Un oscuro pasado. De Suprunaman
La portada del periódico lucía una gran titular “Complot contra el mito de la velocidad”. Louis de Funes estaba sentado en su oficina revisando las notas del caso Raymond. Había leído su historial y buscado las raíces del campeón. Su verdadero nombre era William Lauson’s. Sus padres se mudaron desde EEUU a la capital francesa. El Sr. Lawson’s era mecánico y la empresa Bugatti necesitaba uno experimentado para sus bólidos de carrera.
William no era un gran estudiante, le gustaba salir por los barrios bajos y flirtear con las chicas que indudablemente preferían salir con un joven adinerado.
Eran tiempos de exceso, el joven William tenía dieciocho años, había bebido demasiado, tonteaba con una chica que no paraba de reírse de sus bobadas y de sus muecas. Estaba a punto de conseguir su propósito con aquella hermosa chica, cuando se resbaló y golpeó al chico que estaba a su lado en la barra.
- ¡Tú, borracho, mira lo que haces!
William que era todo nervio no se lo pensó ni un momento, no iba a consentir que nadie le hablara de esas maneras, se precipitó al cuello de aquel muchacho y lo golpeó con el puño derecho, siguió con el izquierdo, sus puños parecían auténticas ametralladoras que no permitían reaccionar al censurador. Le había partido la nariz y el suelo estaba empapado de sangre. La policía pudo detenerlo a tiempo de que lo matara.
William pasó largo tiempo en la cárcel, su carácter se hizo más aséptico, aprendió mecánica de automóvil, era la única manera de sobrevivir, el olor de gasolina lo embriagaba.
Al fin Louis de Funes levantó la cabeza y vio a Lorenza que le traía una taza de café.
- ¿Todo bien? Preguntó Lorenza
- No tengo ni idea de por donde empezar la investigación.
Suprunaman 04/09/2006
Lucifer. De Monelle
Se despertó nervioso, bañado en sudor.
- Pareces enfermo -alargó la mano para tomarle la temperatura.
- ¡No me toques!
Acostumbrada a los desplantes, se limitó a mirarlo con ternura a pesar del rechazo.
- ¡He tenido un sueño horrible! La desolación se extendía por todas partes, como en un complot. Miles de cuerpos deambulaban esquivando otros tantos caídos, cuyos rostros desfigurados por las fístulas conferían un panorama sanguinolento. Por encima de ellos, un ser demoníaco de grandes alas, Lucifer* dijo llamarse, sonreía mientras me ofrecía el remedio para aquel mal. Apenas lo recogí, todas las enfermedades me poseyeron deshaciendo mi cuerpo entre intensos dolores.
- Amor mío, no me extraña que estés aterrado. Algún sabio debería descifrar el propósito de esta pesadilla.
Pasó varias semanas sin descanso. Envuelto en su aséptico mundo, nadie podía acercarse hasta él. Pocos creían que existiera remedio para su cura.
Llegado de lejanas tierras, un hombre negro, un hechicero, envuelto entre pieles y plumas que portaba un manuscrito entre sus manos, cruzó como un bólido las calles de la ciudad. El monarca creyó reconocer el sello del legajo y lo recibió.
- No te acerques más o morirás.
- Entre vuestras manos deposito el libro del rey Salomón.
- ¡Mentira! Ese libro es un mito.
- Podéis no creerme. Pero los dioses han querido que os lo entregue. Mi camino está hecho.
De pronto, mudando en forma de ave, e impulsado por sus amplias alas, desapareció.
La magia del encuentro sirvió para convencerle. Sucumbiendo a la ambición de poseer el conocimiento, no tardó en extraer la fórmula con la que convocar al demonio de las enfermedades para dominar la capacidad del hombre de curarse o enfermarse; controlar el bienestar de cada uno de sus súbditos, de sus enemigos, de él mismo.
Preparó la invocación, la llevó a cabo, y Lucifer tuvo a bien entregarle el don.
Con su sola presencia la gente enfermaba. Todos sucumbían a su alrededor, como en el sueño. Eso le aisló mucho más. Sus ministros, la mujer que amaba, incluidos sus hijos cayeron víctimas de enfermedades para las que él era inmune. Se quedó solo y la pena lo invadió. Aquella tristeza derrotó su alma y, como en el sueño, el dolor de la muerte, de su muerte, se hizo insoportable.
Monelle/CRSignes 03/09/2006
LUCIFER * (Demonio de las Enfermedades). Tiene el poder de enfermar y curar a los hombres y a las bestias. Enseña las propiedades de las plantas curativas y venenosas.
Aclaratoria. De Hechizada
¡Vaya! Ha llegado la tarde del domingo y no he sido capaz de tener preparado ningún relato. Aunque releí las palabras varias veces no me puse a pensar en ellas y escribir una historia.
