El Reloj Sentimental. De Edurne
Por monelle elAbr 15, 2012 | EnEdurne, CONTEMOS CUENTOS 28
Allí estaba, en una repisa de la habitación de Jana y Luís, con su cuerpecito redondo y sus tres tornillos incrustados en la espalda. Dos antenas de aluminio sobresalían de su parte superior, rematadas por dos bolitas brillantes de colores, una rosa y otra azul, y las dos manecillas pegadas a su nariz se movían al compás del tiempo.
Su posición era alta y estable para que los niños no llegaran a él. Desde esa postura, oteaba cada rincón de la habitación, era feliz en ese recodo pero necesitaba el cálido abrazo de alguien querido.
No fue su egoísmo el que le incitó a saltar aquella noche… simplemente deseaba acercarse a la mejilla de Jana y notar su calidez, rozar los deditos de Luís y conseguir que su piel de plástico duro se estremeciera al contacto humano.
Adoraba a esos niños… Veía como le observaban todos los días con su barbilla elevada y su expresión de deseo, sí, él lo sabía, deseaban, como él, apretarle entre sus manitas, zarandearle, analizarle detenidamente y descubrir lo que escondía en su interior que hacía tic-tac, ese sonido que oían cuando todo estaba en silencio y que provenía de él.
Esa noche no pudo resistir la tentación y se decidió a dar ese salto estudiado de antemano, debía caer sobre la almohada del niño y, de rebote, ir a parar a los pies de su cama.
El desenlace no se sucedió como estaba previsto, quiso agacharse para darse impulso pero una de sus patitas se desenganchó y la caía fue fatal… cerca de la cabeza de Luisito. En el rebote se dio un trastazo contra el suelo y su barriguita se abrió quedando al descubierto todo su engranaje.
Luís sintió que algo le rozaba la oreja y se despertó asustado, gimoteando y tanteando a su alrededor para llegar hasta su hermana en la oscuridad. Jana abrió la luz y le abrazó al verle cabizbajo y lloroso, creyó que estaba soñando, advirtió que se tocaba la oreja y le apartó la mano para ver. Un simple rasguño, tal vez él mismo durmiendo… Cuando de pronto tocó un objeto frío con su pie y vio al pobrecito reloj espachurrado por el suelo.
Así se cumplieron los deseos de ambos, el reloj pudo sentir la calidez de las manos de los niños mientras le recomponían y ellos descubrieron qué había en su interior que hacía tic-tac.
Edurne 01/03/2007
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