Bloggers de La Gran Calabaza

En el desván

  30.04.10 05:56, por , Categorías: Cuentos

En la parte más alta de la casa, en un cuartucho diminuto donde apenas llegan unos cuantos rayos de sol por las desvencijadas rendijas de una ventana, dejaron olvidado a Simón.

Simón fue el mejor amigo de Patty, la pequeña pelirroja de cara pecosa que lo cuido por poco mas de diez años.

Pero Patty creció. Ahora no tiene tiempo para Simón. Ella se pinta las uñas, habla todo el día por teléfono, hojea revistas con sus amigas, y duerme abrazada a un nuevo y esponjado oso que llama Tito en honor del joven que se lo regaló.

Simón lleva tres días acurrucado en un rincón del desván. Le asusta la oscuridad. Se cubre la cara con sus manitas de trapo para no ver las sombras que danzan a su alrededor. Se le han hinchado los ojitos de tanto llorar y las mejillas se le han puesto blandas por tanto mojarse con las lágrimas.

La cuarta noche sintió que alguien lo observaba desde la penumbra.
- ¿Quien está ahí? – preguntó Simón con voz temblorosa.

- ¡Un cachivache! -Contestó una voz.

- ¡Acá otro cachivache! -Dijo una voz mas entre risitas de complicidad.

Simón extrañado se acercó al lugar de donde venían las voces. Para su sorpresa se encontró una muñeca rota del torso y una zapatilla de ballet bastante desgastada que le saludaban sonrientes.

Eran cachivaches, esperpentos abandonados. Ya no servían, eran inútiles. Allende de que los niños habían dejado de ser niños y nos les importaban mas. Como muestra de compasión, los arrumbaban en el desván por no tener corazón para tirarlos a la basura.

Desde aquel día Simón dejó de sentirse solo y triste. A sus nuevas amigas la muñeca rota y la zapatilla rosada, se les unieron una lámpara descompuesta, una escoba maltratada, una pelota desinflada y un patín sin ruedas. Todos eran cachivaches. Todos tenían algo en común, eran viejos y no servían. Pero para ellos la vida empezaba apenas en el desván. Sin clausuras empezaban a ser ellos mismos, sin reservas, sin miedos. Durante el día permanecían quietos y en silencio, pero las noches las convertían en tramas llenas de música y poesía. Eran artistas de su propia vida. Las arañas tejían grandes telones de seda y las luciérnagas alumbraban el escenario con sus panzas. Los grillos tocaban sus violines y la luna sonreía contenta mirando por la ventana.

Todo es verdad… ¿has visto cachivaches en tu desván?

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Mundologia. De Suprunaman

  28.04.10 06:10, por , Categorías: Suprunaman, CONTEMOS CUENTOS 19

Un largo pasillo tétrico y oscuro era el camino a recorrer para llegar al baño. Había que flanquear la pequeña puerta de madera, arrugada y arqueada.
Aquel baño no era pequeño, pero lo parecía. Tenía unas baldosas amarillentas y la sutil luz proveniente del espejo acentuaba aquel amarillo que se volvía verdoso. El suelo estaba pavimentado con baldosas hidráulicas de color negro jaspeado. Al lado derecho del lavabo una cortina salmón escondía una bañera con un desagüe oxidado. Al otro lado había un retrete con una tapa de plástico. Justo al costado de éste, se hallaba una especie de balsa de dos metros cuadrados de donde brotaba un agua iridiscente. Se podía ver el sucio fondo de la balsa. Un pez rojo grande y gordo calumniaba a un vecino mientras nadaba acompañado de una bacaladilla fina pero también enorme, había una serpiente enrollada en un tronco lleno de musgo, a su alrededor se adivinaban unas monedas de plata que parecían antiguas.
Eric oyó un chapoteo y se acercó a la balsa con temor, intentaba tener una vista general de todo aquel lugar que se le antojaba hostil. Fue entonces que de las profundidades del agua surgió una mujer desnuda que lo atrapó de los hombros. Estaban frente a frente, la cabellera rubia, la piel blanca, los ojos azules y los dientes plateados de donde le resbalaba sangre. Eric trató de dar un paso hacia atrás, pero con una fuerza sobrehumana, ella lo arrastró hacia el agua. Nadó con el muchacho entre sus zarpas hasta el fondo de la balsa. Eric palideció, el camino estaba lleno de cadáveres humanos, una auténtica hecatombe. Al fin divisaron un castillo de coral luminiscente, bajaron a las mazmorras y la sirena encerró a Eric en una jaula bastante pequeña, el chico quedó allí comprimido a la espera de su muerte.

