Palabras para el "contemos cuentos 13"
Para este juego se unió un nuevo jugador que dejó muestras de su paso por el mismo y que ya leeréis.
Las historias las construimos alrededor de las siguientes palabras:
CARGADOR
CELDA
CELERIDAD
DESCANSO
ITERAR
MEMORIA
MINUÉ
Como venía siendo habitual, después de la primera semana en la que el tema es libre, para la segunda se hizo una encuesta que dio como resultado que el tema sobre el que debíamos construir los textos fuera INFANTIL, que ganó con cuatro votos de un total de nueve. Para los curiosos, y por dejar constancia de cuáles fueron las opciones, aquí las tenéis:
Infantil
Intriga/misterio
Amor
Ciencia Ficción
Erótico
Diario de un rodaje
—Haga el favor de comenzar a leer.
—A sus órdenes…ejem, ejem…
“Día Uno
Después de dar vueltas como tontos hemos llegado a la localización propuesta por la esposa del productor. La mansión y sus alrededores tienen posibilidades, aunque un poco más digamos céntrica, hubiera estado mejor. ¡Está en el culo del mundo!
El director de fotografía me ha dicho que en cuanto tenga las copias reveladas, me muestra sus ideas, espero que sea pronto y no se eche para atrás, pues con la borrachera que llevaba por la fiesta de bienvenida ha debido terminar tirado con alguna de las chicas.
Me aseguraron que llegaría hoy mismo el material, sin él no podemos comenzar.
Día Dos
Algunos de los actores se han mostrado en desacuerdo con la organización. Cierto es que debería haber estado todo listo, pero no dependía de mí. Ya veré cómo negocio con ellos, hay que comenzar los ensayos con la lectura del guion, despegar este proyecto de una, aunque esperando el material y las fotos. ¿Dónde coño se habrá metido ese fotógrafo? Tenía que ser mi cuñado. Si no fuera porque le conozco me preocuparía. No sé qué sucede, todos muestran gran apatía por la casa, dicen que no se encuentran cómodos, que les asusta, sienten por ella un odio increíble, ¿qué esperaban de una casona del siglo XXVIII?
Definitivamente, mi cuñado se ha largado con otra, confesaré que no me molesta, ahora el problema es decírselo a mi hermana. Comenzamos los ensayos sin vestuario, sin atrezo, sin equipo de rodaje,… ¡Sin NADA! Me han asegurado que salió hace tres días.
Salvo alguna que otra gallina clueca y pichón desmelenado estoy contento con el plantel de actores, espero que memoricen bien el guion, sobre todo la protagonista que es un bellezón, una auténtica “Queen Screen”, además de muy complaciente… Las chicas ya andan practicando los gritos.
Día Tres
Continúan quejándose por la casa, vale que es oscura y tenebrosa, que se escuchan ruidos donde menos te lo esperas, eso es lo característico para una película como la nuestra y lo más económico. Menuda imaginación tienen.
Esa compañía de transportes ha escrito su epitafio. Hemos estado al borde de una rebelión, no ha sido sencillo convencer a estos actoruchos para que me ayudaran a rescatar nuestras cosas. A un kilómetro de la casa, abandonadas en medio del camino, las hemos encontrado. ¿Cómo les haya sucedido algo?
Día Cuatro
Se han marchado cinco más. Ayer otros seis. Supongo que se ofendieron por tener que hacer de mozos de carga. Esta mañana encontré en la entrada las maletas de otros cuatro, aún puedo convencerlos para que no se larguen. Voy a estudiar qué les ofrezco. Esto parece una epidemia, no sé qué están incubando.
Si sigue así, voy a enloquecer… ¡Esas tontas no paran de gritar! Me parece bien que practiquen. ¡Todo tiene un límite! ¡Encima el güisqui se acaba!
