Supervivencia. De Monelle

Agazapada junto a la entrada, le vio doblar la esquina de su casa. Pasaba de la media noche y la lluvia mojaba a intervalos su cuerpo. Confiaba en su buena voluntad.
Sintió cómo sus manos cálidas la ayudaban a alzarse y cómo le enjugaban el rostro.
Con un tono cándido y dulce, la invitó a entrar.
Debía seguir con la pantomima, simular su indefensión para conseguir lo que buscaba.
La calidez de la manta con la que abrigó su cuerpo contrastaba con su piel habitualmente fría. Se recogió en un sillón mientras él le hablaba, la interrogaba.
Sin contestar, ella le miraba de soslayo con la tristeza permanente en su rostro para conseguir el ansiado acercamiento.
La inocencia de sus actos contrastaba con una idea preconcebida sobre él. Se lo había imaginado como a la mayoría de los hombres: lascivo, aprovechado e incluso cruel. Pero no era así.
Sintió por vez primera la compasión. Le hubiera gustado equivocarse, pero ahora ya no podía retroceder. Debía concluir su trabajo.
Se levantó del asiento en dirección al secreter situado cerca de la puerta. Lo abrió con toda confianza y después de realizar unos dibujos extraños sobre un papel, comenzó a escribir junto a ellos en un idioma desconocido, que impregnaban sus actos de un mayor misterio.

¿Quién eres? Y ¿qué buscas de mí? —Todos aquellos enigmas hacían que le titubeara la voz. Una lágrima recorrió su rostro desencajado.

Las palabras escritas se convirtieron en una invocación por la que logró la aparición brumosa de una pequeña ballesta que de inmediato asió entre sus manos.
Ahora era él quien se acurrucaba.
Se despojó de su abrigo dejando al descubierto un cuerpo tan gélido como etéreo. La temperatura bajaba con cada uno de sus pasos.
Sintió cómo sus manos frías lo elevaban y cómo el congelado tacto le rozaba el rostro.
La voz susurrante sonó asexuada. Ambigua.

- No es mi intención hacerte daño, pero no puedo detenerme. Discúlpame.

Lo atrapó fuertemente del brazo.
El miedo arrebató su vida.
Con certera destreza logró atrapar el alma huidiza con un único disparo.

Desde el mirador parecía que la calle se hallaba tranquila, la lluvia había cesado ya, y la luna asomaba por entre las nubes que cortaban a su paso la visión de un cielo centelleante y claro, acompañando el momento en el que devoraba a su presa.

Monelle/CRSignes 30/03/06

Metamorfosis de una amiga. De Belfas

Pasó la melancólica tarde otoñal, y dio paso a una noche estrella, donde cientos de estrellas y luceros competían por radiar su luz inagotable. Un viento frió del mar, intermitente y cortante como dagas afiladas, trazaba líneas invisibles sobre el rostro de la menuda y cándida Xaloc. Desde su mirador, de pie frente a la orilla del Mar, lo que consideraba su alcázar inexpugnable, impregnada con un olor a temor y ansiedad, contemplaba con entusiasmo, pequeños barcos de pescadores, buques de guerra provistos de pequeñas ballestas en busca de batallas inciertas, faroles intentando herir a la oscuridad de la noche, llenaban el insólito paisaje.
Pasaron horas y... de pronto se rompió el hechizo de la noche, el espíritu cambio de nombre y el alma de Xaloc pasó fugaz a transformarse en la sirena Crysstal hada del viento y sirena del mar, como si Cupido en un alarde de fantasía y destreza hubiese clavado en el corazón asexuado la flecha de la transformación.
El horizonte se tornó rojo, miles de rayos dorados hicieron su aparición, salidas del secreter del sol flechas doradas de fuego que venían a ganar la gran batalla al mundo, iluminándolo de colorido. Absorta Crysstal su frágil rostro iluminado, el mar agitaba sus alas blancas, levantó las manos para recibir al día, sus manos se tornaron blancas cuando un haz de esperanza se adueño de ellas, en ese momento se dio cuenta que su vida había cambiado. Amanecía...

