Un día cualquiera. De Chajaira
Por monelle elOct 11, 2009 | EnChajaira, CONTEMOS CUENTOS 12
Julia, tiene uno de esos días comunes para cualquier mujer trabajadora, un día agotador, es el prototipo de mujer múltiple por antonomasia .No podía pensar en otra cosa mas que lanzar los zapatos, así hizo nada más cerrar la puerta de su casa tras de sí.
Al alzar la vista, la alegría momentánea de sus pies libres, se fue al traste, estaba todo el salón patas arriba. Ropas, restos de comida de la noche anterior habían sido dejadas a diestra y siniestra por su esposo e hijos.
Mejor darse una ducha de agua hirviendo. Entró en el baño y fue dejando su falda de gasa, su blusa haciendo juego, luego sus braguitas y sujetador muy discretos de encaje color visón, todo ello iba cayendo como hojas de otoño sobre el suelo.
Acarició la desnudez de sus muslos, se dijo que no era ninguna pin-up, sus ancestros no le habían dejado en herencia un cuerpo arrebatador, pero aún podía hacer voltear alguna cabeza.
Penetró en la ducha que ya humeaba, primero la cabeza y luego el resto del cuerpo, la delicia de los chorros de agua cayendo sobre toda su esbeltez, la inundaron, se dejaba sucumbir por el calor relajante, dejando navegar sus manos por toda su anatomía cual pirata buscando tesoros, el de ella iba poco a poco concentrándose en el placer del gel resbaladizo al contacto. No quedaba lugar donde masajear suavemente, sin salir en ningún momento del agua: la redondez de sus hombros, el recorrido blando de sus senos. Jugó con su abdomen hasta llegar a su pubis de vellos abundantes y tersos; invitación a levantar una de sus piernas y apoyarla en la tina, ahora tenía el espacio para adentrar sus jabonosos dedos en la oquedad de su punto de placer, esperando ser acariciado y así lo hizo depositándolo entre sus dedos, índice y corazón, arrullándolo circularmente. Abrió los ojos por un momento para buscar algo más, necesitaba sentirse llena, no tenía nada más a mano que el cabezal de la ducha, tenía la forma perfecta para sentirse penetrada y abarcada. Cerró el agua por un momento y lo introdujo despacio mientras seguía danzando con los dedos, era perfecto, estaba a punto de irse en el mayor de los placeres y abrió el agua fría para finalizar en éxtasis… en ese momento escuchó:
—Mi vida, ¿dónde estás? ¿Ya está la cena? Me muero de hambre.
Chajaira 26/07/06
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