Vuelo 103. De Mon
Vuelo 103 de la Pan American con destino a Nueva Cork.
Hoja de ruta: P103A con salida en el aeropuerto internacional de Frankfurt y escala en Heathrow, Londres.
Sobrevolaba Alemania con la sensación de haber pasado antes por allí, nunca antes había volado pero fui un gran escalador y conocía bien las cordilleras de mi país. Pronto adivinaría la gran isla, la Bretagne y podría aliviar mis temores sin necesidad de notificar mis preces al comandante.
Sofía parecía haberse dado cuenta de mi nerviosismo, yo mientras ojeaba el Daily News recorría con el rabillo del ojo su esbelta y coquetona figura que halagaba la condición femenina. Pronto requerí su presencia y aprovechando su acercamiento pude inhalar el suave, fresco y dulce aroma de almizcle juvenil que parecía esparcir como pétalos de rosas. Ella depositó minutos después un tranquilizante en el vasito de plástico dispuesto a tal efecto y volvió a la cabina de mantenimiento.
Los motores del Boeing 747 volvían a rugir por la pista inglesa empujando con ráfagas de viento endiablado aquella mole de aluminio que desafiaba todas las leyes físicas conocidas, ahora íbamos a cruzar el atlántico y eso era para mí toda una aventura.
Repasaba mentalmente la historia, las metas que nuestros antecesores se marcaron y los temores que les perseguían, victimas quizá de la ignorancia o el desconocimiento. Aquellos valientes que desaparecían mar adentro, más allá de Finisterrae intentando esquivar calamares gigantes que solo aparecían en sus sueños. Como hoy, como yo mismo, sin desdén.
¿Mi existencia dependería de las 16 personas que componían la tripulación o estaría en manos de alguno de los 242 pasajeros que me acompañaban?, o ¿tal vez todos seríamos presas de algún maleficio lanzado por cualquiera de los millones de habitantes que ahora estaban bajo nuestros pies?
El vuelo 103 nunca llegó a su destino, varias toneladas de materiales aleados se encontraron esparcidos sobre el campo de una granja en Tundergarth, Escocia en el mismo bosque de Robin Hood, Sherwood. El comandante solo pudo virar 140º en busca de tierra firme después de la explosión.
No hubo supervivientes.
Este cuento esta basado en un hecho real y pretende ser un homenaje a las victimas que nunca supieron que ocurrió en ese vuelo.
Mon 23/05/2006
Casino
El suelo reflejaba la desmesurada ostentación del casino. Objetos de dudoso gusto, decoraban un salón que bullía en animada actividad.
El ambiente enrarecido acabó por irritarla. Comenzó a sudar. Las mesas escondían algo más que los trucos de la casa para no perder. Mentiras y falsedades en cada una de las historias de aquellos jugadores compulsivos, apilando deudas, fortunas y, de vez en cuando, alegrías ante la acertada forma de jugar de algún espabilado tahúr. Entre el canalillo de su vestido rojo satén, las gotas de sudor paseaban de forma molesta.
—Señora, ¿le sucede algo? Parece que a su pareja no le importa demasiado que sufra. ¡Es sólo un juego Madame! En el que su partenaire encima tiene suerte. —Dijo el crupier sin apartar su mirada del exagerado escote.
—Si nos disculpan se lo robo un momento.
—Cómo no. Mientras sólo sea eso lo que nos sustraiga…
En aquel momento, en la terraza, se reproducía un paraje tropical. Las micro-gotas de la refrescante recreación le aliviaron el sofoco. Próximos a la barandilla, protegidos de miradas indiscretas, le levantó la manga del chaqué para manipular los botones del panel de mandos.
—Lo siento, lo siento… No podré continuar la farsa.
—Va bien. —La voz del procesador le infundía seguridad.
—Nos pillarán, bueno me pillarán. Estoy demasiado tensa, fue un error no introducir parámetros para muestras de cariño en tu programación. ¡Me hace tanta falta el dinero…!
—No imagino en qué ayudarían esos datos, escapa a mi lógica, pero con una partida más obtendrá lo que necesita.
—Me habían hablado bien de vosotros, si el resto de cosas… —le besó —no pienso separarme de ti en la vida. Brrrrr —estaba tiritando— Han cambiado el ambiente y hace demasiado frío.