Pero hay una explicación: el “finde” pasado me percaté de que sólo me faltaba una semana para regresar al trabajo. Y, ¡ohh, qué nervios! Me di cuenta de que volví a fracasar en esos objetivos que uno concibe cuando sale de vacaciones y no puede viajar: sacar las cosas pendientes, arreglar el armario y los cajones, acomodar y emperifollar el piso, mudar de lugar algunos muebles para cambiar la decoración, organizar la biblioteca, etc., todo con mucho mimo, dedicación y una aséptica misión de que todo quede impoluto y esplendoroso. ¡Pero no! El caso es que no hice nada.
Así que al comenzar la semana me puse como un bólido a intentar hacer todo aquello que no hice en este tiempo, por lo que no me dio chance de ‘crear’ nada, de ponerme a fantasear y redactar un relato. Es más, les cuento algo que me pasó: había abierto el foro para desarrollar lo que Monelle nos había propuesto semanas pasadas sobre nuestros procesos de creación. Así que el miércoles pasado me dispuse a redactar sobre el mío y mover un poco a que otros se animaran a compartir sus propias experiencias. Estaba recreando todo lo que me ha pasado en este poco más de un año que llevo escribiendo relatos; ya lo tenía listo, sólo estaba releyendo y acomodando algunas comas y tal. Y de repente, se me ha colgado la Pc. ¡Joder! Lo perdí todo. Algún complot informático se armó en mí contra, sin duda alguna. Eso me pasa por no escribir antes en Word. Sentía tanta impotencia que la apagué y no escribí nada, ya lo haría más adelante.
No hay relato ni explicación de proceso creativo. Tampoco colaboré con las efemérides ni con las noticias. Y, claro, tampoco me ha dado tiempo de hacer esta semana todo lo que debía hacer en este mes. Y mañana a trabajar sin tiempo para poco más. Me verán poco por acá…
Esto me recuerda los mitos de Nochevieja: hacemos propósitos para el año nuevo, pasan los 365 días, ¿y? Nada, no hemos cumplido ni la mitad, en el mejor de los casos. ¿Cuándo aprenderé que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy?
Hechizada 03/09/2006
Las cosas de Maruja
— Buenos días. Es grato conocer a la nieta de la señora Campos.
De esta forma, María, fue recibida por el director del asilo.
— Espero que mi abuela no significara ninguna carga para nadie.
— Pero ¿qué me dice mujer? Maruja era una persona encantadora. Le faltó tiempo para todo.
— No la conocí. Ahora si me disculpa tengo un poco de prisa.
— De acuerdo, aquí lo tiene. Esta caja contiene todo lo que dejó para ustedes. El resto, como la bicicleta y alguna cosa más, lo repartió antes de fallecer —María frunció el ceño, temiendo que pudieran haberle robado algo de valor.
Con la caja y un sobre con instrucciones, que debía ser leído antes de su apertura, subió al coche.
— Si las experiencias se pudieran empaquetar, seguramente esta caja hubiera resultado pequeña. No olvidaremos a Maruja —le dijo mientras le cerraba la puerta del coche el director del asilo. Aquella frase, dicha con el corazón, la sensibilizó.
Entró en su domicilio dispuesta a averiguar todo sobre su abuela. Nada más abrir la caja la sorprendieron: un camisón de esos “super sexi”, un picardías rojo cereza con abalorios brillantes; catálogos de una multinacional dedicada a la venta por correo de artículos relacionados con el sexo; y un joyero con baratijas, del que cogió un colgante con forma de ábaco. Fue entonces que leyó la carta.
“Estimados amigos.
¡No! No se trata de ninguna broma, las cosas que encontrarán son de Maruja. A estas alturas ya habrán pensado cosas extrañas sobre ella. Espero poder enmendar la primera impresión con estas cortas palabras. Desde que entró en el centro, se dedicó a hacer a todos felices, y no cejó hasta conseguirlo. Sí, era una mujer vital, que vivía a tope. Deben aprender a respetar su recuerdo al igual que ella nunca cuestionó su abandono. Gracias por todo.
Cordialmente.
Garcés Leal
Director del Centro asistido para la Tercera Edad La luz del día"
Estaba molesta, pero en el fondo comprendía lo sucedido. Comenzaba a sentirse identificada con Maruja, con su abuela. Todo debía tener un fin, por lo que continuó rebuscando. Recibos, facturas y cartas envejecidas, se acumulaban en el fondo. Los recibos mostraban los pagos de un crédito con el que adquirió una propiedad, de la que encontró las escrituras, su abuela era una mujer pudiente; las cartas le hablaron de amores, de situaciones divertidas, de sentimientos despertados y encontrados, una tras otra las devoró con gusto. Al terminar, se había entregado tanto a ese recuerdo desconocido, que le fue negado sin saber el porqué, que llamó a su madre para averiguarlo. No podía permitir que la historia se repitiera.
