Judios en La Habana
Diario Público ha insertado en sus páginas de ayer lunes un reportaje que hicimos Joan y el que escribe. Público es un diario que se declara independiente pero imagino independiente de la derecha, así que entre tintes de progresismo y cierta tozudez por seguir manteniendo (pese a su corta vida) una tirada nacional o estatal (no se me vayan a enfadar) en papel reciclado, consiguen mantener el tipo. ¿Todo un futuro por delante?
El reportaje, como siempre, excelente. Felicidades Mister Garí.
©Ramón J. Usó 2009 - La Habana
* Lápida en el cementerio judío de Guanabacoa - La Habana (Cuba)
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Santas Marías. De Crayola
Encierro total. Una celda asignada con lo esencial. Un viejo y desvencijado camastro, una mesilla, una vela y una ventana. Su nueva vida comenzaba. María Lucía, resignada, se desnudaba en soledad. Lo último que escuchó de su padre, fue que era una pervertida, mientras su madre se escondía debajo del velo que cubría su rostro. En el convento expurgaría su corrompida alma. Las órdenes superiores fueron determinantes: claustro obligatorio por seis meses; comería en su celda; se asearía allí; rezar todo el día; sanar su cuerpo con flagelación. Esa misma noche, María se revolcaba en sus ansias. Sudaba, se estremecía. Se arrodilló frente a su catre para rezar. La tenue luz de luna ancestral bañaba su translúcida cara. En medio de la plegaria, la puerta de su cárcel se abrió. Era María la criada. Una púbera cubierta con su hábito de inocencia y hastío. Un balde con agua y estropajo servirían para el lavado. En silencio, la criada María pasaba el trapo mojado por debajo del vestido de María Lucía. Recorría sus blancos muslos y rozaba con cuidado su vientre que temblaba. Las dos se miraban calladas. Las dos se necesitaban. María Lucía se despojó de su vestidura quedando completamente desnuda. Convido de su piel a María la criada. María la criada la acariciaba. Deslizaba sus manos por la entrepierna de María Lucía, curioseando, manoseando el pubis rasurado, inundando sus dedos de humedad. María Lucía sentía la alegría del pirata que respira la libertad del mar. Su propia libertad. La calentura de sus cuerpos se desfogó. Sus manos enloquecidas se recorrían enteras. Sus pezones ensalivados endurecían al contacto de sus lenguas alborotadas. De pronto, fueron antonomasia de amazonas guerreras. Las Marías se amaban. Por el día, María Lucía rezaba. Por las noches, sucumbía a sus arrebatos morbosos con María la criada. Seis meses después, María Lucía se alejaba para siempre del monasterio. La primera noche sola, María la criada se masturbaba en aquel camastro, consumida por las ganas del blanco cuerpo de María Lucía. Se conformaba con sus propias manos, soñando en aquellas noches de pin up plasmadas en los rincones de su memoria. Marías amantes, Marías amadas.
Crayola 26/07/06
400 palabras. De Locomotoro
Es primavera, esa época del año en la que la vida se abre paso a través de la tierra del jardín, al ritmo del sol que revive cada año e ilumina su cara, haciendo nacer un rostro de mujer
Es primavera, y al verla desde mi balcón, recuerdo que mi espacio queda limitado a cuatrocientas palabras.
¿Cómo contar con palabras lo que veo a mí alrededor? Sus piernas parecen nacer del césped del jardín, mientras sus pezones apuntan livianos al eje del universo y una ráfaga de brisa corta el medio ondeando la bandera de su pelo, haciendo traviesos remolinos con el bello de su cuello. Desabrocha un botón de su blusa y siento que necesito estirar las piernas, aunque no deseo moverme de allí. También temo cerrar los ojos por un instante, ya que mi mente es menos sutil que lo que presencio.
En la alegría de su gesto, explota al abandono el deseo. Y yo, como un pirata vencido por olas de pasión trato de atrapar cada detalle, para contar con palabras que quiero ser esa brisa, ese viento que recorre cada curva de su cuerpo.
Cuatrocientas palabras para contar que deseo ser ese sudor que emana de su cuerpo, que define cada rasgo, cada gesto, cada pétalo de jazmín que trepa del averno hacia el cielo.
