Los elementales: Una misiva (Cap.6). De Monelle
Por monelle elMar 29, 2010 | EnMonelle, CONTEMOS CUENTOS 17
Breziers, 25 de julio del año de nuestro señor de 1209
Excelentísima Santidad.
Honrado me siento al poder comunicarle el logro de la misión encomendada.
La ciudad de Breziers arde como el infierno que acogerá las almas de los desgraciados que, tan merecidamente, han caído en este empeño. El cielo resplandecerá, al saberse libre en su gloria y magnificencia de una parte importante de la afrenta que le amenazaba.
Bien sabe Dios que hubiera sido mejor dejarlos a su suerte. Hacerles entrar en razón a todos y cada uno de ellos pero, como vuesa clementísima merced conoce, difícil es encarrilar en la inspiración a los corderos que se han salido del recto camino de sus enseñanzas.
Sigo sin comprender que frente a la amenaza del infiel sarraceno que nos arrebata, con ruindad, las sagradas tierras que acogieron al hijo redentor, tengamos que combatir también en nuestros dominios. Que hayan renegados que se burlen en el desprecio a su recto parecer.
¿Cómo pueden algunos desaprensivos creerse poseedores de la verdad que tan sólo aquel que ostenta la sabiduría, y cuya figura heredada de San Pedro primer pilar de Nuestra Santa Madre Iglesia, posee?
Indudablemente, el plácet del Maligno guía sus pasos poniendo en entredicho toda vuestra bondad.
Asaltamos sin previo aviso la ciudad que ahora se haya rendida a vuesa clemencia. Pocos sobrevivieron al envite de los santos caballeros cruzados, cuyas armas consagradas purificaron, en cada uno de sus pases, las almas de aquellos que se apartaron de la senda del bien.
Encontramos a los traidores herejes a rebujo de sus hogares descansando, como sólo aquellos parientes que viven sin remordimiento pueden hacerlo. Destruimos sus casas, rebuscamos en cada rincón para que la muerte libertadora lo saneara al completo.
Firme en vuestro mandato, fui recriminado. Se cuestionó el poder y la grandiosidad, para redimir las almas de los inocentes, del Altísimo. “Dios sabrá distinguir a los suyos” afirmé.
La sangre plaga las calles desoladas de la ciudad que arde con el fuego catártico que purgará del escalo de los herejes.
Ante usted, postro nuevamente mi espada en el conocimiento de que éste ha sido el triunfal comienzo del Apocalipsis, que barrerá de la tierra a los herejes cataros por cuestionar a Nuestro Señor en toda su grandeza.
Suya es mi alma y mi voluntad.
Arnaud Amaury
Monelle/CRSignes 06/10/06
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