El otro mártir Sebastián. De Naza
Por monelle elMar 27, 2010 | EnNaza, CONTEMOS CUENTOS 17
— Te digo que eso es una blasfemia, un insulto a Dios. ¿Quién le ha dado al hombre la inspiración para plasmar su imagen divina? No, mi desolado amigo, todas las iconografías serán destruidas, sólo vengo a advertírtelo por la amistad que nos une, huye de Constantinopla, regresa a Atenas, a casa de algún pariente y mantente al margen de esta polémica. Los iconólatras, sometidos a corrientes religiosas que llegan de Oriente, cada vez tienen más adeptos y la sangre correrá por Bizancio hasta que logren su objetivo.
— ¿Y el rey que dice? —Preguntó Sebastián, inquieto.
— León III está influenciado por consejeros que le animan a no enemistarse con la dinastía Omeya, si tuviera que tomar partido por ellos o por vosotros, creo que deberías pensar en huir.
— Y tú, —insistía Sebastián— compartes ese nuevo pensamiento, ¿verdad?
—La arrogancia de Juan II haciéndose pintar junto a la Santísima Virgen y a la misma altura que ella, como si fuera un igual, es un acto ruin que provoca la airada reacción de todos, incluida la mía, pero yo sólo soy un soldado y obedeceré los dictámenes de mi rey.
— ¿Serías capaz de atentar contra este templo? ¿Entrar con tus tropas y dar el plácet de echar a tu gente de la iglesia de Dios?
Sebastián golpeaba en ese instante la mesa de la sacristía, provocando la caída de numerosos papiros.
— ¿No te das cuenta de la gravedad del momento, verdad? En Sicilia y en Calabria no sólo se destruyen los iconos religiosos, además sus fieles son perseguidos, encarcelados y pasados a cuchillo en caso de oponer resistencia.
—¿Me estás diciendo que emplearías esos métodos contra tu pueblo? Rafael, te conozco desde que naciste, tú perteneces a esta comunidad, te he visto escalar y triunfar en el ejercito, gracias en parte a la gente de aquí, que te ha apoyado y recomendado, has mamado los valores transmitidos por esta Santa Iglesia a la que ahora quieres destruir. ¿Harías eso? ¡Eh!
— Por favor Sebastián, huid a Capadocia, allí estaréis a salvo, al menos de momento. No me hagas actuar, te lo ruego.
Sebastián actuó. Tomó la decisión de permanecer en el interior del templo, un templo repleto de fieles que con sus salmodias mitigaban la tensión de lo que se avecinaba, en el exterior una decena de soldados rebeldes custodiaban la iglesia, en la colina, un ejército cumplía las ordenanzas del rey.
Naza 02/10/06
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