Alza su mirada y me descubre, y me mata con su sonrisa mientras desliza sus dedos por sus senos y airea su blusa para aliviar la calidez de su piel. Y yo, como un tonto deseo sucumbir a sus encantos, derramar mi cera ancestral al calor de su fuego.
Pasa una nube que no apaga su llama, continúa mirándome mientras la lluvia amiga, revienta en su pelo y se desliza por su ser. De pronto, con una inocente carcajada, se tira en la hierba y se funde con la tierra dejando que ésta la abrace, la atrape y la una a ella. No es consciente de lo que está pasando con su cuerpo, se limita a disfrutar del momento, mientras Vargas, en algún rincón del tiempo, redondea otra pin-up.
Cuatrocientas palabras; La vida por antonomasia que comienza por sus ojos traviesos, se desliza por su cuello, pellizcando la oscuridad de sus senos, aforrando sus muslos con fuerza, para morir en lo más profundo, más íntimo de su placer.
Locomotoro 26/07/09
Olor a ti. De Crayola
Es tu abrazo tan tibio. Me invitas a seguir. A continuar con esa lluvia de besos. A besar tu lengua desnuda. Tu espalda desnuda. Hueles a miel, a bosque. Sabes a río de noche. Eres perfecto. Amante. Cómplice. Eres el pirata que me embarca en su buque siniestro. Me montas con la ferocidad de las tempestades. Me abarcas con la plenitud de los mares. Me fundes en tu pecho de hombre. Mis pechos al aire se erizan con la humedad de tus labios. Me mojas de tus ganas. Me inundas con tus ansias. Es tan fácil sucumbir al placer. Enredarse en tu entrepierna, y aferrarse a tus caderas. El ancestral deseo de tenernos se convierte en alegre carnaval. Máscaras al viento. Música en la piel. Bebes mis alientos. Te sumerges en el agua de mi vientre urgido que te grita. Estremeces mis adentros con la explosión de tu sexo. De tu virilidad antonomasia de un cuento. Posamos con la desnudez del alma, con la libertad del amor. Tu cuerpo convida a más. Mi cuerpo ardiente te pide más. Tu sonrisa coqueta y mi pelo suelto se confabulan y se retratan como pin-ups antiguos. Las manos tocan, palpan, recorren los rincones secretos. Hurgan de nuevo en los antojos. Mi piel es tuya. Tiene tú olor. Me gustas así, tan ausente, y tan presente cuando nos hacemos el amor.
Crayola 26/07/06
Revista Digital miNatura 97
Revista Digital miNatura 97. Dossier: VII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2009
Directores: Ricardo Acevedo E. y Carmen R. Signes Urrea
Portada: “Cartel del VII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2009” por Carmen Rosa Signes U. (España)
Diseño portada: Carmen R. Signes U.
Logo pág. 4: José Castillo Arias (Colombia)
Colaboraciones: minaturacu@yahoo.es
Descargarla: http://www.servercronos.net/bloglgc/media/blogs/minatura/pdf/RevistaDigitalmiNatura97.pdf
Un año más, os mostramos en un especial de la revista, el microcuento ganador y los finalistas destacados (un total de quince) en el Acta del Jurado, como parte del premio del VII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura. Y un año más, tenemos primero que agradecer la colaboración de las personas que han hecho que ésto sea posible: esos participantes, que van en aumento, el jurado, y los ilustradores que dan vida a las historias destacadas de este número. Éste es un número con nombres propios, el de todas las personas que lo habéis hecho posible. Gracias por seguir ahí, y por darnos tanto. Felicidades a todos.