Belfas 29/03/06

El tesoro de la ciudad prohibida. De Suprunaman

Justo en el centro del cielo hay una Constelación de color púrpura que nunca se mueve, allí es donde habita el Emperador Celestial.
En la Tierra, inaccesible a sus súbditos, se encuentra el hogar del hijo del cielo, en su ciudad, “La Ciudad Prohibida”, guarda grandes riquezas y preciosos tesoros.
Vigilada está la entrada por dos colosos asexuados, nacidos de la roca viva de un volcán, no tienen alma pues el fuego les quemó las entrañas, su sino es custodiar el erario, el equilibrio del mundo depende de ello.
Cuando llegues al mirador, corre cuanto puedas pues la candida imagen es engañosa, de las verdes espesuras de los valles y de los violáceos cielos mil arqueros con sus ballestas dispararán una lluvia de flechas, sus puntas son de diamante y esto es lo más cerca que podrás estar del preciado tesoro.
A lo lejos está el luminoso palacio cuyas paredes retienen los elementos, una sala atesora el brío de los mares, otra el intenso sol, una tercera censura los vientos, otra administra la paz y el amor.
Eddy abrió el cajón del secreter y sacó una moneda tan dorada como un rayo de luz, indudablemente pertenecía al tesoro del emperador Kao-Tsung, alguien había conseguido salir vivo de la Ciudad Prohibida llevándose el oro y dejando a su libre albedrío la naturaleza desenfrenada, nuestro mundo se tambaleaba, la capa de ozono se desintegraba, los casquetes polares se derretían y el desierto infernal avanzaba con paso firme, este era el principio del fin.

Suprunaman 29/03/06

La Duquesa de la Muerte. De Mon

En realidad no dejo de pensar en ella, los hierros aprietan mis carnes cansadas, las vetas de mis músculos exhuman ácido láctico, me siento asexuado, sin libido, machacado por la última batalla.
Éramos cuatro vigías de la guardia real, los hombres mejor preparados, doctos en el arte de la guerra y cultos caballeros de noble ascendencia. Mi padre fue comandante del primer regimiento de curaissiers de Avignon, un hombre muy respetado, hoy ya sin alma, esparcida ésta por los jardines de Montpellier.
Hoy retorno a mi oscura habitación alumbrada tan solo por la tenue luz de una vela. Las paredes conservan el tacto y el granate de la tela florentina, iluminada por primera vez desde que marché. Mi viejo secreter se muestra ante mi ansioso, desesperado. Cierro los ojos y me adelanto al aroma que percibiré cuando abra la consola, sus cajoncitos de marquetería, las plumas dormidas en el tiempo.
“Querida duquesa, han pasado 6 años desde que usted pronunció desde su mirador en el palacio de Blassem las claves que me otorgaron los máximos privilegios en la misión. Solo le escribo para agradecer el soporte que recibí desde Paris y ofrecerle la honra de mis honorables caballeros que lucharon hasta morir.
Sin otro menester, quedo a sus pies y reverencio su persona excelentísima”

En mi quedarán clavados como flechas disparadas por ballestas los recuerdos de una causa, el dolor de la ausencia, el suplicio de la muerte horrible y cándida en sus estertores. El horror y el bramar de una batalla que nunca debió existir…

Vuelven los soldados exhaustos, con las cabezas bajas, los mosquetones y las picas sobre el hombro, aun con la victoria final.

Mon 28/03/06

El sexo de los ángeles. De Aquarella

En el mirador, abstraída, la vista se explaya en un horizonte que apenas percibo, mis ojos siguen atrapados en el vacío. Buceo en la memoria buscando una explicación. ¿Cómo pudo ocurrir? Empezó por casualidad, si es que la casualidad existe; tal vez se tratara de una broma del destino. Una página de poesía, una forma de escribir especial que me atrajo desde el principio, y el inicio de una amistad literaria que, poco a poco, se fue convirtiendo en algo más.

Era fascinante sentir un alma gemela, un corazón sensible tan cándido como el mío; la complicidad surgió de forma espontánea. Los comentarios poéticos dieron paso a las confidencias, una confianza difícil de explicar fue instalándose entre dos personas que, por unanimidad, acordaron que la suya sería una relación “epistolar”. Nada de teléfonos, nada de fotos, nada de citas, nada que no fuera palabras en la pantalla. Pero esas letras negras sobre blanco fueron cobrando vida, las emociones las empapaban. Adquirieron cualidad de tacto y el aspecto literario fue quedando en un segundo plano. La unanimidad del pacto empezó a resquebrajarse.

