En busca de mi destino. De Suprunaman

Se mueve como una endiablada sombra en la penumbra, sube a su chopper y aprieta el botón, aquella casa salta por los aires. Me llamo Dennis Hopper y busco mi destino, roooommm, roommm, (suena la música de los Rolling Stones) A to be waaaaayyy.
Circulando por la carretera a velocidad anormalmente reducida pisa una serpiente con desdén, y aquel bicho empieza a retorcerse como si fuera los tentáculos de un calamar, se para unos segundos y mira el espectáculo. Sigue su camino tragando todos los insectos que salen a su encuentro, un sabor amargo le resbala por la garganta. Tras la curva unas luces fosforescentes le indican que ha llegado a un motel.
En recepción una preciosa muchacha hace pompas con el chicle, su perfume proyecta cierto maleficio que lo embriaga, al poco tiempo están en su habitación, ella lo halaga con su cuerpo juvenil.
Al despertar ella ya se ha marchado, se sienta desnudo en la cama y revisa su bolsa, allí está todo el dinero, un revolver culmina la montaña de billetes.
Se oyen a lo lejos el sonido de las sirenas, es la hora de marchar, baja por las escaleras del motel, recepción está vacía, se va sin pagar. De nuevo sube a su moto y vestido de negro desaparece tras una nube de humo (vuelven a sonar Rolling Stones).
Siente las sirenas detrás de él fuertes y ensordecedoras, ruega con preces que no lo busquen a él.
Deténgase en la cuneta —dicen por el altavoz, pero Dennis continua su marcha acelerando, los agentes se acercan aún más y Dennis saca una ametralladora que lleva escondida y dispara una ráfaga de balas que impactan en los agentes que se estrellan contra un árbol, se escucha un petardeo y el vehiculo policial prende en llamas. Se detiene para ver el espectáculo.
Rooooommmm, roooommmm, me llamo Dennis Hopper y voy en busca de mi destino. A to be waaaaaayyy.

Suprunaman 29/05/06

El Casino de Suprunaman. De Mon

El Endiablado Calamar, así llamaban a José Luís “El Hampón” entre su grupo de amigos de la infancia.
De pequeño, El Hampón, coleccionaba películas de súper 8 que guardaba celosamente entre bolas de naftalina y latas de galletas Marías. En sus mágicos celuloides se escondían sus sueños, sus aventuras, quizá los deseos que en la adolescencia quiso hacer realidad. Seguramente alguien habría oído sus preces, pronto se convertiría en un asesino vil y despiadado.
Las calles de Chicago estaban infestadas de mafiosos que controlaban el arte del trapicheo, no eran más que unos gobernantes desautorizados que recaudaban dinero para imponer su ley y engordar sus casinos y a sus queridas con joyas. José Luís tenía montado un negocio de papeletas o boletos (como los de la ONCE), comenzó ganando 1000 dólares al día y llenando de ilusión a los pobres desgraciados que creían en la suerte de una rápida fortuna solo a cambio de unos pocos dólares. Esta actividad estaba prohibida, claro, había una mafia superior que sin desdén no quería dejar escapar ni un centavo del minus pudiente.
No tardaron en llegar nuevas bandas para controlar el negocio, ya valía todo y lo mejor era prohibir para ganar, a más prohibiciones más negocio (¡mira, como ahora!) Así que la ley se imponía con ráfagas de plomo, cuajos de sangre resbalando sobre los carteles de los casinos y cientos de titulares en forma de esquela. Los robos, las palizas, los secuestros y las viudas alegres eran canción de actualidad, nadie se fiaba de nadie.

- “Juanjo, engrasa la pipa que hoy habrá festival”, vamos a reventar el garito de los Pierre Luigi.

El segundo de “Calamar” u hombre de confianza se sintió halagado por ese voto de confianza, así son las familias. Esta vez no murió nadie, apareció el gobernador como enviado por un maleficio y se llevo la totalidad del botín.
Cuenta la leyenda que el Endiablado Calamar se cambió de sexo y hoy es la madre superiora del Convento de las Hermanas Teresitas Descalzas de Sinsinatti y reparte estampitas a Euro la unidad. Así son las cosas del dinero.

