dan cuenta que me asesinaron? Unidad en la vida y en la muerte, esa era la costumbre, y una mujer no podía decir nada

Han pasado más de seis mil años, pero aún siguen muriendo mujeres asesinadas en nombre del amor... tanto tiempo y no ha cambiado nada. No pude entenderlo entonces y sigo sin comprenderlo ahora. ¿Quién puede justificar que por amor se mata? Mis huesos mugrientos sienten hoy la necesidad de gritar, ese grito que no pude elegir cuando me robaron la vida.

Aquarella 13/02/2007

Envidia. De Crayola

Ahí están ellos, los amantes perfectos. No conformes con ese amor que se tuvieron mientras vivían, al morir juraron permanecer por siempre juntos y el destino se los concedió haciéndolos inmortales. Los dejó como un estigma perenne, indelebles. Ahí están impregnados en la misma tierra de la que surgieron alguna vez. Tan perfectamente enlazados en un abrazo. Tan eternos. Formando una sola unidad indivisible a través del tiempo. ¿Cuántos amaneceres vieron juntos? ¿Cuántas lunas contaron en su sepulcral silencio? Se les ve felices aún. Los años que han pasado no han hecho mella en ninguno de los dos. Cuántas especulaciones han surgido desde su aparición. Dos esqueletos abrazados. Al desenterrarlos se descubrió toda una historia, pero también se despertó el diablo de la ambición y el del saber más. La primicia de estudiarlos, de indagar de donde vienen, quienes eran, cuales eran sus nombres. Y así, intermitentemente seguirán violando su íntima unión hasta que se cansen, o encuentren otra cosa mejor que hacer. Pero a ellos dos pareciera no importar cada flash, cada mirada atónita, cada exclamación de asombro y sorna, cada minuto que se invierte en verlos. Están tan enamorados que no tienen cabida para nada que no sea su amor. Se han ensimismado el uno con le otro a tal grado que se han convertido en un solo ser. Fundieron su amor en ese abrazo tan viejo como la vida misma. Sus cuerpos jóvenes y con olor a hierba, ahora están marchitos guardando el polvo de las décadas, con olor gastado. Que envidia da ver esa muestra de amor. Que envidia yacer abrazado a tu amado. Morir mirando sus ojos, morir tocando sus manos. Y volverse antiguos, y volverse siempre.

Crayola 13/02/2007

El buen Satán. De Juancho

Demonio. Ray Raspall (Cuba)

El Diablo abrazó con sorna a Bonifacio y le dio unas palmaditas en el hombro.
¡Ea! Vamos, hombre, alégrate. Te aseguro de que no estarás mal en mi Infierno.
El pobre infeliz se limpió las lágrimas con sus manos, se alisó el pelo y el raído traje y volvió a sentarse frente al Maligno.
Es que... no me hago a la idea de morir tan joven...
¿Morir? ¿Quién habla de eso? Se trata sólo de... digamos... un cambio de residencia: tu gélido y cochambroso apartamento por una mansión muy, pero que muy... calentita.
Pero... es que aún no he probado todos los placeres de esta vida...
El Diablo dio un respingo.
¿Placeres dices?, ¿cuáles?
Bueno, ya sabes, todo lo que la gente desea: dinero, poder, sexo...
¡Ah! Esas son bagatelas. Yo puedo concedértelas sin ningún esfuerzo.
Pero, ¿dónde? ¿En el Infierno? Yo quiero saborear esos placeres aquí, en este momento.
Has tenido treinta y cinco años para hacerlo.
Pero es que no he podido. Ya sabes, mi vida ha sido un infierno, con perdón. Me quedé huérfano siendo niño, unos tíos me recogieron, estudié en el seminario para ser cura, luego me escapé y me eché a delinquir. Me cogieron y me encerraron... ¡no he podido disfrutar de esta vida! Ahora que había salido al fin y que me disponía a disfrutar, llegas tú y me avisas de que me toca ir al Infierno.
Bueno, ya sabes; así funciona este invento. Unos marchan antes y otros después. Cada uno lleva su estigma impreso. Nadie está contento.
Además, ¿quién me ha condenado sin juicio? ¿Por qué no voy a la Gloria o al Purgatorio? ¿Por qué tengo que ir al Infierno?
Ejem... era sólo una sugerencia. Si vienes a mi unidad voluntariamente, tendrás una posición mejor que si lo haces condenado por los cielos. Ya que tu final es inminente, mejor es asumirlo con coraje y celo.
Bonifacio era obstinado y no daba su brazo a torcer.
¡Ea! ¡Qué no, qué no quiero!
Satán estaba ya muy contrariado. Sus ojos echaban chispas intermitentemente.
Vale, como quieras. Te concederé un año y tres placeres: dinero (echa la quiniela este domingo y pon diez equis), poder (te haré alcalde corrupto del Pepé) y sexo (te acostarás con Paulina Rubio). Pero dentro de un año volveré y no tendrás ocasión de escapar y, menos aún, de decirme que has sido bueno.

Juancho 13/02/2007

Palabras para el "contemos cuentos 27"

La selección de palabras para este juego fue la siguiente:

ABRAZO

DIABLO

ESTIGMA

INTERMITENCIA

SORNA

UNIDAD

Para la segunda semana Juancho sugirió como tema los Amantes de Valardo y para documentarnos se colgó la foto del hallazgo y la noticia de prensa. Aquí dejo las dos cosas para recordar de qué iba el asunto.

Roma. (EFE).- Un grupo de arqueólogos italianos han hallado en la ciudad septentrional de Mantua una sepultura con dos esqueletos abrazados, que, según han datado, tienen más de seis mil años, informó la Superintendecia Arqueológica de Lombardía.

El hallazgo se produjo cuando los arqueólogos supervisaban los restos de una villa romana, encontrados en las obras de urbanización de Valardo, una barriada de Mantua.

Los dos esqueletos hallados corresponden a un hombre y una mujer "muy jóvenes", que vivieron en el periodo Neolítico, según informaron sus descubridores. La novedad de los huesos encontrados, bautizados por los arqueólogos como 'Los amantes de Valardo', es su postura, ya que es la primera vez que se encuentran los esqueletos de dos personas de edades similares abrazados.

El fallecimiento del hombre y el posterior sacrificio de la mujer para ser enterrada con él es una de las hipótesis que se barajan para explicar la postura de enterramiento: el uno frente al otro, con sus brazos y piernas superpuestos a manera de abrazo.

Junto al esqueleto masculino se encontró, a la altura de las cervicales, una punta de sílex, mientras que en el de la mujer se halló una cuchilla alargada entre uno de sus muslos y el costado. Los instrumentos también son objeto de hipótesis por parte de los estudiosos ya que se supone que podrían formar parte de un ajuar funerario o bien fueron los empleados para causar la muerte, al menos de la mujer.

La arqueóloga responsable de la zona de Mantua, Elena Menotti, afirmó a los medios locales que los dos esqueletos serán recuperados "sin separarlos" para exponerlos en el Museo Arqueológico Nacional de Mantua.