CRSignes 271105
Los niños del sur. De Mon
Estaba allí parado, aséptico, viendo el mudar de gentes en un ir i venir sobre raíles, el golpear de hierro sobre acero, las suaves bandadas de aire, torbellino de un suspiro que deja paso al silencio, a una nueva estación.
Debía permanecer en silencio, pasar desapercibido, ser uno más. El último tren se hacía de rogar, solo quedaba el revisor, visiblemente cansado, sosteniendo un manojo de folios que debía firmar antes de cerrar la estación. Allí estaba el diminuto punto amarillo que entre los reflejos de las vías iba acercándose iluminando tenuemente las vías perfectamente alineadas, haciéndose cada vez más grande. Al fin pude asir la manivela y de un pequeño salto subí al vagón nº 505. Acto seguido y como acto reflejo observé por la ventanilla un bólido que se apresuraba hacia la tierra, solo me faltaba eso, agobiado por el nervio acumulado en la espera, cansado y con el miedo en el cuerpo.
Imaginaba lo que podía suceder cuando el tren se detuviese, estaba muy claro que era un complot de los “niños del sur” así llamaban a la mafia calabresa, muchos de ellos eran considerados mitos en pleno siglo XX, sabía lo que iba a trascender, si me liquidaban acababa la cadena de informadores de la CIA y conmigo en el hoyo las destilerías de alcohol funcionarían a pleno rendimiento.
Finalmente el tren nunca se detuvo ante mis ojos, no le di esa oportunidad, un nudo de corbata acabó con mi vida. A propósito Sr. Juez, cuando lea esta carta sabrá donde encontrar los manuscritos con toda la información para deshacer la trama y desmantelar a la cossa.
Fiu, POR LOS PELOS...
Mon 01/09/2006
Ante el espejo. De Fledermaus
Estoy meditando seriamente la posibilidad de mudar de cuerpo. Y no me apetece esperar a morir y reencarnarme. ¿No son parte de un complot los que creen en tales cosas? ¿No son tan creyentes en su fe como aquellos de los paraísos y los infiernos?
¿No son los dioses soluciones fáciles a cuestiones complejas?
Fundaré mi propia fe. Escribiré con mi puño y letra el mito de un héroe, que con el propósito de escapar a sus temores, cambió de cuerpo. ¿Cambiaré yo, si cambio de cuerpo? o ¿uno es siempre el mismo tenga el cuerpo que tenga? ¿Trasladar el alma a otro cuerpo modifica el alma?
En mi ilusión, quiero creer que sí, ¿acaso no influye la carcasa en la velocidad de un bólido?
Dejaré de ser yo, pero seguiré siéndolo.
Siendo un saco de nervios me adentraré en un quirófano con profesionales asépticos y modificaré mí forma de ser. Seré el vivo ejemplo de una moda muerta. He pedido ya un nuevo cerebro, uno que no me haga pensar en estas cosas, y pueda obsesionarme por las banalidades de la vida, y así disgustarme de nuevo con mi cuerpo, y acceder a venderlo, para obtener otro más acorde con los cánones del instante. Y olvidarme de vivir y malgastar mi única existencia en una espiral de obsesión por la apariencia.
Todo sería más fácil si Dios tuviera un cuerpo, un molde físico al que copiar, y no tuviéramos que divinizar dioses con cuerpo y sin alma a los que admirar, mientras la realidad se desmorona ante el silencio y la indiferencia de esa Fuerza, que en teoría lo iluminó todo.
Fledermaus 01/09/2006
Eres mi toco. De Chajaira
Créame, no es fácil ser editora. Últimamente parece haber un complot contra mí. Los autores parecen creer que realmente hay un desprecio por sus obras, sin tener en cuenta que el propósito no es otro que dar a la luz sus creaciones.
Hay como un mito creado alrededor de este gremio, usted lo sabe, mi querido escritor y, por favor, permítame la confianza para demostrarle que no soy una analista aséptica de lo que llega a mi despacho para ser valorado, corregido, estudiado.
Acaban de mudar a mi mesa todos los registros de entrada de obras, de hoy, ve usted esa pila de sobres, son todos los archivos y lo que es peor aún, textos mecanografiados, de un solo día.
Hay que tener un nervio especial para intentar tratar con el mimo y el cuidado que se merece cada uno de ellos. ¿Le gustaría que el suyo fuera leído por encima y pasado con la rapidez de un bólido por nuestros controles y críticos? No, claro que no.
Cuando creamos, pensamos que nuestra obra es lo mejor y como nuestro, lo más preciado, nos parece que nadie le da el valor que nosotros creemos que se merece. Quédese tranquilo, pero ha de tener paciencia, un libro no se puede hacer de la noche al día, como tampoco lo hizo usted, es un estudio de muchas cosas, incluso de algo indiscutible que no le voy a negar, nosotros vivimos de su venta, usted también pretende hacerlo y si su trabajo, por muy bueno que sea, no tiene mercado, no hay nada que hacer.