Nota: En Sinsinatti hay Euros, son cosas de la mafia, oigan.

Mon 29/05/06

La película. De Naza

— Hola, perdona el retraso.
— No te preocupes
¿Hace viento ahora?
Uf a ráfagas, es un día raro.
¿Y el niño?
— Se ha quedado con tu madre.
— Estás guapa hoy.
— Gracias es un halago, más viniendo de ti, no te prodigas en piropos últimamente.
¿Quieres pedirte algo?
— Si, ¿tú que tomas?
— Una sin alcohol
— Pídeme una coca cola y ¿nos pedimos un bocata de calamares?
— No, prefiero un pincho de tortilla.
—Ajá. ¿Y qué peli vamos a ver?
— Hay dos que merecen la pena; una española, de Amenábar y una americana, de Tarantino.
— La de Tarantino no me apetece, creo que es un director maléfico.
— Vaya era la que me gustaba, pero me da igual, veremos la otra.
— No verás, a mí me da igual vemos la que tu quieras.
¿No es muy grande ese bocadillo? Luego también querrás palomitas y me las tendré que comer yo.
— Bueno así compartimos algo, que hace tiempo que no compartimos ni la cama.
— No empieces por favor, sabes que estas oposiciones son importantes para mí.
— Yo no empiezo mi amor, sólo te digo lo que nos pasa, que no compartimos nada.
— Tú no dices nada, pero tus miradas lo dicen todo por ti.
¿Mis miradas? ¿Qué le pasa a mis miradas?
— Que me miras con desdén, eso es todo.
— A mi no me hables con palabras extrañas que no me entero. Dime clarito que es lo que quieres decir.
— Déjalo, no quiero discutir.
— No, tú nunca quieres discutir, siempre lanzas la piedra y luego como si no hubiera pasado nada. Eres endiabladamente perverso.
— Ya. Lo que tú quieras.
— Ahora te sumergirás en tu interior y ya no hablarás en toda la noche.
— Te equivocas, hoy si me apetece hablar.
— Vaya una novedad en ti.
— Para qué te pides el pincho si no lo has probado.
— Ahora me lo comeré, déjame en paz, deja de fiscalizarme.
¿Qué yo te fiscalizo? Ja, lo que me quedaba por oír.
— Deja las preces para la iglesia, bonita.
—Te he dicho mil veces que no me llames bonita en ese tono y que las palabras rebuscadas te las guarde para ti.
— La peli está a punto de empezar ¿Nos vamos?
¿De veras que te apetece ir al cine? Creo que me voy a ir a casa, no tengo ganas de ir contigo a ningún sitio.
¿No te comes el bocata? Entonces para qué lo pides.
¡Vete a la mierda!

Naza 28/05/06

Desilusionado. De Aquarella

Mi primer día en aquella librería fue todo un acontecimiento que aún no he podido olvidar. Cuando llegué al pequeño local, situado en el centro del pueblo, me halagó el entusiasta recibimiento de mis nuevos compañeros. ¡Menuda bienvenida! Todo eran saludos, sonrisas, elogios... estaba sorprendido, entusiasmado, las inevitables ráfagas de orgullo me hacían sentir realmente importante. Pasaron algunos meses, la verdad es que ya no recuerdo cuantos, y aquella amabilidad inicial se convirtió en auténtico desdén por su parte. No puedo explicar qué había cambiado, pero su actitud era diferente, supongo que una vez pasada la euforia de la novedad me había convertido simplemente en uno más, y eso resultaba imperdonable.

Cada mañana sin excepción, antes de que se abriera la tienda, rezaba en silencio las preces que esperaba acabaran con aquel maleficio que me atormentaba, pero nada cambiaba. Cada tarde, al cerrar el establecimiento, tenía que volver a soportar el endiablado carácter de mis compañeros que pagaban su mal humor conmigo. Lo que en principio parecía cordial amistad degeneró en una especie de competitividad malsana... escuchar como murmuraban a mis espaldas cuando se me acercaba algún cliente era algo que me sacaba de quicio.

