Un chico pin-up. De Belfas
Soy un chico pin–up, mi cuerpo es la herramienta de trabajo. Bueno, mi cuerpo y una pieza de mi anatomía bien desarrollada, que además de proporcionarme las habichuelas me da multitud de alegrías y placeres. He descubierto en este mundillo que las mujeres en grupo, con unas copitas y buen ambiente se atreven con todo.
Curro en un local de striptease todas las noches y de vez en cuando me contratan para despedidas de solteras en casas particulares, me encanta ese juego, es maravilloso ser el centro de atención y ver como sucumben ante mis encantos.
Hace unas noches mi jefa, una mujer madura y sin escrúpulos, a quien tengo que complacer cuando me ordena, hizo que me exhibiese para dos guapas mujeres que buscaban macho para una ajetreada noche. Aun recuerdo como sus miradas iban dibujando y grabando mi silueta en su retina, cuando yo comencé a contonearme al compás de la música y me desprendí de la ropa que cubría mi cuerpo. Al despojarme el pantalón pirata de un golpe y arrojarlo sobre la pista, sus ojos se me clavaron como dagas sobre mi pequeño tanga que escasamente cubría mi miembro, unos movimientos circulares de cadera fueron suficientes para dejarlas petrificadas unos instantes y conseguir que me contratasen.
Llegué al piso, allí la fiesta llevaba ya un par de horas, un amiente cargado inundaba las habitaciones, el alcohol y algún que otro estimulante extra corrían por las venas de las jóvenes chicas. Mi entrada, triunfal por antonomasia y en un pis plas me vi rodeado por varias de ellas, expectantes y traviesas. Me indicaron el lugar del espectáculo, una vieja mesa improvisaba como escenario, poco espacio pero suficiente.
Sabía lo que querían y era único en esa lid. La música creó un ambiente ancestral, fui desprendiéndome de mi ropa entre vítores, aplausos y algún que otro toque sutil de las más próximas, jadeando y suplicando me desprendiese del tanga cuando este era la única prenda en mi cuerpo. La noche terminó como siempre dentro de la cama de una de las asistentes haciendo horas extras.
Belfas 21/07/06
¡La que vamos a armar! De Edurne
Por fin nos hemos decidido, ha costado pero nos dio una alegría enorme el ver que nos poníamos de acuerdo. Finalmente buscaremos uno de esos chicos pin-up para amenizar la despedida de soltera de Clara, habrá que asegurarse de que sea un bombón… queremos armar la gorda, a ver si hay suerte y lo encontramos.
Llegamos a un local que nos han recomendado. El aspecto exterior no es muy agradable, parece un barucho ancestral, lúgubre y tristón, sin las luces de colorines intermitentes que yo me imaginaba.
Al entrar todo es diferente, una lluvia de láser nos ataca las pupilas. A la derecha, sentada en la barra con las piernas cruzadas, fumando un cigarrillo de boquilla dorada y observando el striptease de la pista central, vemos a una pelirroja madura, debe ser a la que llaman “La Dueña” por antonomasia. Nos acercamos y le exponemos nuestras intenciones. Da la impresión de que no nos escucha, sólo mantiene la mirada fija en mis pechos por lo que, con un gesto distraído, me subo el escote. Parece que reacciona y nos da un par de nombres de chicos disponibles.
Cuando nos dice el precio y que debemos abonarlo por adelantado, nosotras le exigimos una garantía, queremos comprobar el producto con anterioridad. La Dueña frunce el ceño unos segundos y nos toma a las dos por la cintura con una seguridad apabullante para conducirnos hasta una sala contigua, de carácter más privado, donde se contonea un soberbio macho de piel tostada, vestido de pirata, retorciéndose sinuosamente alrededor de una silla. La argolla plateada de su oreja brilla al unísono con el ancho cinturón metálico que sujeta unos bombachos de satén rojo. Los lunares negros de la camisa y del pañuelo de la cabeza empiezan a balancearse en mi mente y me descubro absorta siguiendo sus movimientos rítmicos.
