Al final del arco iris
Alentaba a los transeúntes para que le ayudasen a paliar la inexistente tregua que da el alcohol. Con la borrachera, regresó a un bosque que ofrecía refugio a la gente como él. Acomodado junto a los vacíos tetra-brik de vino, de anteriores resacas, despertó sudoroso y tiritando por la fiebre. Lamentó no haberse atrevido nunca con las agujas: lo sencillo que hubiera resultado, con un solo chute, poner fin a su deleznable vida. Intentó limpiar el espacio que le rodeaban: lanzó bien lejos los desperdicios y se dispuso a escarbar un hueco en el que descansar. No había hecho más que introducido la mano bajo la tierra, cuando tropezó con un objeto. Pensó en ignorarlo —aquel lugar se había convertido en un vertedero—, pero al sacar la mano una moneda dorada se deslizó junto a ella. Siguió hurgando hasta alcanzar un recipiente repleto de monedas al parecer de oro, plata, bronce y cobre. El inesperado encuentro le devolvió las fuerzas, aunque no la razón. Se sintió observado y tuvo miedo. Por menos había visto caer a más de uno. En ese momento, de entre los matojos, surgió un ser diminuto que bailó ante él. Con sus absurdos aspavientos, parecía querer decirle algo. Sus movimientos estaban más próximos al enfado que a la cordialidad; aunque por su estatura, no representaba ninguna amenaza.
—¡¡Maldito alcohol!! No te esfuerces enano, no pienso compartir nada contigo. —rió nervioso consciente de que todo podía ser un juego de su subconsciente maltrecho.
— ¡Qué feo eres! ¿Te has visto la cara?
Fantasía o no, el hombrecillo cada vez se encontraba más cerca, tanto que le pareció sentir fuertes y molestas punzadas.
—Ya te estarás quieto. ¡Déjame disfrutar de este sueño! No te he hecho nada. ¡Desaparece! Soy rico. ¿Lo ves?
Aquel ser de afilado rabillo, rostro alargado, nariz picuda y grandes ojos saltones, seguía denotando su mal humor. En su desesperación, el borracho agarraba aún con mayor fuerza el recipiente del tesoro, mientras, a cada pinchazo, sus músculos resentidos perdían fuerza.
—Seguro que tienes más. Quiero librarme de esta cadena perpetua, quiero quedármelo.
Con el penetrante dolor de las últimas punzadas, todo pasó del gris al negro. Un segundo después había muerto.
Se lo encontraron sobre un charco de orín y vómitos, con la mano fuertemente cerrada para que no se le escapara un doblón de oro de incalculable valor.
CRSignes 250408
Toda una aventura. De Chajaira
La vergüenza le prohibía mirarla directamente a los ojos, ni levantar la cabeza podía. Su prepucio sangraba después de una alocada noche de pasión.
Se conocieron, en realidad lo que es conocerse no se conocen. Coincidieron en una fiesta organizada a través de un chat en una página de contactos a la que eran asiduos.
Era la primera locura que se atrevía a hacer en toda su vida, pero la conflictiva separación con Carla había menguado tanto su personalidad, que llegó a sentirse tan mohíno y vacío como la misma vida que llegaron a compartir.
Era el momento de hacer algo realmente especial, ¿por qué no?, ¿qué tendría que perder?
Cuando llegó a la casa citada, la puerta estaba abierta, se escuchaba música alta, aunque no ensordecedora, alguien le besó nada más llegar y le preguntó el nombre. —Alberto –dijo, el alguien llevaba un trocito de cartulina con un imperdible que ponía “Luisa”, he hizo lo mismo con él, rotuló otro pedacito con su nombre y se lo trabó por fuera del bolsillo de su camisa.
—Las bebidas están en la cocina, la encontrarás fácilmente, preséntate tu mismo.
Todo el espacio permanecía con la tenue neblina de los fumadores. Se escuchaba Eagles y tarareando Hotel California se dirigió a lo que supuso la cocina. Hola…hola…, de momento nada parecía salir de eso.