Sumario:
2/ Acta del Jurado Del VII Certamen Internacional de microcuento Fantástico miNatura 2009
4/ Editorial
5/ Sumario
6/John Seal/ Annabel Miguelena (Panamá)
7/ Demasiada Imaginación/ Erath Juárez Hernández (México)
8/ Tecnoferia/ Javier Fernando Castillo Naranjo (Colombia)
9/ La Oficina De Objetos Perdidos/ María Luisa Castejón (España)
10/ Las ventanas del miedo/Raúl Oscar Ifran (Argentina)
11/ Tiempo Cero/ Elaine Vilar Madruga (Cuba)
12/ Kūrėjas/ Alba Yagüe Renau (España)
13/ Ciclos Nocturnos/ Juan Ángel Laguna Edroso (España)
14/ X / Daniel Antonio Carrillo Monsálvez.(Chile)
15/ Yo y los pájaros/ Carla Piña (México)
16/ Los Locos/ Daniel Avechuco Cabrera (México)
17/ El Círculo/ Fermín Vidales Martínez (España)
18/ Los Besos Son Un Recurso Natural Renovable/ Néstor Darío Figueiras (Argentina)
19/ El Espejo/ Ariel Martínez Monteiro (España)
20/ El Mundo Bajo La Cama / Oscar Eduardo Franco Olivares (México)
21/ La Difícil Adolescencia De John Dalton/ Julio Rueda Suárez (España)
22/ Sobre los autores
Sobre los Ilustradores:
Pág. 1 Cartel del VII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2009 por Carmen Rosa Signes U. (España)
Pág. 6 John Seal por Carmen Rosa Signes U. (España)
Pág. 7 Entre ángeles por Ray Respall Rojas (Cuba)
Pág. 8 Mass Media Control por Fraga (México)
Pág. 9 Después del fin del mundo 6 por Francisco Enríquez Muñoz (México)
Pág. 10 La ventana del Miedo por Pedro Belushi (España)
Pág. 11 Lugares fantásticos por M. C. Carper (Argentino)
Pág. 12 Kūrėjas por Carmen por Rosa Signes U. (España)
Pág. 13 Ciclos Nocturnos por Pedro Belushi (España)
Pág. 14 El Reflejo por Carmen Rosa Signes U. (España)
Pág. 15 Sara y Asmodeo Por Nicolás Massón (Argentina)
Pág. 16 Los locos Por Pedro Belushi (España)
Pág. 17 Imagen 7 Por Yuri Díaz Caballero (Cuba)
Pág. 18 El Beso Por Ray Respall Rojas (Cuba)
Pág. 19 El espejo Por Pedro Belushi (España)
Pág. 20 El mundo bajo la cama Por Carmen Rosa Signes U. (España)
Pág. 21 La difícil adolescencia de John Dalton Por Pedro Belushi (España)
Y a primeros del mes de noviembre el dossier Post-Apocalipsis de la revista. Gracias a todos.
El legado. De Monelle
Obligada a realizar el inventario de las pertenencias de mi abuelo fallecido hacía un mes, me propuse no sucumbir al sueño y terminar de ojear aquel legado. Saqué del armario un cofre y lo abrí. Lo primero que hallé fue la edición pirata de un calendario de pin-up del año 1950 en muy buen estado de conservación; sus ilustraciones me cautivaron. Al momento tropecé con una cámara Leica, y un grupo de encartonadas fotografías fuertemente atadas, separadas en pequeños montones, cada uno de ellos encabezado por una nota manuscrita. La primera decía: “Isabel, mayo 1944”. Aquellas instantáneas tenían como protagonista a una joven veinte añera rubia, que totalmente desnuda se dedicaba a masturbar a un hombre situado en primer plano.
Mi abuelo… ¿un libertino? Me sentí incómoda, pero al mismo tiempo alegre por haberlo descubierto. Hasta ese día, lo tenía como una persona religiosa, amante de su familia, de un ancestral y puritano proceder. Continué escudriñando, pues algo se había adherido a mi curiosidad: el morbo. Abrí el segundo bloque: “Teresa, septiembre 1945”. Teresa, tenía un hermoso cuerpo, sus formas redondeadas invitaban a la caricia sólo con verla. Tumbada en una cama, con un par de jóvenes, mientras uno la penetraba, el otro se entretenía jugueteando con sus senos. Tras de Teresa encontré a “Marta, enero 1946”, gozando de una larga sodomización; a “Sonia, mayo 1947” disfrutando del sexo oral y su justa correspondencia; a “Rosa, agosto 1948” en enloquecida cabalgada; y así hasta llegar a la última que, curiosamente, no tenía nombre. Todas ellas igual de jóvenes, todas entregadas a la pasión bajo la atenta mirada de una cámara fotográfica. ¿Sería aquella Leica que yo había encontrado? ¿Cómo había podido ocultar el abuelo aquello?