Sus dedos desatan el nudo de la camisa, lentamente, retozando su ombligo, mientras sus glúteos van marcando el ritmo de la música, hasta descubrir un torso lubrificado y musculoso. Su cuerpo va desplazándose por la pista con gestos seductores que nos hacen sucumbir ante sus encantos. De golpe, y al compás de la música, se arranca los bombachos y permanece, unos segundos, inmóvil para que observemos su minúsculo tanga negro que recubre, por así decirlo, su bien marcado miembro.
Cerramos el trato y… a esperar la repetición el día de la despedida.
Edurne 017/07/06
Presentación Generación EME en Madrid
Con motivo de la creación de la asociación de ex alumnos del Master EFTI (uno de los más prestigiosos de Europa) se realizará una exposición-proyección en la galería nº1 de EFTI en la Calle Fuenterrabía, 4,6 y 13 MADRID, con obra de los miembros de la Generación EME.
Nota: Ramón J. Usó i Guerola presentará una imagen adelanto de su próxima exposición individual "Tornar a Terra"
El día del trueno
Copérnico, fue el primer planeta en ser calculado gracias a la observación. Se podría suponer que la alegría de tenerlo al alcance, no fue menor que la que experimentó su descubridor 300 años atrás.
Imaginaban cómo se vería su superficie; si realmente habría desarrollado la vida —los informes hablaban de un ambiente favorable—; eso unido a que estaban ante el planeta que más semejanzas tenía con la tierra de los descubiertos hasta entonces (tamaño, densidad, tiempo de rotación, distancia con respecto a su sol, etc.), convirtieron aquel momento en el más anhelado desde que partieran. El ordenador central interrumpiría la transmisión de datos a la base una vez comenzado el descenso, y se retomarían cuando estabilizaran su posición en la superficie del planeta.
Sabían que una vez completado el proceso, deberían pasar horas antes de poder salir, “El método de adaptación es menos versátil de lo que esperábamos”, comentaron. Se lamentaron también del tiempo que deberían aguardar antes de ver, con sus propios ojos, el entorno que desde la órbita, que durante varios días habían tomado, semejaba tan similar a la tierra. Por un momento creyeron haber regresado a casa. La discusión surgió cuando distinguieron construcciones, algo que no confirmarían hasta el descenso.
La nave, al roce con la atmósfera se tornó incandescente…
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La multitud zarandeaba nerviosa la carreta a su paso. La pira aguardaba al condenado, que seguía sin comprender el porqué de tanto revuelo, sólo por dar a conocer sus estudios que afirmaban la posible existencia de otros planetas como el propio en el firmamento.
El fuego prendido de la antorcha, vacilaba ante las ramas finas y los montones de paja amontonada a sus pies.
— ¡Dios aguarda en su seno a los justos, pero aquellos que obran con el maligno serán condenados y arderán por siempre en los fuegos del infierno! Antes de que las llamas purifiquen el alma de este ínfimo y sombrío personaje, cuyas afirmaciones han puesto en entredicho su obra, démosle la oportunidad de retractarse, dejando limpio su recuerdo, puesto que la salvación de su alma no está en nuestra potestad.
Las protestas de los concurrentes enmudecieron… Una estela cruzó el cielo seguida del trueno más grande que jamás ningún humanoide antes hubiera escuchado.
Mientras el frío de la noche extinguía los rescoldos de la hoguera, del cielo llovieron piezas de metal incandescente. Aquel día jamás sería olvidado.
CRSignes 120509
Obertura. De Locomotoro
Siempre se había preciado de no tener miedo a nada, que eso del miedo escénico era para los principiantes. Pero él ya no lo era, llevaba cincuenta años recorriendo la vieja Europa. A esas alturas, uno podía permitirse el lujo de tutear al continente y continuar teniendo miedo. Había hecho revivir a Wagner, Litz, Mozart... en los mejores lugares que uno pueda imaginar. Dentro de poco, quién sabe cuando, quizás mañana, los conocería en persona. Era demasiado viejo para esto, y los clásicos ya no le llenaban. Así que había decidido hacer algo distinto... más improvisado.