Valentín apretó la mano que se le extendía, dejó su sobre con los disquetes de su novela dentro. Lo miró pensando que podría ser la última vez para bien o para mal, pero no se quedaría allí, tocaría otras puertas, acudiría a todos los medios posibles, él estaba seguro de que su historia no pasaría al anonimato, era la mejor obra escrita por nadie, era magnífica, era la suya.
Chajaira 29/08/06
Revista Digital miNatura 99
Revista Digital miNatura 99. Dossier: Dragones
Directores: Ricardo Acevedo E. y Carmen R. Signes Urrea
Portada: “Dragón” por Pedro Belushi (España)
Diseño de portada: Carmen R. Signes Urrea
Logo: José Castillo Arias (Colombia)
Colaboraciones: minaturacu@yahoo.es
Para este primer número del año 2010, hemos conseguido cazar una gran variedad de estas criatura fantásticas llamadas dragones. Desde los clásicos que nunca faltan en la revista, a un sinfín de colaboraciones, podréis disfrutar encontraréis, sin duda, aquel ser que se identifique con vuestro carácter y forma de ver el mundo fantástico.
Queremos agraderos a todos la aceptación de este tema, pues habéis sido mucho los que enviásteis colaboraciones creadas expresamente para esta publicación. A destacar la excelente ilustración para la portada de nuestro colaborador Pedro Belushi. Le damos las gracias a Rosario Raro, coordinadora del Taller de Literatura de la Universidad Jaume I (UJI) de Castellón(España), por proponer este tema como parte de una de sus ejercicios, y que sin duda a aportado resultados, en forma de microcuentos, muy interesantes.
Una novedad a destacar de este número es la inclusión de un cuento como parte de la editorial, que normalmente realizamos nosotros. Un hecho, que pese a lo extraordinario no tiene el porqué ser único. Gracias, por tanto a Francisco José Segovia Ramos. Y extendemos más agradecimientos a los artífices y participantes de las secciones La Biblioteca del Nostromo: Ricardo Curcí y Juan de Madre, por sus aportaciones, y a Alejandro Millán Pastori por su ya consolidada e interesante sección El Cronista Especulativo.
Sumario:
2/ Concurso: II Certamen Internacional De Poesía Fantástica Minatura 2010
4/ Editorial
5/ Sumario
7/ La hidra de Lerna / Leyenda griega
7/ Ahora vivo en un loft/ Juan Vicente Centelles (España)
8/ El Lindworm/ Marco Polo (Italia)
8/ Arquetipo/ Isabel Ubé (España)
9/ El Zahir/ J. L. Borges (Argentina)
10/ Cinco días laborales en el diario de un amnésico/Laura Roullier (Italia)
10/ Un horrible dragón de roja espalda/ Homero (Grecia)
11/ Como todo el mundo sabe los dragones no existen/ Verónica Segoviano (España)
11/ El dragón Etíope/ Plinio, El Viejo (Grecia)
11/ Concreto/ Annabel Miguelena Vásquez (Panamá)
12/ El adorador del dragón/ Shen Buhai (China)
13/ Confesiones de un experto/ Carlos Feinstein (Argentina)
13/ El dragón de Sant Llorenç/ Leyenda Catalana
14/ Cymru/ Kaye Saunders (España)
14/ El arte de matar dragones/ Zhuang Zi (China)
15/ De Dragones y Hombres/ Carlos Enríque Saldívar (Perú)
15/ El dragón transformado en pez/ Leyenda China
16/ De Reyes y Dragones/ Juan Manuel Valitutti (Argentina.)
17/ El Castillo de Melvales/ David Day (EE. UU.)
17/ De una bruja vasca y su encuentro con Tifón/ Sonia Bartoll (España)
18/ El Castillo de Altaripa/ David Day (EE. UU.)
19/ Draco/ María José Domínguez García (España)
19/ El castillo y los dragones/ Leyenda Bretona
20/ Dragona en celo/ Déborah Fernández Muñoz (España)
20/ El gallo y el dragón/ Leyenda China
21/ Dragones olvidados/ Ángela Ruano (España)
22/ De la generación de los dragones/ Michael Green (EE. UU.)
23/ Dragones/ Ricardo L. García Fumero (EE.UU.)