Aquella mañana fue la peor de todas, aún escucho sus carcajadas... la llegada de una mujer que buscaba un regalo nos puso a todos en guardia. Pasaba por las estanterías echando un vistazo cuando se fijó en mí, me tomó en sus manos e inmediatamente exclamó

- ¡Pero a quién se le ocurre escribir un cuento infantil sobre las aventuras de un calamar congelado, qué disparate! – y se echó a reír mientras le decía al dueño - Por Dios Demetrio, deberías ser más selectivo con los títulos que traes.

Desde entonces soy el hazmerreír del resto de los libros, tengo que aguantar estoicamente sus burlas diarias. Si algún día consigo estar frente a frente con la autora – una tal “Aquarella” – ya le iba yo a explicar un par de cosas.

Aquarella 25/05/06

Reflejos de un alma enamorada. De Belfas

No pienses con desdén que en abril se quedara tu sangre sin latido, no esperes en primavera un atardecer pálido y sombrío. Las hojas de lo árboles saludarán a tu paso, cuando una ráfaga de la brisa del deseo las agite. Las horas viajarán para adelantar nuestro encuentro, y el verano tornará vestido de amarillo aquellos campos inmaculados, pisados en la verde primavera por tus sandalias blancas.

He plantado en mi avenida, rosas y lirios, por si paseas por mis aledaños y te sientas extasiada por mi olor. Si me pierdo entre tus sendas, no importa, me descubres, me halagas, me tomas de la mano y me retornas sigilosa, sonriente, plácida y mansa.
Quiero que dibujes con tus dedos peregrinos en mi lienzo de piel, y me pintes de rojo endiablado, de azul, de verde, de blanco, amarillo… De vivos colores.

Traza una risa de niño jugando en al arena, plasma en el cristal de mi alhambra con el tórrido aliento de tus labios, un corazón que palpita y suspira por ti. Proyecta una abierta sonrisa y dime que sólo soy tuyo, que quieres hacer un boceto en mi cuerpo desnudo, siendo el pincel tu húmeda boca.

Sabes mejor que nadie como asaltar mi alcázar, guerreas sin tregua y batalla tras batalla consigues que mi ser capitule a tus artes. Un maleficio que me embauca y persigue por doquier.
Me encanta llamar a la insurrección y bloquear con alguna artimaña tus certeros ataques, pero mi corazón no sabe rivalizar contra ti, no dispongo de armas con las que combatir frente a tu ejército de miradas, sonrisas, besos, caricias, frases, matices que calan y derrumban con estruendo las murallas de mi acrópolis.

Haces que me sienta como un calamar anudado sin agua, que aguarda en un cesto una mano que sepa arrancarlo y llevarlo de nuevo a su mar.
Hoy pido en mil preces que nunca abandones la estancia de mi corazón. Sabes, he aprendido a soñar despierto, es mi nueva forma de vida, un pasatiempo que practico con jubilo y entusiasmo y en el que tú eres mi empeño, mantenerte despierta, serena, querida, feliz, divertida, viva...