Había conocido hace tiempo, de la mano de Grapelli, un violinista que se despidió de la orquesta, a un guitarrista, un tal Dyango Reinhart.
Ahora, en el camerino, sobaba aquellas partituras que le habían copiado, las estudiaba como un pirata estudia la isla de un tesoro.
Se asomó tras la cortina y apreció que estaba lleno, la gente se acomodaba en las butacas con el programa en la mano. Nada complicado; Claro de Luna de Beethoven, una vez más, Beethoven.
Abrió la caja de su ancestral batuta y lentamente salió a escena. Toda la orquesta se puso de pié y le dedicó una mirada de admiración, algunos incluso agacharon la cabeza en señal de reverencia.
Se hizo el silencio; miró al público y se quedó un rato dudando qué hacer. Miró después a sus músicos, esos músicos de siempre. Pero entre ellos, se encontraban, Grapelli y Reinhart, que le dedicaban una sonrisa cómplice y señalaban que ellos llevaban la misma partitura.
Por una vez, decidió no hacer lo de siempre. Hizo el gesto de golpear con la batuta en el atril, pero en lugar de eso, señaló a Renhart para que comenzara.
Ante el estupor del público y músicos que repasaban entre murmullos programa y partituras, Renhart comenzó la pieza. Al poco se le unió el violín de Grapelli con toda su alegría. De pronto, como venido de la nada, comenzó a acompañarles un contrabajo. El maestro por antonomasia había sustituido la batuta por el instrumento, que hacía sonar a golpes de pizzicato. El murmullo del público sucumbió en un fuerte aplauso ante los tres instrumentistas que parecían un grupito de pin-ups. El maestro golpeó las cuerdas del contrabajo con más fuerza que nunca, y de esta manera, escupió todo su miedo.
Locomotoro 21/07/06
Acta del Jurado del VII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2009
ACTA DEL JURADO DEL VII CERTAMEN INTERNACIONAL
DE MICROCUENTO FANTÁSTICO miNatura 2009
Reunidos los votos del Jurado del VII Certamen Internacional de Microcuento fantástico miNatura 2009, formado por:
Manel Aljama (Escritor)
Javier Arnau (Escritor y poeta del género fantástico y la Ciencia Ficción)
Javier Muñoz Livio (Novelista y poeta)
Carmen Rosa Signes U. (Escritora y fotógrafa)
Ricardo Acevedo Esplugas (Poeta y escritor)
Tras la lectura de los 517 microcuentos presentados de un total de 368 participantes, que provenientes de diferentes nacionalidades, a saber:
88 Argentinos
1 Argentino-Español
1 Argentino-Australiano
1 Camerunés
27 Colombianos
1 Costarricense
37 Cubanos
10 Chilenos
2 Dominicanos
6 Ecuatorianos
132 Españoles
4 Estadounidenses
1 Hondureño
21 Mexicanos
3 Panameños
4 Peruanos
3 Puertorriqueños
1 Salvadoreño
17 Uruguayos
7 Venezolanos
1 Venezolano-canadiense
Se proclama como ganador del concurso el micro cuento:
“JOHN SEAL” De la panameña Annabel Miguelena. El jurado lo destaca por ser un texto ágil en su lectura, con un toque de ternura y fantasía que traslada al lector a la infancia de una forma original cargada de misterio, despertándole los más antiguos temores.