Hoy corrí hasta la biblioteca, no aguantaba sus estridentes alaridos y no había nadie. Hubiera jurado que salían desde allí, el “delirium” seguro. El problema es que siguen sonando, no sé desde dónde. Estoy comenzando a sentir respeto por este sitio. Tendré que retractarme de mis palabras, pues me estoy quedando solo. Esta tarde se fugaron la actriz principal y cuatro más del equipo, incluida la del vestuario. Vaya panda de cobardes. Tendremos que buscar otro lugar porque de lo contrario voy a empacar yo también y todo a tomar por saco.
Intentaré descansar. Tengo incrustados los chillidos en mi mente, debe ser por la falta de alcohol. A ver si regresa mi asistente, la envié al pueblo para comprar güisqui y aún no ha vuelto. Acabo de regresar del sótano y creo que contamos con el mejor de los equipos de FX. Vaya realismo, todo inundado en sangre. Se me puso la piel de gallina, creo que no volveré hasta mañana de día. De veras me impresionó.
No encuentro a nadie. ¿Dónde coño se metió todo el mundo? El silencio es aterrador, estoy comenzando a asustarme…”
...Y aquí termina señor.
—Gracias teniente. Hallamos el camión de transporte a kilómetro y medio de aquí. No rastro de los operarios. Y la mansión, supuestamente repleta de comediantes, totalmente vacía. Todos volatilizados. En fin, en cuanto terminen de recoger muestras, nos vamos. Este lugar me provoca escalofríos. ¡Ah! Se me olvidaba, al cerrar la biblioteca me pareció escuchar gritos. ¿Usted no los oyó? Estas casa viejas tienen este tipo de cosas. Otra cosa, si ve a mi ayudante dígale que venga enseguida, hace una hora que le mandé por un vaso de agua y aún estoy esperando.
CRSignes 060109
Atrapado. De Pez Burbuja
Soy lo que la gente suele calificar como un tipo extraño por antonomasia. El miedo a relacionarme me convierte en un ser huraño y hostil. Las mujeres me encuentran atractivo; pin-ups insinuantes, se acercan con cualquier excusa. Pero su alegría inicial da paso a la decepción por mi rechazo.
Los días son cortos, las noches largas y solitarias. Paseo por las calles sin rumbo. Acabo en algún garito inmundo, anestesiado a golpes de bourbon o calmando mis ansias en una cabina, imaginando como sería tener una mujer entre mis brazos.
Otra noche más pago el precio y entro en un diminuto recinto. Introduzco una moneda, y ante mis ojos se dibuja una exuberante pelirroja de espaldas que hace que mi cuerpo reaccione instantáneamente, mis piratas parecen a punto de reventar. La melena acaricia su espalda desnuda, mientras un diminuto tanga muestra unas nalgas perfectamente cinceladas. Una fusta en su mano recorre lasciva su contorno. Me deshace la piel esa forma de moverse. Tan absorto estoy, que mi mano apenas se mueve sobre mi hinchado miembro. Es algo más que un instinto ancestral. La veo darse la vuelta a cámara lenta, mientras mi vista recorre sus piernas, el minúsculo triángulo que apenas tapa su sexo, sus enormes pechos coronados por dos sonrosados pezones, sus labios turgentes…
Aquella ninfa continua moviéndose provocadora, la fusta ha sido reemplazada por su mano. Recorre su cuerpo de tal forma, que me siento dueño de aquellos dedos. Los introduce en su boca para acariciar con ellos sus pezones enhiestos, dibujando una línea después que divide su cuerpo en dos mitades perfectas. Entonces se desprende de aquel tanga dejándome contemplar sus rizos rojizos, coronados por algunas gotas de rocío que me hacen estremecer. Mi mano se mueve ahora más deprisa sobre mi sexo, intentando calmar mi urgencia. Ella se acaricia al unísono, moviendo sus dedos frenéticamente. Ambos sucumbimos en un último espasmo mientras nuestros gritos se confunden en uno. Entonces mira directamente hacia mí. Aquellos ojos verdes me desconciertan. Me hablan en un idioma que conozco, el mismo que leo todas las mañanas en el espejo. Se apaga la luz de la cabina. Me limpio mientras rememoro la experiencia más cercana que he tenido nunca con una mujer.
