El doctor Livinstong en el país de los Kikis. De Suprunaman
Por monelle elJun 7, 2010 | EnSuprunaman, CONTEMOS CUENTOS 20
Era negro y alto, tenía una cara que sólo podía significar una cosa, estupidez aguda, llevaba una gran sombrilla. A todo el que pasaba le preguntaba:
—¿Americano?
Hacía más de una hora que preguntaba lo mismo, al final dio en el blanco:
—¿Americano?
—Sí "siñor" —contestó aquel hombre que llevaba una maleta de cocodrilo y un sombrero de esos de safari.
—El doctor Livinstong, supongo.
—Sí "siñor" —dijo con una sonrisa.
—Acompáñeme wana.
Subieron en un Jeep y fueron al poblado, donde una multitud lo esperaba ansiosa.
Al bajar del coche, aparecieron cinco negritos de 2x2 metros que lo subieron a una silla hecha de caña y lo acompañaron a su tienda. Ver a toda esta gente a sus pies le enaltecía el ego.
Por la noche y antes de cenar, el doctor Livinstong tuvo que demostrar ciertos dotes de fuerza y destreza. Conseguir ver el tesoro de los negros Kiki tenía un precio.
Lo primero fue matar a un cervatito con un arco que estaba hecho un ocho, pero el doctor lo consiguió
—En América —explicó, —tenemos que fintar muchos contratiempos.
Y sacó de su bolsillo una foto de su querida esposa. Los negros Kiki se rieron de la broma. Cenaron el cervatillo y pronto se fueron a dormir, por la mañana, con las luces del alba, el doctor iba a ver aquella joya Kiki.
Cuando el doctor estaba empezando a dormirse, entró a su tienda una joven negrita muy guapa, que empezó hacerle cosquillas en los pies, al despertar pensó que era una simple travesura. En ese momento entró otra guapa negrita que se puso a acariciarle el pecho, entró otra y le besó en los labios, otra de las hermosas kikis empezó a acariciarle los genitales.
—Dios mío —pensó, —he aquí mi perdición.
Al cabo de un momento el doctor Livinstong estaba a cien y las muchachas gritaron:
—Kikiiiii
Y les hizo el amor, primero a una, luego a otra y a otra y a otra, había perdido la cuenta de cuantas negritas habían pasado por su tienda gritando kikiiiii. La cuestión es que el alba pasó y el doctor se quedo sin ver la sagrada joya kiki.
Antes de marchar a su país, el sabio doctor Livinstong, le prometió al jefe de la tribu que volvería al año siguiente a ver si podía por fin ver aquel magnifico tesoro Kiki.
Suprunaman 15/11/06
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