La mujer de la casa de madera. De Mon
Por monelle elMar 1, 2010 | EnMon, CONTEMOS CUENTOS 16
El profundo olor que se filtraba por la tierra no dejaba lugar a dudas, hoy después de desayunar dos buenas tazas de café me encontraba como nuevo, lúcido y atento, ni el humo de la pipa que se apoyaba en mi poblada barba ofuscaba mis sentidos.
Alguien tomaba notas mientras un océano de periodistas disparaba sus flashes, esas mismas luces que contrastaban el musgo que estaba dispuesto a remover para descubrir qué había allí.
Alguien gritaba desde una ventana, “No, no es ahí, yo lo vi todo”, al instante enderecé mis rodillas y me dispuse a caminar en dirección a aquella casucha destartalada y algo maltratada por el paso del tiempo. Dejé atrás a todo el equipo que me acompañaba, pensando que ellos trabajarían hasta la extenuación cavando en aquel montículo de tierra humeante.
Mientras reavivaba de nuevo el tabaco prensado de mi pipa, podía intuir una cierta sensación de desasosiego, como adelantándome a un acontecimiento horrible que estaba a punto de suceder, aun así debía extrapolar mis sensaciones por la frialdad que siempre me había caracterizado.
Ella estaba allí, sentada en una gran mecedora, invitándome a entrar. En la casa apenas se colaba algo de luz exterior y algunos rayos de tungsteno provocados por los fotógrafos, ciertamente comenzaba a preocuparme la situación.
Abrí la carcomida puerta de madera y me dispuse a entrar, la madera del falso suelo crujía como si en años nadie hubiese pasado por allí. ¿Cuál sería mi devenir?
De repente sentí un fuerte golpe en la nuca, una risa y unos aterradores gritos que venían desde el exterior, los cuerpos mutilados de varias personas estaban apareciendo por todo el jardín, quién me hubiera dicho a mi que iba a ser uno de esos cuerpos amputados , tullido para siempre. Mientras oía cómo la risa se iba haciendo cada vez más débil, resonando por las paredes de un viejo sótano y mezclándose con el sonido de la sangre que brotaba de mis extremidades, pude comprender que iba a ser yo el único testigo vivo que podría desvelar la identidad del asesino, la mujer de la casa, que desapareció para siempre dejándome privado para horror y escarnio de toda la gente que me conocía. Fui el último en caer en la trampa, pero sigo vivo y algún día acabaré con su vida.
Mon 22/09/06
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