LENTEJAS CON CARNE de Marta
Por monelle elAgo 20, 2013 | EnMarta, CONTEMOS CUENTOS 33
Todavía no puedo tomarme un plato de lentejas sin recordar con nostalgia aquellas larguísimas tardes de la guerra en las que, helados de frío, nos dedicábamos a limpiarlas. Rodeábamos un barreño de latón lleno de lentejas, con las manitas dentro, cogiéndolas en pequeños puñados. Enfrente, un descolorido espejo me devolvía la encorvada imagen del chal negro de la abuela y de su prieto moño blanco. La legumbre limpia iba a parar a un abollado perol.
A la vez que quitábamos los negros bichos y piedras de las lentejas, mi abuela nos contaba mil odiseas. La pandilla de niños acudíamos como un rayo en cuanto oíamos su llamada. Escuchábamos con deleite. Y se bromeaba con la pobreza de nuestro único guiso del día. El chiste de la abuela, no por ser repetido hasta la saciedad todas las tardes, no dejaba de provocar irremediablemente la hilaridad de la chiquillería:
―Cuidado, no se os pase ningún gorgojo, aunque, bueno, así comeremos carne hoy― advertía.
Y mientras, nos aterrorizaba con relatos de ánimas en pena que poseían a tiernos niños como nosotros, demonios en forma de cabritilla, ladrones de hígados en las luminiscentes tumbas de los cementerios, o siniestros hombretones en busca de doncellas a las que fecundar violentamente. Todas esas ancestrales historias nos provocaban más de una pesadilla nocturna. Cuentos terribles que hoy en día a nadie se le ocurriría contarle a unas criaturas, por miedo de provocarles un trauma. Pero que alejaban la realidad de nuestras mentes, reduciendo la crudeza de la guerra a un día a día, en el que lo más importante eran esas reuniones familiares, lejos el padre, combatiendo en no se sabía qué frente.
Marta 08/05/2007
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