El Despellejador de naranjas. De Mon
Por monelle elAgo 15, 2010 | EnMon, CONTEMOS CUENTOS 23
Los lejanos ululares de las fábricas anunciaban la retirada de decenas de trabajadores a sus casas, ellas, adornadas con sus delantales de encaje preparaban la cena a golpe de boniato y chirimoya. La vida era muy dura, el barrio era oscuro, siniestro, con un negro adoquinado que hacía temblar las sombras de la noche. La esperanza de sus gentes quedaba en sueños de futuro, el trajín del día a día solo permitía añadir agua al puchero.
Alguien gritaba…, el eco, al doblar las esquinas, arrastraba los ladridos de un perro hambriento, ambos se mezclaban en comunión, pidiendo quien coño sabe qué.
Al trasluz de una ventana, dominando los claros y tenues amarillos se podían perfilar las siluetas de las abuelas, meciendo los ovillos de lana, con la ilusión de una maternidad lejana en el tiempo.
No podía permanecer más tiempo parado, se acabó respaldar a las gatas en celo, ellos con los pelos erizados y el maullar caliente de su fuego interior, permanecían al acecho, esperando que yo marchase para saltar sobre sus lomos e hincar sus dientes en el pescuezo.
Bajé de la acera, tremendo salto en el tiempo, en caída libre desde el bordillo que acariciaba a voces mis talones inquietos, un solo paso me separaba del puesto de venta ambulante de palomitas de maíz azucaradas, un solo paso me separaba del despellejador de naranjas. Solo me dejó un papel manuscrito por ambas caras, en el la receta mágica que daba la felicidad a quien lo leyese. Una fría ráfaga se llevó el papel multiplicándolo por mil y pegándolo como un post it en cada ventana del barrio.
El despellejador me cogió de la mano y salimos volando, para ver desde lo alto como se iluminaba el barrio, desaparecían las sombras y callaban las sirenas…
…Es mi cuento de Navidad.
Mon 28/12/2006
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