La cruzada de los niños. De Naza
-¡Esto es una barbaridad!¿Nos hemos vuelto todos locos?¡Mira hija!
Desde el mirador de palacio, un padre contemplaba junto a su hija como una fila interminable de desarrapados avanzaban camino del poblado.
-¿Dónde van esos niños, padre?
-¿Ves a ese hombre que camina de un lado para otro y no deja de mover los brazos? Pues ese individuo cree que la pureza de esas almas cándidas le abrirá las puertas de Jerusalén. Está convencido que llegará a la ciudad santa y le pedirá a los sarracenos que le entreguen el Santo Sepulcro porque ha tenido una visión.
-¿Y qué les sucederá a esos niños?
-No les ocurrirá nada, alguien convencerá a ese iluminado de que su proyecto carece de lógica. Ojalá Urbano consiga hacerle cambiar de idea. Ahora lo importante es suministrar a esos infelices alimentos y abrirles las caballerizas para que pasen allí la noche. ¿Me ayudas Silvana?
La niña retiró de su secreter una medalla y acompañó a su padre.
Al atardecer el Conde Giaccomo Nacino y su hija Silvana, escoltados por soldados armados con ballestas se adentraron en los establos. Decenas de personas; niños y ancianos en su mayoría, ocupaban un suelo cubierto de paja sobre el que extendieron esteras de esparto. La miseria parecía ajena a ellos. Sus cánticos y loas a Dios resonaban en el recinto.
-Vigila a mi hija. -Un soldado acompañaba a la niña, que se mezcló con el resto de niños. Su ropa le delataba.
Silvana observaba con ojos extraños todo aquello que le rodeaba. Los otros niños detenían sus juegos y sus risas al paso de la niña. Todos la miraban pero sólo uno se atrevió a hablarle.
-Cuando lleguemos a la tierra de los sarracenos, no te separes de mí, yo te salvaré.
-¿Tú, pero si eres un niño. Con qué armas me defenderás de los infieles?
-Pedro el Ermitaño dice, que entraremos en Jerusalén gracias a nuestros cantos. Y que un ejercito de ángeles velará por nosotros.
-Entonces no me salvarás, lo harán los ángeles. -La niña sonreía.
Al niño no le quedó otro argumento que sacar la lengua en tono burlón.
-¿Cómo te llamas, soldado? -Preguntó Silvana.
-Luigi, contestó el niño.
-Toma Luigi, si alguna vez decides volver a estas tierras, muestra esta medalla, es un salvoconducto.
A la mañana siguiente, un ejercito de harapientos guiados por un hombre asexuado caminaban hacia un fatal destino.
Naza 09/04/06
Finalizó el plazo de admisión de trabajos para el I Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2009
Ayer, 30 de enero de 2009 a las 12 de la noche hora española, finalizó el plazo de recepción de trabajos para el I Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2009.
Nos vemos el día 1 de marzo con el Acta del jurado.
¡SUERTE A TODOS!
Os recuerdo que tenéis hasta el día 20 de febrero para enviar vuestras colaboraciones para el número 92 de la Revista Digital miNatura dedicada a los Fantasmas y Lugares Encantados.
La Inopia, día indeterminado, momento inadecuado. De Aleisterdeleden
Apreciados calabaceros:
Acabo de asomarme maravillado a este mirador virtual que tenemos en la Calabaza y me percato, no sin vergüenza, que he olvidado en el secreter de mi alcoba los apuntes que llevaba para poder redactar la carta, por lo que tendré que improvisar, cosa bastante habitual en mí (el despiste, no la improvisación). Está claro: nunca dejaré de ser un alma de cántaro.
Desde La Primera Palabra, repleta de profundidad y sentimiento he podido ver que los textos estarán Unidos Para Siempre aunque sean amorosamente tiernos y tristes. Al fin y al cabo así es la vida, como un cándido Cupido disparando su ballesta sin mirar dónde va a dar.