Entraron mientras les rodeaba un remolino de micropartículas de hielo. El androide le pasó el brazo sobre los hombros.
—Veo que se encuentra mejor. Les estábamos aguardando. ¿Comenzamos?
—Gracias. Pero alguien cambió la programación de la terraza, poco le faltó al frío para lastimar mi salud.
No le había bajado la manga al androide, mientras le besaba la colocó en su sitio. El crupier le guiñó el ojo con complicidad.
A la media hora salían del casino rumbo hacia su planeta de origen, el androide con el dinero suficiente en la cartera y ella con una sonrisa de satisfacción que le iluminaba el rostro.
CRSignes 271108
Muerte en la Iglesia Negra. De Suprunaman
Año 1689 Brasov, Rumania
Aquel endiablado cazador, me arrastró hasta el Templo Parroquial Protestante Luterano y aprovechándose de mi fragilidad al sol, no dudó en atarme fuertemente, me escupió a la cara con desdén y me dijo:
— Ei, calamar, ¿no te apetece chupar sangre ahora? —se encendió un puro grande y mal oliente, mi cuerpo aun estaba ardiendo, yo le miraba con mi vista nublada, pues aquel vasto lugar estaba impregnado de preces, de crucifijos e incluso de maleficios.
Había rociado el suelo con una sustancia inflamable, ya en la puerta lanzó su puro y la iglesia empezó a arder conmigo dentro.
El 1670 fue un buen año, vivía en Transilvania, en una casona envuelta de espesos bosques teñidos de verde y pardo, sobre las colinas se dibujaban formas misteriosas a la luz de la luna. Cada noche me acercaba al pueblo donde las jóvenes me halagaban ofreciéndome su grácil belleza, y yo les correspondía con un viaje de muerte que las llevaba al éxtasis.
Fue entonces que todo el mundo empezó a hablar de maldiciones, de brujas, de vampiros, se organizaron grupos de caza, Transilvania ya no era segura.
Decidí entonces visitar mi querida Rumania, y fui a Bucarest, Targoviste, al llegar a Curtea de Arges me encontraba bien y lucía mi aspecto más noble y me encapriché de una joven, la hubiera hecho inmortal, pero alguien me había seguido los pasos desde Transilvania, Christopher Belmont, bisnieto de aquel que mató al Conde, yo no pude más que huir dejando morir a aquella que hubiera sido mi compañera.
Christopher dio conmigo de nuevo aquí, en Brasov, el 7 de agosto de 1689, cuando el día es más largo, no hay duda que me quería, yo había sido para él un auténtico quebradero de cabeza, difícil de atrapar. Encontró mi escondite cerca del cementerio y como una ráfaga de viento, sin dar tiempo a que el sol se escondiera de nuevo me arrastró hasta este infierno de santos y fuego, ahora sólo me queda morir.
Suprunaman 22/05/06
Amor en penumbra
Dejaron en penumbra la habitación. Los asistentes, primerizos y veteranos, inquisidores algunos, escépticos en su mayoría, aterrorizados otros, se mostraban impacientes. La presencia entre ellos de personajes públicos y periodistas, daba al espectáculo una categoría impropia de una situación tan extraña como ilusoria. Florence Cook se había convertido en el acontecimiento de moda desde finales del siglo XIX.
Entre los asistentes, William Crookes, había dedicado desde 1875, cuando Florence era tan sólo una niña, su tiempo en investigar el caso de aquella mujer preparada para materializar el cuerpo del espíritu que se hacía llamar Katie King.
La médium, situada en el fondo de la sala, entraba en un trance capaz de provocar fenómenos nunca pensados, y que tan sólo él, había estudiado.
Los fluidos surgían desde la nariz, la boca y los oídos de Florence, conformando el cuerpo que avanzaba sigiloso hacia los invitados. La figura, surgida de la unión de la energía canalizada de la médium, deambulaba esperando las preguntas de los asistentes. Florence apenas si abría la boca. Con los ojos cerrados, como desmayada, parecía ajena a lo que sucedía. Katie la domina.
Envuelta en blanco sudario, siempre cerca de la fuente que la creó, deja que pregunten y observen. Su bello rostro, pálido y triste, tiene una amarga noticia que comunicarles. Aquella será su última aparición.