Así mismo el Jurado decide hacer mención de la calidad de los siguientes cuentos finalistas:
“Demasiada Imaginación” De Erath Juárez Hernández (México)
“Tecnoferia” De Javier Fernando Castillo Naranjo (Colombia)
“La Oficina De Objetos Perdidos” De María Luisa Castejón (España)
“Tiempo Cero” De Elaine Vilar Madruga (Cuba)
“Ciclos Nocturnos” De Juan Ángel Laguna Edroso (España)
“Kūrėjas” De Alba Yagüe Renau (España)
“X” De Daniel Antonio Carrillo Monsálvez(Chile)
“El Espejo” De Ariel Martínez Monteiro (España)
“Los Locos” De Daniel Avechuco Cabrera (México)
“El Círculo” De Fermín Vidales Martínez (España)
“Los Besos Son Un Recurso Natural Renovable” De Néstor Darío Figueiras (Argentina)
“Yo y los pájaros” De Carla Piña (México)
“El Mundo Bajo La Cama” De Oscar Eduardo Franco Olivares (México)
“Las ventanas del miedo” De Raul Oscar Ifran (Argentina)
“La Difícil Adolescencia De John Dalton” De Julio Rueda Suárez (España)
Queremos resaltar el aumento de textos no sólo en número sino en calidad, por el cuál, el jurado, resalta la difícil elección del ganador entre los sesenta trabajos que llegaron a la final. Esperamos vuestra participación en la siguiente edición de este concurso.
En breve podréis disfrutar de los cuentos que serán publicados en una edición especial de la Revista Digital miNatura, ya en preparación. Gracias a todos.
Ricardo Acevedo Esplugas.
Director de la Revista Digital miNatura
San Juan de Moró a 30 de septiembre de 2009
Lola de Cartagena. De Mon
Llega la Lola con afán de éxito, acaba de aparecer despejando el vaho del salón ante la atónita mirada de los novatos que experimentan por primera vez.
Ellos la imaginaban como la chica Pin-Up de sus sueños, esa fantasía que les atrapaba entre sábanas y acababa manchando su ombligo. Hoy era día de permiso, justo veinticuatro horas antes de embarcar con destino un tanto incierto, los muchachos habían bebido más de la cuenta tal vez para olvidar. De pronto suena la música con esa melodía que acelera la sangre mientras ellos, ante el filtro de su propio humo, comienzan a adivinar la figura que comienza a hacerse cada vez más nítida, es ella, es la Lola, están a punto de sucumbir.
Jamás habían sentido tan cerca la piel de una mujer, al menos una mujer como Lola, morena, alta, espectacular…una Diosa ancestral.
Los jóvenes marineros estaban absortos al borde de un ataque de erotismo, entre la alegría y el deseo, entre la emoción y la excitación. No eran antiguos piratas, sabían comportarse, la educación recibida en la academia de algo tenía que servir.
Ya es tarde y abandonan el salón con sus antebrazos entrelazados formando una hilera con un mismo destino, quizá nunca vuelvan allí, quizá haya sido un sueño, el sueño por antonomasia de todo infante vestido de punto en blanco. Lola se convertirá en aquel mito que nunca pudieron tocar y que solo por una noche les hizo viajar más lejos que en cualquier misión.
Siempre quedará un reflejo en sus lágrimas emocionadas cuando de viejos se junten para recordar.
Mon 20/07/06
El ladrón. De Monelle
Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado.
Guy de Maupassant (1850-1893)
Tenía diez años de edad cuando comencé. Sucedió en clase. Antes de salir del colegio vi a Violeta y sentí un impulso inexplicable. Ni tan siquiera pensé en las consecuencias. Me aproximé decidido hasta ella y, al llegar a su altura, la besé. Los dos salimos corriendo.
Durante el verano fui perfeccionando la técnica. Mis amigos me admiraban. Logré robarle besos a todas las niñas del barrio.
Y así llegué a la adolescencia. Sabía lo que quería y cómo, sólo tenía que fijar mi objetivo. Era ver una hembra y sucumbir a la tentación.
Veía pasar a mis amigos con sus novias recelando de mi presencia y con motivo. Pronto acabaron odiándome.