Podríamos estar hablando, mucho y bien, del Sexo de los Ángeles, con todo su sentimiento y gracia, como así lo hizo de manera épica La Duquesa de la Muerte, planteando la verdad que vivimos los guerreros (así es la guerra), sin premios que justifiquen los esfuerzos. Conocedores, como Enoch, de dónde está El Tesoro de la Ciudad Prohibida, repleto de vislumbres de una realidad prohibida que aparece de nuevo, con toda su poesía y color a través de las Metamorfosis que experimentamos (como vívida y real experiencia) buscando una Supervivencia imposible desde este Destino de Clon al que nos vemos indefectiblemente abocados todos cuantos…
¿De qué os estaba hablando?
Ya os lo decía yo, todos escribiendo unas cartas maravillosas… ¡Y yo en La Inopia!
Abrazos.
AleisterdelEdén 07/04/06
El Niño y El Viento
La noche había caído pesada y abrumadora. La luna miraba con tedio y resignación que una tormenta se avecinaba. En una tibia habitación, Lalito permanecía en silencio, inmóvil, pendiente de cualquier ruido, sabía que empezaría pronto, lo vio venir antes de acostarse. EL tiempo pasaba lento, Lalito seguía esperando. Y sucedió. Un siseo se deslizó por entre los cristales haciéndolos vibrar. Lalito se estremecía bajo las cobijas, temblaba como una hoja. un temor le carcomía por dentro, no podía evitarlo. Siempre que había noches de viento, Lalito se aterraba con la idea de que un fuerte ventarrón lo hiciera volar perdiéndose para siempre en algún sórdido lugar. Esa noche, una vigorosa ventisca revolvía desde los grandes eucaliptos hasta los cardamomos, y llegó lo más temido por Lalito, el viento entró por su ventana abriéndola de par en par. Lalito gritó espantado que por impulso fue a dar bajo la cama. Desde ahí observó un remolino que daba vueltas y vueltas hasta que se detuvo. Ahí, frente a sus ojos, una figura había emergido del torbellino. Un hombre viejo vestido con una larga túnica color turquesa estaba parado en medio de su habitación. Un sombrero negro cubría una larga cabellera blanca que se perdía en su espalda. Detrás de su gran barba se podía apreciar un rostro poco amistoso.
-Sal de ahí- dijo el personaje con potente voz. -Soy El Señor Viento, he venido para que me conozcas, para que dejes de temerme.
Lalito no podía creer lo que pasaba. Decidió entonces salir de su escondite y enfrentar a su mayor temor. No si antes colocarse un equipo de bombero y atarse con cordel a la cama, como medida de precaución. Semejante acción provocó la risa del Señor Viento.
-Estoy listo Señor Viento, quiero conocerlo.- Y diciendo esto el niño, El señor Viento sopló fuerte una y otra vez, hasta que Lalito se elevó del suelo. Éste asustado se subió a la cama, la cual flotó en el aire también saliendo con todo y niño por la ventana.
Volaron sobre valles aspirando el verde aroma. Sobrevolaron los océanos aspirando la sal y el coral salpicando sus caras con el azul del mar. Vieron blancas montañas y grandes desiertos. Y Lalito supo al fin todo lo bueno que hace el viento y pudo disfrutarlo. Esa noche al volver a su habitación sonrió feliz, nunca mas temería al Señor Viento, su nuevo amigo.
Sentirse bien con uno mismo no elimina los males, pero ayuda
Consultó a todos sus conocidos. Se desplazó hasta encontrar un buen médico especialista, pero nada. Aquel rumor constante, aquella comidilla de voces estridentes y silbantes no cesaba.
Acudió entonces a un centro de belleza en donde, al menos, pudiera sentirse bien consigo misma. Se sentó en el asiento que le ofrecieron y se dejó hacer.
Todo hubiera ido mejor de no ser por el perseverante cuchicheo que llegaba a sus oídos. Creía que el revuelo y la algarabía despertada eran injustificados.
Cuando por fin salió de allí, tuvo que realizar muchos esfuerzos para calmar las protestas que había provocado aquella vanidosa acción.
Qué difícil es para una Medusa conseguir de las serpientes, que coronan su cabeza, un sentimiento de solidaridad ante la necesidad de sentirse más atractiva.
CRSignes 12/12/2003
La herencia. De Monelle
Querida hermana:
Te escribo para contarte los pormenores que han rodeado el entierro de papá.
El viaje, se hizo pesado. Demasiada distancia para recorrer a solas.
