22
Abr

Casino

El suelo reflejaba la desmesurada ostentación del casino. Objetos de dudoso gusto, decoraban un salón que bullía en animada actividad.
El ambiente enrarecido acabó por irritarla. Comenzó a sudar. Las mesas escondían algo más que los trucos de la casa para no perder. Mentiras y falsedades en cada una de las historias de aquellos jugadores compulsivos, apilando deudas, fortunas y, de vez en cuando, alegrías ante la acertada forma de jugar de algún espabilado tahúr. Entre el canalillo de su vestido rojo satén, las gotas de sudor paseaban de forma molesta.

Señora, ¿le sucede algo? Parece que a su pareja no le importa demasiado que sufra. ¡Es sólo un juego Madame! En el que su partenaire encima tiene suerte. —Dijo el crupier sin apartar su mirada del exagerado escote.
Si nos disculpan se lo robo un momento.
Cómo no. Mientras sólo sea eso lo que nos sustraiga…

En aquel momento, en la terraza, se reproducía un paraje tropical. Las micro-gotas de la refrescante recreación le aliviaron el sofoco. Próximos a la barandilla, protegidos de miradas indiscretas, le levantó la manga del chaqué para manipular los botones del panel de mandos.

Lo siento, lo siento… No podré continuar la farsa.
Va bien. —La voz del procesador le infundía seguridad.
Nos pillarán, bueno me pillarán. Estoy demasiado tensa, fue un error no introducir parámetros para muestras de cariño en tu programación. ¡Me hace tanta falta el dinero…!
No imagino en qué ayudarían esos datos, escapa a mi lógica, pero con una partida más obtendrá lo que necesita.
Me habían hablado bien de vosotros, si el resto de cosas… —le besó —no pienso separarme de ti en la vida. Brrrrr —estaba tiritando— Han cambiado el ambiente y hace demasiado frío.

Entraron mientras les rodeaba un remolino de micropartículas de hielo. El androide le pasó el brazo sobre los hombros.

Veo que se encuentra mejor. Les estábamos aguardando. ¿Comenzamos?
Gracias. Pero alguien cambió la programación de la terraza, poco le faltó al frío para lastimar mi salud.

No le había bajado la manga al androide, mientras le besaba la colocó en su sitio. El crupier le guiñó el ojo con complicidad.
A la media hora salían del casino rumbo hacia su planeta de origen, el androide con el dinero suficiente en la cartera y ella con una sonrisa de satisfacción que le iluminaba el rostro.

CRSignes 271108

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