Por antonomasia terminé con el sobrenombre de “el pirata”, y al igual que estos ancestrales caraduras desperté tantas pasiones como odios.
No había cumplido aún los diecisiete años de edad, cuando me di cuenta de que ya no sentía la alegría del principio. Era el tío que más mujeres había besado del instituto, pero me dolía pues ninguna quería tener tratos conmigo.
Fue entonces cuando comencé a buscar alternativas. Si ellas no deseaban relacionarse con alguien como yo, no me merecían. De hecho, desde un tiempo a esta parte, mi popularidad ha aumentado de nuevo.
Ahora es fácil verme con una amplia sonrisa. Ya nadie me odia, y todo desde que he cambiado de estrategia.
Si hubierais visto la cara de aquel camionero, cuando me pilló pegando el morro en la portechuela de su camión decorado con una preciosa pin-up. Y ¿la de mi tío, el de la sastrería? Esa si que quedó como un poema, por no comentar la historia que llegó hasta mis padres, pero es que no pude resistir lanzar sobre mis brazos el maniquí del escaparate de su negocio.
Como veis sigo robando. Besos grandes o pequeños; fríos y cálidos. Los he robado rápidos o pausadamente; por el día y de noche; mientras jugaban a la comba o esperaban en la cola del pan; en la parada del bus y en la playa; a solas o en compañía. No tengo ningún reparo al hacerlo.
Aunque los que más me gusta robar, son los de mi madre que de vez en cuando me visita en el centro, y me ofrece su mejilla para que se los robe con ternura.
Monelle/CRSignes 200706
Inspiración. De Locomotoro
Algunos piensan que desapareció con la helada del 53. Que se desvaneció una noche helada en la que ni tu ni yo habíamos aun nacido. Que se la llevó la desgracia de muchos junto con su esperanza. Los más viejos aseguran que fue antes, cuando comenzó la guerra, aquella guerra que como cualquier otra guerra nos enseñó los dientes de nuestra propia vergüenza.
Sin embargo, algunos afirman que ha acariciado sus dedos en un momento de despiste, o que se les ha aparecido en un sueño. Todos sabemos que aquella mujer ancestra mordió las manos de los hombres que dejaron todo para teñirse en sangre, que gritó con furia en sus sueños, pero que estaban tan ocupados en sus miserias que no fueron capaces de percibirla.
También sabemos que necesitamos darle una forma, y una manera de hacerlo es bañándonos en su alegría. A veces, aun húmedos de esa alegría, nos seca como una madre con su manto y nos besa la cara hasta que acabamos por sucumbir a sus encantos.
Otras veces, parece surgir de entre la niebla como un pirata para abordarnos con sus sentidos y robarnos la cordura, la razón, el entendimiento.
Es la pin-up de las modelos, la amante perfecta, la magia por antonomasia. Vaguea por callejones oscuros, se desliza entre el sudor de los dedos de los borrachos al roce de la botella. Vive en los sueños de grandeza de los más cobardes y muere con los gestos de cobardía de los valientes. Y no siempre que aparece, sabemos reconocerla, aunque sepamos que existe.
Si eres capaz de escuchar tus latidos, de oír la furia del mar, de saborear los perfumes del viento, dejar que una ola atraviese tu cuerpo y sentirte parte de las estrellas, es porque está junto a ti.
Entonces, quizás te haga un guiño travieso, quizás hagas una locura, un asalto a la decencia, a los principios, a los rubores y nazca el arte; fruto inequívoco del amor entre la musa y tu.
Locomotoro 18/07/06
Roma un gran imperio olvidado
Pasear por Roma es, con permiso de los romanos, una auténtica aventura.
Los miles de figurantes de todas las partes del mundo se empeñan en revivir el auge de la ciudad más importante del planeta, mientras el sufrido paseante sobrevive a tanto flashazo.