Por desgracia, no quedaba nadie al que pedir cuentas. Interrogar a mis padres resultaba embarazoso.
Antes de guardarlas, me entretuve un poco más con el último montón “Octubre 1950”. Cada foto allí agrupada, resumía en una instantánea los juegos eróticos de las anteriores; era extraño, pero parecía como si explícitamente se ocultara el rostro de aquella tan solícita joven, y el de su partenaire. La última toma desveló el misterio. Mis abuelos habían protagonizado aquella última sesión fotográfica.
Monelle/CRSignes 250706
Cómpreme una caja, mister
Ahora pasan los copos de nieve frente a ella, seguidos del flujo constante de viandantes que da cuenta del animado bullicio, de la frenética actividad del lugar. Pero por más que eso ocurra siempre termina sola. Nadie repara en ella. Apenas una pequeña luz, como un chispazo es visible, pero sólo en ocasiones. Un destello apagado, que se eclipsa con el sonido de las campanadas que marcan el paso de las horas.
Tiempo atrás aún podía esperarse una reacción acorde a su presencia, pero las costumbres han cambiado. Le pertenece el tiempo, lo tiene todo. Hay quién ve en ella, la grosera forma con la que la vida nos muestra sus carencias; algunos desearían ayudarla; pero la mayoría la ignoran. Los destellos contabilizan el tiempo, que no acaba. El ciclo se repite, siempre existe un momento en el que se le acercan, la agasajan, escuchan, y ella sonríe antes de ver como se alejan, la desprecian, ignoran… para terminar llorando. Su historia, contada una y mil veces, no es más triste que la de cualquier otro.
Una noche me abstraje en sus sonidos, formas y colores, huyendo de los regaños de mi jefe, imaginándome frente a ella en el espacio estrecho que la separaba de la realidad. Y ahí estaba, calada hasta los huesos, el frío atenazaba sus palabras. “Cómpreme un par de cajas, mister.” En ese mismo momento la hubiera tomado en brazos rescatándola de su destino, pero no lo hice.
No comprendo el porqué de retenerla en esta rueda sin fin al compás de este engranaje sonoro, que marca a destiempo su vida. Encuentro atroz el esfuerzo de aquel artista, posiblemente suizo, fabricando, pieza a pieza, los fragmentos de aquella fantasía helada. Suena la triste canción del fin del cuento, a las doce se quedara sin fósforos—demasiados que encender, la caja se vacía— y en ese momento, esconderá su diminuto cuerpo en el interior del cuco. De niño ocultaba ahí las cerillas que le robaba a mi madre. Los falsos copos se espesan, y por un momento desaparece. Una hora más tarde resurge, y mientras suena la primera nota, un fulgor brillante la devuelve a la vida.
CRSignes 260409
Un día cualquiera. De Chajaira
Julia, tiene uno de esos días comunes para cualquier mujer trabajadora, un día agotador, es el prototipo de mujer múltiple por antonomasia .No podía pensar en otra cosa mas que lanzar los zapatos, así hizo nada más cerrar la puerta de su casa tras de sí.
Al alzar la vista, la alegría momentánea de sus pies libres, se fue al traste, estaba todo el salón patas arriba. Ropas, restos de comida de la noche anterior habían sido dejadas a diestra y siniestra por su esposo e hijos.
Mejor darse una ducha de agua hirviendo. Entró en el baño y fue dejando su falda de gasa, su blusa haciendo juego, luego sus braguitas y sujetador muy discretos de encaje color visón, todo ello iba cayendo como hojas de otoño sobre el suelo.
Acarició la desnudez de sus muslos, se dijo que no era ninguna pin-up, sus ancestros no le habían dejado en herencia un cuerpo arrebatador, pero aún podía hacer voltear alguna cabeza.
