El señor Roberto. De Hechizada
Por monelle elDic 12, 2009 | EnCONTEMOS CUENTOS 14, Hechizada
Hoy no era su mejor día. Cuando para otros pudiera serlo, él lo pasaba mal.
Roberto era un conductor de colectivo, con más de 35 años en el oficio a sus espaldas. Ese día sería su última jornada como tal, pues al día siguiente pasaría a retiro. Atrás quedarían sus rutas saludando a todos aquellos que por tantos años hacían de su bus el medio de transporte diario. Ya no asustaría a la Sra. María con los frenazos en seco sólo para oírla maldecir. Echaría de menos los improperios del viejo Anselmo por cerrarle la puerta cada vez que intentaba subirse. Dejaría de escuchar las groserías de Carlitos, el chaval malandrín que ha visto crecer e irse haciendo un hombre mientras iba al cole. Ya no vería las ojeras azules de Verónica cuando regresaba cansada de su trabajo quejándose de tener que madrugar todos los días…
Ese día ni la radio tenía puesta. Todos los que le conocían, al montarse, le notaban distante. En ocasiones casi se pasa los semáforos en rojo, sonando las alarmas entre los usuarios que se miraban extrañados. Algo le pasaba y no sabían qué. No respondía a los comentarios ni se reía de los chistes. A la final, lo dejaban tranquilo pensando que un mal día lo tiene cualquiera.
En la noche, dejó el colectivo en el aparcamiento y se despidió silenciosamente, con lágrimas en los ojos. Se fue directo a su casa. Vivía solo, no tenía familia ni se casó ni tuvo hijos. No quiso entrar donde Juan a comprar leche ni cigarrillos, pues no tenía ganas de escuchar los cotilleos del barrio. Abrió la reja del portal de su casa, la cual hizo un chirrido que ni le inmutó; todos los días se decía que tenía que echarle aceite pero esta vez fue como si no la escuchara. Caminó por el zaguán arrastrando los pies como signo inequívoco del peso de su pena. Miró las pocas plantas que allí tenía y suspiró. Pasó directo a la cocina y se preparó un café. Luego buscó un boli y un papel, garabateó unas palabras y se fue a su habitación.
Fue encontrado por la policía a los pocos días dada las llamadas sin respuesta de sus vecinos. Estaba colgado de una soga yerto, cual jirón humano. A sus pies la nota: “Amigos: no quiero misas, flores, ni epitafio, sólo que me recuerden con cariño, Roberto”.
Hechizada 20/08/06
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