Roma es la esencia de la corta historia escrita y documentada, los testigos pétreos de su época dorada resisten a duras penas el virus caótico de la civilización moderna. Y aun así perduran los aires de grandeza, del spaghetti maleducado, la Madonna y El Padrino. El amasador de pizzas está ahora ante un grave dilema: servir la cerveza que bebe Homer Simpson, ajustar su acento napolitano al mejor estilo Cozensano o invitar al espiritu de Ernesto Guevara a una nueva revolución, quizá la penúltima. Al fin y al cabo "Che" tampoco nació cubano.
Roma es bella de nacimiento pero tengo la sensación que desde la caída del imperio nadie sabe adónde va.
© Ramon J. Usó 2009 - Roma
¿Alguien esperaba una foto del Coliseo?
Historia de un títere
Si el salitre no hubiese endurecido los hilos de los que pendía, nunca lo hubiésemos encontrado. Cayó a tierra. Yacía cubierto de polvo y suciedad; su cuerpo desvencijado y revuelto, acentuaba la inmovilidad. Sin la prolongación de sus apéndices, apenas si retornaría a la vida, era difícil reparar en la especial forma de su cuerpo enjuto y alargado; en los delgados miembros partidos por las articulaciones; en la cabeza redondeada coronada por un cónico sombrero rojo, con aquella nariz puntiaguda hundida hacia el interior.
Papá le sopló con fuerza y me entregó el muñeco. “Ve y sumérgelo en agua jabonosa. Si lo recuperas te contaré su historia”.
Era de madera, el tono azul de su camisa contrastaba con el amarillo del pantalón de peto, tipo tirolés; el sombrero había perdido la pluma; y el rosa de sus mejillas estaba descolorido. No pude devolverle la forma, tal era el nudo orquestado por sus cuerdas. Intuí que sin la cruzada superior su recuperación sería imposible. Corrí hasta papá que había regresado al desván; entre sus manos una fotografía que mostraba un viejo carromato de madera; junto a él, un anciano sonriente sostenía varios títeres de hilos, y justo enfrente, desparramado por el suelo, un grupo de niños parecía divertirse.
“¿Quién es papá?”, le pregunté. La respuesta vino de la boca de aquel muñeco narigudo que se movía grácil delante de mí, una vez que papá desenredó los hilos. “No le conozco”, la voz sonó aguda, versión falsificada de la de un niño. Entonces, aquella protuberancia nasal comenzó a crecerle. Cualquier movimiento del muñeco se veía precedido por aquella nariz, que parecía querer libar de todos los objetos de su contorno. “No le hagas caso pequeña. Cuando falta a la verdad le crecen las narices. El de la foto es tu abuelo, mi padre, y se pasó la vida animando sus creaciones. Pinocho fue una de ellas, pero no supo comprender, y aún no comprende que no se puede intentar ocultar la verdad, negar lo que uno es. “¡Maldita puta con alas!” Farfulló el muñeco. “Nunca aprenderás hermano”, contestó papá.
Antes de salir del desván, vi cómo bajaba su cabeza a la vez que su nariz retornaba al tamaño original. Mientras desenredaba nuestros hilos, papá me contaba un relato que comenzaba el día en el que nació hacía ya mucho tiempo.
CRSignes 230809
Una lagrima por bettie. De Suprunaman
Sus ancestros habían sido piratas, aventureros y bebedores natos, contagiaban su alegría a cualquier puerto al que desembarcaban.
Bettie no había perdido aquel legado, allá donde ella iba todo era diversión, glamour y juegos de seducción. Bettie era conocida por antonomasia como la “pin-up” por su actitud siempre provocativa y sensual.
El 5 de agosto de 1962, los periódicos dieron la noticia, Bettie había sucumbido tras una sobredosis de barbitúricos, todo apuntaba a un suicidio, aunque la verdad podría haber sido otra.
—Sinclair —dijo —soy el encargado de la investigación.
—Pase —dijo un pequeño agente, con actitud nerviosa.