24/ Melusina/ Leyenda francesa
24/ Drogomanía/ José Ramón Martínez García (España)
25/ Síbaris de Cirfis / Leyenda griega
26/ Duelo/ Ricardo Acevedo E. (Cuba)
26/ El Cuelebre/ Leyenda asturiana
27/ El Eclipse de Gyllene Draken/ Pablo Martínez Burkett (Argentina)
28/ Jabberwocky/ Lewis Carroll (Inglaterra)
29/ El Emperador y el Dragón/ Juan de Madre, seud. (Argentina)
29/ Un dragón para Hynreck, el Héroe/ Michel Ende (Alemania)
30/ El Rey Dragón/ Juan Guerra (México)
31/ El Templo/ José María Marcos (Argentina)
32/ El viaje del dragón/ Carlos Guzmán Pérez (España)
32/ El vuelo del dragón/ Adela Torres Esplá (España)
33/ El Ocaso del Cazador/ Salomé Guadalupe Ingelmo (España)
34/ En la arena/ Silvio Dupuy (Cuba)
34/ Fuego de mente/ Juan Guinot (Argentina)
35/ Herensuge/ Mar Olmedo Violero (España)
35/ Incredulidades/ Yunieski Betancourt Dipotet (Cuba)
35/ La Piedra que concede Todos Los Deseos/ Dori Valero (España)
36/ Los dragones de la infancia/ Esteban Martínez Torrico (España)
37/ Los dragones de las nubes/ Francisco José Segovia Ramos (España)
37/ Los dragones del tesoro/ Victoria Isabel Pérez Plana (Cuba)
38/ Los dragones se parecen a las aves no sólo en las alas/ Juan Pablo Noroña Lamas (Cuba)
38/ Manual de Instrucciones/ Yonnier Torres Rodríguez (Cuba)
39/ Mutación infructuosa/ Omar Martínez (Cuba)
39/ Ofrenda/ Jeffrey López (Cuba)
39/ Por qué morir mañana para vivir hoy/ Silvia Ochoa Ayensa (España)
40/ RV/ J. Javier Arnau (España)
41/ The dragon within/ Carlos Diez (España)
42/ Tiempo de cambios/ María L. Castejón (España)
42/ Tierra de dragones/ Ricardo Juan Benítez (Argentina)
43/ Túnel fantasía/ Jorge Antonio Meza Martínez (México)
43/ Un dragón en el garaje/ Pablo Navarro (España)
44/ Un error de la Naturaleza/ Elena Torrejoncillo (España)
44/ Versión libre del Cantar/ Claudio G. del Castillo Pérez (Cuba)
45/ Cabeza de dragón/ Carmen Rosa Signes U. (España)
47/ Comic: Tarot/ Eliete Lorenzo e Iztvan Bent (Cuba)
52/ Artículo: Los dragones en los Universos de La Tierra Media y Terramar/ VV.AA.
53/ Artículo: La ilusión no es la de siempre/ Eva Bárbera del Rosal (España)
55/ El Cronista Especulativo: Algo sobre dragones/ Alejandro Millán Pastori (Argentina)
58/ La Biblioteca del Nostromo: Juan de Madre, Ricardo Curci.
62/ Top 10: Dragones en el Cine
Sobre las ilustraciones:
Pág. 1 Dragón por Pedro Belushi (España)
Pág. 2 Cartel del II Certamen Internacional De Poesía Fantástica miNatura 2010 por Carmen R. Signes Urrea (España)
Pág. 7 Dragoncito por Carmen R. Signes Urrea (España)
Pág. 17 De una bruja vasca y su encuentro con Tifón por Sonia Bartoll (España)
Pág. 28 Jabberwocky por John Tenniel (Inglaterra)
Pág. 34 Dragón de dos cabezas por Nicolás Massón (Argentina)
Pág. 36 Jineta de dragón por MC Carper (Argentina)
Pág. 40 Killing the dragon por MC Carper (Argentina)
Pág. 45 s/t por Nicolás Massón (Argentina)
Pág. 52 Drac por Ray Respall (Cuba)
Pág. 56 Sant Jordi por Ray Respall (Cuba)
Y en el próximo número:
miNatura, 100 números para recordar
Nota: Las colaboraciones para la revista toman un descanso, sólo por lo que respecta al número 100, pero si lo deseáis podéis comenzar a preparar las colaboraciones del siguiente dossier (que corresponderá a los meses de mayo/junio), y que versará sobre Ciberpunk (fecha límite para la recepción de originales: 20 de abril).
Hasta el 28 de febrero tenéis de tiempo para enviarnos vuestra participación para el II Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2010. Animaros.
Pulsa aquí para descargar la Revista Digital miNatura 99 en .pdf
Impacto. De Suprunaman
Raymond había salido de boxes a toda prisa, el Bugatti tipo 37 rugía con todo su nervio dejando tras de sí una humareda blancuzca en toda la pista.
Nancy en la camioneta del equipo seguía la carrera mordiéndose las uñas. Cuando el piloto alzara por fin la copa, el hombre mudaría a mito pues sería el primero en ganar cinco campeonatos consecutivos. Pero la verdadera excitación de Nancy venía por el hecho de que Raymon le había pedido que se casara con él.
Faltaban pocas vueltas para finalizar el Gran Premio de Francia, Raymond continuaba en primer lugar. A sus 38 años de edad se había transformado en aséptico y calculador, tomaba cada viraje como si fuera el decisivo de la carrera. El joven Tazio se había convertido en un peligroso competidor y su Alfa Romeo, un bólido amenazante que le hacía zozobrar su propósito.