Belfas 25/05/06

La penitencia. De Monelle

Aquello no podía ser obra del altísimo. ¿Qué maleficio jugaba conmigo?
No se cómo pero logré llegar hasta la salida del refugio, ver la luz del día y sentir el calor del sol en mi piel para confirmar que seguía vivo.
Con angustia recordé que al partir dos días atrás todo el mundo me halagó por la determinación con la que, una vez al año, era capaz de aislarme cuál ermitaño, para redimir mis pecados.
Siempre creí firmemente en la purgación de las almas y el perdón de los pecados. ¡Dios no castiga a aquellos que se arrepienten! ¡No!
Nunca me privé de nada. En poco menos de tres meses había puesto en práctica todas mis perversiones. ¡Endiablado carácter!
Hasta la cueva llegué con el convencimiento de lograr con preces lo que no pude hacer por propia voluntad. ¡Cuánta hipocresía!
Desprovisto de todas mis ropas, de rodillas sobre el suelo pedregoso, comencé a rezar mientras caminaba aguantando el suplicio. Pasados unos minutos, me cuestioné si existiría alguna otra forma menos cruel con la que demostrar mi arrepentimiento. Me detuve en seco, intentando aliviar las heridas, ya abiertas de mis rodillas, con mi propia saliva.
Una ráfaga, de aire fresco, me traspasó. Quedé absorto en mis pensamientos. De nuevo el aire. Empecé a sospechar que algo extraño estaba ocurriendo.
Desde el fondo de la cueva, una sombra se acercaba hasta a mi. Sentí curiosidad. Mi fascinación aumentó cuando aquella informe masa de oscuro contenido, paso de la imprecisa silueta de un calamar a la esbelta figura de una joven que, rápidamente, acercaba sus gráciles manos hasta mi rostro. Que lo acariciaba. Jugueteó con mi cuerpo, que se dejaba llevar presa de una lujuria incontrolada y excitante. El deseo se convirtió en el único lenguaje posible. Durante un tiempo impreciso fui un títere entre sus manos.
De pronto, un destello de luz se coló desde el exterior de la cueva desvelándome la horripilante forma que me cubría, su verdadera naturaleza.
¡Dios! De un empujón me separé de ella. Me miró con desdén. Una mirada que no podré borrar jamás.
“¡Y la sombra de la bestia lo cubría todo antes de desaparecer!” Fueron esas palabras las únicas que fui capaz de farfullar a mi regreso.
Meses han pasado y no he podido borrar aquella escena. El miedo impide que salga del encierro que me he impuesto y tan sólo me preocupa una cosa.
¿Volverá?

Monelle/CRSignes 23/05/06

Vuelo 103. De Mon

Vuelo 103 de la Pan American con destino a Nueva Cork.

Hoja de ruta: P103A con salida en el aeropuerto internacional de Frankfurt y escala en Heathrow, Londres.

Sobrevolaba Alemania con la sensación de haber pasado antes por allí, nunca antes había volado pero fui un gran escalador y conocía bien las cordilleras de mi país. Pronto adivinaría la gran isla, la Bretagne y podría aliviar mis temores sin necesidad de notificar mis preces al comandante.
Sofía parecía haberse dado cuenta de mi nerviosismo, yo mientras ojeaba el Daily News recorría con el rabillo del ojo su esbelta y coquetona figura que halagaba la condición femenina. Pronto requerí su presencia y aprovechando su acercamiento pude inhalar el suave, fresco y dulce aroma de almizcle juvenil que parecía esparcir como pétalos de rosas. Ella depositó minutos después un tranquilizante en el vasito de plástico dispuesto a tal efecto y volvió a la cabina de mantenimiento.
Los motores del Boeing 747 volvían a rugir por la pista inglesa empujando con ráfagas de viento endiablado aquella mole de aluminio que desafiaba todas las leyes físicas conocidas, ahora íbamos a cruzar el atlántico y eso era para mí toda una aventura.
Repasaba mentalmente la historia, las metas que nuestros antecesores se marcaron y los temores que les perseguían, victimas quizá de la ignorancia o el desconocimiento. Aquellos valientes que desaparecían mar adentro, más allá de Finisterrae intentando esquivar calamares gigantes que solo aparecían en sus sueños. Como hoy, como yo mismo, sin desdén.
¿Mi existencia dependería de las 16 personas que componían la tripulación o estaría en manos de alguno de los 242 pasajeros que me acompañaban?, o ¿tal vez todos seríamos presas de algún maleficio lanzado por cualquiera de los millones de habitantes que ahora estaban bajo nuestros pies?
El vuelo 103 nunca llegó a su destino, varias toneladas de materiales aleados se encontraron esparcidos sobre el campo de una granja en Tundergarth, Escocia en el mismo bosque de Robin Hood, Sherwood. El comandante solo pudo virar 140º en busca de tierra firme después de la explosión.
No hubo supervivientes.