William se siente morir. No sabe por qué, pero lo idolatra; desconoce cómo pero cree estar enamorado. Vive obsesionado. Desde sus investigaciones y con ellas, la ha defendido, para acabar admirándola. La desea, no comprende su marcha.
Katie se coloca a la altura del científico, que con la respiración entrecortada la aguarda. Siempre ha estado allí, a su lado, ella lo sabe, pero no puede más. Su misión se ha cumplido. Comienza a desvanecerse, hasta desaparecer.
La busca en los ojos, al fin abiertos de Florence, que sale del trance entre los aplausos de los presentes que se marchan.
La amó, y ese sentimiento murió con ella. Un secreto a voces, desvelado por sus gestos, su admiración y el celo en defenderla, aunque siempre argumentó el carácter científico de su presencia.
¿Fue Katie consciente de aquellos sentimientos? Y si no fue así, ¿mereció saberlo?
Hermoso sería pensar, que algún encuentro privado los uniera de nuevo. Tanta dedicación, mereció un premio.
CRSignes 250109
Tú, yo y… De Chajaira
— Llevo todos los sábados desde que nos casamos preparándote estos condenados calamares, año tras año ¿te has dado cuenta? Durante veintisiete años que estamos conviviendo y Tú nada, me sigues tratando con el mismo desdén…Pero no digas nada, no, ¿para qué? Tú tienes tus malditos bichos rellenos, tu sopeteo de pan en la salsa, regocijándote como un cerdo, parece que no tienes más ilusión en esta jodida vida que tu plato favorito cada sábado…Aunque lo que realmente me pone endiablada es el que no tengas ni un pequeño halago para mí… pero mírame al menos, por tus muertos, cuando te hablo. Ya no sé que pensar, pareciera que alguna de esas brujas de tu trabajo te hubiera hecho un maleficio y no se encuentren preces ni conjuros que te saquen de tu atontamiento… Traga, traga… así te asfixies condenado… eso límpiate los bigotes, ¡anda! Toma una servilleta… ¡Por Dios y el Santísimo Cristo! Dame las gracias por lo menos… Siempre lo mismo, una ráfaga constante de palabras para llamar tu atención y nada…Pues… ¿sabes lo qué te digo? ¡Qué te den!, que no más, que ahí te quedas, tú y esos moluscos que aborrezco…Me largo.
— ¡Nooo! Por Dios, por tu madre, por nuestros hijos, por tu vida, lo que quieras… pero por favor no dejes de mandar los calamarcitos en un taper.
Chajaira 22/05/06
Palabras para el "Contemos cuentos 8"
Dieciséis semana jugando y crecíamos a pasos agigantados. Las palabras para este octava ocasión fueron:
CALAMAR
DESDÉN
ENDIABLADO
HALAGAR
MALEFICIO
PRECES
RÁFAGA
Y como no podía ser de otra forma, nos reservamos para la segunda semana, la posibilidad de crear relatos del genero negro. Tiros, sangre, muerte, etc... Invadieron el foro.
La chica Biograph
A Florence Lawrence (2 de enero de 1886-28 de diciembre de 1938)
“La chica de Biograph” gritaban, y se hacía un corro a su alrededor. Había conseguido, primero que nadie, convertirse en estrella de la gran pantalla. Su candor en la interpretación y su belleza aniñada obraron el milagro.
A Florence al principio no le importó que su nombre no trascendiera, ningún actor salía en los créditos; pero a poco ella saltó a otro escalón. Se alimentó su vanidad, y junto a ella la ambición de quién sí supo ver en todo aquello un negocio.
