¡Dame Una Oportunidad! De Naza
Por monelle elJul 23, 2010 | EnNaza, CONTEMOS CUENTOS 23
El hombre ocupaba el único banco que quedaba de pie en aquel pequeño parque. El sol mostraba su falsedad en un día radiante, incapaz de reducir a la nada la escarcha llegada la noche anterior. Respaldado en el banco y con los ojos cerrados recordaba que el día de hoy no se diferenciaría en nada a los otros muchos días transcurridos desde hacía tiempo.
Ese tiempo había ido limando su vida, al igual que el poderoso mar arañaba en cada envite un trozo de acantilado, primero Andrés y fue el más significativo; sencillamente porque fue el primero. Luego le siguieron otros, el grupo fue menguando, eran como disparos intimidatorios alrededor de su vida. Un día le tocó a Laura que se fue sin llegar a decirle cuánto la había querido en sus cuarenta años de vida en común. Manías del Altísimo; el mayor de todos y el único que queda en pie, como el banco que le acoge cada mañana en soledad y que visita aún en el convencimiento de que ninguno de los suyos aparecerá.
¿Qué hubiera cambiado de mi vida? Se decía el hombre que mantenía los ojos cerrados porque le ayudaba a ver la película de su existencia. En aquel cine ficticio sin acomodador ni palomitas de maíz, el hombre hacía balance de todas las oportunidades desaprovechadas imposibles de recuperar.
—Dame una nueva vida, dame otra vez quince años y aprovecharé el tiempo —se decía, —trajinaré a la pereza, venceré a la desidia. Esa vida sí que la sabría aprovechar.
Él nunca lo supo, pero tanto rogó al Altísimo que éste accedió a sus deseos, un día al igual que pasó con todos los suyos, incluida su Laura, el hombre desapareció. Nadie habló con él, nadie le dijo que tendría una nueva oportunidad, nadie le ofreció la esperanza de una nueva vida, la ilusión de vivirla tal y como había deseado tantas veces en aquel banco, solamente el Altísimo accedió a su deseo; simplemente se la dio.
Pasó el tiempo, mucho tiempo, tanto tiempo que hasta el hombre del deseo se le olvidó que había vivido dos vidas. Sentado aquella tarde en el último banco que quedaba de pie en aquel parque añoraba a los suyos, en especial a su Laura que, junto a sus amigos de la infancia se fueron muriendo uno a uno hasta dejarlo completamente solo.
—Dame una oportunidad —se decía.
Naza 26/12/06
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