Este cuento esta basado en un hecho real y pretende ser un homenaje a las victimas que nunca supieron que ocurrió en ese vuelo.

Mon 23/05/2006

Muerte en la Iglesia Negra. De Suprunaman

Año 1689 Brasov, Rumania

Aquel endiablado cazador, me arrastró hasta el Templo Parroquial Protestante Luterano y aprovechándose de mi fragilidad al sol, no dudó en atarme fuertemente, me escupió a la cara con desdén y me dijo:
Ei, calamar, ¿no te apetece chupar sangre ahora? —se encendió un puro grande y mal oliente, mi cuerpo aun estaba ardiendo, yo le miraba con mi vista nublada, pues aquel vasto lugar estaba impregnado de preces, de crucifijos e incluso de maleficios.
Había rociado el suelo con una sustancia inflamable, ya en la puerta lanzó su puro y la iglesia empezó a arder conmigo dentro.

El 1670 fue un buen año, vivía en Transilvania, en una casona envuelta de espesos bosques teñidos de verde y pardo, sobre las colinas se dibujaban formas misteriosas a la luz de la luna. Cada noche me acercaba al pueblo donde las jóvenes me halagaban ofreciéndome su grácil belleza, y yo les correspondía con un viaje de muerte que las llevaba al éxtasis.
Fue entonces que todo el mundo empezó a hablar de maldiciones, de brujas, de vampiros, se organizaron grupos de caza, Transilvania ya no era segura.
Decidí entonces visitar mi querida Rumania, y fui a Bucarest, Targoviste, al llegar a Curtea de Arges me encontraba bien y lucía mi aspecto más noble y me encapriché de una joven, la hubiera hecho inmortal, pero alguien me había seguido los pasos desde Transilvania, Christopher Belmont, bisnieto de aquel que mató al Conde, yo no pude más que huir dejando morir a aquella que hubiera sido mi compañera.
Christopher dio conmigo de nuevo aquí, en Brasov, el 7 de agosto de 1689, cuando el día es más largo, no hay duda que me quería, yo había sido para él un auténtico quebradero de cabeza, difícil de atrapar. Encontró mi escondite cerca del cementerio y como una ráfaga de viento, sin dar tiempo a que el sol se escondiera de nuevo me arrastró hasta este infierno de santos y fuego, ahora sólo me queda morir.

Suprunaman 22/05/06

Tú, yo y… De Chajaira

— Llevo todos los sábados desde que nos casamos preparándote estos condenados calamares, año tras año ¿te has dado cuenta? Durante veintisiete años que estamos conviviendo y Tú nada, me sigues tratando con el mismo desdén…Pero no digas nada, no, ¿para qué? Tú tienes tus malditos bichos rellenos, tu sopeteo de pan en la salsa, regocijándote como un cerdo, parece que no tienes más ilusión en esta jodida vida que tu plato favorito cada sábado…Aunque lo que realmente me pone endiablada es el que no tengas ni un pequeño halago para mí… pero mírame al menos, por tus muertos, cuando te hablo. Ya no sé que pensar, pareciera que alguna de esas brujas de tu trabajo te hubiera hecho un maleficio y no se encuentren preces ni conjuros que te saquen de tu atontamiento… Traga, traga… así te asfixies condenado… eso límpiate los bigotes, ¡anda! Toma una servilleta… ¡Por Dios y el Santísimo Cristo! Dame las gracias por lo menos… Siempre lo mismo, una ráfaga constante de palabras para llamar tu atención y nada…Pues… ¿sabes lo qué te digo? ¡Qué te den!, que no más, que ahí te quedas, tú y esos moluscos que aborrezco…Me largo.

¡Nooo! Por Dios, por tu madre, por nuestros hijos, por tu vida, lo que quieras… pero por favor no dejes de mandar los calamarcitos en un taper.