La industria cinematográfica crecía, y lo que hasta hacía bien poco no dejaba de ser un fenómeno casi de feria, comenzaba a verse, sin exagerar, con los ojos del arte. Las masas buscaban sensaciones renovadas, y en aquel siglo, el XX, recién estrenado, todo tenía sabor a nuevo. Pronto casi ya ni podía salir a la calle, la gente la buscaba, le escribía, incluso la imitaba; la adoraban. Con una buena campaña publicitaria lograron elevarla al nivel de los mitos, ya no era esa chica de las mil caras, sino Florence Lawrence, una estrella. Pero la fama es voluble y tan efímera como la que consigue un jugador que, en el último minuto, marca el tanto que salva a su equipo del descenso. Y los suelos tapizados en rojo se fueron decolorando. Pronto los demás estudios descubrieron la picardía de ensalzar sus propias estrellas, y por momentos, el cielo se iluminó con los favoritos de un público creciente, exigente. A Florence le siguió Mary Pitford “la novia de América”, Douglas Fairbanks, Valentino, Chaplin, y tantos y tantos otros que entre ellos casi eclipsaban el fulgor de sus antecesores. Por si eso fuera poco, después de recuperarse de un accidente en un rodaje, le dieron la espalda; inventó una y mil formas con las que sobrevivir, y durante veinte años lo logró. Pero a Florence le pudo la soledad. Había sujetado la antorcha de la gloria en solitario, y no asimiló bien pasar el testigo del éxito. No soportó transitar del todo a la nada. El vestigio de su travesía, por ese Olimpo renovado, calló en un saco sin fondo. Nadie la contrataba, nadie la recordaba ni la deseaban. Y se abrió una grieta en su corazón.
Florence, dejó el mundo una tarde de diciembre de 1938 en la habitación de un hotel, sola. Una sobredosis de barbitúricos cerró sus ojos para siempre.
CRSignes 200807
El rey de la selva. De Naza
El cielo se pintarrajea de caprichosos tonos pastel, las acacias reciben la visita de los leopardos que guardan las presas en sus gruesas ramas. Las cebras inquietas intentan alejarse de las altas hierbas que esconden los instintos homicidas de los grandes depredadores y una vez más, el atardecer reproduce la escena que se viene repitiendo día tras día desde el inicio de los tiempos.
Con aire mohíno observo a mi madre. Yo deseo salir a jugar, me gusta perseguir gacelas, me divierten sus saltos y sus quiebros, pero ella no está dispuesta a dejarme hacer lo que yo quiera. Hoy me está enseñando a menguar mi cuerpo hasta confundirlo con la tierra, dice que es la mejor táctica para comenzar un rápido ataque.
— ¿Y cómo tenemos que hacer ese ataque? —Su pregunta casi me coge por sorpresa.
— Yo lo sé. —Ya está el impertinente de mi hermano.
— Me ha preguntado a mí, tontorrón.
Y entonces comenzamos a pelear y a revolcarnos. Me gusta jugar con mi hermano. Un día, nos dice nuestra madre, seremos los dueños de todo esto. Nadie estará por encima de nosotros. Todo lo que debemos hacer es pasearnos por el amplio espacio de la sabana y orinarnos donde nos plazca. Eso es muy divertido, a mi hermano y a mi nos gusta hacer esas guarrerías y cuando seamos mayores...
No me di cuenta, mi hermano pudo saltar y no lo atraparon por muy poco. Yo sufrí heridas en las patas que me hizo perder mucha sangre y el conocimiento. Cuando desperté me encontraba en una jaula mal oliente sobre un cojín enguatado que me servía de cama. Y ahí sigo, sin saber cuantos tacos tengo.
Un domador presume de ser mi amigo me hace pasar por un aro ardiendo y a cambio me da de comer ese día. Pienso mucho en mi hermano. ¿Qué habrá sido de él? Ojalá sea el rey de ese territorio que íbamos a compartir.
Yo he esperado mucho tiempo que los propios humanos me devolvieran al lugar de donde me secuestraron. Pero los años se suceden, me paso el día entre rejas, mi única satisfacción es lamerme el prepucio; yo, que soñaba con un delicioso harem que me alimentara y me produjera el deleite que alguien como yo se merecía por su condición de rey de la selva.
Esta noche tomaré una decisión. El domador será mi cena.
Naza 18/05/06
La caja de música
María y yo habíamos llegado a un acuerdo. Aficionados a las antigüedades, nos faltaban tanto los medios como los recursos para adquirir cuanto nos apetecía, así que el trato consistía en comprar objetos que no sobrepasaran nuestro ajustado presupuesto.
— ¿Dónde está el truco? – Preguntó María. —Seguro que te ha costado más.
Su forma ovalada escondía una mariposa metálica que parecía real; bajo ella, una llavecilla; y tras el llavín, la cerradura que ocultaba el resorte, que precedido por un silbido, avivada el insecto y disparaba la música persistente que acompañaba sus movimientos.