Suprunaman 23/10/06

Fotógrafos en las Islas Columbretes 6

  27.04.10 06:57, por , Categorías: Mis imágenes

Punto de mira. De Chajaira

  26.04.10 07:00, por , Categorías: Chajaira, CONTEMOS CUENTOS 19

A veces, sin saber bien el porqué, acechamos a alguien cotidiano de nuestro rededor y lo atacamos vilmente día tras día, sin tregua, sin compasión, con desgarro y toda la intencionalidad.
Yo trabajo en una compañía de seguros, soy Agente de Ventas concretamente, por la mañana antes de iniciar las visitas a mi cartera de clientes, cuando aún los rayos iridiscentes del amanecer caen sobre las calles húmedas de la madrugada, nos reunimos todos en la oficina. Somos doce compañeros en total y, es después del olor del primer café de máquina, cuando parece producirse una hecatombe, aunque en realidad sólo hay una única víctima y estoy seguro que ella así lo siente.
Luisa es una chica normal, administrativa, no dice nada, ni es guapa ni fea, pero no levanta la mirada lo suficiente, gesto que la condena a recibir todo tipo de hostilidades.
De manera sutil, intenta camuflarse entre sus compañeros, buscando alguna excusa para no sentirse ajada después de las constantes burlas; bien por su torpeza o por las calumnias transmitidas al Jefe de Personal para que recaigan sobre ella los errores de otros. Siempre intentando flanquear sus puntos débiles, pero sin éxito.
Lo peor de todos es que, sin mi pesar, somos realmente conscientes de que nuestra actitud es repulsiva e intolerante, no hacemos nada por mejorar lo que para Luisa es una tortura diaria. La utilizamos para vaciar en ella lo miserable que somos, pues realmente cuando salimos de allí, nuestras vulgares y monótonas vidas, no valen nada, mientras ella, sonríe ante la libertad de saber que fuera de allí, le espera un chico guapo de enormes y tiernos ojos con una niña aferrada a su mano para ir juntos hasta el hogar que comparten. Nos corroe el verla feliz. El lunes nos encargaremos de borrarle tan cruel gesto.

Chajaira 23/10/06

Hoy juguemos a:

  26.04.10 06:41, por , Categorías: Cuentos

Los Encantados


Ya casi dan las siete de la tarde. Mis hermanos y yo tratamos de terminar la inmensa torta de frijoles con queso que nos sirvió nuestra Nana. Está apurada de que terminemos de cenar porque dice que hoy cumple aniversario la telenovela Rina, y no se quiere ir a verla sin levantar los platos.

Por fin, después de apurar la comida con la leche, salimos con las panzas infladas al porche de la casa. En un rato más se acercaran los otros vecinos para comenzar a jugar.

Cuando nos sentimos más livianos, salimos corriendo rumbo al poste de luz que está a media cuadra. Mamá nos grita desde la sala que regresemos temprano, antes de las nueve. Seguimos apresurados al encuentro de los amigos y asentimos con la cabeza las palabras de mamá como si nos estuviera viendo.

Ya en el punto de reunión de cada noche, alguien sugiere que juguemos a los “encantados”. Todos de acuerdo, esperamos unos minutos para ver quien llega tarde. El último en unirse al grupo, será el primer castigado y la hará de “encantador” hasta que otro lo suceda.

Entre la bruma aparece Memela, la chica pecosa de la casa de enfrente. Llega agitada y con cara de angustia diciendo que por poco y no la dejan salir. Resultó que no había terminado la tarea.