Chajaira 22/05/06

Palabras para el "Contemos cuentos 8"

Dieciséis semana jugando y crecíamos a pasos agigantados. Las palabras para este octava ocasión fueron:

CALAMAR

DESDÉN

ENDIABLADO

HALAGAR

MALEFICIO

PRECES

RÁFAGA

Y como no podía ser de otra forma, nos reservamos para la segunda semana, la posibilidad de crear relatos del genero negro. Tiros, sangre, muerte, etc... Invadieron el foro.

El rey de la selva. De Naza

El cielo se pintarrajea de caprichosos tonos pastel, las acacias reciben la visita de los leopardos que guardan las presas en sus gruesas ramas. Las cebras inquietas intentan alejarse de las altas hierbas que esconden los instintos homicidas de los grandes depredadores y una vez más, el atardecer reproduce la escena que se viene repitiendo día tras día desde el inicio de los tiempos.
Con aire mohíno observo a mi madre. Yo deseo salir a jugar, me gusta perseguir gacelas, me divierten sus saltos y sus quiebros, pero ella no está dispuesta a dejarme hacer lo que yo quiera. Hoy me está enseñando a menguar mi cuerpo hasta confundirlo con la tierra, dice que es la mejor táctica para comenzar un rápido ataque.

¿Y cómo tenemos que hacer ese ataque? —Su pregunta casi me coge por sorpresa.
Yo lo sé. —Ya está el impertinente de mi hermano.
Me ha preguntado a mí, tontorrón.

Y entonces comenzamos a pelear y a revolcarnos. Me gusta jugar con mi hermano. Un día, nos dice nuestra madre, seremos los dueños de todo esto. Nadie estará por encima de nosotros. Todo lo que debemos hacer es pasearnos por el amplio espacio de la sabana y orinarnos donde nos plazca. Eso es muy divertido, a mi hermano y a mi nos gusta hacer esas guarrerías y cuando seamos mayores...
No me di cuenta, mi hermano pudo saltar y no lo atraparon por muy poco. Yo sufrí heridas en las patas que me hizo perder mucha sangre y el conocimiento. Cuando desperté me encontraba en una jaula mal oliente sobre un cojín enguatado que me servía de cama. Y ahí sigo, sin saber cuantos tacos tengo.
Un domador presume de ser mi amigo me hace pasar por un aro ardiendo y a cambio me da de comer ese día. Pienso mucho en mi hermano. ¿Qué habrá sido de él? Ojalá sea el rey de ese territorio que íbamos a compartir.
Yo he esperado mucho tiempo que los propios humanos me devolvieran al lugar de donde me secuestraron. Pero los años se suceden, me paso el día entre rejas, mi única satisfacción es lamerme el prepucio; yo, que soñaba con un delicioso harem que me alimentara y me produjera el deleite que alguien como yo se merecía por su condición de rey de la selva.
Esta noche tomaré una decisión. El domador será mi cena.

Naza 18/05/06

El circo… mejor en casa. De Aquarella

La mañana del domingo se despereza lentamente, todavía no son las ocho cuando una voz infantil entra en la habitación alborotándolo todo con sus gritos

Papá papá papá despierta hoy tienes que llevarme al circo —mínima pausa para respirar— Venga, levántate... jooooo venga, muévete!!! Mamá, dile algo, no me hace caso.

Detrás del niño entra mi mujer con su esa horrible batita de guata que le regaló su madre, supongo que le tengo tanta manía porque esa imagen es una premonición del futuro que me espera: suegra versus rulos y bata ¡Da grima sólo imaginarlo! Su mirada inquisitiva lo dice todo

Ni se te ocurra buscar una excusa para escaquearte, se lo prometiste al niño - y con un gesto mohíno da por terminada la conversación, mejor dicho el monólogo porque no me da tiempo a pronunciar palabra.