Conseguí la caja de música en un rastrillo. Aquella delicada pieza encerraba un secreto que posiblemente había pasado inadvertido. Temí que fueran a pedirme una fortuna por tan extraordinario artilugio, pero no fue así. Era tal su encanto que dejabas cualquier cosa que tuvieras en mente para entrar en un estado de relajación perfecto. Por tal cualidad decidimos acomodarla en la habitación de nuestro bebé.
Despertamos con el llanto de la pequeña y el sonido ralentizado de la caja de música que había caído a tierra. Sabedores de su cualidad pacificadora, le dimos cuerda y regresamos a la cama. Un segundo después, el llanto desconsolado volvía a acompañar al sonido desacorde del ingenio. En esta ocasión, María decidió quedarse con la niña.
Pasado un rato, resolví intercambiarme con ella. Caminé despacio para no hacer ruido; aquella musiquilla sonaba dulce. A pocos pasos de la habitación, los sones se tornaron tétricos. Entré. María, con la tez blanca estaba paralizada viendo como la niña, suspendida en el aire, era zarandeada por un engendro mecánico surgido de las entrañas de una caja irreconocible, que había mutado tanto de tamaño como de forma. La mariposa había metamorfoseado a gusano. El cuerpo de la pequeña, que se agitaba nerviosa mientras lloraba, volvió a caer sobre la cuna. Como pude, la tomé en brazos y junto a Maria huí de la casa espantado.
Regresé con el día esperando que al terminar la cuerda la caja hubiese vuelto a su estado primigenio, pero había desaparecido.
Durante más tiempo del esperado, no nos sentimos con ánimo de dejar sola a la pequeña. Hacíamos incluso guardias nocturnas hasta que comprendimos que había desaparecido el peligro. Ese mismo día, la prensa destacó en titulares la misteriosa desaparición de un bebé. La foto que encabezaba el artículo, mostraba sobre la cómoda situada al lado de su cuna, una caja ovalada.
CRSignes 280308
El circo… mejor en casa. De Aquarella
La mañana del domingo se despereza lentamente, todavía no son las ocho cuando una voz infantil entra en la habitación alborotándolo todo con sus gritos
— Papá papá papá despierta hoy tienes que llevarme al circo —mínima pausa para respirar— Venga, levántate... jooooo venga, muévete!!! Mamá, dile algo, no me hace caso.
Detrás del niño entra mi mujer con su esa horrible batita de guata que le regaló su madre, supongo que le tengo tanta manía porque esa imagen es una premonición del futuro que me espera: suegra versus rulos y bata ¡Da grima sólo imaginarlo! Su mirada inquisitiva lo dice todo
— Ni se te ocurra buscar una excusa para escaquearte, se lo prometiste al niño - y con un gesto mohíno da por terminada la conversación, mejor dicho el monólogo porque no me da tiempo a pronunciar palabra.
Y aquí estoy yo, rodeado de caras tan aburridas como la mía... hasta que el espectáculo pasa de la pista al asiento de al lado. Cualquier día es malo para descubrir que tu hijo, a pesar de su corta edad, tiene instintos homicidas, pero hacerlo un domingo y rodeado de numeroso público resulta aún más incómodo.
— Joder papá, este circo es muy aburrido, menudo coñazo —El gesto de desaprobación de los demás padres me empuja a recriminarle.
— Niño, haz el favor de no decir tacos, no sé dónde aprendes ese tipo de lenguaje.
— Pero papá, esto es un rollo, los leones no se comen a nadie. Yo creía que iba a haber mucha sangre.
La gente me mira como si mi hijo fuese la reencarnación de Damien (creo que yo también lo pienso) y en ese instante sólo deseo menguar rápidamente hasta desaparecer en el espacio para no tener que enfrentarme a los gestos de repulsa que me rodean. ¡Por Dios! Pero si su madre y yo somos pacifistas, personas de lo más normales. ¿Cómo hemos podido engendrar un monstruo como éste? ¡Lástima de nudo en el prepucio a tiempo!
— Manu, hijo, no digas tonterías. ¿De dónde sacas esas ideas?
— Jo papá, en la peli que me pusiste el otro día para que te dejara jugar con mi Play los romanos tenían un circo mucho más divertido que éste y los leones se comían a todo el mundo ¡Eso si que molaba!
Una única frase se repite en mi cabeza ¡Tierra trágame!
Aquarella 17/05/06