Camino cabizbajo hacia la salida. Mi mano se dirige hacia mi pecho, justo al lado del corazón.
-Oye, se te olvida la cartera.
Unos ojos verdes me sonríen.
Pez Burbuja 31/07/06
La niña más bonita del mundo
Fotografiar puede pasar de ser un vicio a un placer, pasando por momentos en los que vale la pena olvidar todo sacrificio anterior y observar, quedarte con el instante y no olvidarlo jamás.
En pleno centro de La Habana me ocurrió una anécdota que no me cansaré de contar a mis allegados: mientras realizaba algunas fotos vi a unos 20 metros dos jovenes que se acercaban hacia mi, sin dudarlo, vi imágen y disparé, ellas me alcanzaron y comencé a caminar a su lado preguntándole a la de la izquierda si podía hacerle una foto más posada. Ella negó con la cabeza y sonrió, con una sonrisa tan amable y limpia que parecía imposible. Torpe de mi o pensando que en este País todo funcionaba a base de pesos cubanos, le ofrecí un "pesito" a lo que ella interpretó "un besito" y sin pensarlo me lo dió, en la mejilla....
Quedé parado en medio de la calle, desarmado, esta vez la sonrisa se quedó en mis labios y en Cuba para toda la vida. Nunca olvidaré ese detalle tan mágico, tan noble y tan puro. Por eso esta niña, de nombre desconocido, bien podría ser la niña más bonita del mundo.
© Ramon Usó 2009 - La Habana (Cuba)
A los niños
No se sabe si existió de verdad. Pero cuentan que vagaba por las calles de la ciudad buscando todo tipo de cosas que llevarse en un costal percudido que siempre cargaba con dificultad en su hombro izquierdo. Los que alguna vez llegaron a verle, dicen que era un viejo sin empatía, entrado en años, desaliñado y mal oliente, con el pelo enmarañado lleno de piojos, la boca desdentada, los ojos hundidos, la piel llena de llagas, las uñas largas y filosas como las de una bestia y la mirada enfurecida y lascivia, y para rematar, algo cojo. Toda una facha. Para algunos se había convertido en el hazmerreír; para otros, era un brujo que practicaba magia negra y hacía desaparecer personas usando el roído costal. Otros cuentan que tan solo se trataba de un hombre caído en desgracia. Que había sido un soldado en las guerras de otros continentes, y que al verse sin fortuna y derrotado, emprendió un viaje sin final en tierras lejanas donde no fuera conocido. Un vagabundo errante sin sitio, sin familia, sin un hogar. Recorría todos los caminos, en todas direcciones, recolectando cachivaches, trebejos, pero sobre todo, niños.
No ha habido hogar en el que el viejo no sea conocido.
–Si te portas mal, te lleva el viejo del costal.-
- Si no duermes la siesta, vendrá el viejo del costal.-
Esas advertencias nunca fueron en vano, porque dicen que a los niños desobedientes se los llevaba el viejo.
Llega por las noches, escondido entre las sombras, entra en las habitaciones y mete al sucio costal a todos esos pequeños mal portados.
Al parecer el costal es tan solo una ventana a un mundo diferente. Ahí llegan chiquillos de diferentes lugares y razas, y son castigados por su pobre comportamiento. Los que perseveran y aprenden buena conducta, pueden regresar con sus padres. Los que no cambian su forma de ser, se convierten en grandes árboles con gruesas raíces bien metidas en la tierra para que no pueda moverse y nunca mas pueden volver a su mundo real.
Quizás tan solo sea un cuento, nunca se sabrá con certeza, por eso, es mejor portarse bien y no desear el mal. Tal vez allá afuera, oculto en los callejones, ande el viejo del costal.