Estamos todos listos para empezar. Nos colocamos alrededor de Memela mientras ella cuenta hasta treinta. Ya cerca del final del conteo, todos salimos corriendo disparados a diferentes lugares. Ella tendrá que acaparar a alguno de nosotros y tocarlo gritando “encantado”. El susodicho no se podrá mover, al menos que llegue un compañero y lo toque de nuevo gritando “desencantado”.

Si Memela acumula a tres encantados, entonces ella se libra del castigo y ahora le tocará turno al primero que encantó.

Bueno, es algo raro concatenar quien empezó y todo eso a medio juego y después de corretear por más de una hora, pero siempre nos divertimos mucho.

Lo que más fastidia, es que la señora de la esquina, la mamá de Saúl, siempre le está gritando para que regrese a casa. La doñita es medio puritana y dice que andar en la calle a estas horas es de vagos. Cual vagos? Si solo somos niños jugando. Seguro la pobre mujer vive en otra dimensión.

-Encantada!-

Oh, por estar aquí platicando, ya me encantaron. Bueno, mientras espero que alguien llegue a salvarme, pensaré que juego haremos mañana.

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Palabras para el "contemos cuentos 19"

  24.04.10 06:48, por , Categorías: CONTEMOS CUENTOS 19

Para este juego se seleccionaron las siguientes palabras:

AJAR

CALUMNIA

FLANQUEAR

HECATOMBE

HOSTILIDAD

IRIDISCENTE

SUTIL

Para la segunda semana de juego, se propusieron los siguientes temas:

Acción
Amor/desamor
Erótico
Intriga/misterio
Infantil


Con cuatro votos ganó la opción INFANTIL.
En resumen se escribieron un total de 13 cuentos que podréis leer aquí.

Paternidad. De Ideliee

  22.04.10 06:47, por , Categorías: CONTEMOS CUENTOS 18, Ideliee

Hace tiempo que no bebo agua, ni digiero alimentos. La tierra húmeda se impregna en mi cuerpo y las ampollas empeñadas en lacerar me han doblegado.
Ella no me dio la posibilidad de huir. Aún siento sus manos ásperas cubriendo mi piel de barro. ¡Pensar que me hizo tanto bien! Su cintura se resbalaba hasta hacerse sólida. Era cuestión de concentrarse. Por eso nos fuimos lejos, a un sitio recóndito donde no pudieran molestarnos. Recogí los materiales, agua de manantial y otras herramientas, la puse sobre el platón y me desnudé para atraer la energía. Ella se asustó al verme dar brincos a su alrededor simulando un ritual, exteriorizando mi alegría, la consagración del arte en viva tendencia de la realidad. Se hizo un ovillo. El volumen de sus nalgas resaltaba a la luz de la antorcha.
No puedo negar lo excitante del momento. Pulí los últimos detalles y mi experiencia fue única. Ella se quedó tendida, inmóvil, esperando que yo terminara. Luego la abracé exhausta y medio inconciente para coaccionar su piel con mi temperatura.
Los rayos de sol husmearon en las ranuras de la cueva. Mis articulaciones estaban recias. Desperté y sus manos cubrían mi piel con pedazos de barros arrancados de la suya, humedecidos con agua. Ella en cambio se había vuelto flexible, radiante y algo humana, emitía chillidos faltos de desarrollos. Terminó de cubrirme. Me sentí tieso como una estatua. Cuando se percató que mis ojos estaban mirándola desató su mal humor lanzándome al suelo y me dio con sus pies fuertes golpes hasta dejarme tirado en el pantano.
Ahora yo no importo mucho. Debo alertarla de los peligros que le acecharan sino regresa a buscarme, de lo importante de la paternidad, de lo imprescindible que es mantener la inmovilidad para sobrevivir.
Puede que el dolor la haga regresar cuando sienta que se vuelve placer dentro de sus entrañas. El mundo es tan ubicuo que nos podemos encontrar en cualquier circunstancia, aun dentro del pan…ta...no…

Ideliee 24/10/06

Ubicua involuntaria. De Edurne

  20.04.10 06:52, por , Categorías: Edurne, CONTEMOS CUENTOS 18

Situaciones en las que nos vemos envueltos sin quererlo, y en las que debemos introducir una buena dosis de humor para salir airosos de ellas.