Y aquí estoy yo, rodeado de caras tan aburridas como la mía... hasta que el espectáculo pasa de la pista al asiento de al lado. Cualquier día es malo para descubrir que tu hijo, a pesar de su corta edad, tiene instintos homicidas, pero hacerlo un domingo y rodeado de numeroso público resulta aún más incómodo.

Joder papá, este circo es muy aburrido, menudo coñazo —El gesto de desaprobación de los demás padres me empuja a recriminarle.
Niño, haz el favor de no decir tacos, no sé dónde aprendes ese tipo de lenguaje.
Pero papá, esto es un rollo, los leones no se comen a nadie. Yo creía que iba a haber mucha sangre.

La gente me mira como si mi hijo fuese la reencarnación de Damien (creo que yo también lo pienso) y en ese instante sólo deseo menguar rápidamente hasta desaparecer en el espacio para no tener que enfrentarme a los gestos de repulsa que me rodean. ¡Por Dios! Pero si su madre y yo somos pacifistas, personas de lo más normales. ¿Cómo hemos podido engendrar un monstruo como éste? ¡Lástima de nudo en el prepucio a tiempo!

Manu, hijo, no digas tonterías. ¿De dónde sacas esas ideas?
Jo papá, en la peli que me pusiste el otro día para que te dejara jugar con mi Play los romanos tenían un circo mucho más divertido que éste y los leones se comían a todo el mundo ¡Eso si que molaba!

Una única frase se repite en mi cabeza ¡Tierra trágame!

Aquarella 17/05/06

Un largo trayecto, un corto final. De Mon

Desde las alturas podía adivinar que había dejado de existir, su alma pareció golpearle fuertemente en su dispuesta huida hacia arriba, un ligero hilillo de sangre evadía todo ápice de esperanza, la gente enmudeció, mohína y asustada.

Él, que la conoció cuando contaban apenas 5 años en la cama elástica con esa magia que solo Andrea imprimía al saltar, con sus trenzas acompasando como las alas de un pájaro al viento, no podía resignarse no quería abandonar el espacio de ese trapecio que poco a poco iba perdiendo movilidad entre el silencio del publico.
Miro su propia mano como impotente quedó tendida al vacío, a la nada, a la proyección de su futuro sin sentido. Había perdido a su amada.

Unos meses después el color y el calor del circo volvían a girar como una vieja noria a la que le cuesta arrancar, todos desfilaban pero nadie se atrevía a mirar hacia arriba, los payasos se ajustaban las guatas ocultando su falsa sonrisa pintarrajeada, la música sonaba menguando en cada nota hasta el infinito….aquel lugar ya nunca sería el mismo.

"¡Pasen y vean, la función va a comenzar! ¡En la pista central nuestro magnífico domador de caballos venido de Turquía!¡A la derecha el hombre prepucio!¡Y a la izquierda la mujer barbuda de Sumatra!....la función vaaaa a comenzaaaaarrrr…."

Un minuto, un foco de luz hacia lo alto y la historia se repite, es la actuación estrella, los malabaristas están preparados, el reloj espera homicida y el taco de entradas ya exhausto, inexistente. Suena la música…

Show most go on

(Con el permiso de Freddy Mercuri, q.e.p.d)

Mon 17/05/06

Cabecera de cartel. De Monelle

Las voces procedentes del despacho del director eclipsaron las últimas notas de la marcha circense con la que concluía el desfile de cierre de pista. Apagadas las bambalinas todo recuperó la calma. Los animales encerrados recibían su alimento, y los mozos barrían la pista. Gabriel, el payaso más conocido del circo, salió refunfuñando de la caravana dando un portazo. El maquillaje no podía disimular su rostro mohíno. El director asomó por la puerta, soltando tacos a grito pelado. Gabriel caminaba arrastrando los zapatones, mientras con la mano intentaba borrarse el maquillaje. Se cruzó con los malabarista que revolotearon pelotas y aros por delante de sus narices; estuvo a punto de tropezar con el forzudo, mientras éste dejaba resbalar hasta el suelo una de sus pesas; traspasó por entre las piernas de los saltimbanquis en una de sus acrobacias; rozó las patas del elefante y saltó al domador que, tumbado, esperaba el paso del paquidermo. Su maquillaje iba menguando tan lentamente como su enfado.
Se detuvo un instante para limpiar, con una guata, el excremento que acabada de aplastar.