Penetró en la ducha que ya humeaba, primero la cabeza y luego el resto del cuerpo, la delicia de los chorros de agua cayendo sobre toda su esbeltez, la inundaron, se dejaba sucumbir por el calor relajante, dejando navegar sus manos por toda su anatomía cual pirata buscando tesoros, el de ella iba poco a poco concentrándose en el placer del gel resbaladizo al contacto. No quedaba lugar donde masajear suavemente, sin salir en ningún momento del agua: la redondez de sus hombros, el recorrido blando de sus senos. Jugó con su abdomen hasta llegar a su pubis de vellos abundantes y tersos; invitación a levantar una de sus piernas y apoyarla en la tina, ahora tenía el espacio para adentrar sus jabonosos dedos en la oquedad de su punto de placer, esperando ser acariciado y así lo hizo depositándolo entre sus dedos, índice y corazón, arrullándolo circularmente. Abrió los ojos por un momento para buscar algo más, necesitaba sentirse llena, no tenía nada más a mano que el cabezal de la ducha, tenía la forma perfecta para sentirse penetrada y abarcada. Cerró el agua por un momento y lo introdujo despacio mientras seguía danzando con los dedos, era perfecto, estaba a punto de irse en el mayor de los placeres y abrió el agua fría para finalizar en éxtasis… en ese momento escuchó:
—Mi vida, ¿dónde estás? ¿Ya está la cena? Me muero de hambre.
Chajaira 26/07/06
La ventana al mar. De Mon
Una vez más se dirigía hacia el muelle, su padre le había regalado un pantalón de corte pirata en su quince aniversario. Hacia años que ella sentía sensaciones extrañas en su cuerpo, aquellas largas noches de verano convidaban a mantener las ventanas de par en par al igual que sus finas piernas que intuían largos orgasmos con la inocencia de pensar que estaba sola, de pensar que nadie la observaba. En cambio al otro lado de la calle se encontraba el joven espabilado por antonomasia, con su herido pene, victima de cientos de masturbaciones la observaba, la veía sudar, contemplaba sus espasmos que procuraba sincronizar con sus eyaculaciones. Eran noches sin tregua, sin final, solo aplacadas por el cansancio y la satisfacción.
Él no cesaba de imaginar cómo sería un primer encuentro con aquella niña que vio crecer, tan tierna, tan bien proporcionada. Pensó en abordarla mientras se dirigía como todas las noches para ayudar a su padre que faenaba hasta muy tarde.
Debía ser hoy, todos habían estado bebiendo en su cumpleaños menos yo, quien con 15 años más, preferí perderme en una partida de cartas. Todo estaba decidido, ella lo deseaba, yo la deseaba. Al margen de la ventaja que me confería haber observado sus deseos, sus sueños, no podía dejar de pensar que para ella yo era un chico mayor del barrio, incluso alguien en quien nunca se había fijado. Debía emplear una estrategia ancestral para hacerla sucumbir de deseo.
Así fue, nuestros rostros se encontraron en la noche, ella asustada ante mi insistencia no pudo contener el fuego que dulcemente manaba entre sus braguitas, pronto comenzó a devorar con hambre insaciable mi pene endurecido a punto de estallar. Ella se dejó hacer y pronto estalló en un grito de placer cuando la penetré contra las redes que los pescadores amontonaban para su reparación, no podía creer que aquella joven se estuviera deshaciendo de placer, con esa piel tan suave, con esas ansias tan bestiales. Cuando ella quedó arqueada hacia atrás con los ojos entornados eyaculé con tanta fuerza que su larga cabellera quedo impregnada de mi esencia, jugo que ella guardaría como oro en paño el día de su primera alegría, el día de su quince aniversario.
Nunca más pude ver la ventana abierta.
Mon 24/07/06
Noches de octubre
Ya pronto será la noche tan temida en que las brujas y los espantos despiertan de su letargo. Las brujas vuelan en sus escobas y se reúnen en un antiguo bosque detrás de las nubes. Ahí sacan sus calderos y los cuelgan sobre fogatas. Hierven aguas de pantanos y preparan pociones verdosas para darle de beber a sus prisioneros que mantienen en jaulas redondas que cuelgan sobre las ramas de tenebrosos árboles.
