La falsa agencia de viajes De Naza
Por monelle elMar 17, 2009 | EnNaza, CONTEMOS CUENTOS 6
Cuando la conocí pensé, nunca me podrá tocar la lotería. La suerte difícilmente llama dos veces a la misma puerta. Coincidimos en el aula de estadística, en ese momento forcé la salida de clase para coincidir con ella en el angosto pasillo. Recuerdo que ella se giro, parecía buscar a alguien entre aquella maraña de cabezas, se encontró con mi media sonrisa; ni se inmutó, me esquivó, me ignoró y yo me enamoré más de lo que lo había estado nunca.
¿Cómo hacer para acercarme a ella? Los estudios no parecían importarle en demasía, sus notas la delataban. Era una de esas chicas a las que no le haría falta estudiar, contaba con lo indispensable para triunfar en esta vida; su belleza. La imaginaba en un futuro del brazo de un hombre que le permitiera mirar el mundo con desdén. Debía conseguir ser ese hombre. De momento esa opción no era dable para alguien como yo.
Mi aspecto vulgar tenía una ventaja; el poder estar cerca de todo sin levantar sospechas. Entonces supe de sus fiestas, supe de su amor por los coches deportivos de grandes alerones, y por todo lo que le hiciera sentir esa sensación; el pasar de cero a cien en tan sólo ocho segundos.
Cuando te planteas decisiones en la vida, debes asumir los riesgos que conlleva, y sopesar si el triunfo de lo que busca prevalece por encima de las, llamémosle, incomodidades.
La primera vez que le propuse viajar ella me miró sorprendida. Sólo aquel instrumento me podría acercar a ella. Judith, la chica de grandes ojos negros y piel sensible le pareció mi propuesta una idea excelente; siempre estaba a expensas de que los demás le ofrecieran su dosis de vida.
Me entregué a ella, me dejé sumergir en ese infierno cálido; no necesitaba nada más. La fantasía que rondaba en mi mente desde que la vi se hizo realidad en aquel sótano al que llamamos el algoritmo, un juego de palabras; un local cedido por la rectora de la universidad en su deseo de que sirviera de punto de encuentro entre estudiantes, y que se convirtió en un tugurio clandestino de disfrute de todo lo prohibido.
Desde entonces me convertí en su mecenas y ella en mi protegida, cuando todos me dieron la espalda los dos nos convertimos en esclavos de esa falsa agencia de viajes que se llama heroína.
Naza 01/05/06
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