DÍA DE LAS MADRES de Crayola
Por monelle elSep 20, 2013 | EnCrayola, CONTEMOS CUENTOS 33
Llegó el diez de mayo, día de las madres mexicanas. Todo el país desde las doce de la noche celebra a todas esas mujeres que han parido alguna vez. Desde las más jovencitas hasta las más ancianas, no hay mujer en México que se quede sin su regalo de madres. Pero no basta un abrazo dado con todo el corazón y el mejor de los besos de un hijo, hace falta siempre más.
Flores de todos colores inundan las esquinas de las calles. Docena de rosas rojas a cincuenta pesos el ramo. Docena de claveles a cuarenta pesos. Margaritas blancas a treinta pesos, y así baja el precio según la categoría de la flor, dicho esto por los expertos floristas.
Los que tienen mejor economía, se van directo a las grandes tiendas de flores. Hermosos ramos en canastas de mimbre por la mitad del sueldo. Exóticas flores arregladas en jarrones de porcelana, pagados con la tarjeta de crédito y enviados con pandillas de mensajeros para que sea mas grande la sorpresa, tal vez acompañados por alguna caja de chocolates rellenos de licor para darle un toquecito de sofisticación.
En la mayoría de los casos se regalaran un sin fin de electrodomésticos. Es casi una tradición.
Planchas a vapor que quitan las arrugas de la ropa casi instantáneamente.
Tostadores de pan con lugar para cuatro rebanadas, platinados como espejos –así terminan más rápido el desayuno de los chiquillos- y dejan la odisea de los comales.
Licuadoras con diez velocidades –sirven para todo tipo de salsas y licuados- para que el molcajete se vaya como rayo al olvido.
Las madres con mas suerte reciben lavadoras automáticas – lavan a un mismo tiempo hasta seis pantalones – para substituir al lavadero de piedra.
Y para aquellas que son mas queridas, un televisor de pantalla plana, con luminiscencia de 100 microvolteos con control a distancia es el máximo regalo.
Aparatos de hogar para que mamá no trabaje tanto dicen los hijos. Un televisor para que mamá vea sus telenovelas preferidas. Pero claro, lo usa solo cuando termina de lavar y planchar docenas de camisas y pantalones y preparar la cena de la familia.
Y mamá solo espera un abrazo cálido y sincero. Tal vez un beso y una sonrisa. Ellas fecundan el amor por los suyos cada día de su vida. Para ese infinito amor, no hay fechas ni más regalo que los propios hijos.
Crayola 10/05/2007
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