Llegaban a la curva decisiva, el Bugatti no viró y se empotró contra la valla publicitaria, un chispazo prendió la gasolina que goteaba del depósito y el cuerpo de Raymond ardió como una cerilla. Se hizo el silencio entre el público que miraban atónitos el espectáculo de fuego.
Habían pasado varias horas desde el trágico accidente, y yo Louis de Funes, prefecto de policía era el encargado de cerrar el caso. Un caso extraño, pues los mecánicos del equipo aseguraron que el volante no estaba bloqueado, sólo podía ser un fallo humano.
Al llegar a mi despacho encontré un sobre con los resultados del forense. Causa del fallecimiento: impacto de bala. ¡Menuda sorpresa! Olía a complot, entonces pensé - este va ser un trabajo complicado.
Suprunaman 29/08/2006
LA MIRADA - Joan Castillo
Hace alrededor de tres meses, justo la noche en que terminé mis relaciones amorosas con Ana, unos cuantos días después de haber contratado a una asistente, Carmen, para los quehaceres domésticos de mi quinta, fue que la sentí por primera vez. Cuando el PC estuvo completamente encendido, percibí como que el monitor me miraba. Y digo el monitor porque mi ordenador no dispone de Cam. Recordé que no me había tomado ni un vaso de cerveza. Abrí el programa Excel para introducir las facturas del día y hacer los ajustes de lugar, pero me sentía perturbado, no lograba concentrarme. Sentía que algo, como una contemplación imprecisa, a través del monitor, me miraba fijamente. Sin parpadear. Para asegurarme de que era algún conflicto de hardware o software reseteé el computador, salí afuera, encendí un cigarrillo que fumé hasta tocar el filtro y regresé. Y allí estaba, como una mirada inquieta, curiosa. Me quedé fijamente observando el monitor por un largo rato, no vi nada, no escuché nada, entré y salí inútilmente a varios programas y no encontré absolutamente nada anormal, pero la presentía, sabía que me observaba; pude incluso intuir que era una preciosa mirada femenina y no miento cuando digo que la creí preocupada, quizás porque la había descubierto.
Pensé que talvez me encontraba muy agotado; era posible que algunas pastillas que tomé la semana anterior para aligerar la gripe pudieran provocar efectos colaterales a corto plazo, por igual un virus informático, todo era posible, especialmente esto último. La cuestión es que no hice mis trabajos personales ya que no pude conseguir la concentración necesaria. Me dormí dejando un antivirus actualizado ejecutándose en el compu. En la mañana, estaba ahí, esa especie de espía amorosa continuaba mirándome. Prácticamente devoré sin darme cuenta el desayuno que me había traído Carmen; Apagué el computador y me fui a trabajar. La busqué sin éxito en el PC de la oficina.
Ese día no dejé de pensar en ella, y al salir de la oficina, no fui al open bar que acostumbro, salí derecho a casa, encendí el computador, y de nuevo la presentí. Apagué el PC y lo encendí de nuevo y estaba allí; completamente turbado, cambié el monitor por el de un viejo ordenador que guardaba en el Desván, y seguía allí, de manera que no era cuestión del monitor. Por igual descubrí que no era paranoia ni psicosis, ya que no ocurrió con la prueba que hice en otro ordenador, Tampoco ocurrió en mi propio PC al moverlo de mi habitación, es decir, su presencia, sus indagatorias, sus requiebros si se pudiera decir, solo ocurrían en la intimidad de mi habitación. Finalmente, después de todas las pruebas, sentí sus ojos mas duro como diciéndome: “De ahora en adelante tendrás que acostumbrarte a mi".
¿Y por qué no acostumbrarme? ––me pregunté, porque además, era como una mirada cariñosa, como unos ojos dulces que deseaban hablar, confesar algo, quejarse quizás, hablar de sus recelos, amores, deseos, frustraciones y hasta de sus desvelos. Quizás quería saber los míos. Me hice de cuenta que ella era una conjunción de todos los seres que me amaban por lo que esa noche trabajé bajo esa mirada indiscreta, de la que estaba seguro, me observaba. Lo más curioso es que traté de hacer mi trabajo lo mejor posible para agradarle. Nunca fui tan certero y eficiente como esa noche.
Finalmente me acostumbré, tanto que percibía su alegría cuando encendía el PC y su adiós entristecido cuando lo apagaba; su inconformidad cuando manejaba paginas Web que al parecer le disgustaban, como las p ornográficas; apreciaba sus ojos relampaguear de alegría cuando entraba a paginas literarias, de poesía o de música; por igual terminó tranquilizándose, como si durmiera, cuando trabajaba, pero lo mejor de todo es que cuando los Estados de Resultados me eran desfavorable presentía su mirada dentro de una tristeza irreprimible, y parpadeaba como queriendo animarme. ¿acaso me amaba? ––llegué a pensar.
