Hija de la luna. De Crayola
Por monelle elMar 5, 2013 | EnCrayola, CONTEMOS CUENTOS 31
La noche había caído sobre la gran Tenochtitlan cubriendo de sombras los templos y barrios. Los Mexicas corrían presurosos a refugiarse en sus viviendas para evitar mirar el pecaminoso fenómeno del cielo. La noche había traído consigo una inesperada luna llena amarilla, augurio de mala suerte. Los huehues –los viejos- no lo habían advertido en sus tantos estudios astronómicos y se encontraban nerviosos. Un inhóspito silencio reinaba en el imperio Azteca.
En una de las cámaras del Templo Mayor, Zeltzin luchaba con todas sus fuerzas para seguir aguantando dentro de su cuerpo a la criatura que estaba por dar a luz. La Nahoa –partera- llevaba horas impidiendo con infusiones de miel y maíz, que la delicada doncella pariera esa noche.
Zeltzin –flor delicada- era descendiente directa de Metztli –la luna– y quinta esposa del emperador azteca. Era su primer alumbramiento y se esperaba que pariera dentro de una luna más a un varón. Sin embargo, el cariz de su gestación cambió de pronto al comenzar el fenómeno celeste. La luna amarilla era invadida por las penumbras y Zeltzin daba a luz a una criatura prematura.
La habitación del parto estaba cubierta de pétalos de diversas flores y hojas de maíz. Varios sumarios despedían hileras de humos con olor a eucalipto y sabor menta. Zeltzin sentada en cuclillas en medio del cuarto, se sostenía con dolor de una cuerda que pendía de una viga en el techo para poder parir. La Nahoa detrás de ella, recibía entre mantas bordadas a la cría.
El llanto de la criatura rompió el silencio. La partera dio un grito guerrero entre cánticos errantes que indicaba que había nacido una mujer. Cortó el cordón umbilical y lo dio a la nanti –madre– para que lo enterrara junto al fogón como señal de que la niña sería buena para el hogar.
Zeltzin tomó en sus brazos a su hija y acarició su blanco rostro. Vio con asombro que la niña la miraba con unos ojos amarillos como luna llena.
– Eres hija de la luna. Tepiltzin – hija privilegiada –Tu nombre será IZEL –única. La madre la besó y murió.
El emperador conoció a su hija tres días después como era costumbre. La pequeña fue llevada ante su padre y los huehues. El Teopixqui –sacerdote– la examinó y vio en sus ojos su destino. La bautizó Princesa Izel y su futuro se escribió en el amoxtli –libro- sagrado.
Crayola 18/04/2007
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