—¿Qué han encontrado Otis? —Dijo Sinclair
—Sólo un bote de barbitúricos vacío. Lo tenía en la mano. Bettie se suicidó.
Sinclair se acercó a la cama donde todavía yacía el cuerpo desnudo de Bettie, y observó como una lágrima le resbalaba por la mejilla.
— Sabes Otis, —dijo Sinclair —frecuentemente las lágrimas son la última sonrisa del amor.
—¿Qué quieres decir?
Sinclair abandonó aquel apartamento y se dirigió a la comisaría, debía cotejar toda la información. Una chica como la “pin-up”, tan atractiva y glamorosa tenía amigos influyentes a los que seguramente no interesaba airear los trapos sucios. La muerte de Bettie podía salpicar a demasiada gente, habría que estar atentos.
Frankie había sido novio de Bettie, vivía con sus padres en una mansión, su padre era el propietario de uno de los bancos más importantes de Nueva York. Frankie no podía ser más que el hijo mimado de una familia que no era capaz de controlar sus vicios, adicto a la bebida y al juego, un hipócrita, que después de echar una lágrima por Bettie dijo:
—Sinclair, es mejor que abandones el caso, es mejor así.—Sinclair quedó boquiabierto al oír aquella frase. —¿No quieres contarme nada?
Frankie empezó a sudar.
—Lo siento Sinclair, no me encuentro muy bien. La muerte de Bettie es muy dolorosa para mí.
—Ya nos veremos Frankie, ya nos veremos. No abandones la ciudad.
Sinclair no podía olvidar aquella imagen, el rostro de Bettie y la lágrima rodándole por la mejilla. Indudablemente alguien conocido la había asesinado.
Sinclair había llegado a las escaleras de su apartamento, cuando un fuerte golpe en la cabeza lo dejó sin sentido.
Al abrir los ojos se encontró sentado en una silla, maniatado. Sin lugar a dudas se estaba acercando al asesino.
Suprunaman 18/07/06
Sucumbir a un amor. De Marola
Me dio una alegría tremenda aquella mañana del 22 de marzo de 1982, estaba esperando con una gran ansiedad que apareciera por la puerta de aquel restaurante. Hacía un año que trabajábamos juntos y desde el primer día me había enamorado como una boba, cada mañana intentaba llegar un poco antes al trabajo simplemente para oír el ruido de su moto aparcar enfrente de la puerta de cristal.
No quería sucumbir a sus encantos, que la verdad no eran muchos, pero había algo en su forma de ser, de andar, de hablar, que emanaba por antonomasia, era algo sensual, especial, y a la vez bestial. Cada vez que lo veía entrar con su casco colgado del brazo con sus tejanos apretados, su camina de cuadros azules y sus botas camperas acabadas en punta, me ruborizaba de tal forma que me tenía que esconder detrás de una columna que separaba el bar del salón del restaurante.
Había noches en las que, tras acabar de trabajar, nos íbamos a un bar cercano a tomarnos la primera y última copa para relajarnos, allí me pedía un cubata y apoyada en el borde de la barra, me ponía a soñar, soñaba solo con verlo, con estar cerca de él, soñaba que era su pin-up, colgada en la pared de su habitación y él como un pirata que surca los grandes mares me rescataba del papel y me cogía por mi estrecha cintura apoyándome con toda suavidad encima de una alfombra de un precioso salón, en el cual nos poníamos a bailar durante toda la noche, hasta que el sol nos obligaba a abandonar aquel lugar, un lugar donde mis ancestros habían vivido su historia de amor. Cada uno vivió una diferente, pero muy intensa, que dejó una huella que jamás podrá olvidarse, porque esa huella es como una cicatriz que está dibujada y no se va de ti nunca.
Todo aquello que sentí con tanta fuerza fue la primera gran historia de amor, que no duró lo pretendido pero me dejó lo más importante de mi vida, que es una persona….la persona más querida e importante de mi vida…mi hijo.
Marola 17/07/06