CUANDO LOS RECUERDOS HABLAN de Aquarella
Por monelle elOct 1, 2013 | EnAquarella, CONTEMOS CUENTOS 33
Han pasado algunos años desde que esa alocada pandilla bautizada como “La tertulia constructiva” estableció su decálogo para cambiar el mundo, sin dudar por un momento que podría hacerlo. Sí, ha pasado mucho tiempo, la implacable sinceridad del espejo me lo confirma sin ninguna compasión, y de paso abre la puerta a los recuerdos. Atrás quedan la firme promesa de no sucumbir a la indiferencia, el propósito de fecundar la vida con ideales, alcanzar grandes metas, la creencia de que la unión hace la fuerza… en el aire flota un pensamiento inevitable al que no quiero prestarle mi voz ¡Qué tiempos aquellos!
La realidad es cruel, no respeta los sueños. Se ríe de esa soberbia juvenil poniendo a todos en el sitio que le apetece, cada uno tiene que hacer frente a su propia odisea, y nosotros no íbamos a ser menos. Hoy volvemos a vernos después de mucho tiempo: Algunos están más gordos, otros tienen menos pelo, las arrugas no aparecen sólo en la ropa, y los abrazos de saludo tienen el sabor de la nostalgia amarga. No estamos todos, es un día triste porque nos reunimos para despedir a uno de los nuestros.
―¡Lástima que tenga que pasar algo así para que nos encontremos de nuevo!
Es la frase que más se escucha, entre lágrimas contenidas y la tímida alegría que sentimos al vernos. Pero también recordamos al unísono el grito de guerra con el que siempre nos hacía reír antes de poner en práctica alguna de sus locuras ―¡A mí no me parte un rayo! –pero se equivocaba, como en tantas otras cosas, y al final se marchó el primero.
Nos sentamos todos juntos, con las manos entrelazadas para sentir esa cercanía que parecía haberse diluido entre la distancia y el olvido, mientras alguien empieza a leer un texto dedicado al difunto
―Justo antes de morir hizo alarde de la ironía que le caracterizaba: ¿Sabes qué es lo que realmente importa? El silencio, las palabras… y, sobre todo, las cosas que lamentamos no haber dicho o hecho. ¡Joder! Ya soy viejo para morir joven, y demasiado mayor para tener miedo ―y la luminiscencia de su sonrisa firmó su último gesto.
Aquarella 11/05/2007
No hay opiniones, todavía
« LA TORRE DEL UNICORNIO de Mon | DÍA DE LAS MADRES de Crayola » |