Un viaje de trabajo a mi ciudad fue la excusa perfecta, la curiosidad pudo más que la prudencia y me deje convencer para que nos conociéramos. Sentada en la cafetería esperaba impaciente su llegada. La única seña de identidad era un libro que habíamos acordado llevar ambos “El Misterio de las Coincidencias”, desde la ventana estudiaba a cualquier hombre que llevara un libro. Distraída como estaba me sobresaltó una voz femenina - ¿Amelia? – Miraba a la mujer que me hablaba intentado recordar de qué la conocía, no me sonaba su cara… hasta que mis ojos se detuvieron en el libro que, con la portada bien a la vista, llevaba en la mano.

No daba crédito a lo que estaba pasando, estaba confusa… aún lo sigo estando. La flecha de una ballesta lanzada al corazón no me hubiera hecho tanto daño. ¿Una mujer? ¡Me había enamorado de una mujer! Ni se me había ocurrido pensarlo, la magia que nos unía se evaporaba… me sentí engañada. De la larga conversación que mantuvimos sólo recuerdo una frase “No seas tan cuadriculada, el amor es asexuado” eso… y sus lágrimas.

El sonido del teléfono me devuelve a la realidad, es mi marido. Antes de salir cierro el secreter, como si se pudiera guardar bajo llave la confusión, junto a poemas, cartas y sentimientos.

Aquarella 28/03/06

Musa. De Locomotoro

Tras unos minutos, levantó el lápiz del papel y descubrió el miedo de saber que ahí no había aún nada. Tembloroso ante la escasez de ideas, abrió uno de los cajones del secreter y sacó una caja de madera en la que guardaba su vieja pipa junto a una petaca de cuero que contenía el tabaco.
Fue después al mueble bar y volvió con una botella de cognac de doce años. Con todos estos artilugios abrió la pesada cortina del mirador, se acomodó en una de las butacas de la pequeña estancia y limpió lenta, tranquilamente el alquitrán reseco de la pipa. Entonces, mirando hacia el exterior, encendió la pipa y una bocanada de humo bañó el espacio alrededor suyo.
El alma cándida, asexuada del aroma de este hizo que su espíritu se apaciguara. Encontró lentamente en el espacio todos y cada uno de los elementos que componían la obra. Ahora solo le quedaba representarla. Disfrutó por unos instantes de la mezcla de aromas, del sabor del licor en la boca, mientras ella, aunque aparentemente ausente, llenaba su cabeza de besos y acariciaba sus latidos.
Se levantó de su lado y le llevó de la mano hacia la mesa de estudio donde hizo que tomara de nuevo el lápiz. No lo abandonó, se quedó ahí con él para contemplar como todas las ideas se disparaban sobre el papel al ritmo frenético de una ballesta.
Cada trazo quedó en su sitio, cada idea, cada sueño que encontró su lugar. Entonces miró a su lado y absorto, vio que allí no había nadie, aunque ella.... jamás lo había abandonado.

Locomotoro 28/03/06

Unidos para siempre. De Extasiada

Un año más, la tarta en la nevera, la cena preparada y una inmensa soledad que inunda todos los poros de mi cuerpo.
Rebusco en el fondo de mi alma un recuerdo que dibuje en mi rostro un atisbo de felicidad, pero una vez más, los recuerdos se cierran ante mí como una dolorosa ballesta, y como cada año empiezan a aflorar los sentimientos vertiendo hasta la ultima gota que ya creí exudada el año anterior, pero que año tras año se renuevan con mayor intensidad.
¿Dónde está aquel cándido pensamiento que un día escribí con toda la ilusión de la que una persona es capaz? Miro en mi secreter, busco en los cajoncitos más pequeños, y entre los papeles olvidados de años atrás.

Lo encontré, en el reverso de la postal del mirador donde nos conocimos, allí, un corazón pleno de alegría escribió unas palabras que nunca olvidaría y que apenas recuerdo con exactitud, no sé si darle la vuelta, lentamente voy volteando la tarjeta deseosa y temerosa de no poder soportar el recuerdo de lo sentido y olvidado, en cada esquina dos corazones se entrelazan encerrando en el centro un mensaje.
Mis ojos recorren las letras emborronadas por las lágrimas que no cesan.

