12
Oct

Cómpreme una caja, mister

Ahora pasan los copos de nieve frente a ella, seguidos del flujo constante de viandantes que da cuenta del animado bullicio, de la frenética actividad del lugar. Pero por más que eso ocurra siempre termina sola. Nadie repara en ella. Apenas una pequeña luz, como un chispazo es visible, pero sólo en ocasiones. Un destello apagado, que se eclipsa con el sonido de las campanadas que marcan el paso de las horas.
Tiempo atrás aún podía esperarse una reacción acorde a su presencia, pero las costumbres han cambiado. Le pertenece el tiempo, lo tiene todo. Hay quién ve en ella, la grosera forma con la que la vida nos muestra sus carencias; algunos desearían ayudarla; pero la mayoría la ignoran. Los destellos contabilizan el tiempo, que no acaba. El ciclo se repite, siempre existe un momento en el que se le acercan, la agasajan, escuchan, y ella sonríe antes de ver como se alejan, la desprecian, ignoran… para terminar llorando. Su historia, contada una y mil veces, no es más triste que la de cualquier otro.
Una noche me abstraje en sus sonidos, formas y colores, huyendo de los regaños de mi jefe, imaginándome frente a ella en el espacio estrecho que la separaba de la realidad. Y ahí estaba, calada hasta los huesos, el frío atenazaba sus palabras. “Cómpreme un par de cajas, mister.” En ese mismo momento la hubiera tomado en brazos rescatándola de su destino, pero no lo hice.
No comprendo el porqué de retenerla en esta rueda sin fin al compás de este engranaje sonoro, que marca a destiempo su vida. Encuentro atroz el esfuerzo de aquel artista, posiblemente suizo, fabricando, pieza a pieza, los fragmentos de aquella fantasía helada. Suena la triste canción del fin del cuento, a las doce se quedara sin fósforos—demasiados que encender, la caja se vacía— y en ese momento, esconderá su diminuto cuerpo en el interior del cuco. De niño ocultaba ahí las cerillas que le robaba a mi madre. Los falsos copos se espesan, y por un momento desaparece. Una hora más tarde resurge, y mientras suena la primera nota, un fulgor brillante la devuelve a la vida.

CRSignes 260409

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