Cuando llegué estaban esperándome. Quedé sorprendida ante la cándida bienvenida. En cuanto puedas haces el equipaje y te vienes para acá. ¡Sí, has leído bien!
Como habrás podido intuir no tengo intención de regresar a casa. No, no te asustes.
Debes saber que nuestra posición y responsabilidad, para con esta comunidad, es tan importante, que me veo en la obligación de rogarte que no retrases tu partida.
Patricia, no puedo entrar en detalles por escrito. Lo que he de contarte es de tal relevancia, que te lo tengo que decir en persona.
Tan sólo te comentaré que, como sospechábamos, las circunstancias que rodearon la vida y también la muerte de nuestro padre, están íntimamente relacionadas con nuestra enfermedad.
¿Te puedes creer que me emocioné en su entierro? Puedo afirmar que realmente la sangre tira.
Al concluir nos trasladamos hasta la casa. ¡Es enorme! Me dijeron que esa era nuestra herencia, que nadie más tenía derecho a disfrutarla, pero con una condición... ¡No podemos salir de allí!
Te va ha parecer terrible visto desde la perspectiva en la que te encuentras ahora, pero no lo es. Y en cuanto te ponga en antecedentes lo comprenderás. Papá lo dejó todo escrito. Cuando hallaron su cuerpo sin vida aparente, sentado frente al secreter con los brazos caídos y la cabeza ladeada, acababa de dejar escritas sus últimas voluntades. En ellas daba cuenta de nuestra existencia, y pedía que se nos avisara para tomar el relevo de sus responsabilidades. Me dijeron que hasta ese momento, todos lo habían visto como un ser asexuado, incapaz de procrear.
Había planeado su muerte. Al tirar de una cuerda, accionó una ballesta cargada con una estaca que al atravesarle el corazón le produjo la muerte inmediata.
Las vistas desde el mirador de su despacho a la luz de la luna son impresionantes.
Podemos consolarnos ante la seguridad de que su alma inmortal, descansa al fin del suplicio de esta muerte en vida.
Por cierto, no temas el viaje, se hace de noche, y además los vagones poseen unos amplios cortinajes que aíslan de la luz. Y recuerda no pasar delante de ningún espejo, no sea que te descubran.
Amanda
Monelle/CRSignes 060406
La naturaleza es sabia
La naturaleza es sabia. Estos últimos vientos que nos han azotado, al margen de las consecuencias negativas, como la terrible perdida de vidas humanas y daños de todo tipo que nos han tenido en vilo durante los últimos días, han servido para prepararle el camino a esos nuevos brotes que aguardan en las ramas y que, en algunos lugares, están a punto de salir. Aquellas hojas que hace unos días aún colgaban de sus ramas, han sido barridas. Las que podéis ver hoy aquí posiblemente ya no estarán dónde las encontré, y este es su recuerdo.
Los Funerales de Xiang Ti De Ricardo Acevedo
(A CRSU)
Le llegó la muerte a Xiang Ti justo el mismo día que se terminara de construir su tumba.
Malos presagios vio el mago de la corte y así lo hizo saber el nuevo Monarca.
-"Veinte mil obreros trabajaron horadando las montañas gemelas, otros diez mil artesanos la enriquecieron con su arte y la transformaron en fortaleza inexpugnable... Pero conocen el secreto de sus trampas y tarde o temprano profanarán los venerables restos de vuestro ancestro."
Enfurecido ante tal hecho el Nuevo Emperador impartió precisas órdenes y al otro día la devastadora acción del veneno se podía ver en los treinta mil rostros.
Pero el Rey fue más precavido y pensó en los pueblos vecinos y en los embajadores de rostros inquisidores.
Para cumplir la orden un secreto ejército ejecutó la selecta matanza, degollándose entre ellos al final.
Ahora las calles están vacías de cantos y chismes. Nadie vigila las puertas del Castillo, en el Gran Salón (ahora transformado en patíbulo) danzan la sombra satisfecha del Nuevo Rey.
Ricardo Acevedo E.
El sendero de la mano izquierda. De Aleisterdeleden
Lo extraordinario y lo ortodoxo se rodean y se dan mutuamente nacimiento.
Puesto que un círculo no tiene principio. ¿Quién es capaz de agotarlo?