Llegó el momento en que ya no podía trabajar sin ella, sin esa mirada que se contraía a veces entre el llanto y la alegría, entre la felicidad y el dolor, dependiendo de mis estados de ánimo, que lloraba y reía conmigo, y crecía día a día mi esperanza de verla, de observar de manera objetiva esos ojos de color indefinido y conversar con ella y descorrer sus alegrías y pesares, y claro, contarles los míos. Decirle por ejemplo que había redactado una carta para Ana pidiéndole que volviera. El Martes pasado, al regresar del trabajo me fui directo al PC a hacerle el guiño acostumbrado antes de cenar, y no estaba.
Encendí y apagué el PC varias veces, pero no la intuía. El corazón me dio un vuelco. Se había ido. Un dolor penetrante se apoderó de mi, no podría creer que ella se marchara, sin decirme adiós y sin motivo, o acaso hice algo que le molestó tanto. ¿que hice? ¿que dejé de hacer? se fue a observar a otro, ¿celos? si, no lo niego, sentí celos cuando pensé que me había abandonado para curiosear a otro que quizás le obsequiara actividades mas interesantes que las mías. Me acosté derrotado, sentí que ya no era el mismo. No pude dormir, no sé cuantas veces me levanté en la noche a encender y apagar el computador.
Pasaron los días y no volvió. Los trabajos se atrasaron, no me atrevía a encender el computador. su no presencia me hacía demasiado daño. Las noches de insomnios con sus terribles secuelas de pesadillas se adueñaron de mi existencia; perdí el entusiasmo para todo. Creo que Carmen lo notaba, ya que aprecié que sus atenciones se acrecentaron.
Me sentía triste, desconsolado, solo. Una noche, cuando ya entendía que estaban a punto de llegar ellas, las pesadillas, percibí que mi habitación se convirtió como en un micro universo de luces brillantes multicolores donde reinaban la belleza y la armonía, y un aroma como de sándalo se esparció en toda la casa. Una paz indescriptible ocupó mi espacio espiritual y el de mi entorno vital.
––debe ser ella, ––me dije, y apresurado me lancé de la cama, encendí el PC y la sentí, aprecié de nuevo su presencia, y esta vez, emocionado, estaba decidido a verla; abrí todos los programas: música, video, contabilidad, procesadores de textos... La premura y la precipitación con que abría y cerraba archivos y programas no me permitió notar que la noche se había ido, vine a saberlo cuando Carmen me llevó el café de la mañana, justo en el momento en que encontré una pista, la única, faltaba un archivo de texto reciente.
Alguien lo había robado por no decir que alguien lo había borrado o viceversa: La carta sin enviar, pidiéndole a ana que volviera. Reflexioné entre una inmensa alegría y mi absoluta falta de entendimiento de lo que sucedía. Parecía un juego. Un juego que me llenaba de un amor infinito por la vida, me sentí enamorado como un insensato, porque no sabia de quién y por quien estaba ebrio de amor. ¿locura? preciosa locura. No había hablado con nadie para que no me tildaran de loco, mas en ese momento sentía tanto alborozo que decidí contárselo a alguien, podría ser a Carmen, tan tímida, tranquila y discreta, si, era la persona indicada para narrarle este maravilloso evento, este mundo exquisitamente nuevo que se abría ante mis ojos. Salí cantando de mi habitación y me dirigí a la cocina, no estaba, dirigí mis pasos hacia su cuarto; toqué, nadie abrió, pero me sentía tan gozoso, ingenuo e hipnotizado a la vez, que entré sin permiso.
Un aroma de bosque virgen encendió mis sentidos estéticos al entrar a su habitación, pareciera que la fragancia de todas las flores del mundo se mezclaban en aquel cuarto tan ordenado y sobrio. Por primera vez vi a Carmen sin el delantal y la ropa de cocina, era bella, su piel, de un color canela embriagante me lucia tan terso que hasta quise tocarla, su pelo negro brillante caía como en cascada por sobre unos hombros perfectos, se encontraba de espalda frente a una pequeña biblioteca, alcancé a ver algunos tomos de poesía y literatura; Me quedé como ensimismado ¿cómo no había notado que Carmen era tan atractiva? le pedí perdón por haber entrado sin tocar y le dije que deseaba conversar con ella. Giró su rostro y pude ver los labios más sensuales que alguna vez conocí; Entonces la miré a los ojos y me asusté. ¡Esa mirada! clavó sus hermosos ojos marrones sobre los míos en una mirada sostenida que no pude soportar. bajé la cabeza, observé sus piernas, tan pulcras, tan tersas, eran igual de hermosas, seguí bajando la frente y di un paso atrás para salir. ¡Esa mirada!. Encima de la cama alcancé a ver un laptop Dell Inspiration, de los modernos. Nunca le pregunté a Carmen sobre sus gustos literarios mucho menos por sus conocimientos informáticos. Cuando la recomendaron solo me dijeron que era una perfecta ama de casa, ordenada, limpia e inteligente, pero ese laptop, esos libros de poesía y literatura, esa mirada...
