El buen Satán. De Juancho
Por monelle elAbr 24, 2011 | EnCONTEMOS CUENTOS 27, Juancho
El Diablo abrazó con sorna a Bonifacio y le dio unas palmaditas en el hombro.
—¡Ea! Vamos, hombre, alégrate. Te aseguro de que no estarás mal en mi Infierno.
El pobre infeliz se limpió las lágrimas con sus manos, se alisó el pelo y el raído traje y volvió a sentarse frente al Maligno.
—Es que... no me hago a la idea de morir tan joven...
—¿Morir? ¿Quién habla de eso? Se trata sólo de... digamos... un cambio de residencia: tu gélido y cochambroso apartamento por una mansión muy, pero que muy... calentita.
—Pero... es que aún no he probado todos los placeres de esta vida...
El Diablo dio un respingo.
—¿Placeres dices?, ¿cuáles?
—Bueno, ya sabes, todo lo que la gente desea: dinero, poder, sexo...
—¡Ah! Esas son bagatelas. Yo puedo concedértelas sin ningún esfuerzo.
—Pero, ¿dónde? ¿En el Infierno? Yo quiero saborear esos placeres aquí, en este momento.
—Has tenido treinta y cinco años para hacerlo.
—Pero es que no he podido. Ya sabes, mi vida ha sido un infierno, con perdón. Me quedé huérfano siendo niño, unos tíos me recogieron, estudié en el seminario para ser cura, luego me escapé y me eché a delinquir. Me cogieron y me encerraron... ¡no he podido disfrutar de esta vida! Ahora que había salido al fin y que me disponía a disfrutar, llegas tú y me avisas de que me toca ir al Infierno.
—Bueno, ya sabes; así funciona este invento. Unos marchan antes y otros después. Cada uno lleva su estigma impreso. Nadie está contento.
—Además, ¿quién me ha condenado sin juicio? ¿Por qué no voy a la Gloria o al Purgatorio? ¿Por qué tengo que ir al Infierno?
—Ejem... era sólo una sugerencia. Si vienes a mi unidad voluntariamente, tendrás una posición mejor que si lo haces condenado por los cielos. Ya que tu final es inminente, mejor es asumirlo con coraje y celo.
Bonifacio era obstinado y no daba su brazo a torcer.
—¡Ea! ¡Qué no, qué no quiero!
Satán estaba ya muy contrariado. Sus ojos echaban chispas intermitentemente.
—Vale, como quieras. Te concederé un año y tres placeres: dinero (echa la quiniela este domingo y pon diez equis), poder (te haré alcalde corrupto del Pepé) y sexo (te acostarás con Paulina Rubio). Pero dentro de un año volveré y no tendrás ocasión de escapar y, menos aún, de decirme que has sido bueno.
Juancho 13/02/2007
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