SUN TZU
Desde el mirador natural que configuraba el recodo del camino apenas si tuvieron tiempo de entrever el pueblo abandonado antes de que la noche cayera sobre ellos. La dureza del camino fue incrementada por la suspensión de ballestas del viejo "JEEP", la falta de luz y referencias claras hicieron que Al, al poco de emprender la huída, reconociera en la primera encrucijada que se habían perdido. Hubiera resultado cándido por su parte el no hacerlo, pues ya en la ida, en pleno día, les había ocurrido. En ese mismo instante un búho se colocó en medio de uno de los dos senderos e instintivamente decidieron que ese era el camino a seguir. El animal continuó haciendo su labor de guía, volando frente el vehículo y deteniéndose en todos y cada uno de los posibles desvíos marcando un camino que nadie dudó, ni por un instante, que fuera el correcto. Hasta que Al, contemplando los restos de un caserío abandonado, afirmó:
- Ya sé dónde estamos. Si seguimos a la izquierda llegaremos pronto a la carretera.
Fue entonces cuando el animal voló sobre ellos describiendo un círculo, como despidiéndose, se unió a su pareja y desapareció en la noche.
No tardaron en abandonar la senda forestal para llegar a una carretera asfaltada y señalizada. Ya más tranquilos, ignorando que las consecuencias de aquella senda iban a ser fatales para uno de ellos, se dispusieron a escuchar la grabación causante de su precipitada marcha. En ella se había registrado una única parafonía que, al sonar, hizo estremecerse a los cuatro.
- ¡Fuera!- gritaba una voz metálica, profunda y asexuada, proviniete de Dios sabe dónde.
Ya en su casa, mientras guardaba la cinta en su secreter, Al se dispuso a tener una charla con Alter; al fin y al cabo compartían un mismo cuerpo y una porción de su alma.
Aleisterdeleden 05/04/06
Carta a una amiga. De Belfas
Mi querida amiga.
Hoy voy a intentar con un sencillo idioma que es tan dulce como mezquino, tan interesante como prohibido, que a veces ni siquiera puede expresar lo que ven mis ojos. Puede la poesía descubrir que dos almas se amen y comprendan.
Recuerdas cuando estábamos en aquel mirador contemplando la hermosura del paisaje y te dije aun sabiendo que no le darías importancia que, cuando un poeta te embriague con sus versos, debes cerrarle la puerta a tu aturdido corazón, pero que cuando utilice un lenguaje coloquial, tembloroso, cándido, sugestivo, misterioso... creas.
Pues ya no sé si realmente es así, hoy mi espíritu no vislumbra el misterio que envuelve al poeta, te expresaré que le noto distinto y que tiene una forma asexuada de creer.
Ahora mismo desde la distancia que nos separa y el corazón afligido me pregunto. ¿Qué es el amor? No es el amor un sentimiento por el que todo se mueve, un eje misterioso que acciona todos los mecanismos humanos para se amen y entiendan. Si así fuere,¿ no es la poesía un elemento mas que nutre y acompaña a esa pasión tan noble? La poesía, flechas de suspiros y anhelos lanzados por ballestas al viento a la búsqueda del ser amado. La poesía, palabras conjugadas que parten de un recóndito lugar inexpugnable hacia la aventura y donde la sensibilidad tiene su estancia. Amor y poesía, un binomio perfecto para realzar la belleza de las pasiones ilustres.
Desde el aledaño de mi alma me confieso con la esperanza que guardes este escrito en tu secreter, para que lo releas en los momentos que te envuelva la nostalgia de mi ausencia de poeta.
Belfas 04/04/06
El Secreto de Pablo
Pablo es un chiquillo flaco y desgreñado que vive en una ciudad donde hay muchas casas y altos edificios de cientos de pisos que parecen tocar el cielo. Pablo vive en el último piso de uno de esos edificios. Es feliz en ese lugar porque está alejado de la gente. No le gustan las personas, siente que sus miradas lo ofenden. El apartamento donde vive con sus padres es su refugio. Cree que estando tan alto y lejos de los demás, es más sencillo olvidarse de que es paralítico. Un maestro llega a diario para impartirle las clases que van acorde a su grado escolar. Pablo pasa lo siete años, años que llenos de amargura y soledad, los ha vivido aislado del mundo de allá abajo por temor al rechazo y la incomprensión. Con sus padres casi ausentes, pasa la mayor parte del tiempo con Mamita, su sirvienta y nana; temprano con su tutor, el resto del día entre sus fantasías y nostalgias. Le gusta dibujar, pero en ocasiones no le gusta el resultado, y arruga con furia sus bosquejos al mismo tiempo que se le arrugan los sueños en el corazón.