Como la realidad con la que me encuentro yo cada año en mi bar.
Regento un garete de noche, un club musical muy ameno situado en un recóndito y estratégico lugar de la ciudad, al que acuden cada verano gentes de todos los rincones del mundo. Tengo mis clientes habituales, como cabe suponer, pero a altas horas de la madrugada también reciben mi cobijo aquellos que con su enturbiada mirada ebria, después de retozarse por el barro de la noche, necesitan una última copa y concluyen su deambular en mi local.
Cada año desde hace cinco, en mayo, me visita a diario una pareja con asiduidad. Los dos, Bruno y Georg, son más felices que unas pascuas, radiantes de alegría porque saben que en mi casa no hay miradas suspicaces hacia los que se atreven a salir del armario. Pasan las noches, una detrás de otra, bebiendo, riendo y disfrutando como locos … se aman con la libertad que les ofrece mi guarida y vuelven a su país con el recuerdo de unas vacaciones geniales.
Pero… En septiembre vuelve Bruno, con su mujer y su hija. La primera noche que llega me abraza y en mi mirada confirma que no existe la posibilidad de un desliz, me conoce y sabe que jamás voy a lacerar la integridad de su familia. Saludo a Jenny y a su hija, orgullosas de tener un marido y un padre tan genial, felices de ver que tienen buenos amigos en España. Sí, somos buenos amigos, los amigos están para eso, allá cada uno con su conciencia. Se siente a gusto y a salvo con mi complicidad, aunque jamás hemos hablado de ello.
Observo a Bruno, su actitud tan distinta en mayo y en septiembre. Con Georg se le ve a sus anchas, risueño y enamorado, compartiendo caricias y carcajadas. En sus gestos se advierte con claridad que no finge, está enamorado.
Con Jenny es la educación y la seriedad personificadas, controlando a cada momento sus reacciones y procurando no apartarse de los cánones preestablecidos.
Nos vemos en mayo, Bruno, ¿hasta cuándo durará esto? ¿Podrás controlar la situación? Te deseo lo mejor.

Edurne 22/10/06

Tras el impacto brillante que repartió amargura

  18.04.10 08:29, por , Categorías: Mis textos, Fantásticos, Ciencia Ficción y Terror

Malos vientos arrastraron, de punta a punta del planeta, fragmentos punzantes que traspasaron pieles y vidas. Aquella arbitraria y compleja infección, producto de la malévola ambición de un diablillo perverso que vio destrozado su invento al querer enseñárselo a Dios, dejó al mundo partido en dos. De una manera u otra, nadie quería saber o hacerse cargo de aquel destino cambiado y disconforme. Unos por no comprenderlo y otros por no ser conscientes. Así sucedió que, en mi búsqueda, topé con un individuo perfecto: un niño, un alma pura que en su desesperante cambio era incapaz de reconocer los vínculos más cercanos. Se había vuelto insensible y distante.
Observé desde las alturas, mientras repartía mis gracias, cómo las criaturas simples, sobrevivientes al impacto brillante que repartió amargura, intentaban aliviar la baja temperatura con juegos. La nieve en su cara más amable, cuando comienza a ocultar los objetos, sirve para desenvolver las más variadas artes de diversión. Y en eso estaba él, intentando reír las gracias de una muchacha de su misma edad, que no comprendía el porqué de su serio rostro, de su tristeza, de su distanciamiento. Ante la negativa del muchacho por divertirse no tardó en quedar solo.
Lo sentí cercano, era como yo hermoso y frío. Aquel fragmento clavado en su retina oscurecía su visión; y el del corazón, sus sentimientos. Ambos seríamos felices. Por eso, sabiendo que nadie nos miraba, le ofrecí el cálido cobijo de mi abrigo, y lo rapté.
Atravesamos el cielo hasta acomodarnos en palacio. Parecía sentirse bien, tocaba mi rostro, me alisaba la melena. Con un beso logré que resistiera las gélidas condiciones a las que yo estaba acostumbrada, pero sólo en apariencia, pues no logré mitigar los efectos que le hacían. La tintura de su piel fue tornándose cada vez más oscura. Al poco tiempo, las costras y heridas que la congelación le causaba afearon sus rasgos, y me cansé de él. Su compañía me resultó tediosa. El mundo no paraba, y yo debía partir para seguir administrándolo, continuar mi búsqueda.
Cuando regresé había desaparecido. Como únicas huellas de su paso por palacio: la cartera que le había regalado, en la que guardaba los pedazos de hielo con los que jugaba a construir palabras y formas; dos fragmentos diminutos de aquel espejo endemoniado; y en el suelo helado un agujero que aún guardaba el cálido contenido en lágrimas, que consiguieron salvar su alma.

