Atrapado. De Pez Burbuja
Por monelle elNov 1, 2009 | EnCONTEMOS CUENTOS 12, Pez Burbuja
Soy lo que la gente suele calificar como un tipo extraño por antonomasia. El miedo a relacionarme me convierte en un ser huraño y hostil. Las mujeres me encuentran atractivo; pin-ups insinuantes, se acercan con cualquier excusa. Pero su alegría inicial da paso a la decepción por mi rechazo.
Los días son cortos, las noches largas y solitarias. Paseo por las calles sin rumbo. Acabo en algún garito inmundo, anestesiado a golpes de bourbon o calmando mis ansias en una cabina, imaginando como sería tener una mujer entre mis brazos.
Otra noche más pago el precio y entro en un diminuto recinto. Introduzco una moneda, y ante mis ojos se dibuja una exuberante pelirroja de espaldas que hace que mi cuerpo reaccione instantáneamente, mis piratas parecen a punto de reventar. La melena acaricia su espalda desnuda, mientras un diminuto tanga muestra unas nalgas perfectamente cinceladas. Una fusta en su mano recorre lasciva su contorno. Me deshace la piel esa forma de moverse. Tan absorto estoy, que mi mano apenas se mueve sobre mi hinchado miembro. Es algo más que un instinto ancestral. La veo darse la vuelta a cámara lenta, mientras mi vista recorre sus piernas, el minúsculo triángulo que apenas tapa su sexo, sus enormes pechos coronados por dos sonrosados pezones, sus labios turgentes…
Aquella ninfa continua moviéndose provocadora, la fusta ha sido reemplazada por su mano. Recorre su cuerpo de tal forma, que me siento dueño de aquellos dedos. Los introduce en su boca para acariciar con ellos sus pezones enhiestos, dibujando una línea después que divide su cuerpo en dos mitades perfectas. Entonces se desprende de aquel tanga dejándome contemplar sus rizos rojizos, coronados por algunas gotas de rocío que me hacen estremecer. Mi mano se mueve ahora más deprisa sobre mi sexo, intentando calmar mi urgencia. Ella se acaricia al unísono, moviendo sus dedos frenéticamente. Ambos sucumbimos en un último espasmo mientras nuestros gritos se confunden en uno. Entonces mira directamente hacia mí. Aquellos ojos verdes me desconciertan. Me hablan en un idioma que conozco, el mismo que leo todas las mañanas en el espejo. Se apaga la luz de la cabina. Me limpio mientras rememoro la experiencia más cercana que he tenido nunca con una mujer.
Camino cabizbajo hacia la salida. Mi mano se dirige hacia mi pecho, justo al lado del corazón.
-Oye, se te olvida la cartera.
Unos ojos verdes me sonríen.
Pez Burbuja 31/07/06
No hay opiniones, todavía
« Palabras para el "contemos cuentos 13" | Al mismo ritmo. Hechizada » |