EL PORTAL (La princesa Izel Captítulo 3) de Crayola
Por monelle elAgo 10, 2013 | EnCrayola, CONTEMOS CUENTOS 33
Once ciclos se cumplieron. El gran día llegó con una aparición en el cielo de Tenochtitlán: un eclipse de sol y luna era la señal que la pandilla de huehues esperaron por años.
Los códigos tallados en piedra sagrada del templo de los sacrificios, ordenaban que la sangre intacta de una princesa debía ser entregada al dios Huitzilopotzli para el bienestar de los guerreros y salvación del imperio.
Izel sabía sobre la odisea de su destino, pero había decidido cambiarlo. La noche anterior huyó a Teotihuacan, la ciudad de los dioses, donde se ocultaría para siempre. Izel había reconocido en la luz de la luna el fenómeno esperado que indicaría la fecha para su sacrificio.
Teopanquixtli, su padrino, ya la esperaba. La princesa entró sigilosa al templo de la luna.
―Padrino, llegó el día tan temido.
―Lo sé pequeña Izel. Pero tu destino está escrito en el lado oculto de Metzli, solo tú lo has reconocido y has sabido fecundar confianza y paciencia para buscar la verdad. Sígueme.
El viejo Teopanquixtli llevó a la princesa por secretos pasadizos dentro de la pirámide. Llegaron hasta un gran muro que les impedía continuar. Ahí, el Teopanquixtli le habló a Izel:
―Hasta aquí termina mi misión, tendrás que seguir sola. Detrás de éste muro encontrarás el camino a tu libertad.
El viejo presionó un recuadro sobresaliente con forma de luna del mural y este accionó un mecanismo de engranes que abría a una cámara semi oscura y húmeda.
Izel abrazó con emoción a su padrino, se volvió hacia el umbral del recinto y entró en la penumbra. Detrás de ella se cerró el muro con un estruendoso ruido, después, un silencio sepulcral.
Se trataba de una nave cuadrada, empedrada por sus cuatro lados donde las paredes estaban cubiertas de códices y figuras en relieve. Izel dio unos pasos, pisó el centro de la bóveda y una gran piedra circular se elevó unos centímetros del suelo haciendo que la pequeña saltara de inmediato hacia atrás. Del círculo surgió lentamente una tenue luminiscencia azulada que aumentaba de intensidad cada segundo que pasaba. Rayos de luz salían disparados en todas direcciones chocando contra los muros. Izel miraba desconcertada cómo se formaba un espejo de luz ovalado frente a ella. Sin temor pero con gran curiosidad, se acercaba al fenómeno luminoso mientras sujetaba fuertemente con su mano el medallón que colgaba de su cuello.
Crayola 07/05/2007
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