CRSignes 181009

¿La vida al revés? De Aquarella

  18.04.10 06:46, por , Categorías: Aquarella, CONTEMOS CUENTOS 18

Sigo sin comprender esa mirada, mitad amor mitad lástima, la que seguramente se le dedica a un ídolo de barro que os ha decepcionado, pero ¿en qué? Mi culpa, no ser como esperabais que fuera, mi castigo, esa mirada que me lacera el alma. Todo el mundo tiene cambios de humor, pero interpretáis los míos como parte de una enfermedad que me hace diferente, me aleja de lo que se considera normal... ¿Quién decide los valores de la normalidad?

En lo más recóndito de mi ser sigue latiendo la misma pregunta ¿Por qué yo no soy igual? No sé hablar como vosotros, pero me hago entender, aunque no sea con palabras. También comprendo lo que decís, por eso me duele que habléis delante de mí como si no estuviera, no pudiera oír o fuese incapaz de entender... en esos momentos me gustaría gritar ¡estoy aquí! Parece mentira que no os deis cuenta.

Me gusta la lluvia, me tranquiliza ver llover. A veces, cuando me quedo ensimismado mirando las gotas que brillan en la luz de la farola, os oigo decir

Mírale, tiene la mirada perdida... ya está en su mundo otra vez.

¿Mi mundo? A lo mejor resulta que tengo el don de ser ubicuo y puedo estar en varios mundos a la vez. ¡Menudo chollo! ¿Y si resulta que yo soy el normal y vosotros sois los raros? Existe esa posibilidad ¿verdad? Algún día tendréis que explicarme qué significa eso de que soy autista y veo la vida al revés.

Aquarella 22/10/06

Los elementales Capítulo diez. El Rey y el pecado

  16.04.10 06:59, por , Categorías: Monelle, CONTEMOS CUENTOS 18

Me sentí abrumado ante la posibilidad de un cambio en el humor de Anna, al poderse sentir incómoda después de mis palabras, pero no fue así. No tardó en regresar.

Y ¿su esposo? ¿No viene con usted?

Rescaté de mi bolsillo el manuscrito con los conjuros y lo deposité a vista sobre la mesa.

Anna, la fuerza que me trajo hasta aquí nace de la Kábala. Cuentan que Adán fue rey y señor de los elementos. Por aquel entonces el hombre, dominado por la bondad y la inocencia, se relacionaba con los seres que habitaban cada uno de los elementos en ubicua armonía. Los silfos del aire, los gnomos de la tierra, las ondinas del agua, y las salamandras del fuego compartían con él todos los bienes. Pero al ver a su rey sucumbir a la tentación y al pecado, sintieron lacerada su confianza y ante la traición lo abandonaron. Desde ese día no se ha cesado en la búsqueda para recuperar el contacto perdido. Necesitamos de la unión con los elementos para subsistir en paz. Por si eso fuera poco, los seres elementales se han resistido a recuperar el contacto por miedo a verse contaminados. Debemos proteger el poder que nos acerca hasta ellos pues, en manos equivocadas, podría significar un desequilibrio de las fuerzas naturales.
Por separado, cada uno de los conjuros no tiene más que el valor de un contacto fugaz, como el barro que se desliza entre los dedos, pero juntos la cosa cambia. No pude corroborar que el manuscrito perteneciera realmente a su propietario, tenía un aspecto lamentable, como si durante años hubiese estado en un lugar recóndito; la humedad y los insectos habían alterado su integridad, por lo que determinados pasajes no quedaban del todo claros. Una pequeña reseña precedía aquellos poemas mágicos. Sin dudarlo me introduje de pleno en su análisis, no hubiera sido la primera vez que me engañaban, y posteriormente en su estudio. Pero a simple vista, los símbolos que acompañaban aquellas páginas no daban motivo de duda. Tenía, ante mí, un trabajo magnífico realizado con una delicadeza admirable. Me sentí tan fascinado que, en las noches siguientes, apenas si dormí. Conseguiría aquellos poderes fuera los que fuese. Esa fue mi determinación.