UNIDOS PARA SIEMPRE, HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE

Apenas dos años transcurrió hasta nuestra separación, desde entonces sigo celebrando ese día, no como el último de nuestras vidas, sino como el primero de nuestro compromiso, ¿creías que me iba a olvidar de ti? Eso sería imposible, un frío mármol no es suficiente para congelar nuestro amor, solo espero que llegue pronto el día en que me llegue la hora de estar a tu lado y poder así con un abrazo de nuestras almas, poder vivir eternamente juntos hasta que la vida nos vuelva a dar unos cuerpos con los que podernos amar.

Extasiada 27/03/06

La primera palabra. De Locomotoro

Y entonces.... como casi olvidado, surgió de la nada. Antes de iniciar un paso, miró de reojo al infinito y este le dedicó un guiño desde todas las entrañas del destiempo, para tatuar la primera letra en su alma. Agachó la cabeza y se detuvo un instante para pensar, cavilar esa primera frase y atreverse a mirar a los ojos a sus semejantes.
Amortiguó sus sentidos en una ballesta de absurdas ideas y entonces, cándido, tranquilo levantó suavemente la tapa del secreter.
Sintió en sus dedos la caricia del polvo que posaba desde hacía tiempo sobre el taco de papeles escritos, sus ojos se deslizaron hacia la primera hoja y descubrió con cierta sorpresa que las palabras, ya estaban escritas.
Con cierto desconcierto, dirigió sus pasos lentamente hacia la cristalera del mirador, donde los rayos de luz daban color y vida a cualquier naturaleza.
Entonces, armándose de coraje, interpuso la primera hoja entre él y sus semejantes. Afinó la vista con desprecio, de una manera indefinida, asexuada, hacia una letra grande, mayúscula. Carraspeó por un segundo y comenzó a leer en voz alta -Érase una vez...-. Y en aquella obscura sala, donde vivía mucha gente sola, todos se detuvieron para hacer algo juntos (escuchar). Y... que yo recuerde; fué aquella... la mejor vez de todas.

Locomotoro. 27/03/06

Palabras para el "Contemos cuentos 4"

ALMA

ASEXUADO-A

BALLESTA

CÁNDIDO

MIRADOR-RA

SECRETER

Comenzábamos el cuarto a finales de marzo de 2006, y puesto que las dos semanas de duración de cada uno de los juegos daba para más, al finalizar la primera semana, se propuso añadir a las normas ya conocidas y las palabras, un elemento cambiante que en esta primera ocasión consistió en realizar los textos a modo de carta. En total se realizaron 21 relatos con la magia de las anteriores ocasiones y la firma de los ya aparecidos hasta ahora, y alguna nueva incorporación.

Neobautismo. De Aleisterdeleden

“El cielo es el yin y el yang, lo frío y lo caliente,
El orden en el que se suceden las estaciones.
El ir a su favor o en su contra, de ello depende
La victoria militar.”
(SUN TZU)