Sobre la encimera había varias botellas de diversos licores, se decidió por una de Whisky no demasiado malo, abrió el congelador para servirse hielo.
Se quedó más frío que la escarcha que ahora estaba sobre sus dedos cuando una mano se introdujo por la abertura de su camisa.
No dijo nada, siguió sumiso aquella mano femenina. Era el momento de atreverse a una gran aventura, la adrenalina corría, sólo se dejaba guiar por el sonido de sus tacos al caminar.
Ella encendió la luz de la que parecía una despensa muy amplia donde había un arcón, estanterías con loza y varios electrodomésticos. No dejaba de mirarle directamente a los ojos, se puso de rodillas ante él y bajó su cremallera. De repente todo se le nubló, el pudor lo atrapó si compasión. Dio un fatídico tirón para cerrar su bragueta con la consecuencia de quedarse parte de su piel trillada.
Ahora estaba sentado en un WC, con los pantalones por la rodilla y una hermosa dama con un trozo de guata sanando su herida. Sí, toda una aventura.
Chajaira 09/05/06
El rescate de la princesa
El caballero se detuvo. Su paso se vio interrumpido por un enorme muro de piedra. Algo sucedió, tuvo un impulso irreprimible y agarrando las riendas de su corcel, picó de espuelas y se abalanzó contra él. El choque era inevitable, pero en el instante mismo en el que su loca cabalgada alcanzó la sombra del muro, éste desapareció dejando al descubierto un abismo por el que se precipitaron jinete y corcel.
El mago se vanaglorió ante la agudeza de su ingenio; la princesa, en su cautiverio, lloró ante la ineptitud de sus rescatadores; y el rey se lamentó por la pérdida de otro de sus hombres.
CRSignes 2003
La primera mañana. De Suprunaman
No era consciente si era por la mañana, medio día o la noche, lo que sí sabía era que mi tiempo menguaba a pasos agigantados.
Estaba mohíno pues ahora veía el final de mi existencia, un taco de guata húmeda cubría mi afeitada cabeza. El guardia encargado bajó la palanca y una gran descarga me dejó frito.
Abrí los ojos y me palpé la cara, los brazos, el prepucio, al parecer todo estaba en su sitio. Me hallaba en un espacio oscuro, muy oscuro, no podía ver más allá de mis pies, empecé a andar con precaución, el camino era interminable, a cada paso, mis pies se hundían en una masa parecida al lodo, al fin vi a alguien: -¡perdone, perdone! -dije, un rostro cadavérico, con los ojos amarillos y la mandíbula desencajada se dio la vuelta, tal fue el susto que al intentar dar un paso atrás no recordé que estaba hundido en el lodo y caí sentado en la masa viscosa. –Homicida ¿eh? -Dijo el extraño personaje mirándome la cabeza y se acercó a mi cara tanto que pude ver hasta lo más hondo de sus cuencas, -ya verás, ya verás, ya verás -y soltó una carcajada.
Era la primera mañana después de mi muerte.
Suprunaman 08/05/06
Jitterbug
A ritmo frenético, el descontrolado movimiento de los bailarines, que disfrutan aquel tiempo pese a la tensión de los tiempos que corren, durará hasta que la fuerza aguante. El sonido de las trompetas, que marca la melodía de Goodman, acompaña los pasos cruzados, los saltos y las piruetas de los soldados. Las muchachas londinenses, entusiasmadas, aguardan sentadas dispuestas para salir a la pista. Desoyen las mentiras de las recatadas damas, esquivan la opinión de unos padres que desaprobarían cualquier acercamiento.
“Déjate llevar muñeca.” La toma con descaro por la cinturilla de avispa, la abultada falda se mueve con vaporosa gracia. La arrastra desde la esquina hasta el centro de la pista. Pronto le toma el pulso al ritmo que con pasos rápidos, precisos, asombra a todos. El estampido de la batería, la guitarra, de nuevo las trompetas,… la orquesta despliega sus mejores armas.