Gusanos y pelos, arañas y sapos, todos van de ingredientes al caldero.
Los espantos salen de las tumbas abandonadas de viejos panteones y se unen al jolgorio de sus amigas brujillas. Todos se preparan para salir en busca de víctimas que poder cocinar en sus sopas.
Estos seres malignos, se alimentan de malos comportamientos, de pésimas actitudes, de malcriadeces, de malas palabras y malas notas escolares. Siempre van tras los niños que son malos y no se saben portar.
Sucede en las noches de octubre. Cuando la luna se llena misteriosamente de una intensa luz amarilla. Cuando los gatos se vuelven negros y sus ojos sacan chispas infundiendo temor. Cuando las puertas en las casas chirrían y los pisos crujen. Cuando las sombras en las paredes se mueven grotescamente haciendo que el corazón lata con fuerza en el pecho.
¡Hay de aquellos niños que se portaron mal durante el año!
Las brujas maldosas llegarán y los subirán a sus destartalados escobones. Los espantos se meterán por las rendijas de puertas y ventanas y los atraparán. No podrán escapar. Los llevarán entre laberintos oscuros de contornos siniestros donde miles de ojos rojos los mirarán.
Los niños que saben que han hecho algo mal, esperarán en ascuas en sus camas. Arropados hasta la cabeza, con sus cuerpos laxos por el miedo. Saben que las gentilezas de última hora, de nada les servirán, ya es tarde para cambiar.
Pero a pesar del terror y lo malévolo de estos seres, siempre dan una oportunidad. Si el niño se arrepiente de su maldad, las brujas y espantos, no se los comerán.
Sesión de fotos. De Hechizada
—Hola, Pachi, ¡qué temprano has llegado!
—Ya me conoces, me gusta chequear que todo esté a punto, probar luces, preparar las cámaras, etc.
—¡Que si te conozco! Eres un maldito perfeccionista por antonomasia, ayer me fui tarde y te dejé en lo mismo. Por lo que respecta al maquillaje y el vestuario, no te preocupes.
—Me parece bien, Santi. ¿Y la modelo?
—Debe llegar en 20 minutos. ¡Cuántas cámaras! Sí te estas tomando esto en serio. ¿Las usarás todas?
—Claro, es mi gran oportunidad, no todos los días se reciben ofertas tan buenas y bien pagadas como esta para hacer un calendario.
—Joder, yo había entendido que era un par de posters tipo pin-up.
—Y entendiste bien, si les gustan me contratarán para hacer el calendario. Por eso me esmero.
—¿Y de dónde sacaste tantas cámaras?
—Son mías, más que trabajo la fotografía es una afición ancestral en mi familia.
—¿Cómo así? Me doy cuenta de que te conozco poco.
—Mi bisabuelo paterno trabajó con George Eastman.
—¿Y ese quién es?
—El fundador de Eastman Kodak Company.
—¡Joder!
—Mi bisabuelo era un joven químico que lo ayudaba con las soluciones de nitrocelulosa que producían los rollos de película transparente. Fue el comienzo de la fotografía para aficionados y de la cinematografía.
—¡Joder! Cuánto orgullo y alegría para tu familia.
—Pues sí, sólo que con el tiempo eso se ha perdido y ahora sólo estoy yo en este mundillo. Oye, volviendo a lo nuestro, no vi ningún vestuario, ¿y dices que lo tienes listo?
—Te enseño: para las fotos como pirata pensé en un garfio, pero viendo posters viejos lo que más se valora es la mezcla de sensualidad, ternura, delicadeza. Así que basta con el tapaojo.
—Jajajaja ¡qué ingenioso!
—Dependerá de tu creatividad en las poses para que no se eche de menos ropa ni nada.
—¿Y para el posters como Eva?
—Bueno, traje la manzana, infaltable. Y como no conseguí hojas de parra traje de laurel.
—Jajajaja ¡Qué rata eres!
—Eso sí, tendrás que aguantarte y no sucumbir a la tentación de comértela, a la manzana digo, mira que te pueden sacar del Edén.
—Vale, ya entendí, no te preocupes. Pero tarda, eh.
