Reflexión de una rosa. De Belfas
Por monelle elJun 3, 2010 | EnBelfas, CONTEMOS CUENTOS 20
Hacía más de cinco minutos que el sol se había puesto y sin embargo yo permanecía a la sombra de un árbol. Mi vejez me permitía poder reflexionar sin prisa, era una de las pocas cosas que todavía podía hacer sin molestar. No puedo determinar en que pensaba en ese momento, mi espíritu estaba abstraído y mustio, pero quise fintar a la vida y centrarme en el paisaje, refrenando mi pensamiento en un elemento del entorno.
Un rosal, el cual tenía la figura de dos arcos casi perfectos, ensamblados y enaltecidos por espinosas ramas a la vez que engalanados por verdes hojas. Sobre las ramas decenas de rosas rojas. Me fijé en dos de ellas que, una frente a otra y con el suave movimiento de la brisa de la tarde, parecía tuviesen una armoniosa charla.
Mira tú por donde escuché como una decía:
—¿Recuerdas la mañana en que nos abrimos al mundo y vimos por primera vez la luz del sol? Qué bonito fue oír cantar por primera vez el canto del jilguero. Cómo disfrutábamos asomándonos entre las hojas para ver correr el agua del riachuelo. Añoro las noches maravillosas de luna llena, cuando el silencio solamente era interrumpido por el croar de la rana y el canto del grillo. Cómo nos divertíamos desplegando nuestro aroma, para que quien pasase cercano se aproximase a cotillear. Me viene a la memoria la infinidad de mariposas y abejas que se han posado sobre nuestros pétalos y nos han narrado aventuras increíbles. Nosotras jóvenes y esbeltas, siempre pensando en realizar alguna travesura, como cuando se acercó aquella cabra con no muy buenas intenciones y agitamos la rama para que se le clavase una espina en el hocico, obligándola a partir como alma que se lleva el diablo. Cuánta estupidez hemos visto a lo largo de nuestros días, sin poder evitar que nada cambie. Hoy amiga mía, me invade la perdición de la vejez, aquella de quien todos huyen y se alejan, buscando rosas más jóvenes, más bellas, más aromáticas. Observa, nos encontramos olvidadas en un grandioso rosal, para el que comenzamos a ser una dura carga. Lo sé, hemos tenido nuestra época de gloria. Esperamos orgullosas a que llegue el vendaval y, nos arrastre por la llanura hasta convertirnos en ceniza. Sólo pido que aquellos que se cruzaron en nuestro camino, guarden en su corazón el recuerdo de nuestro aroma.
Belfas 12/11/06
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