Al mismo ritmo. Hechizada
Era la despedida de soltera de su mejor amiga, prometiendo una noche de desenfreno y diversión por antonomasia. La sala estaba abarrotada. Luces, música y humo creaban un ambiente psicodélico para liberar los instintos más ancestrales. Sobre el escenario cinco chicos bailaban sensualmente combinando con algunas poses de físico-culturismo, haciéndolos muy deseables.
Las horas pasaban entre copas y espectáculo. Las mujeres eran invitadas a bailar, y entre risas, lujuria y aplausos el ambiente se caldeaba.
En un momento el más guapo quedó solo y pidió que subiera otra chica. Ella sintió que la agarraban y sin darse cuenta ya estaba en el escenario. Él comenzó a bailar a su alrededor sensualmente con una espléndida sonrisa que lo hacía más atractivo. Las luces se concentraron en ellos. Ella comenzó a moverse al ritmo de la música moviendo sus caderas voluptuosamente, cerrando lo ojos y olvidándose del mundo. Él se puso detrás de Ella, primero manteniendo cierta distancia que poco a poco iba acortando, hasta que sus cuerpos empezaron a rozarse irremediablemente. Ella echó su cabeza hacia atrás sucumbiendo al deseo. Él comenzó a acariciarla dejando las manos en sus caderas para marcar el ritmo. La imagen que daban era espectacular, digna de un posters de pin-up. Él aprovechó para besarle el cuello mientras le decía lo bien que lo estaba haciendo, y empezó a lamer su oreja haciendo que su piel se erizara. El cuerpo de Él se le acoplaba haciéndola sentir como crecía su virilidad, enloqueciéndola de placer. Él comenzó a subir su mano recorriéndole el torso, cual pirata en busca de su tesoro, la posó en su seno y comenzó a acariciárselo por encima de la blusa. Ella le tomó la mano con suavidad, apartándola y girando sensualmente para ponerse a su lado justo con el último compás de la canción, como si hubiese sido un acto ensayado, explotando el público en aplausos y vítores. Ella no quiso verle para que no percibiera su excitación, bajando a su mesa desinhibida y alegre. A Él no le quedó otra que unirse a los aplausos y retirarse rápidamente para ocultar sus atributos al máximo esplendor.
Cuando salió apenas les dio tiempo de cruzar las miradas, pues Ella se retiraba con sus amigas. Fue una mirada de deseo, de promesa, de mutuo hechizo. Ella le dejó sus datos con un mesonero. Él se sintió en la gloria presintiendo lo que vendría.
Hechizada 28/07/06
La magia de la noche. De Pez Burbuja
Las últimas luces del atardecer hace tiempo que dieron paso a las sombras. Estás a punto de llegar; más que saberlo, es el instinto el que me hace presentirte mucho antes de que mis ojos puedan contemplar tu silueta. Apareces en medio de la bruma nocturna, y una vez más mi alegría inicial va dando paso a otro sentimiento más ardiente, y yo, tímida por antonomasia durante el día, me convierto en una provocativa pin-up, envuelta en seda y cuero.
Te acercas despacio, tan sólo tu mirada deja entrever la urgencia de tus ganas recorriéndome cada palmo de piel, que reacciona erizándose a su paso. Pero hoy no quiero que seas tú quien tome la iniciativa. Te tumbo en la cama sin miramientos, y me abalanzo sobre ti como una fiera hambrienta.
El roce de tu ropa provoca escalofríos en mi cuerpo, mientras mi boca va siguiendo el camino que abren mis manos al desnudarte. Te siento fluir entre mis dedos como agua, y tu sabor a mar aviva el ansia que me crece en las entrañas. Tu ropa se deshace, te siento estremecer bajo mi lengua que dibuja sobre ti el círculo ancestral de la vida. Y es ahora, cuando estás al borde de sucumbir a la pasión mientras gimes bajo mis labios, cuando me convierto en un pirata a punto de realizar un abordaje. Abrazo tu cintura con mis muslos, danzando al frenético ritmo del deseo. Te siento dentro de mí, y entonces, en el vértice mismo de las ganas, mi cuerpo se arquea para hacernos uno, y entre espasmos el vencedor es vencido. Me dejo caer sobre ti rendida mientras mis labios musitan un te amo. Y nos dormimos.