Monelle/CRSignes 19/10/06

Un demonio en mi casa. De Suprunaman

  14.04.10 06:53, por , Categorías: Suprunaman, CONTEMOS CUENTOS 18

Iba con el coche escuchando un programa de humor que hacen por las mañanas. Pulsé el mando y levanté la persiana del garaje. Una mancha negra traspasó raudo hacia el recinto. Aparqué y cogí la escoba para espantar a aquella criatura. Era un gato negro, estaba escondido detrás de la fotocopiadora, “chuso, chuso” le dije, arrastré el aparato, había desaparecido. Arrastré más la fotocopiadora y vi una pata y un rabo, inmóviles, cabía la posibilidad de que le hubiera aplastado la cabeza. “Recemos un padre nuestro por él”, pensé. Se movía, tal vez sólo se hubiera lacerado una pata y le agarré del rabo para sacarlo. Pero él corrió todo lo que pudo escondiéndose en un recóndito lugar, al fondo de una estantería, casi pude ver su estela. “Maldito gato de mierda”, le grité. Entonces decidí llamar a mi abuela:
Abuela, que ha entrado un gato negro en el garaje.
¿Y que quieres que haga yo?
… No lo se.
Volví dentro con la escoba y le aticé un par de golpes a ver si se marchaba pero… “Ffffffff” me dijo enseñándome las uñas. “Si no es por las malas, a lo mejor por las buenas…” llamé de nuevo a mi abuela.
¿Abuela, porque no me bajas un trozo de pan con leche? Pondré unas cuantas migas en dirección a la calle, tal vez esta sea la forma.
Pasaron quince minutos y subí las escaleras a ver que hacía la abuela. Preparaba un potaje con madalenas y zumo, parecía barro.
Abuela, que no quiero que se quede a vivir aquí.
Cogí el pan y la leche y volví a aquel lugar. “Fffffff” otra vez.
Joder, no voy a conseguir echar al gato. Ya lo tengo, llamaré a la policía.
Policía, ¿en que puedo ayudarle?
Es que ha entrado un gato negro en mi cochera y… -colgó el teléfono.
Entonces sucedió un milagro, apareció por allí una amiga.
Ten cuidado Ana, es un demonio.
Al acercarse al gato, este volvió a gruñir “ffffffffff”.
Tienes razón, habrá que exorcizarlo. Abandona este cuerpo de gato demonio. Yo te lo mando. ¡Abandónaloooo…!
El gato estaba ubicuo en todo el lugar, se mordía la cola, se retorcía de dolor.
¡Ten agua bendita!
Y empezó a mojarle la cara. Por fin el gato salió disparado hacia la calle y pude descansar de tan agotadora tarea.

