Las vicisitudes de la fortuna. De Suprunaman
Por monelle elFeb 20, 2011 | EnSuprunaman, CONTEMOS CUENTOS 26
Quietos todos, dijo la poetisa con voz masculina. Vivir, morir, hibernar. Un estado de ánimo, si. Cuando a vuestro alrededor veáis caldear el ambiente, no dudéis ni un instante. Quitaros esos harapos y dejad entrever vuestra desnudez.
Don Bartolo, de forma veloz se quitó los pantalones, se bajó los calzoncillos y mostró su culo en pompa. Doña Bartola empezó a sentir el ambiente caldeado y con cierto gesto de desvanecimiento, se quitó el sostén y presentó al grupo sus duros pechos. Doña Engracia imitó su gesto y arrojó su tetamen al viento. Pronto toda la congregación deambulaba en masa con su orgullo al aire. La beata de la primera fila, agarró al padre Benjamín, que también se vio arrastrado por esta abominación esperpéntica. El buen padre tocaba a la amiga de la beata e hicieron un trío amoroso. Dios mío, protégeme la carne es débil, mea culpa, mea culpa, mea culpa. Rezaba golpeándose el pecho.
La reunión había sido un éxito, todos cooperaban animosamente e intentaban ayudarse. La orgía no tenía límite. Sin duda alguna esta era la verdadera paz, la que todos deseaban para el resto de la humanidad; por ello, el padre Benjamín añadió. Sabed hermanos míos que el amor es Dios.
Suprunaman 01/02/2007
No hay opiniones, todavía
« El pescador. De Crayola | Las monedas. De Crayola » |