Las primeras luces del alba apenas han ahuyentado las sombras. Acabas de irte, y otro día me separa de ti hasta que pueda volver a soñarte.
Pez Burbuja 28/07/06
Cirilo un carpintero de armas tomar. De Belfas
Soy caliente por antonomasia, mi entrepierna sufre con frecuencia espasmos, fruto de mi furor uterino. El mío, un útero fogoso, encuentra con facilidad la forma de incitar a mi cerebro a consumar fantasías célebres.
Una reforma en mi cocina y el encargo de una mesa resistente, pues la anterior se rompió en un escarceo con mi marido, hizo que conociese a Cirilo. Un hombre atlético, que me recordó al pin–up que me avasalló en la última despedida de soltera de una amiga.
El tercer día llegó vestido con un pantalón pirata y una camisa desabrochada, que permitía ver su torso bronceado. Una forma sensual de despertar mi libido y ese instinto ancestral que llevo dentro.
Fue esa combinación de madera recién cortada, la fragancia de la cola, el adobo del solomillo y el aroma del sudor de su piel, lo que me hizo sucumbir. Mientras Cirilo trabajaba con la mesa, yo trajinaba en el horno. Ese día opté por un vestido blanco, casi transparente, que insinuaba un minúsculo tanga negro. Yo, miraba de soslayo... él, de una forma atrevida... mi sexo humedecido desprendía un aroma que, mezclado con el resto de fragancias impregnaba el aire de la cocina con la esperanza que Cirilo captase su excitación.
Agachada, miraba a través del cristal del horno buscando la forma de provocarle. Su mirada entró furtiva entre mis nalgas y tras su mirada, vinieron sus manos. Mi cuerpo a su tacto se estremeció, me hizo levantar y antes de poder decir nada, me beso en la boca. Yo, correspondí gustosa, me tumbé sobre la mesa dejando mi culo sobre el borde, mis manos buscaron ávidas su miembro grueso y duro; tras encontrar el ángulo correcto aparté ligeramente el tanga y lo introduje en mi sexo jugoso y excitado. Él, mientras, amasaba con habilidad mis pechos, y mis pezones firmes invitaban a su boca hambrienta. Mi cuerpo se arqueaba, gemidos de placer intentaban atravesar las paredes para anunciar mi furor. Bastaron unos cuantos movimientos acompasados para llegar al éxtasis juntos.
Me quedé aturdida sobre la mesa, cuando recuperé el sentido, vi a Cirilo alejarse con su caja de herramientas, se giró y una alegre sonrisa perversa fue el obsequio por esos cuarenta segundos de placer. Ya tenía mi mesa lista para próximos avatares.
Belfas 27/07/06
Más allá del sueño
Aurora, enojada, arrastraba a su hija a través del patio después de que ésta le desobedeciera para unirse al grupo de niños formado en torno al payaso. Hoy cumplía años, y estaba nerviosa. Alcanzó el salón, y fue de inmediato a hablar con su esposo.
—¿Qué ha hecho ahora? —le preguntó.
—¡Desobedecer! —afirmó ella.
—Venga, no le des importancia, llévala con su ama, y tú Aurora regresa a tus quehaceres.
Media hora más tarde, estaba enfrascada entre cacharros, intentando organizar el banquete que se celebraría aquella misma noche en su honor. A él acudirían, como era acostumbrado, todos sus amigos y familiares. Sus padres hacía un par de días que se habían desplazado desde su retiro y, esa misma tarde, estaba prevista la llegada de sus madrinas.
