Los elementales Capítulo cuarenta y siete: El encargo. De Monelle
Por monelle elMay 5, 2012 | EnMonelle, CONTEMOS CUENTOS 28
Tuve miedo de volver a coger aquel objeto. Anna se acercó todo lo que pudo. La reina oteaba desde lo alto al ver sus esfuerzos, hizo que volviese a volar hasta su altura.
─Mi querida, creo que usted será la más indicada para custodiarla.
─Majestad, será un placer.
Y la regresó hasta el suelo con la urna entre sus manos.
─Pero Anna, ¡estás loca! ¿Sabes la responsabilidad que esa postura representa? –Le dije cabizbajo y susurrando, para que nadie nos oyera. Una risa suave y fina se dejó sentir.
─He sido yo –las palabras y risitas de la ondina sonaban divertidas; se movía traviesa en su medio acuoso, haciendo volteretas, y chapoteando entre las burbujas de colores que provocaba su juego.
─Hola, me llamo Seren, y me alegra que me vayas a custodiar tú –con su movimiento resultaba difícil mantener el recipiente estable. ─No me gusta estar encerrada y en tu mundo podré ser un poco más libre, hasta mi regreso a casa.
─Hola Seren, mi nombre... –Julien se acercó.
─Lo sé –volvió a reír –tengo instrucciones y le ayudaré a reencontrarse con los míos y con los demás. Y tú –dijo señalándome –no temas, ya me cuido de eso. Ya veréis lo bien que nos lo vamos a pasar. Las corrientes de agua vaporosa de este entorno eran dañinas, pero en su mundo el agua si que se concentra, necesito estar rodeada de mi elemento. Ya les indico. Tenéis hijos ¿no?
─¡Seren! No te hagas ilusiones que no podrás conocerlos –le aseguró la reina de los silfos. ─No están preparadas las criaturas. Debes comprenderlo, no seas egoísta, y ustedes discúlpenla es como una niña, le encanta jugar. Por ser traviesa y no hacer nunca caso, está aquí.
─Sí, me encanta jugar. ¿Qué tiene de malo?
─Nada Seren –dijo Anna, mirándola con dulzura. ─Ojalá pudiera presentártelos, pero comprende son muy pequeños. Quizás en otra ocasión.
─Claro –el brillo de sus ojos competía con la luminosidad de su cuerpo, el tono casi lila de su piel cambió al verde, se puso seria para decir ─Lo prometo.
─Mi presencia ante ustedes ha llegado a su fin –la reina hablaba mientras seguía columpiándose ─Nos veremos pronto, este es el desenlace de nuestro encuentro.
La bruma espesa lo cubrió todo, la urna brillaba y al instante nuestra casa comenzó a hacerse visible.
Monelle/CRSignes 04/03/2007
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