Al lo veía como si aconteciera en ese mismo instante, él sostenía por el pezón un higo mientras la muchacha, jadeante por los escarceos amatorios, intentaba morderlo. Abrió la puerta de la tienda y ocurrió: Algo sin estructura aparente, de forma esférica y brillo fosfórico se coló allí, deteniéndose sobre las otras dos ocupantes. Buscó la cámara fotográfica mientras le ordenaba que cerrara la tienda, intentando atrapar aquel ser que, alargándose, salió sin que nada ni nadie pudieran impedirlo. No tuvieron tiempo para el desánimo, pues inmediatamente comenzaron a ver unas imágenes que de no haber comentado en vivo no hubieran creído. Al supo de su pronta muerte y ella de su responsabilidad en la misma, pese a todo se hundieron en un sueño polivalente no exento de visiones repletas de sensualidad, debían descansar ya que temprano saldrían buscando agua y no en el pilón de la fuente.
Amanecieron caminando por un seco cauce que no gustaría a una japuta, por un camino de horas. Él buscaba una estrategia, no le apetecía morir. Ya sin ideas, la naturaleza le brindó la salida, allí estaba, en medio de aquel desierto, un vergel de aguas diamantinas. Pese al cansancio, los cuatro corrieron hacia el lugar, el agua brotaba de la nada formando unas pozas, de singular hermosura, en las que su compañera de sueños fue a caer…
Solución: se mojaba, rescataba a la dama y salía con ella y rebautizado como Alter: su yo más instintivo, poderoso e incontrolado. No iba a durar mucho, esta parte moriría y su desaparición le iba a dejar sin fuerzas mágicas, pero sobreviviría su yo intelectivo.
La repentina liberación de Alter provocó de todo: lluvia, truenos, granizo, viento, una tormenta que les ayudó a conocer mejor el pueblo. A la luz de relámpagos vieron las extrañas formas y figuras pintadas sobre las paredes en un tono casi sangrante. Avivó fenómenos inauditos en el interior de una casa tapiada, en la que comenzaron a escucharse golpes sobre el embaldosado mientras leían un pentáculo imposible dibujado en la pared. Y acabó provocando su marcha precipitada ante las fantasmales voces que les invitaban a salir de allí… hacia la noche.

Aleister del eden 24/03/06

Una cena más. De Monelle

Arrancó la manzana por el pezón y comenzó a devorarla.
Paseaba todos los días siguiendo la misma ruta. Después de las tareas domésticas, se regalaba unas largas caminatas que le ayudaban a salir del tedio diario.
Se había casado joven. Cuando niña sus padres no lo habían tenido nada fácil. El cambio constante de ciudad, de colegio, de hogar,... forjó un desencanto, en las relaciones familiares, que dieron al traste con todas las ilusiones y sueños.
Y ahora era ella la que se enfrentaba a una crisis. El día se convertía en una amarga sucesión de horas solitarias en las que no encontraba descanso y, la noche, quedaba para el reposo sin aportar ninguna cosa más.
Aquella manzana, representaba de alguna forma su vida. Por fuera, de cara al exterior, la dulzura se dejaba intuir, ningún golpe era visible, estaba intacta; parecía que guardaba aún toda la frescura del fruto recién cogido del árbol; pero por dentro escondía tal vez algún elemento que podía dañarla. Sabía que si algo funcionaba mal se gestaría en el interior de su estructura. Es por ello que, en aquel momento, cuando sus manos aún sostenían el corazón de aquella fruta, la apretó fuertemente con la mano, y se dijo para sí que lo protegería. Las buenas simientes —continuó— se encuentran dentro, y de ellos dependía que germinaran o no.
Regresó a casa con el convencimiento de que gracias al pensamiento polivalente que le proporcionaron sus experiencias ya vividas, sería capaz de atajar los problemas actuales.
Aquella misma noche lo hablaría con su esposo durante la cena.
Fue al mercado, y en la pescadería consiguió un hermoso ejemplar de japuta con el que confeccionar el plato principal de un menú expresamente ideado para complacerse, para regalarse un tiempo precioso, justamente de aquellos que casi nunca sabían aprovechar y que comprendió era de vital importancia para una mejor convivencia.
Con ajo, perejil, un poco de pan frito, unas almendras, pimentón dulce y vino blanco, preparó en el pilón una majada con la que enriquecer el ya de por sí gustoso manjar.
Cuando por la noche sintió las llaves en la puerta se abalanzó hasta ella, y sin dar tregua a su enamorado, le besó.
Aquella noche, el embaldosado suelo del salón les sirvió de improvisado lecho.