Seis años atrás, en ese mismo lugar, la fiesta duró varios días, entonces Aurora cumplía dieciséis años de edad, y todo se auguraba perfecto. Pero apenas si lograba recordarlo. Eran tantas las cosas sucedidas desde entonces: la boda, el nacimiento de su hija, la jubilación de sus padres,… que una incomprensible cerrazón se había instalado en su memoria.
Arrullados por el trino de las aves, Aurora y Felipe, aguardaban a los invitados.
—Por ti esperaría la eternidad entera.
—Yo tampoco puedo imaginar la vida sin ti. Voy a buscar a nuestra hija, tuvo ya suficiente castigo —se compadeció ella.
Mientras atravesaba los corredores en dirección a los aposentos de la niña, bien por la soledad o por el silencio, sintió una música extrañamente conocida, y cómo las sombras parecían querer hablarle. Turbulentamente el presente se mezclo con las escenas de su pasado. Era el día de su dieciséis cumpleaños, y acababa de conocer a su amor. Negada a seguir los dictámenes de sus padres, se fugó. En su huída una insólita melodía, pareció guiarla astutamente hacia un corredor oscuro, en el que unas escaleras apuntaban bien alto. De repente, la sombra lunar de su mano se adelantó al roce punzante de la aguja de un huso, y perdió el conocimiento.
Abrió los ojos al reconocer la voz de Felipe y sentir sus labios pegados a los suyos, pero aquel no era su esposo, semejaba un anciano encorvado. Ante el avejentado entorno de ruinas desoladas sintió una fuerte opresión en el pecho.
—He aguardado una eternidad entera por ti —le dijo.
Y Aurora, sintiéndose muerta, cerró los ojos buscando el retorno a la vida que había dejado atrás.
CRSignes 280809
Y. M. C. A.. De Suprunaman
Érase una vez un pene superlativo, elegante, y solterón. No había noche que no saliera a triunfar por la ciudad, con su cabello negro y rizadito echado para atrás, en busca de las más bellas pin-ups, chochetes con ganas de marcha.
Se dice, que por error, este pirata del sexo llegó a un extraño lugar, donde era imposible no sucumbir bajo el ritmo de “Y M C A”, sus pies se movían sin cesar al igual que sus brazos, “Y M C A, Y M C A”, cubata tras cubata iba aumentando su alegría.
—¡Viva los chochetes! —Gritó.
Se hizo el silencio por unos segundos, carcajadas y de nuevo música, al mirar a su alrededor, su gozo se vino al suelo. Un pene y otro, y otro, se abrazaban y se besaban “Y M C A”. Se tocaban y se frotaban “Y M C A, Y M C A”. Estaba en un garito gay. Hipnotizado por aquella música infernal, sin saber cómo, acabó en los brazos de un pene sarasa conocido por antonomasia como “La Chochona de Puerto Rico”.
¿Si lo vieran sus ancestros? Estaba en la cama con una loca que no paraba de cantar “Y M C A, Y M C A”.
Suprunaman 27/07/06
¿Por qué discutir? De Edurne
Esta noche hemos discutido, tantos planes para estar juntos unas horas y por una tontería, nos hemos enfadado. Aquí estoy, sentada en un banco de la plaza, sucumbiendo al embrujo del cuarto menguante y recordando la mirada de reojo que ha dedicado a esa pin-up de la disco y que ha motivado nuestra discusión. Se ha esfumado la alegría de nuestro encuentro. Nos hemos separado en la puerta… él hacia el callejón… yo hacia la plaza, las piernas cruzadas, mirando el firmamento estrellado y pensando en él.
