Princesa Izel Capítulo 1). De Crayola
Por monelle elAbr 30, 2013 | EnCrayola, CONTEMOS CUENTOS 32
El sol brillaba en todo lo alto sobre el imponente imperio Azteca. Las sombras gigantescas de los templos se proyectaban sobre los callpulis –barrios – donde los mexicas llevaban acabo sus actividades diarias. La ciudad construida años atrás con dificultad y perseverancia sobre un lago, se conectaba entre sí por medio de grandes avenidas y canales que conducían a cada unos de los templos y recintos sagrados. Así pues, comerciantes y artesanos deambulaban por todo el sistema lacustre intercambiando sus productos en una simulada compra-venta abasteciendo los principales puntos de Tenochtitlan
El imperio era gobernado por un Taltoani –soberano – elegido por un consejo electoral llamado Tlacotan. De ahí se dividía la sociedad azteca entre los pipiltin- sacerdotes y militares – y los macehuales –gente del pueblo– . Los primeros se encargaban de gobernar y dirigir al pueblo con empatía, mientras que los segundos trabajan las tierras y pagaban tributo para mantener a la nobleza.
Aún con las diferencias de clase social, el pueblo azteca vivía en armonía conservando cada cual su lugar. Sin lascivia y sin ser el hazmerreír de nadie, cualquiera podía pretender ascender en esa escala dependiendo de sus logros y dedicación.
Pero también existía una parte en esa sociedad destinada solo a la realeza. Aquellos escogidos por los mismos dioses para gobernar al pueblo. Estos vivían en el Templo Mayor. Una arquitectura de tipo cuadriforme de más de quinientos metros cuadrados por lado, donde dentro se erguían numerosos templos y salones más pequeños rodeados de bellos jardines y manantiales.
En ese paraíso escondido entre gruesos muros de piedra sin ventanas, una pequeña llamada Izel, ocupaba un pequeño recinto rectangular con tres habitaciones que compartía con su cihtzin –abuela – y una macehuali llamada Xochitl.
El día en que Izel nació, su nantzin –honorada madre – la encomendó a su madre. Desde entonces, su Cihtzin se hizo cargo de la pequeña. Izel nació princesa, hija del emperador Azteca. Su vida era cuidada en forma especial por provenir de la misma Metzli –luna – lo cual significaba que era una elegida por los dioses para llevar acabo una misión importante para los suyos.
De tez blanca como luna, ojos amarillos, cabellos negros como la noche y una figura esbelta y danzarina, la Princesa Izel era una niña de siete años que no solo portaba con orgullo su título de realeza, sino que crecía con las inquietudes y fantasías de cualquier otra pequeña de esa edad.
Crayola 25/04/2007
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