El día del Astro. De Suprunaman
Por monelle elMar 15, 2009 | EnSuprunaman, CONTEMOS CUENTOS 6
Mil doscientos islotes de coral esparcidos por el Océano Índico, un entorno natural, playas interminables y un clima excelente; esto son las Islas Malvinas.
Durante la Gran Guerra, este paraíso de fantasía se convirtió en zona estratégica para los ingleses quienes modernizaron su base de Gan y el aeródromo militar de Huele terminada ya la Guerra.
Una revuelta dirigida a los cabecillas y a la aristocracia que apoyaban la soberanía inglesa, propició la muerte de muchos argentinos que allí vivían.
El 22 de junio de 1986 es un día que los argentinos no podrán olvidar, Argentina e Inglaterra se veía las caras en la final del mundial y aunque los jugadores dijeron que el partido no tenía nada que ver con la revancha de la perdida de las Maldivas, podía ser un buen instrumento para humillarlos.
Él sería el ejecutor, fuerte y astuto, como si de un semidios se tratara maquinó sobre el césped una perfecta obra de arte, “diez segundos, diez toques, un héroe con el número diez”, Enrique jugó en corto para Diego que estaba cubierto por dos, sus pies se balanceaban adelante y atrás como lo hace el viento con el alerón de un avión, eran unos movimientos precisos, como un algoritmo, al ver que Reed corría y no podía alcanzarlo, a Diego le entraron unas ganas muy grandes de correr, ya solo delante del portero su gesta se convertía en dable ante la mirada atónita del público, la paró con la derecha y el portero se lanzó vencido fue entonces que cambió el balón de pierna y chutó un zurdazo que casi rompe la red. Fue el gol de su vida, era de esos goles que uno desea marcar jugando con los amigos, en cambio él había conseguido marcarlo en un mundial y por ello le daba las gracias a Dios.
El segundo gol fue de pase a la cabeza, pero iba tan lanzado que no pudo evitar ponerse la mano detrás de la cabeza y meterlo con el puño, los ingleses protestaban enérgicamente, no era posible que le hubiera quitado de las manos el balón al guardameta, y Diego no pudo evitar alzar el puño hacia el cielo, ahora podía decir que el gol había sido con la mano de Dios, mientras Valdano le decía Ssssshhhh con el dedo en la boca.
¿Qué más agregar? Sólo las palabras del mismo Maradona: “Yo soy Diego”.
Suprunaman 28/04/06
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