¿Por qué se ha enfadado? Sólo ha sido una mirada y ahora me encuentro en este callejón, apoyado en un portal, pensando en ella. El humo del cigarrillo me recuerda sus movimientos, esos que yo intentaba poseer mientras bailábamos en la pista. El ritmo de sus caderas me emborrachaba de deseo y mis manos pretendían apoderarse de ellas como un pirata de un tesoro. Todo en vano, se escurría entre mis dedos al ritmo de ancestrales danzas y sinuosos espasmos que provocaban la erupción efusiva de mi miembro; luego ese error, esa mirada y… en lo mejor de mi afectada libido, se ha perdido el embrujo…
………………………………
He sido una exagerada, todavía siento sus manos retozando mis caderas, embriagándome con su mirada de deseo, había conseguido despertar en él ese Don Juan por antonomasia y lo he estropeado. Su abrazo cálido me transportaba al infinito y su péndulo nervioso se clavaba en mi pelvis mientras nos contoneábamos excitados. La lujuria iba en aumento, mis dedos penetraban en su pelo y mis labios surcaban caminos ya conocidos en su piel. Esa fragancia, que emanaban sus poros junto con el sudor de su cuerpo, conseguía que perdiera el mundo de vista y que me abandonara a sus contoneos, humedeciéndose mi sexo de placer.
………………………………
De repente, los dos reaccionan; ella se levanta decidida a ir en su busca…. él apaga el cigarrillo con un movimiento de tacón y se dispone a desandar el camino para reencontrarla. No saben lo que van a decirse. No piensan ya en lo que ha pasado. En su interior sólo despunta el amor y el deseo que se profesan. Siguen andando decididos, en la misma dirección pero en sentidos opuestos, giran la esquina y….. frente a frente, un silencio, una mirada y un abrazo… ¡Qué placer más deseado proporciona la reconciliación!
Edurne 27/07/06
Las lecciones de mi abuela Ana
La abuela Ana me instruyó para no dejar nada en el plato. Mi madre decía que no iba a crecer, pero después de aquel verano, pasé de ser un enclenque a gastar, con diez años de edad, tallas de persona mayor. Tuvieron que sacarme del comedor escolar por culpa de mi voracidad desmedida; ni recoger los platos dejaba, si en ellos quedaban restos.
La abuela Ana me adiestró para que saltara las vallas con los ojos cerrados, decía “aunque lo hagas con ellos abiertos, en cuanto despegues los pies del suelo nunca sabrás ni dónde ni cómo vas a caer”. Estarán pensando que qué hacía un niño regordete tirando a obeso saltando así, pues la verdad es que no llegue a conseguirlo, pero incrusté tan bien el consejo, que gracias a él nunca temí las dificultades. No puedo enumerar la de veces que pisoteé a todos los que se me pusieron por delante. Metafóricamente hablando, claro.
La abuela Ana incubó en mí el instinto. Cada vez que me enfrentaba a ella, era un reto: conseguir la comida o simplemente conversar, eran una dura prueba en la que tuve que aprender a deducir por mi mismo. Creo que eso me agrió el carácter. No sé lo que es tener un amigo.
La abuela Ana me enseñó a no tener miedo del cuarto trastero. De pequeñito, solía evitarlo, hasta el día en el que se dio cuenta de ello. “La imaginación para los sueños —decía— sólo podemos tener miedo de aquello que no se encuentra allí encerrado”. Aprendí a guardar en él todo lo que me asustaba, y ahora no hay nada en el mundo que pueda aterrarme. ¿Me pregunto si los miedos son los mismos para todas las personas, o si soy el único en tener uno de éstos?
La abuela Ana me educó para decir la verdad. No puedo retractarme de ello. Siempre aproveché todas sus enseñanzas hasta el límite: cuando ambicionaba lo que los demás rechazaban, no me molestó engullirlos; salvando los obstáculos que impedían mi avance, humille sin remordimientos ni piedad incluso a la gente que me apreciaba; un sexto sentido me alertaba de los peligros, y yo actué siempre en consecuencia; y los miedos quedaron todos allí, en el cuarto trastero con nombre y apellido. Cuando crucen esa puerta comprobarán, hasta qué extremo he llevado las lecciones de mi abuela Ana.
CRSignes 291208