De nada sirve la presencia de la policía militar que vigila inquieta, temen enfrentamientos. A nadie le gusta que le levanten las mujeres. Los soldados británicos se reprimen y callan, deciden competir, pero con baile. La pista arde, el ambiente se caldea. La noche no les da tregua. Saben que pronto tendrán que partir, que la diversión se convertirá en un espejismo inalcanzable, y no se detienen más que para respirar. No hay lugar para el quebranto, ni cuando a mitad de la fiesta la banda se calla. La sirena que avisa que los bombarderos alemanes sobrevuelan la ciudad, detiene el baile; corren todos a los refugios. Pero cuando todo pasa, regresan con mayor fuerza incluso. Ni el enemigo los va a parar.
Pero la noche se trunca, la orden de partir llega sin aviso, les espera el frente. Montan en los vehículos, sin apartar la mirada de aquellas jóvenes que enjugan lágrimas verdaderas, las mismas que momentos antes saltaban de sus ojos al compás del baile, o mientras escuchaban una declaración de amor.
Así como la simiente ha engendrado con amor el cuerpo de alguna muchacha enamorada de su héroe, el alma del baile quedará marcada en los compases, sacando de los mismos esencias, que forjarán recuerdos de esa época tenebrosa de muerte y destrucción. Y tal vez los dibujará con los reflejos de las trompetas sonando, los vuelos de aquellas faldas descaradamente indiscretas mostrando muslos, y la silueta de aquellos jóvenes entregados a la guerra y al baile.
CRSignes 170309
Palabras para el "Contemos cuentos 7"
Alcanzamos el séptimo, en el que se llegaron a escribir doce relatos, con las siguientes palabras:
ESPACIO
GUATA
HOMICIDA
MENGUAR
MOHÍNO
PREPUCIO
TACO
Para la segunda semana nos lanzamos a escribir relatos que transcurrieran en un circo. Todo un universo de contraste a nuestro alcance. Un mundo lleno de matices, con un buen resultado.
Nómada. De Monelle
Para ti Fernando, nunca te olvidaremos.
El fuerte olor de pachulí con el que embadurnaba su cuerpo, era la seña más destacable de su identidad. Años atrás emprendió el vuelo. El nido abandonado llevaba el nombre del compromiso y la responsabilidad.
“No me dejaré guiar por alerón alguno.”
Vagó por todos los lugares y ninguno, sin detenerse más que lo preciso. Fue coherente consigo mismo.
Sobrevivió con la caridad. Dejaba descansar su cuerpo en cualquier esquina. Siempre conseguía enternecer a alguien con los sones que le unían a un pasad que se le auguró de excelentes resultados, pero al que renunció.
“Mi guitarra traspasa el alma de la gente.”
Pronto las malas condiciones de aquella vida nómada, convirtieron el instrumento de su sustento en un despojo.
En la calle, los años curtieron su piel y acartonaron su espíritu.
“Estoy en posesión de la verdad.”
Se dejó arrastrar por las filosofías mundanas, y creyó lograr de cada una de ellas las claves para un camino más sencillo. Los algoritmos de posibilidad eran infinitos, y con ello alimentaba una fantasía desbordante.
“No renunciaré nunca a mis creencias.”
Preparando su alma, abandonó su cuerpo. Destrozó su salud. Del vicio de las tertulias con las que compartía sueños en las noches gélidas en los refugios de transeúntes, pasó al delirio de los días en los que no lograba sacar lo suficiente para emborracharse.
A raíz de aquellas experiencias y los miles de viajes interiores que realizó, gracias al alcohol barato de los tetra-brick, se convirtió en esclavo de la enfermedad que le consumió por dentro.
Cuando apareció tirado sobre la acera nadie se hizo cargo de él. No oyó el susurro de la muerte que le circundaba. Ignoró su presencia.
“Todo viaje concluye, es lo más dable de nuestra existencia. Las rutas nos acercan a alguna parte. Las naves siempre arriban a puerto”.
