La herencia. De Monelle
Por monelle elEne 28, 2009 | EnMonelle, CONTEMOS CUENTOS 4
Querida hermana:
Te escribo para contarte los pormenores que han rodeado el entierro de papá.
El viaje, se hizo pesado. Demasiada distancia para recorrer a solas.
Cuando llegué estaban esperándome. Quedé sorprendida ante la cándida bienvenida. En cuanto puedas haces el equipaje y te vienes para acá. ¡Sí, has leído bien!
Como habrás podido intuir no tengo intención de regresar a casa. No, no te asustes.
Debes saber que nuestra posición y responsabilidad, para con esta comunidad, es tan importante, que me veo en la obligación de rogarte que no retrases tu partida.
Patricia, no puedo entrar en detalles por escrito. Lo que he de contarte es de tal relevancia, que te lo tengo que decir en persona.
Tan sólo te comentaré que, como sospechábamos, las circunstancias que rodearon la vida y también la muerte de nuestro padre, están íntimamente relacionadas con nuestra enfermedad.
¿Te puedes creer que me emocioné en su entierro? Puedo afirmar que realmente la sangre tira.
Al concluir nos trasladamos hasta la casa. ¡Es enorme! Me dijeron que esa era nuestra herencia, que nadie más tenía derecho a disfrutarla, pero con una condición... ¡No podemos salir de allí!
Te va ha parecer terrible visto desde la perspectiva en la que te encuentras ahora, pero no lo es. Y en cuanto te ponga en antecedentes lo comprenderás. Papá lo dejó todo escrito. Cuando hallaron su cuerpo sin vida aparente, sentado frente al secreter con los brazos caídos y la cabeza ladeada, acababa de dejar escritas sus últimas voluntades. En ellas daba cuenta de nuestra existencia, y pedía que se nos avisara para tomar el relevo de sus responsabilidades. Me dijeron que hasta ese momento, todos lo habían visto como un ser asexuado, incapaz de procrear.
Había planeado su muerte. Al tirar de una cuerda, accionó una ballesta cargada con una estaca que al atravesarle el corazón le produjo la muerte inmediata.
Las vistas desde el mirador de su despacho a la luz de la luna son impresionantes.
Podemos consolarnos ante la seguridad de que su alma inmortal, descansa al fin del suplicio de esta muerte en vida.
Por cierto, no temas el viaje, se hace de noche, y además los vagones poseen unos amplios cortinajes que aíslan de la luz. Y recuerda no pasar delante de ningún espejo, no sea que te descubran.
Amanda
Monelle/CRSignes 060406
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