Algo de suerte parece que si que voy a tener —se repitió para sí. — ¡Es tan difícil no pisar el mundo que con estos zapatones...!

El humor ácido recuperaba el espacio que, momentos atrás, ocupaba el enfado en su mente.
Viró en redondo y aligeró sus pasos. Se desprendió primero de los pensamientos homicidas en contra de su jefe; de la chaqueta a cuadros; de los pantalones a rayas, rojas y verdes; de la camisa morada que, hecha una pelota junto con la corbata amarilla, lanzó hasta la jaula de los monos; los inmensos zapatos acabaron en el abrevadero de los caballos; y los calcetines se los ofreció a la equilibrista que perdió el equilibrio al no poder aguantar la risa y el hedor.
Cuando llegó nuevamente frente a la caravana del director medio en cueros, tan sólo conservaba los calzoncillos, aunque por poco tiempo pues, ante el asombro de todos sus compañeros, se los quitó al tiempo que los lanzaba hasta la ventana del despacho del jefe, que salió ante la algarabía formada.

Me marcho de aquí. Y se lo digo así, pues con el traje de faena no me toma en serio.

Tapando sus partes con la mano se alejó hasta su caravana. Al día siguiente, su nombre volvía a encabezar el cartel.

Monelle/CRSignes 16/05/06

El día que fui al circo. De Suprunaman

Los carromatos invadieron las calles, la cabalgata mostraba un sinfín de criaturas, payasos, trapecistas todos ellos desfilando alegremente; la gente salió de sus casas para verlos y unirse a la música festiva y a la lluvia de confeti, había llegado el circo.
En un par de horas el circo mostraba un aspecto extraordinario y los primeros visitantes se acercaban con curiosidad.

Pasen y vean señores el hombre menguante, cada año se reduce más y más. La mujer de cuatro tetas venida del espacio exterior.
¿Y que le pasará cuando no pueda empequeñecer más? —preguntó una niña
¿Cómo?
El hombre menguante, ¿que pasará?
¿Has venido sola niña? —dijo el presentador
Si – contestó ella
Pues… que se convertirá en un prepucio y desaparecerá para siempre, venga niña, ves y compra una entrada —dijo el presentador

Mari se coló por debajo de una tienda y allí observó algo realmente insólito, ¿era una mujer o un pez? Sentada en una pecera cantaba una canción mohína sobre un marinero del cual se enamoró, entonces entró un hombre gordo, llevaba unas guatas que lo hacían más corpulento, vestía de rojo, un sombrero de copa le cubría la testa.

Te he dicho que no cuentes historias a nadie, ¿crees que te dejaré marchar?, ni en un millón de años, mi tesoro es mío.

La joven sirena se metió en la pecera llorando. Mari se aproximó a la sirena.

No llores, yo te ayudaré —le dijo
Este es mi sitio, no hay lugar donde pueda ir, ya no hay sirenas en la tierra.

Y Mari salió de aquella tienda llorando, corría tan sofocada que tropezó, y al alzar la vista se encontró con el hocico de un león homicida que le rugía en su misma cara.

Quieto Simba, —dijo el domador, — ¿que te pasa niña?

Y entre sollozos le explicó lo que había sucedido.

Esto es el circo pequeña, cada uno tiene su historia.

La acompañó hasta donde estaban reunidos todos los compañeros, el domador explicó al hombre gordo que la pequeña Mari los había oído, este se acercó a la pequeña y se disculpó, luego la invitó a sentarse con ellos junto a los carromatos donde una fogata crepitaba tacos de madera vieja, los gitanos a su alrededor cantaban y bailaban.
Poco a poco Mari fue cerrando los ojos, al despertar, ya estaba muy lejos del pueblo.

Suprunaman 16/05/06