Y se entregó con mayor empeño, si cabe, a la autodestrucción. Una vez y otra, ...y otra... después de recuperado el pulso de su cuerpo ajado, regresaba a la calle, pero asegurándose de que el tambor estuviera lleno. Que al menos, no erraría en el juego de la ruleta de su vida.
Murió con el día o con la noche, no tiene importancia, sin desviarse de su senda terminó su ruta.
CRSignes/Monelle 03/05/06
El juego
Miró a uno y otro lado. Cruzó. Entró a formar parte del tanto por cien afortunado.
En la ciudad sitiada la vida es un juego de estadística.
CRSignes 2003
Seguimos jugando 1. Ricardo Acevedo y CRSignes
Llamarle algo así como LoveLand (o como lo deseemos) y se vería como una mezcla de los primitivos videos de los Beatles, la casa Usher (la de Bradbury), sueño con pisar esa tierra de mermelada y corbatas de espejo (lookinglass tie) perderme contigo en locos laberintos sexuales sin hallar la salida, un parque donde todos nuestros deseos se cumplen donde podemos deslizarnos entre lagos de mármol, y sumergirnos en deliciosa nieve de crema batida, imaginarnos salpicados en una lluvia de Irish Cream desnudos como animalitos inventando nuevas perversiones más sutiles, más nuestras... juguemos linda mía... ¡LoveLand esta abierto!
©Ricardo Acevedo 2005
Llenaría cada hueco que tu has dejado entre tus sueños con mis pedazos, retazos de lo que nunca fui y tu has hecho modelándome cada noche de compartido amor, pedazos de amor que son distintos, pero no divergentes a los tuyos; complementaría o matizaría tus deseos con pequeñas dosis de psicodélicos encuentros, para desvirtuar los sentidos, para perdernos y no saber nunca cuando terminan, cuál es el final perfecto o imperfecto. Permitiría que los sentidos se perdieran entre las miles de marañas de caricias, besos, envites, tocamientos, sabrosas chupadas, palabras sueltas y el amor caliente de tantas horas sin tenernos.
Lo dicho, me lo pones difícil, tú dibujas la coreografía, los decorados, la banda sonora, pero déja que yo le pondré el argumento.
©CRSignes 2005
Juego sucio. De Chajaira
Tenía que llegar a la estación principal como fuera.
—Axel, por favor, es que no puedes ir más rápido.
—No señor, el alerón trasero se ha desprendido y si voy más deprisa podríamos perderlo.
—Está bien, está bien… intente otra ruta más despejada.
Necesitaba llegar a tiempo, era el elegido para ser uno de los tres cerebros que irían conectados a la central de información de genios, la capacidad para llegar a los algoritmos era fundamental, necesitaba ser el mejor y estaba en excelente forma neurótica.
—Por fin, faltan diez minutos para el comienzo.
—Suerte, señor.
—Gracias amiga, arréglalo lo antes posible, es dable que para el viernes haya acabado.
Me dirigí rápidamente a la Fase II, allí estaban mis contrincantes con los elementos de transferencia puesto, quería tenerlo todo controlado. El instrumento regulador de fantasía ya estaba a punto en el bolsillo de mi gabán.
—Señor Helseys, por favor, acomódese.
Todo empezaba como se esperaba, las secuencias invadían mi cerebro y todo aquello imaginario o sin lógica aparente era desviado al regulador de bolsillo, no podía fallar de ninguna manera, sería el cerebro más concreto del Consejo del Gobierno Nacional. Estaba concentrado al máximo. El jurado rondaba a mi rededor, pero no se darían cuenta, no detectarían ni una sola señal.
Pero no fui perfecto, el detonador de mi instrumento empezó a pitar.
—Por favor señor, vacíe todo lo que tenga en los bolsillos.
Fue así como descubrieron mi as en la manga, no solamente fui expulsado del C.G.N. sino que acabé en el mayor suburbio de los barrios bajos, trabajando para los casinos de la objetividad.
Chajaira 02/05/06