—Dicen que lo bueno se hace esperar…
Hechizada 22/07/06
Lo mejor de ser yo
No nací en un hospital como cualquiera. Llevo una cruz en mi espalda. Unos trozos de maderos viejos y carcomidos soportan mi cuerpo abultado pero ligero. Mis tripas son de paja. Mi sangre es amarilla y seca. Es de paja también. Mis ropas son las más usadas, esas que ya nadie quiere y dicen que a nadie sirven. A mí si me sirven. Me protegen del duro frío, y del intenso calor. No tengo manos ni pies. Pero con el tiempo, modelé lentamente y con paciencia unas pequeñas manos y unos descalzos pies. Tengo manos con las que acaricio la suave brisa. Tengo pies con los que acaricio la tierra y las plantas, y que remojo en el agua que se encharca. Un gran sombrero adorna mi cabeza. La verdad es un gran sombrero, porque tengo una gran cabeza. Redonda y gorda. Mi cara no pudo ser mejor. Parece que algún artesano la hizo con toda delicadeza. Un par de botones color café son mis ojos. Una tapa de alguna botella me sirve de nariz, y una boca grande y sonriente bordada con hilo rojo.
Me llaman espantapájaros. Mi dueño me creó para que trabaje aquí en su parcela. Se supone que ahuyente las aves pendencieras que se comen su trigo. Aquí entre nosotros, tengo un secreto: no hago nada de eso. Yo no espanto aves ni otros animales. Descubrí que es mejor ser amigo de todos ellos y llegar a un acuerdo amistoso. No falta alguno que otro pajarraco terco que se pasa de listo, pero al final nos dejamos de complejos conflictos y seguimos manteniendo la armonía en el lugar. Ser este muñeco que sé causa risa o lástima a los humanos, me ha permitido conocer un mundo que ellos ni siquiera han llegado a imaginar. He podido conocer cada gesto de la luna. Cada historia de enamorados que suele contar. Reconozco cada sonido de la noche. Cada lamento, cada alegría de las sombras. La música de los grillos, cada uno de los destellos de los cocuyos, y todos los murmullos del viento y sus cantares. Ser un mono de trapo y forraje me hace sentir feliz y afortunado, no hubiera podido ser algo mas. No me gustaría haberme perdido de alguna noche de luna llena.
El cazador de ratas
Los roedores intentaron huir de la absorción que los elevaba en un remolino ascendente, mientras eran aspirados por la cámara de vacío. No sobrevivió ninguno.
Tenía poco tiempo y escasos recursos, necesitaba conseguir sustitutos, por lo que decidí regresar al mismo lugar.
Aquellos hombres que tan amablemente me habían recibido por la mañana, cuando me ofrecí para librarles de las ratas, parecían incómodos ante mi retorno, incluso hicieron lo posible por deshacerse de mí. Poco menos que me trataron como un adversario, un maleante No es que me importara demasiado, más bien poco, ningún vínculo tenía con aquella gente, pero no comprendía el porqué del cambio.
Fue sencillo capturar a mis presas, aunque me sorprendió que especies distintas, pudieran ser atraídas de igual modo. Mi abuela siempre decía que con la música se puede conseguir cualquier cosa. Por tercera vez en un mismo día, recorrí el camino de regreso. La niebla espesa que difuminaba el paisaje nos ocultó. Todo hubiera sido más rápido de no quedar el cortejo casi bloqueado en aquel embudo que comunicaba con la nave. Al paso de la comitiva se cerraría la compuerta. Aún no había terminado de desfilar el último de ellos, cuando desde el fondo del pasillo, escuché los gritos, casi ahogados por la distancia, de uno de ellos que había quedado rezagado.
— ¡Qué os zurzan! —Creí entender.
No me importó que no llegara, estaba tullido.
Apreté el botón que accionaba el dispositivo de absorción, y a los pocos minutos las jaulas estaban repletas.
El desacoplamiento se haría efectivo en 55 segundos, después me aguardaría un largo viaje de regreso al hogar, con tiempo suficiente para la investigación, y ¿quién sabe? Puede que incluso consiga algún premio si alguno de ellos llega vivo: son tan jóvenes.
CRSignes 110909