Cada día, al sonar las once en el reloj del salón, sale en su silla de ruedas hasta el balcón. Desde ahí contempla su entorno. Su mirada choca contra las ventanas de otros grandes edificios que rodean la zona, pero se entretiene esquivando esas moles de cemento en busca de algo, o alguien.
Una de esas mañanas, Pablo encontró una paloma herida en la terraza, tenía un ala rota. Con suavidad la tomó entre sus manos, la llevó dentro y la curó. Al pasar los días, la paloma se recuperó por completo y un buen día voló lejos de Pablo. Éste se sintió tan triste y desolado que no quiso salir de nuevo al balcón, no valía la pena el mundo allá afuera.
Pero una noche, un ruidito en la ventana le despertó. Al asomarse, vio que se trataba de la paloma. Abrió la ventana y ésta entró jubilosa a revolotear alrededor del niño que extasiado reía con su cordial visitante. Desde entonces, se han vuelto inseparables y ahora tienen un secreto. Todas las noches, Pablo monta en su amiga paloma y juntos surcan los cielos nocturnos de la gran urbe. Es un privilegio poder volar junto a su compañera, poder volar tan cerca de las estrellas.
Presencia y rumor
La finca se había quedado a oscuras. Acostumbrarse a la claridad proyectada desde el portalón de la entrada era lo que tocaba. El interruptor de la luz no funcionaba y el ascensor tampoco. Un estremecimiento en el estómago, el mismo que notamos cuando el peligro nos acecha, fue pasando de uno a otro, recorriendo la escalera de arriba abajo. Era ridícula aquella angustia; el temor a la oscuridad solemos abandonarlo en la infancia encerrado en algún armario. En el eco de la escalera el rumor de los vecinos enfrascados en discusiones, cháchara y cotilleos. Ninguna linterna para mitigar la oscuridad, ni un maldito fósforo en los bolsillos. Los rumores dan paso a la incertidumbre, dicen que una sombra recorre la escalera sin descanso. La penumbra acrecienta el miedo.
En el primero, Doña Luisa ni se digna a dirigirme la palabra, siempre se ha dejado influenciar por todos, con criterio confiaba en su encanto y amabilidad, pero me equivoqué. En el segundo apenas un fuerte portazo me provoca un respingo, me altera. Un balón se desliza rápido, lo esquivo; seguido a él los niños del sexto, suerte de mis buenos reflejos. Cuando llego al cuarto, el alcohólico de Rafael, individuo rijoso y pendenciero donde los haya, está montando otro de sus numeritos; con virulencia increpa a su esposa para levantarle la mano después. Algo sucede que le persuade de sus intenciones, me gustaría pensar que ha sido mi presencia, pero lo dudo, no se amedrenta con nada. Conforme avanzo y me acerco a casa, comprendo menos la incómoda oscuridad que tan sólo a mi parece afectarme. Un acontecimiento acrecienta mi incertidumbre: nadie se me acerca, intento hablar pero me ignoran; el fenómeno se vuelve incomprensible cuando sin saber el porqué retorno a la planta baja. La memoria me devuelve al lugar de partida.
¿Qué hago aquí? El interruptor de la luz no funciona y el ascensor tampoco. Los ruidosos coloquios de los vecinos viajan deprisa, como el agua en las acequias; parecen espantados; se oyen cada vez más cerca. Intento subir pero algo me lo impide. Pasando por doña Luisa, uno tras otro se apartan, intentan esquivarme, no me atienden, les ahuyento, les incomodo. Sigo sin comprender. Tal vez cuando emprenda nuevamente la senda hasta mi casa, tengan en cuenta mi presencia, mi necesidad, y pueda al fin llegar a la meta.
CRSignes 041007