Monelle/CRSignes 23/03/06

Un hogar dónde siempre encontré paz. De Belfas

Como cada mañana Carmelo se dispone a realizar su tarea, encender la lumbre para que cuando Isabel se levante encuentre la habitación cálida. Una casa con una estructura ancestral que cobija cientos de recuerdos (ocho hijos viviendo entre esas paredes dan para mucho).
El tiempo ha dejado que sus menesteres sean simples y sencillos, aun así, Carmelo se siente útil y realizado. Un hombre campechano y polivalente que a lo largo de su vida, siempre estuvo bien considerado por su intachable trayectoria.
Después se dirige presto al corral, se encuentra con sus gallinas y conejos, cuando advierten su presencia, se arrojan a sus pies para que les mime y les alimente. Les rellena el pilón de agua y tras coquetear con ellos, se marcha en busca de blanquita, una joven cabra traviesa que solamente a él obedece. Toma la vasija de barro y se dispone a ordeñarla, humedece sus pezones con suavidad y, con habilidad dirige el chorro de la leche al fondo del cuenco.
Isabel esta en plena faena, esta preparando el puchero, hoy comerán potaje. Patatas, judías, un chorizo y una morcilla caseros son los ingredientes.
Isabel sobre el suelo embaldosado coloca en riguroso orden todos los componentes esperando el momento apropiado.
Carmelo regresa con el recipiente de la leche, la hierve y prepara el desayuno. Coquetean, sonríen y charlan mientras desayunan.
El ruido de la puerta de la calle les anuncia que alguien viene, se levantan, conocen esa forma de llamar, sus viejos corazones se aceleran de felicidad. Abren la puerta y sonriente les aguarda su nieto favorito. La agitación les embarga, un cálido abrazo provoca en los azules ojos de la sensible Isabel lágrimas de emoción.
Pasan al interior de la casa y se encuentran que, blanquita se esta comiendo las patatas.
Carmelo le grita ¡valiente japuta! Y emprende una carrera tras ella sin conseguir alcanzarla, ríen los tres juntos, mas tarde se sientan alrededor de la lumbre y emprenden una agradable conversación que dura hasta la hora de comer. Carmelo Narra incansable historia tras historia mientras su nieto e Isabel permanecen atentos al desenlace. La paz se hace un hueco en tan humilde hogar.

Belfas 21/03/06

La petición. De Naza

Hace diez años que abandoné esta ciudad con el propósito de no regresar nunca más. Diez años después me hallo en el interior de un autobús que, en otro tiempo tanto había utilizado para verla a ella.

Yo la conocí el último, pero me situé el primero en su corazón. Aquello fue un amor a primera vista, ella era muy enamoradiza, y el primer puesto era difícil de mantener. Pero ahí estábamos, polivalentes, pujando por ella tanto Fernando como yo

Los dos admitimos ser rivales dignos y luchar por ella en buena lid, lo que no aceptábamos era incursiones externas de terceras personas, o para ser más exactos de otros pretendientes.

La protegíamos y a ella le satisfacía y los años pasaron, dejamos la adolescencia y tuvo que decidir; tenía edad de elegir y como el lector es sabio enseguida sabrá la decisión de ella. Fue en un bar donde una pareja de enamorados firmaba una alianza de futuro con un beso que no me apeteció presenciar.

Recuerdo aquella tarde, Fernando no había llegado, los dos paseábamos por una calle encajonada entre paredes encaladas hasta el suelo, macetas con geranios reventones colgaban de los laterales y el suelo irregularmente embaldosado. Ella estaba silenciosa, caminamos hasta el estanque, allí los peces hacían lo que sabían hacer a la perfección; nadar. A mi me gustaba hacerla reír, siempre que acudíamos al estanque intentaba adivinar qué peces eran aquellos. Recuerdo que dije; -japutas, algo tan gracioso, al menos para mi, y no conseguí arrancar una sonrisa de su rostro. Me senté en el borde del pilón mientras ella se alejaba. No hablamos en lo que duró la tarde, pero me lo dijo todo con su mirada. Arranqué una rama hasta dejarla sólo con el pezón, la misma rama que hoy porto en la solapa de mi chaqueta.

A partir de ahí abandoné la ciudad. La versión oficial fue una oferta de empleo que no podía rechazar, la otra; un corazón roto por la mitad que necesitaba soldarse lejos de ella.

Estructuré mi vida para que no se notara que mi insomnio era perenne y que la necesitaba a pesar del tiempo transcurrido.

Hace una semana me llamó, me dijo –necesito verte, por favor.

Sólo tenía que pedirlo.

Naza 18/03/06

Cazador cazado. De Belfas

Estaba sentado junto a la chimenea, un cigarro prendía de sus dedos y, el ambiente estaba impregnado de un fuerte olor a rancio.
Elevó su brazo con parsimonia y tras dar una calada al cigarrillo, lo arrojó al pilón que se encontraba en una esquina de la habitación. Se sentía seguro, como un cazador esperando a su presa.
La muchacha estaba nerviosa, había acudido allí en busca de trabajo. Era una chica polivalente que buscaba una oportunidad para ganar dinero y enviarlo a su familia donde la subsistencia era todo un reto.
Después de mirarla de arriba abajo comiéndosela con la mirada, le espetó sin contemplaciones.