Suprunaman 17/10/06

Fotógrafos en las Islas Columbretes 5

  12.04.10 09:26, por , Categorías: Mis imágenes

El romero, el engaño y la muerte. De Monelle

  12.04.10 06:06, por , Categorías: Monelle, CONTEMOS CUENTOS 18

Una corriente helada me sacó de la ensoñación y ahuyentó los efluvios de tu recuerdo, para hacerme retornar a la realidad que te alejaba lacerando mi ánimo. Largas horas de vigilia en las que soñábamos despiertos, única posibilidad que nos permitían para mantener el humor. Cualquier ruido encogía nuestros corazones, revolvía nuestra voluntad. En lo recóndito del pensamiento, en ese momento cuando éste nos evade de la verdad, el miedo desaparece convirtiendo a la muerte en la amante soñada. Quizás, no debimos abandonarnos tanto al ubicuo pasaje de los deseos, pero ¿qué más podíamos esperar cuando todo ya estaba decidido?
El muro se extendía envolviendo el campamento. Fuera de él la vida cobraba mayor valor. Setenta y dos horas de guardia. En ocasiones imaginábamos que el paso de las tropas enemigas era en retirada; entonces, nos sorprendía el siseo de una bala perdida, o el vuelo de un ave espantada.
El viento mecía las ramas y las hojas de los árboles. Mientras, el sol continuaba con su deambular transformando las sombras, ora en monstruosos, ora en los cálidos trazos de tu presencia. La lluvia, copioso encuentro del agua contra un suelo seco, tuvo mucho que ver en nuestro primer encuentro. El aire invadido por el olor de la tierra al fin humedecida, había pasado a suavizar su aroma mezclándolo con el del romero y otras hierbas aromáticas. No me sorprendió comprobar que tu cabello, repleto de diminutas flores lila, desprendía el mismo aroma hipnótico, excitante. Contrastando con el reflejo de tu negra cabellera, las nubes se trasladaban veloces, como un telón que anunciara el final de la función. Fue entonces que volvió a mi, empujado por el viento, tu perfume.
La lluvia persistente, que había convertido la tierra en barro, deshizo las matas de romero desperdigando en todas direcciones su olor. Me atrapó al instante velando mis sentidos con su fragancia. Penetró al tiempo que la bala se alojaba en mi. La muerte usó del engaño para evitar mi pelea. Su negro manto simulaba tu cabello, los ruiseñores falsearon tu voz, solamente el aroma del romero fue cierto. Desperdigada por el viento, aquella fragancia me transportó hasta sus brazos en la dulce entrega del último suspiro. Pero aunque cree haberme engañado, siempre seré tuyo.

Monelle/CRSignes 15/10/06

En la ventana. De Fledermaus

  10.04.10 07:04, por , Categorías: Fledermaus, CONTEMOS CUENTOS 18

Se encendieron las farolas. Con aquel temblor tenue, de un pensamiento que tantea la posibilidad de no encenderse. El cielo plomizo pareció ensombrecerse entonces.
A través de la ventana, el suave tiritar de las hojas de los árboles desprendían las cosquillas de una película muda. Sabía del frío del exterior. Veía los charcos y el barro tatuado, por el pasar de los neumáticos.
El prado estaba empapado; la lluvia se había quedado durante todo el día. La habitación y toda ella estaban impregnadas de una voz que ya no existía…

¿Cuál era su humor? ¿Se había dejado vencer por él, o lo había provocado? Si le hubieran preguntado cómo se encontraba, no habría sabido qué responder. Era un alma ubicua de sentimientos. Y confabulaba con su paz mientras afilaba sus reproches; y sentía la piedad por el caracol que trepaba en el cristal, y se regodeaba en el desprecio de ver a su vecina lamentarse ante la colada, que debería ser lavada y puesta a secar de nuevo.

El cristal helaba las yemas de sus dedos. Caía la noche despacio, como una niebla espesa. En silencio y sin pausa, en una invasión sutil de una guerra ya perdida.

En el fondo de su alma deseaba encontrarse en París, en una recóndita plaza sin nombre, en otoño de un año recordado con nostalgia. En realidad no. E imaginaba el sueño que en el fondo de su ser, no deseaba.

Pronto ya no habría nada que ver por la ventana. Los latidos del corazón lacerado, eran imperceptibles a su consciencia, y sin embargo, vivía. Y era feliz. Sentía vergüenza ante aquella posibilidad y corría a envolverse en los males del mundo. Sufrimientos que no conocía. Enfermedades que no padecía. Horrores que no viviría. ¿A qué esa locura?

Una voz, tan siquiera eso ya. Como quedarse clavada en el muelle esperando un barco hundido. Esperando ¿qué al fin? Si la vida desgranada le caía despacio de los cabellos y de los vestidos.

Se apagó el mundo y pareció entonces que siempre había sido así de oscuro. Ya no había nada que ver.

Fledermaus 15/10/06

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