Diario de un rodaje
—Haga el favor de comenzar a leer.
—A sus órdenes…ejem, ejem…
“Día Uno
Después de dar vueltas como tontos hemos llegado a la localización propuesta por la esposa del productor. La mansión y sus alrededores tienen posibilidades, aunque un poco más digamos céntrica, hubiera estado mejor. ¡Está en el culo del mundo!
El director de fotografía me ha dicho que en cuanto tenga las copias reveladas, me muestra sus ideas, espero que sea pronto y no se eche para atrás, pues con la borrachera que llevaba por la fiesta de bienvenida ha debido terminar tirado con alguna de las chicas.
Me aseguraron que llegaría hoy mismo el material, sin él no podemos comenzar.
Día Dos
Algunos de los actores se han mostrado en desacuerdo con la organización. Cierto es que debería haber estado todo listo, pero no dependía de mí. Ya veré cómo negocio con ellos, hay que comenzar los ensayos con la lectura del guion, despegar este proyecto de una, aunque esperando el material y las fotos. ¿Dónde coño se habrá metido ese fotógrafo? Tenía que ser mi cuñado. Si no fuera porque le conozco me preocuparía. No sé qué sucede, todos muestran gran apatía por la casa, dicen que no se encuentran cómodos, que les asusta, sienten por ella un odio increíble, ¿qué esperaban de una casona del siglo XXVIII?
Definitivamente, mi cuñado se ha largado con otra, confesaré que no me molesta, ahora el problema es decírselo a mi hermana. Comenzamos los ensayos sin vestuario, sin atrezo, sin equipo de rodaje,… ¡Sin NADA! Me han asegurado que salió hace tres días.
Salvo alguna que otra gallina clueca y pichón desmelenado estoy contento con el plantel de actores, espero que memoricen bien el guion, sobre todo la protagonista que es un bellezón, una auténtica “Queen Screen”, además de muy complaciente… Las chicas ya andan practicando los gritos.
Día Tres
Continúan quejándose por la casa, vale que es oscura y tenebrosa, que se escuchan ruidos donde menos te lo esperas, eso es lo característico para una película como la nuestra y lo más económico. Menuda imaginación tienen.
Esa compañía de transportes ha escrito su epitafio. Hemos estado al borde de una rebelión, no ha sido sencillo convencer a estos actoruchos para que me ayudaran a rescatar nuestras cosas. A un kilómetro de la casa, abandonadas en medio del camino, las hemos encontrado. ¿Cómo les haya sucedido algo?
Día Cuatro
Se han marchado cinco más. Ayer otros seis. Supongo que se ofendieron por tener que hacer de mozos de carga. Esta mañana encontré en la entrada las maletas de otros cuatro, aún puedo convencerlos para que no se larguen. Voy a estudiar qué les ofrezco. Esto parece una epidemia, no sé qué están incubando.
Si sigue así, voy a enloquecer… ¡Esas tontas no paran de gritar! Me parece bien que practiquen. ¡Todo tiene un límite! ¡Encima el güisqui se acaba!
Hoy corrí hasta la biblioteca, no aguantaba sus estridentes alaridos y no había nadie. Hubiera jurado que salían desde allí, el “delirium” seguro. El problema es que siguen sonando, no sé desde dónde. Estoy comenzando a sentir respeto por este sitio. Tendré que retractarme de mis palabras, pues me estoy quedando solo. Esta tarde se fugaron la actriz principal y cuatro más del equipo, incluida la del vestuario. Vaya panda de cobardes. Tendremos que buscar otro lugar porque de lo contrario voy a empacar yo también y todo a tomar por saco.
Intentaré descansar. Tengo incrustados los chillidos en mi mente, debe ser por la falta de alcohol. A ver si regresa mi asistente, la envié al pueblo para comprar güisqui y aún no ha vuelto. Acabo de regresar del sótano y creo que contamos con el mejor de los equipos de FX. Vaya realismo, todo inundado en sangre. Se me puso la piel de gallina, creo que no volveré hasta mañana de día. De veras me impresionó.
No encuentro a nadie. ¿Dónde coño se metió todo el mundo? El silencio es aterrador, estoy comenzando a asustarme…”
...Y aquí termina señor.
—Gracias teniente. Hallamos el camión de transporte a kilómetro y medio de aquí. No rastro de los operarios. Y la mansión, supuestamente repleta de comediantes, totalmente vacía. Todos volatilizados. En fin, en cuanto terminen de recoger muestras, nos vamos. Este lugar me provoca escalofríos. ¡Ah! Se me olvidaba, al cerrar la biblioteca me pareció escuchar gritos. ¿Usted no los oyó? Estas casa viejas tienen este tipo de cosas. Otra cosa, si ve a mi ayudante dígale que venga enseguida, hace una hora que le mandé por un vaso de agua y aún estoy esperando.
CRSignes 060109
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