¡Desnúdate a ver que escondes bajo ese vestido!

Ella quedó aturdida por tanta rotundidad. No sabia que hacer, un estado cataléptico la hizo presa, él se aproximó y de un tirón rasgó la estructura del vestido bajando el sujetador y dejando uno de los pezones al descubierto. La muchacha intentó taparse con la tela del vestido rasgado tomándola entre sus manos.
Volvió a arremeter contra la muchacha y en el intento ella cayó al suelo embaldosado de mármol ennegrecido por el paso de los años. Una vez allí se abalanzó sobre la chica, le arrancó con virulencia toda la ropa y comenzó la lucha. Ella resistió hasta agotar todas sus energías en una pelea desigual.
Al final cedió y él consiguió su objetivo. Las manos de la muchacha emprendieron una búsqueda que dio su fruto cuando entre las ropas del hombre hallaron una pistola.
La asió con fuerza y la dirigió a la cabeza de su violador, al sentir el frío cañón sobre su cabeza, quedó petrificado y comenzó a suplicarle perdón.
Se levantaron de aquel frío suelo sin dejar de apuntar con el arma a la frente del pervertido, cuando estaban de pie, él, intentó hacerse con el arma, una detonación, un agujero en la cabeza del abusador y una última frase antes de dar con sus huesos en el suelo.

¡Maldita japuta!

Belfas 17/03/06

Marketing. De Monelle

Los chirridos de su carrito la precedían. Marisa llegó temprano, antes incluso de que se levantara la niebla y que el sol asomara por el horizonte.
Era precisamente a esa hora cuando se conseguían las mejores mercancías.
Pero aquel no había sido un buen día de faena. Pocas cajas se repartían por el suelo embaldosado de la lonja. Es por ello, que la lucha por conseguir el mejor pescado fue reñida. La polivalencia de precios iba oscilando y era como siempre sólo comprensible para aquellos asiduos expertos a ese tipo de subasta.
Se tuvo que conformar, tan sólo, con dos cajas de sardina y una de palometa.
Salió de la sólida estructura de aquel edificio, con su carga bien sujeta por un cabo cuyo pezón se aseguró muy bien en estirar.
Cruzó la ciudad arrastrando su puesto de venta ambulante, dispuesta a conseguir deshacerse de toda la carga, y llenar su bolsa.

- ¡Sardina! ¡Sardina fresca! ¡Venga chicas salid! ¡Lo llevo todos tan fresco que me salta del carro! ¡Sardina! ¡Palometa! ¡Palometa más que fresca!

En no menos de una hora logró bajar el peso de su carga, la bolsa sonaba a buenas ventas, y en su cara se dibujó una sonrisa pues pronto podría regresar a casa para descansar.
En ello estaba, cuando se dio cuenta de que aún le quedaba intacta la caja de palometa, tenía que hacer algo para venderla.
Subida a un pilón de la plaza de la iglesia, aguardó pacientemente a que se concluyera la misa. Entonces gritó:

- ¡Japutas! ¡Sois las más grandes japutas que he visto! A gusto os tiraría a la sartén. ¡Frescas! ¡Sois las más frescas japutas que me he encontrado jamás!

El revuelo que se formó fue en aumento. Las voces que se levantaron en contra de semejantes improperios, no se hicieron esperar. Fue tal la algarabía que el cura salió espantado de la sacristía para ver lo que sucedía.
Justo a tiempo, pues impidió que Marisa fuese golpeada por la masa enfurecida.
La llevó hasta el interior de la iglesia y allí logró comprenderlo.
Al momento salieron para explicar que todo había sido fruto de una confusión.
Pobre Marisa, un poco más y pierde la cabeza. Y todo porque desconocía que nadie sabía que la palometa recibía también el nombre de “japuta”. ¿O si que lo sabía, y por eso decidió gastar para intentar deshacerse de ellas, un método agresivo de venta?

Monelle/CRSignes 160306