Joan Castillo
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Las campanas generosas. (Parte II). De Edurne
Al oír los sollozos del padre Miguel, Dong, la campana de bronce, iluminada por un halo divino, se desenganchó del nervio que la unía al viejo muro y bajó por las escaleras a una velocidad de bólido, partiéndose en pedacitos. Una a una, sus migajas se mudaron en desgarrados repiques y, mostrando su aséptico corazón al párroco, le suplicó que la vendiera para socorrer a sus paisanos.
El padre Miguel, emocionado, así lo hizo, y pudo conseguir su propósito de devolver la paz y la armonía al valle.
Al año siguiente, el ruido de los tallos de la enredadera restregándose por los viejos muros de la vieja iglesia, anunciaron a las campanas que se acercaba otro desastre, parecía un complot. Tilín, Talán y Tolón explicaron que estaba ahí la malvada Inundación, temible lengua de agua que lamía con frenesí todas las haciendas y destruía todo el poblado devolviéndoles a la miseria.
De nuevo la súplica del padre Miguel fue escuchada y bajó Dang, la campana de plata, ofreciéndose para salvar al colectivo.
Volvió la alegría entre los habitantes del valle, pero poco duró porqué al año justo, de nuevo las campanillas entraron por la ventana, el tallo encogido y los pétalos cerrados, horrorizadas ante la llegada del perverso Sr. Rayo, detonador de un desalmado incendio que hundió de nuevo al desprotegido poblado en la desolación.
Esta vez le tocó a Ding, la campana de oro, socorrer a sus amigos. Siendo ella un mito en la comarca, poco costó venderla. Volvió a reinar la paz pero el padre Miguel alzaba su súplica al cielo con desesperación: no tenía campanas para repicar y llamar a sus feligreses, nadie se acordaría de la oración y se olvidarían de Dios.
Elevó sus ojos llorosos al cielo y se hizo de nuevo el milagro.
La enredadera crecía y crecía… y crecían las campanillas, arrastrándose en dirección a la vieja ventana, protectora en tantas ocasiones, zigzagueando por el techo hasta ir a colocarse cada una de ellas en el lugar de Ding, Dang y Dong. Tilín, Talán y Tolón, hermosas y enormes, se miraron de reojo, contaron hasta tres como solían hacer sus amigas, y comenzaron a repicar con todas sus fuerzas, inundando el valle con una música celestial que devolvió la felicidad al padre Miguel, felicidad que nunca más se vio truncada.
Edurne 29/08/2006
Las campanas generosas. (Parte I). De Edurne
En un pueblecito perdido, inmerso en el zaguán de un valle que irradiaba paz y tranquilidad, había una iglesia vieja, de viejos muros con tres viejas campanas llamadas Ding, Dang y Dong. Las tres eran la alegría del pueblo con su repicar y el padre Miguel estaba orgulloso de ellas. La primera era de oro, la segunda de plata y la tercera de bronce. Cada una de ellas se encontraba unida a los gruesos adoquines por un nervio firme que las mantenía en lo alto del campanario. Aquellos asépticos muros eran su hogar y cuando les tocaba llamar a oración se miraban de reojo, contaban hasta tres y comenzaban a una su alegre repicar que se oía por todo el valle. El colectivo abandonaba sus quehaceres sin dudarlo y acudía a la llamada con devoción, así discurría su vida entre repique y repique.
Muchas veces madrugaban con el propósito de charlar con sus tres amigas campanillas, hermosas florecillas de una enorme enredadera que trepaba y subía hasta lo más alto de los viejos muros de la vieja iglesia y asomaban su cabecita por la amplia ventana donde les esperaban las viejas campanas. Eran Tilín, Talán y Tolón, todo un mito, de vivos colores y largos tallos que hacían las delicias de sus amigas, contándoles todas las noticias que acontecían en el pueblo. En primavera lucían sus hermosas corolas brillantes al sol y en otoño las mudaban por otras de tonos más parduzcos y discretos, pero jamás perdían su alegría.
Un día las campanas se sorprendieron al ver que las campanillas corrían como bólidos a esconderse, entrando por la ventana hasta donde se encontraban ellas y enredándose con temor alrededor de las seguras fortalezas que representaban para ellas sus amigas las campanas: es que se aproximaba Don Huracán, un viento malandrín que arrasó todo a su paso, dejando sólo terror y desolación.
El padre Miguel, apenado por sus feligreses, se arrodilló llorando desconsolado. El complot urdido entre el viento y la tempestad había conseguido su objetivo y él nada podía hacer.
Edurne 29/08/2006